Este matarife, del cual nos ocupamos, sería apodado luego “el Manteco” pues la manteca impregnaba su vestimenta de franela y pantalón de kaki. Un sustantivo común generó otro de la misma índole para luego pasar a ser propio. De esa forma nace la denominación El Manteco con la cual se llama luego al mercado.
Es decir que la procedencia de la expresión “manteco” está asociada a un comerciante callejero. Suscribimos esta tesis por considerarla más ajustada a la realidad de los hechos de acuerdo con el cronista Orellana.
Entonces Barquisimeto tenía una población de unos 10.000 habitantes. sus calles de aire colonial y empedradas medían 7 metros de ancho, tal como aún se aprecia en una parte de la calle 31 entre 22 y 23.
Por las noches los moradores de El Manteco, se reunían en las esquinas o se recostaban en sus sillas de cuero reclinadas frente a sus casas para conversar a la luz de lámparas de kerosene.
Pero al sector arribaban a diario los arrieros de burro y mulas con su carga de alimentos. Eran los abre trochas que venían de los caseríos y lejanas montañas. Es lo que determina que las casas del naciente sector se conviertan en su asiento lo que conllevó a dotarlas de anchos zaguanes para el paso de las bestias, aunque la mayoría de las casas eran residenciales. Pero la realidad económica se imponía como las leyes inexorables del mercado en que rige la máxima ganancia al más bajo costo.
El perímetro de la esquina de la calle 31 con 22 es lo que el sociólogo Nelson Fréitez llama la “esquina del Manteco” por su tradición, prolongación y peculiar forma. Allí nace la expresión que la identifica. Fueron construidos los inmuebles del mercado municipal, el de El Sol y La Ciencia. Y se conserva la casa con arquitectura confesional donde funciona una refresquería llamada El Manteco. La esquina recoge tres tiempos: tradicional, moderno y contemporáneo a la vez.
En el sitio donde fue construido el Mercado Municipal El Manteco en 1936 funciono antes un Mabil también con ese nombre, Luego una casa comercial a la que llamaron El Manteco propiedad de la familia Fréitez. En el inmueble El Sol existió una ferretería con el mismo nombre. En los años 50 un chino de nombre Lyn instaló en la parte norte una refresquería que también denominó de esa forma.
En fin, esa es la esquina de mayor arraigo por su identificación con la expresión El Manteco que la gente espontáneamente ha preservado en el tiempo. El vocablo proviene de un hecho fortuito o casual y en nada planificado. Su surgimiento fue obra del azar condicionada por la actividad comercial del sector en que juega un rol decisivo la intervención de la gente de la calle que a diario allí se daba cita. Pero se evidencia otra vez el influjo de las actividades cotidianas propias de un mercado, entre estas la gastronomía del cerdo al que el común de la gente ha denominado también coloquialmente cochino o marrano. La inclinación por el uso del mismo no es una casualidad e indica su arraigo en la gente del sector.
Del vocablo El Manteco se desprenden otros como “mantequero” en referencia a los nativos del sector y “mantecólogo” título a que se hizo merecedor el cronista de la ciudad Hermann Garmendia por sus campañas a favor del mejoramiento del mismo.
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