Un vendedor de manteca en Barquisimeto

 

Freddy Torrealba Z.
Escritor e investigador

SEGÚN FULGENCIO ORELLANA al final del siglo XIX llegaría al sector un vendedor de cochino frito de apellido Cuicas procedente de El Tocuyo. Éste se instala frente a una casa ubicada en el lado sur de la esquina de la calle 31 con carrera 22 (Las tres torres con Bruzual)


Este matar­ife, del cual nos ocu­pamos, sería apo­da­do luego “el Man­te­co” pues la man­te­ca impreg­na­ba su ves­ti­men­ta de franela y pan­talón de kaki. Un sus­tan­ti­vo común gen­eró otro de la mis­ma índole para luego pasar a ser pro­pio. De esa for­ma nace la denom­i­nación El Man­te­co con la cual se lla­ma luego al mer­ca­do. Semán­ti­ca­mente su sig­nifi­ca­do y fun­ción vari­aron según las cir­cun­stan­cias y necesi­dades de la real­i­dad. Por ejem­p­lo, el ter­mi­no man­te­quero que define a los nativos del sector.

Es decir que la proce­den­cia de la expre­sión “man­te­co” está aso­ci­a­da a un com­er­ciante calle­jero. Suscribi­mos esta tesis por con­sid­er­ar­la más ajus­ta­da a la real­i­dad de los hechos de acuer­do con el cro­nista Orellana.

Entonces Bar­quisime­to tenía una población de unos 10.000 habi­tantes. sus calles de aire colo­nial y empe­dradas medían 7 met­ros de ancho, tal como aún se apre­cia en una parte de la calle 31 entre 22 y 23.

Por las noches los moradores de El Man­te­co, se reunían en las esquinas o se recosta­ban en sus sil­las de cuero recli­nadas frente a sus casas para con­ver­sar a la luz de lám­paras de kerosene.

Pero al sec­tor arrib­a­ban a diario los arrieros de bur­ro y mulas con su car­ga de ali­men­tos. Eran los abre tro­chas que venían de los caseríos y lejanas mon­tañas. Es lo que deter­mi­na que las casas del naciente sec­tor se con­vier­tan en su asien­to lo que con­llevó a dotar­las de anchos zaguanes para el paso de las bes­tias, aunque la may­oría de las casas eran res­i­den­ciales. Pero la real­i­dad económi­ca se imponía como las leyes inex­orables del mer­ca­do en que rige la máx­i­ma ganan­cia al más bajo costo.



La esquina de El Manteco

El perímetro de la esquina de la calle 31 con 22 es lo que el sociól­o­go Nel­son Fréitez lla­ma la “esquina del Man­te­co” por su tradi­ción, pro­lon­gación y pecu­liar for­ma.  Allí nace la expre­sión que la iden­ti­fi­ca. Fueron con­stru­i­dos los inmue­bles del mer­ca­do munic­i­pal, el de El Sol y La Cien­cia. Y se con­ser­va la casa con arqui­tec­tura con­fe­sion­al donde fun­ciona una refres­quería lla­ma­da El Man­te­co. La esquina recoge tres tiem­pos: tradi­cional, mod­er­no y con­tem­porá­neo a la vez.

En el sitio donde fue con­stru­i­do el Mer­ca­do Munic­i­pal El Man­te­co en 1936 fun­ciono antes un Mabil tam­bién con ese nom­bre, Luego una casa com­er­cial a la que lla­maron El Man­te­co propiedad de la famil­ia Fréitez. En el inmue­ble El Sol exis­tió una fer­retería con el mis­mo nom­bre. En los años 50 un chi­no de nom­bre Lyn instaló en la parte norte una refres­quería que tam­bién denom­inó de esa forma.



En fin, esa es la esquina de may­or arrai­go por su iden­ti­fi­cación con la expre­sión El Man­te­co que la gente espon­tánea­mente ha preser­va­do en el tiem­po. El voca­blo proviene de un hecho for­tu­ito o casu­al y en nada plan­i­fi­ca­do. Su surgimien­to fue obra del azar condi­ciona­da por la activi­dad com­er­cial del sec­tor en que jue­ga un rol deci­si­vo la inter­ven­ción de la gente de la calle que a diario allí se daba cita. Pero se evi­den­cia otra vez el influ­jo de las activi­dades cotid­i­anas propias de un mer­ca­do, entre estas la gas­tronomía del cer­do al que el común de la gente ha denom­i­na­do tam­bién colo­quial­mente cochi­no o mar­ra­no. La incli­nación por el uso del mis­mo no es una casu­al­i­dad e indi­ca su arrai­go en la gente del sector.

Del voca­blo El Man­te­co se despren­den otros como “man­te­quero” en ref­er­en­cia a los nativos del sec­tor y “man­tecól­o­go” títu­lo a que se hizo mere­ce­dor el cro­nista de la ciu­dad Her­mann Gar­men­dia por sus cam­pañas a favor del mejo­ramien­to del mismo.

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