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Julio de 1814: Bóves en Valencia, la tragedia

Luis Heraclio Medina Canelón
Historiador

Posiblemente el hecho más recordado ocurrido en Valencia en la independencia sea el asedio de 1814 por José Tomás Boves.

En historia existen dos tipos de fuentes: las primarias, que son aquellas producidas en el mismo tiempo del hecho histórico, por ejemplo, las memorias de los protagonistas, los expedientes legales, las cartas de los testigos presenciales,  etc. y las secundarias son los estudios que los historiadores hacen en base a las fuentes primarias.


En un día como hoy, pero de hace exac­ta­mente 210 años, Valen­cia esta­ba en vísperas de pade­cer el peor de sus días. Des­de el 19 de junio la población esta­ba sien­do ase­di­a­da por enormes fuerzas ene­mi­gas de los inde­pen­den­tis­tas:  Unos cua­tro mil hom­bres  de José Tomás Bóves (la lla­ma­da “Legión Infer­nal”), por una parte y por otro lado tropas real­is­tas del capitán gen­er­al de Venezuela Juan Manuel Caji­gal. ( mil doscien­tos soldados).

En la pequeña ciu­dad, por segun­da vez en un año, resistían un ase­dio ene­mi­go las tropas patri­o­tas. Eran ape­nas algo más de 500. Esta vez esta­ban coman­dadas por el jefe mil­i­tar de la ciu­dad, el coro­nel Juan Escalona y el jefe civ­il Fran­cis­co Espe­jo, que sostenían la plaza, con la esper­an­za de que lle­garan aux­il­ios de Cara­cas o Puer­to Cabello.

Los real­is­tas fueron avan­zan­do y toman­do posi­ciones poco a poco, cor­taron el acce­so al río para matar de sed a la población y cada vez estrech­a­ban más el cerco.

Las tropas real­is­tas ase­di­aron la ciu­dad por más de veinte dias

Después de casi veinte días de deses­per­a­da resisten­cia en Valen­cia se enter­aron de que Cara­cas se había ren­di­do y  a los patri­o­tas no les quedó más reme­dio que enviar al cam­po real­ista unos emis­ar­ios para tratar con Bóves una capit­u­lación con las garan­tías de respeto para los ven­ci­dos. En esos días la máx­i­ma autori­dad real­ista no era Bóves, sino Caji­gal, pero el que mand­a­ba era Bóves, como el pro­pio Caji­gal lo llegó a recono­cer por escrito en un documento.

El 9 de julio se fir­mó el trata­do donde  se entre­ga­ba la ciu­dad y Bóves jura­ba ante Dios respetar vidas y propiedades de los ven­ci­dos. De con­formi­dad con lo pacta­do, el día sigu­iente, 10 de Julio a mediodía Bóves tomó pos­esión de la ciudad.

Casi inmedi­ata­mente rompió con su jura­men­to e hizo apre­hen­der a la may­oría de los patri­o­tas encer­rán­do­los en la Casa Con­sis­to­r­i­al (sede del ayun­tamien­to frente a la Plaza Mayor)

Al sigu­iente día, en una de las casas de uno de los hom­bres más ricos de la ciu­dad, un com­er­ciante cono­ci­do como “El Suizo” Malpi­ca, Bóves ofrece un baile al cual obliga a asi­s­tir a lo más rep­re­sen­ta­ti­vo de la ciu­dad. Muchos sostienen que esta casa fue donde estu­vo en el siglo XX un nego­cio cono­ci­do como “El Pabel­lón Rojo”, pero Malpi­ca tenía varias casas muy bue­nas en la ciu­dad y uno de sus descen­di­entes me ha dicho que es de la opinión de que el baile no fue en esa casa sino en otra cercana.

La casa del “Pabel­lón Rojo”

En la casa del baile no hubo masacre  algu­na. En esa casa lo úni­co que hubo fue el baile. De allí fueron saca­dos muchos de los invi­ta­dos que fueron asesina­dos en otro lugar.

Se ha escrito mucho sobre el lugar donde se cometieron estos crímenes, sin sus­ten­tar debida­mente las dis­tin­tas ver­siones. Una de ellas dice que fue en la famosa casa donde se dio el baile en hon­or a Bóves (casa de los Malpi­ca, cono­ci­da como la casa del “Pabel­lón Rojo”). Aho­ra bien, si vamos a las fuentes pri­marias, ten­emos que los lugares donde fueron asesina­dos los patri­o­tas fueron otros: Así José Fran­cis­co Here­dia y Mieses, alto fun­cionario judi­cial real­ista, en sus “Memo­rias Sobre las Rev­olu­ciones de Venezuela” (Acad­e­mia Nacional de la His­to­ria. Cara­cas. 2014) señala que el lugar de sup­li­cio fue fuera de la ciudad:

