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La parroquia Agua Viva en su evolución y promulgación

 

José Luis Sotillo J
Cronista parroquial de Agua Viva


Agua Viva, ubicada al Oeste de la actual jurisdicción Palavecinense, precisamente cobijada por las faldas de las serranías fértiles del Terepaima, tiene un entorno histórico quizás no muy divulgado en cuanto a la naturaleza de su consumación y evolución geo-histórica. Puesto, que acuciosos han señalado que dicha comunidad ostenta un origen periodizada desde tiempos de la colonia; pero, a decir verdad, esté vibrante territorio recluye en sus haberes el poseer según la tradición, no solo documental; la característica de ser asiento de los diferentes grupos prehispánicos que se ubicaron en el contexto amplio del Valle del Río Claro, y en las extensas montañas reconocidas hoy como Terepaima.


Estos gru­pos humanos aborí­genes dejaron un lega­do cul­tur­al, plas­ma­do en algu­nas evi­den­cias de tiestos e indu­men­taria de tra­ba­jo; así como tam­bién, la local­ización de cier­tos yacimien­tos mor­tuo­rios que no solo refle­jan el alcance y la nat­u­raleza del conocimien­to humano que poseían como grupo social y espir­i­tual­mente hablan­do; sino tam­bién, la ubi­cación que rep­re­sen­tan para el estu­dio de los dis­tin­tos peri­o­dos del desar­rol­lo históri­co munic­i­pal; lo cual indi­ca, según análi­sis prac­ti­ca­do a estas mues­tras, describen como las mis­mas cor­re­spon­den con una dat­ación cronológ­i­ca que va des­de 2000 a 2200 años antes del peri­o­do de con­tac­to. Así como tam­bién otras que datan de 1000 a 1200 años antes de la lle­ga­da his­pana a estas tierras.

Capil­la Agua Viva

La eval­u­ación y car­ac­terís­ti­cas del estu­dios arque­ológi­co, ha lle­va­do a señalar, en boca de los pro­pios exper­tos del apa­sion­a­do tema antropológi­co, que dichas piezas repor­tadas des­de hace algún tiem­po por la ofic­i­na del cro­nista par­ro­quial de Agua Viva, cor­re­spon­den al peri­o­do o fase “Boule­vard o San Pedro”; y las del segun­do grupo las describen como: “esti­lo Tier­ra de los Indios o esti­lo Tier­roide”; sien­do estas inves­ti­ga­ciones sopor­tadas por incues­tion­ables insti­tu­ciones de la tal­la del Museo Antropológi­co de Qui­bor “Fran­cis­co Tamayo”, e igual­mente por y el ya fal­l­e­ci­do cro­nista de la población moran­d­i­na Arqueól­o­go Pedro Pablo Linarez.

De lo que si podemos dar certeza es que éste pun­to ref­er­en­cial o ter­ri­to­r­i­al, fue cono­ci­do des­de tiem­pos remo­tos como “Sabanas de Tara­bana”; por estar inm­er­sa en vie­jas regiones que algu­na vez fueron asen­tamien­tos aborí­genes pobla­dos por una vas­ta y numerosa etnia de ori­gen Caque­tio en la región del valle, y, en las ele­vadas mon­tañas del Tere­paima por los gru­pos Ajaguas y Cuibas.

Por otro lado, en doc­u­menta­ciones de reg­istros y fuentes inédi­tas fechadas en 1836; se deja plas­ma­do, que dicho ter­ri­to­rio fue cul­ti­va­do por planta­ciones: cacaoteras que luego fueron suplan­tadas por los cul­tivos de caña dulce; regadas con fuentes de aguas vivas emanadas de una que­bra­da o naciente ubi­ca­da en el pie de monte del cer­ro de Pudibana; (cono­ci­do hoy como el Man­zano); que­bra­da denom­i­na­da como: “Tara­bana”. Denom­i­nación dada por los prim­i­tivos ocu­pantes de la den­sa zona, los cuales algu­na vez habitaron como pueb­los orig­i­nar­ios la inmen­si­dad de esta tier­ra, la que luego iden­ti­fi­carían los de habla his­pana como: “Que­bra­da Agua Viva”. Recur­so hídri­co car­ac­ter­i­za­do por su extraño fenó­meno nat­ur­al, sobre todo en los ardi­entes meses de ver­a­no, cuan­do aumenta­ba su cau­dal y en invier­no dis­min­uía has­ta casi desa­pare­cer. De allí que sus aguas eran aprovechadas des­de aque­l­los años para regar a través de rau­dales o bucos los sem­bradíos de las hacien­das cercanas.

Otro dato intere­sante nos refiere los dis­tin­tos reper­to­rios de las fuentes doc­u­men­tales recogi­das y anal­izadas por el escritor y poeta José Anto­nio Yepes Azpar­ren; donde indi­ca­ba que las mon­tañas vis­tas como Tere­paima, eran denom­i­nadas: “Altos de Tara­bana”; ya que, en ellas, según existían pos­e­siones ded­i­cadas a la cría del gana­do asnal.

