Histórica serenata al general Aquilino Juares
Prominente gobernante larense de fines del siglo XIX cuyo nombre lleva el más importante teatro del estado Lara, el general Aquilino Juares, se casó con Mercedes Guevara, llamada “dama exquisita, gran señora” por Raúl Azparren en su libro “Barquisimeto, paisaje sentimental de la ciudad y su gente”, con quien procreó varios hijos, que lo llevó a pensar seriamente en construir una vivienda para el nuevo hogar.
Así lo hizo, poco a poco por sus exiguos sueldos de funcionario público. La casa estuvo en la actual carrera 17 con calle 25, demolida a mediados de los años 60 junto a otras casas para construir el actual edificio de la Alcaldía de Iribarren. Concluida la vivienda, era visitada con frecuencia por artistas e intelectuales. Dice Azparren, “Juares pudo retirarse a una pieza a tocar su flauta y leer a los clásicos”. Allí recibió una de las más históricas serenatas comentada por largo tiempo en la ciudad.
Contó Azparren detalles de la famosa serenata que le llevaron sus amigos cierta noche, fecha no precisada. De pie y vestidos de frac, tocaron frente a la residencia del apreciado general los doctores Luis María Castillo, Leopoldo Torres Heredia, Rafael Rudecindo Fréitez, Eliodoro Pineda, Tomás Barradas, Juan Manuel y Antonio Álamo, Nemecio Paiva, Carlos Castillo y los señores Otilio Ramos, Walterio Pérez y el exquisito violinista Francisco de Paula Medina.
Al abrir el portón, el general Juares se sorprendió al ver a toda gala a tantos personajes de la ciudad y los mandó a pasar. Las criadas salieron a buscar copas y vasos y doña Mercedes sacó sus mejores espirituosidades para ofrecerlas al distinguido grupo bautizado más tarde por la picaresca popular “la orquesta de los doctores”, quienes a partir de allí siguieron tocando y cantando siempre como aficionados.
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El único músico profesional era Franco Medina, becado después por Juares a perfeccionarse en Milán y llegó a ser el quinto mejor violinista de Europa.
Juares se incorporó con su flauta a la improvisada orquesta de la serenata de los doctores y la música se prolongó hasta el amanecer. De aquella casa lo llevaron sus amigos en hombros al cementerio, pero la familia perdió la vivienda que dejó hipotecada.