“reunió todas las mujeres en un sarao, y entre tan­to hizo recoger los hom­bres, que había toma­do pre­cau­ciones para que no se escaparan, y sacán­do­los fuera de la población los lance­a­ba como a toros”

Por su parte, otro tes­ti­go pres­en­cial, el padre José Anto­nio Llam­ozas, capel­lán del ejérci­to real­ista, en un memo­r­i­al dirigi­do al rey Fer­nan­do VII señala:

“A con­se­cuen­cia de haber siti­a­do a Valen­cia capit­uló solem­ne­mente con Boves quien a nom­bre de V.M. per­donó vidas y ofre­ció respetar las propiedades y con­ser­var­las, en cuya vir­tud se entre­garon sus habi­tantes, pero inmedi­ata­mente que entró Boves en la ciu­dad, hizo degol­lar por la noche y sin con­fe­sión entre ochocien­tos a mil hom­bres en el cer­ro del Puto…”

De man­era que ten­emos dos tes­ti­gos pres­en­ciales (fuentes pri­marias) que señalan que las eje­cu­ciones ocur­rieron fuera de la ciu­dad: “fuera de la población” y “en el cer­ro del Puto”. Tam­bién la tradi­ción oral repite que los cen­tenares de patri­o­tas fueron fusila­dos, lo que es descar­ta­do por las fuentes pri­marias, que señalan que las eje­cu­ciones fueron con armas blan­cas: a lan­za­zos y degol­la­dos.  El úni­co que fue fusila­do fue el doc­tor Fran­cis­co Espe­jo, gob­er­nador de la ciudad.

La masacre no fue un solo día, sino que se pro­longó por mucho tiem­po, ya que algunos patri­o­tas habían logra­do escon­der­se, pero a medi­da que los encon­tra­ban, los asesinaban.

La masacre fue dirigi­da en per­sona por el prin­ci­pal lugarte­niente de Bóves, Fran­cis­co Tomás Morales y su ayu­dante Ramón Pérez, al frente de su legión de negros y mulatos, resen­ti­dos sociales, que forma­ban la casi total­i­dad de la Legión Infer­nal, dónde prác­ti­ca­mente no  había blancos.

El Cnel Juan Escalona, jefe mil­i­tar de la ciu­dad fue uno de los pocos que pudo escapar

Otro detalle curioso, es que muchos de los patri­o­tas, entre ellos Juan Escalona, José Jugo y José María Orte­ga, sal­varon su vida gra­cias al capitán gen­er­al de Venezuela, el mariscal real­ista Caji­gal, quien era un mil­i­tar de hon­or y no aprob­a­ba la guer­ra bár­bara que llev­a­ba Bóves, pero no se atrevía a hac­er­le frente, ya que temía a su supe­ri­or­i­dad mil­i­tar ya que tenía bajo sus órdenes a miles de guer­reros incondi­cionales. A ries­go de su vida Caji­gal rescató de las gar­ras de las tropas de Boves a esos ofi­ciales. El pro­pio Caji­gal (Memo­rias sobre la Rev­olu­ción de Venezuela. Cara­cas, Archi­vo Gen­er­al de la Nación, 1960, p. 129) con­fiesa su impo­ten­cia ante Boves:

¿Y qué arbi­trio, qué par­tido podía yo tomar en un momen­to en que Boves, a la cabeza de siete mil hom­bres, desconocía la autori­dad y march­a­ba sobre Caracas?

La bru­tal­i­dad y la bar­barie serían de tal mag­ni­tud que el gen­er­al Juan Manuel Caji­gal, capitán gen­er­al, denun­ció el hecho ante el pro­pio rey, que ter­minó con una suave repri­men­da a Bóves.

Tes­ti­gos pres­en­ciales de estos  hechos fueron el regente Here­dia, el gen­er­al Tomás Heres y el padre José Anto­nio Llam­ozas, quienes han deja­do para la pos­teri­dad los datos aquí señalados.

Quien sosten­ga algo dis­tin­to debe apor­tar las fuentes que lo aseveren.

Fuentes:

Caji­gal, Juan Manuel Memo­rias sobre la Rev­olu­ción de Venezuela. Cara­cas, Archi­vo Gen­er­al de la Nación, 1960, p. 129

 Here­dia y Mieses, José Fran­cis­co. “Memo­rias Sobre las Rev­olu­ciones de Venezuela” (Acad­e­mia Nacional de la His­to­ria. Cara­cas. 2014

 Llam­ozas, José Anto­nio. “Memo­r­i­al dirigi­do al Rey Fer­nan­do VII”

O´Leary, Daniel. “Memo­rias”. Min­is­te­rio de la Defen­sa. Venezuela. 1981. Tomo Primero. p. 212

 

Luis Medina Canelón

Abogado, escritor e historiador Miembro Correspondiente de la Academia de Historia del Estado Carabobo

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