Aho­ra bien, el sitio cono­ci­do por todos hoy en día como Agua Viva, es un espa­cio que evolu­cionar­ia pro­gre­si­va­mente a medi­a­dos del siglo XIX, con el surgimien­to de la unidad de pro­duc­ción agrí­co­la o hacien­da Agua Viva cono­ci­da para el momen­to de su creación como San­ta Ele­na; la que sería pun­to de par­ti­da para que flo­recier­an en sus alrede­dores el caserío o ranchería de” La Agua Viva”. Población que grad­ual­mente se dis­per­só sobre los sitios aledaños como el Dividi­val y el evo­ca­do Peñus­co. De allí tam­bién otros lugares de impor­tan­cia históri­ca como las Cuibitas, las Cuibas, los Aposen­tos, la Pelota de Bar­ro; y en los más dis­tantes el caserío Tere­paima, Gua­macire y los Naran­jos; quizás pobla­ciones que para sus épocas fueron más antiguas que el pro­pio caserío Agua Viva.

Ya para finales del siglo XIX y entrante al siglo XX, Agua Viva y sus alrede­dores exper­i­men­ta­rían un crec­imien­to pobla­cional may­or que en años ante­ri­ores, con la lle­ga­da de migra­ciones prove­nientes de Curarigua y sus sec­tores veci­nos, quienes además traerían con­si­go sus cos­tum­bres y creen­cias que poco a poco irían incul­can­do a las gen­era­ciones venideras.

En los años 1930 a 1950 Agua Viva se nutrió de una segun­da olea­da de moradores lle­ga­dos de las lejanas tier­ras moran­d­i­na, quienes, a su vez, for­t­ale­cerían no solo sus conocimien­tos habit­uales y cul­tur­ales, mod­i­f­i­can­do la nomen­clatu­ra tradi­cional del caserío, trans­for­mán­do­lo en un ente que luego pasaría a incre­men­tar el número de pobladores del lugareño.

La evolu­ción acel­er­a­da de Palave­ci­no en los pasa­dos años 70, con­lle­vo a que la estruc­tura rur­al de Agua Viva fuese trans­for­mán­dose en un ente urbano que luego con el pasar del tiem­po mod­i­fi­caría la apaci­bil­i­dad, por una dinámi­ca que per­mi­tió con­sol­i­dar espa­cios, sitios, sec­tores y lugares, con una nue­va dialéc­ti­ca de los cam­bios mod­er­nos, dejan­do atrás lo bucóli­co y año­ra­do por la creen­cia de antigu­os habi­tantes, y de esta man­era, con­sigu­ien­do al poco tiem­po después la con­sol­i­dación y creación de la  ter­cera demar­cación Palaveci­nense. Hecho sobrevenido un 11 de junio de 1998 por las aspira­ciones bon­da­dosas de los veci­nos alle­ga­dos y su gente.

Otros aspec­tos de ele­vación de Agua viva

A difer­en­cia de otros cen­tros pobla­dos del con­tex­to munic­i­pal y por qué no nacional; la par­ro­quia Agua Viva surgió del impul­so e ini­cia­ti­va de un grupo de veci­nos orga­ni­za­dos, que bajo la tutela del extin­to bloque veci­nal unifi­ca­do de Agua Viva, con­seguiría con­sumar en 1998 la ter­cera demar­cación ter­ri­to­r­i­al Palaveci­nense. Pues para 1997 sería el pun­to de par­ti­da, para cuan­do se con­ci­bieron los primeros movimien­tos orga­ni­za­tivos que políti­ca y admin­is­tra­ti­va­mente se desprendiera de la veci­na par­ro­quia Cabu­dare. Ya antes de estos pasos ini­ciales, Agua Viva era un sitio depen­di­ente de Cabu­dare; por lo tan­to, gra­cias a la empeña­da y con­stante labor del luchador Alexi Pas­tor Var­gas Guedez, a su apa­sion­a­da ini­cia­ti­va y pro­mo­ción, mate­ri­alizaría en su esper­an­za­da obsesión, plas­mar el anhela­do sueño de haber cumpli­do con está promi­nente tier­ra, y así, per­mi­tien­do sel­l­ar ofi­cial­mente la sep­a­ración e inde­pen­den­cia del prin­ci­pal cen­tro pobla­do aledaño.

 

CorreodeLara

Esᴛᴀ́ ᴜsᴛᴇᴅ, ᴅɪsᴛɪɴɢᴜɪᴅᴏ ʟᴇᴄᴛᴏʀ, ᴇɴ ᴛᴇʀʀɪᴛᴏʀɪᴏ ᴅᴇ ʜɪsᴛᴏʀɪᴀ, ᴅᴇ ʜᴏᴍʙʀᴇs ᴄɪᴠɪʟɪsᴛᴀs, ʏ sᴏʙʀᴇ ᴛᴏᴅᴏ, ᴅᴇ ɢʀᴀɴᴅᴇs ᴀᴄᴏɴᴛᴇᴄɪᴍɪᴇɴᴛᴏs ϙᴜᴇ ᴍᴀʀᴄᴀʀᴏɴ ᴜɴ ʜɪᴛo

Un comentario en «La parroquia Agua Viva en su evolución y promulgación»

  • Salu­dos ami­go, aunque ya había escucha­do recien­te­mente de tus labios la história de nues­tra par­ro­quia Agua Viva, no deja de impre­sion­arme al leer tus cróni­cas sobre la evolu­ción y desar­rol­lo de la mis­ma. Gra­cias por compartir.

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