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Aguedo Felipe Alvarado, prelado de nobleza y de acción

 

Carlos Guerra Brandt
Cronista


No basta con transitar por el centro de Barquisimeto y llegarse hasta la que fuera la antigua Catedral hoy iglesia de San Francisco de Asís, y simplemente entrar a observar en su espacioso interior la historia enterrada allí.

Al pen­e­trar y dirigién­dose hacia el ala izquier­da que nos con­duce hacia el altar may­or se deja ver la mora­da de dos ilus­tres prela­dos que dejarían la más larga y fruc­tífera lista de obras y metas alcan­zadas y que ya son parte de la his­to­ria local.

Ellos son mon­señor Doc­tor Enrique María Dubuc, y la pres­en­cia poca cono­ci­da de otro gran per­son­aje y en ella recae el nom­bre del tam­bién doc­tor Ague­do Felipe Alvara­do (5 de febrero de 1845) un hom­bre que se dis­tin­guió por su nobleza y que des­de muy joven aprendió hablar per­fec­ta­mente francés, latín ital­iano entre otras y que igual­mente se ini­cia­ría en la músi­ca con un gran acierto.

Nació el 5 de febrero de 1845 en el caserío Piedra Col­ora­da, muy cer­ca del pueblo de Bobare en la hacien­da perteneciente a su familia

Con la vocación ya expre­sa­da, empieza sus estu­dios ecle­siás­ti­cos en Quí­bor trasladán­dose pos­te­ri­or­mente a Cara­cas para con­tin­uar sus estu­dios para obten­er el títu­lo de bachiller en filosofía. Luego alcan­za el títu­lo de teología y ya en el año de 1869 es des­ig­na­do sub- diá­cono. Después de un cor­to espa­cio como diá­cono y pres­bítero de manos del arzo­bis­po de Caracas.

Una vez nom­bra­do, el obis­po Alvara­do se desem­peña dig­na­mente, con abne­gación y ejem­plar con­duc­ta en su augus­to ministerio.

Se recuer­da que para el 12 de mayo del año 1900 fue nom­bra­do pro­vi­sor y vic­ario gen­er­al del Obis­pa­do de Bar­quisime­to, para luego ser ele­va­do a vic­ario capit­u­lar, esto luego del fal­l­ec­imien­to del Obis­po Diez y es allí cuan­do el Con­gre­so Nacional autor­iza su via­je a Roma, donde se con­vierte en el ter­cer obis­po de la ciu­dad de Barquisimeto.

Este ilus­tre y sobre­saliente Prela­do logra una extra­or­di­nar­ia labor social bas­ta con men­cionar la fun­dación del Sem­i­nario San­to Tomás de Aquino (hoy sede del Insti­tu­to Dioce­sano) tra­jo a las her­man­i­tas pobres que fun­dan el Asi­lo de Ancianos (Sagra­do Corazón de Jesús) fundó el Cole­gio de niñas de San José de Tarbes e impul­só a las her­manas para que igual fun­daran el hoy Cole­gio Inmac­u­la­da Concepción.

Además logró estable­cer a los her­manos cris­tianos para que fun­daran el primer Cole­gio la Salle en Venezuela, esto entre tan innu­mer­ables obras aus­pi­ci­adas por este humilde servi­dor de Dios que poco se le reconoce y recuer­da. Fue un sac­er­dote amoroso, queri­do y muy respeta­do por todas sus vir­tudes y entre­ga a Barquisimeto.

CorreodeLara

Esᴛᴀ́ ᴜsᴛᴇᴅ, ᴅɪsᴛɪɴɢᴜɪᴅᴏ ʟᴇᴄᴛᴏʀ, ᴇɴ ᴛᴇʀʀɪᴛᴏʀɪᴏ ᴅᴇ ʜɪsᴛᴏʀɪᴀ, ᴅᴇ ʜᴏᴍʙʀᴇs ᴄɪᴠɪʟɪsᴛᴀs, ʏ sᴏʙʀᴇ ᴛᴏᴅᴏ, ᴅᴇ ɢʀᴀɴᴅᴇs ᴀᴄᴏɴᴛᴇᴄɪᴍɪᴇɴᴛᴏs ϙᴜᴇ ᴍᴀʀᴄᴀʀᴏɴ ᴜɴ ʜɪᴛo

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