Estos grupos humanos aborígenes dejaron un legado cultural, plasmado en algunas evidencias de tiestos e indumentaria de trabajo; así como también, la localización de ciertos yacimientos mortuorios que no solo reflejan el alcance y la naturaleza del conocimiento humano que poseían como grupo social y espiritualmente hablando; sino también, la ubicación que representan para el estudio de los distintos periodos del desarrollo histórico municipal; lo cual indica, según análisis practicado a estas muestras, describen como las mismas corresponden con una datación cronológica que va desde 2000 a 2200 años antes del periodo de contacto. Así como también otras que datan de 1000 a 1200 años antes de la llegada hispana a estas tierras.
La evaluación y características del estudios arqueológico, ha llevado a señalar, en boca de los propios expertos del apasionado tema antropológico, que dichas piezas reportadas desde hace algún tiempo por la oficina del cronista parroquial de Agua Viva, corresponden al periodo o fase “Boulevard o San Pedro”; y las del segundo grupo las describen como: “estilo Tierra de los Indios o estilo Tierroide”; siendo estas investigaciones soportadas por incuestionables instituciones de la talla del Museo Antropológico de Quibor “Francisco Tamayo”, e igualmente por y el ya fallecido cronista de la población morandina Arqueólogo Pedro Pablo Linarez.
De lo que si podemos dar certeza es que éste punto referencial o territorial, fue conocido desde tiempos remotos como “Sabanas de Tarabana”; por estar inmersa en viejas regiones que alguna vez fueron asentamientos aborígenes poblados por una vasta y numerosa etnia de origen Caquetio en la región del valle, y, en las elevadas montañas del Terepaima por los grupos Ajaguas y Cuibas.
Otro dato interesante nos refiere los distintos repertorios de las fuentes documentales recogidas y analizadas por el escritor y poeta José Antonio Yepes Azparren; donde indicaba que las montañas vistas como Terepaima, eran denominadas: “Altos de Tarabana”; ya que, en ellas, según existían posesiones dedicadas a la cría del ganado asnal.
Ahora bien, el sitio conocido por todos hoy en día como Agua Viva, es un espacio que evolucionaria progresivamente a mediados del siglo XIX, con el surgimiento de la unidad de producción agrícola o hacienda Agua Viva conocida para el momento de su creación como Santa Elena; la que sería punto de partida para que florecieran en sus alrededores el caserío o ranchería de” La Agua Viva”. Población que gradualmente se dispersó sobre los sitios aledaños como el Dividival y el evocado Peñusco. De allí también otros lugares de importancia histórica como las Cuibitas, las Cuibas, los Aposentos, la Pelota de Barro; y en los más distantes el caserío Terepaima, Guamacire y los Naranjos; quizás poblaciones que para sus épocas fueron más antiguas que el propio caserío Agua Viva.
Ya para finales del siglo XIX y entrante al siglo XX, Agua Viva y sus alrededores experimentarían un crecimiento poblacional mayor que en años anteriores, con la llegada de migraciones provenientes de Curarigua y sus sectores vecinos, quienes además traerían consigo sus costumbres y creencias que poco a poco irían inculcando a las generaciones venideras.
En los años 1930 a 1950 Agua Viva se nutrió de una segunda oleada de moradores llegados de las lejanas tierras morandina, quienes, a su vez, fortalecerían no solo sus conocimientos habituales y culturales, modificando la nomenclatura tradicional del caserío, transformándolo en un ente que luego pasaría a incrementar el número de pobladores del lugareño.
La evolución acelerada de Palavecino en los pasados años 70, conllevo a que la estructura rural de Agua Viva fuese transformándose en un ente urbano que luego con el pasar del tiempo modificaría la apacibilidad, por una dinámica que permitió consolidar espacios, sitios, sectores y lugares, con una nueva dialéctica de los cambios modernos, dejando atrás lo bucólico y añorado por la creencia de antiguos habitantes, y de esta manera, consiguiendo al poco tiempo después la consolidación y creación de la tercera demarcación Palavecinense. Hecho sobrevenido un 11 de junio de 1998 por las aspiraciones bondadosas de los vecinos allegados y su gente.
Otros aspectos de elevación de Agua viva
A diferencia de otros centros poblados del contexto municipal y por qué no nacional; la parroquia Agua Viva surgió del impulso e iniciativa de un grupo de vecinos organizados, que bajo la tutela del extinto bloque vecinal unificado de Agua Viva, conseguiría consumar en 1998 la tercera demarcación territorial Palavecinense. Pues para 1997 sería el punto de partida, para cuando se concibieron los primeros movimientos organizativos que política y administrativamente se desprendiera de la vecina parroquia Cabudare. Ya antes de estos pasos iniciales, Agua Viva era un sitio dependiente de Cabudare; por lo tanto, gracias a la empeñada y constante labor del luchador Alexi Pastor Vargas Guedez, a su apasionada iniciativa y promoción, materializaría en su esperanzada obsesión, plasmar el anhelado sueño de haber cumplido con está prominente tierra, y así, permitiendo sellar oficialmente la separación e independencia del principal centro poblado aledaño.
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Saludos amigo, aunque ya había escuchado recientemente de tus labios la história de nuestra parroquia Agua Viva, no deja de impresionarme al leer tus crónicas sobre la evolución y desarrollo de la misma. Gracias por compartir.