CrónicasHistoria

Antonio José de Sucre: El héroe que estorbaba al poder

José Miguel Salas Mejías
Historiador y escritor
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El asesina­to del Gran Mariscal de Ayacu­cho, Anto­nio José de Sucre no fue un hecho ais­la­do, sino el desen­lace de ten­siones políti­cas pro­fun­das. En los años pre­vios a la dis­olu­ción de Colom­bia, las élites regionales ya con­spir­a­ban con­tra la unidad boli­var­i­ana. Esta es la his­to­ria de una traición anunciada

Para enten­der las razones que lle­varon, al asesina­to del Mariscal Anto­nio José de Sucre, con­viene exam­i­nar somera­mente la situación que atrav­es­a­ba “Colom­bia”; poco antes de decidirse su desintegración.

Por lo menos des­de 1826 era una aspiración bas­tante gen­er­al­iza­da entre las élites políti­cas y mil­itares de Colom­bia, Venezuela y Ecuador. Por eso eran extraños los movimien­tos de oposi­ción a par­tir de esos años entre 1827, 1828  has­ta 1830 en con­tra del Lib­er­ta­dor Simón Bolívar.

Sucre, era par­tidario de con­ser­var la inte­gri­dad colom­biana, apoyan­do el proyec­to de redac­tar una nue­va con­sti­tu­ción que con­firi­era a cada ter­ri­to­rio la potes­tad con­fed­er­a­ti­va que garan­ti­zara la propiedad, la lib­er­tad y que diera a los ciu­dadanos garan­tías efec­ti­vas del cumplim­ien­to de las leyes.

Gran Mariscal de Ayacu­cho, Anto­nio José de Sucre

En noviem­bre de 1829, Sucre par­tió de Quito a Bogotá, investi­do como diputa­do por la Provin­cia de Cumaná del Depar­ta­men­to de Venezuela, al Con­gre­so que debería reunirse para decidirse el des­ti­no de Colombia. 

El 20 de enero de 1830, se insta­la el lla­ma­do “Con­gre­so Admirable”, tenien­do como Pres­i­dente al Mariscal Sucre. Allí tuvo la opor­tu­nidad de dar a cono­cer sus ideas y de recomen­dar al Lib­er­ta­dor que no renun­cia­ra a la Pres­i­den­cia de la Repúbli­ca, has­ta que el Con­gre­so no apro­bara la Con­sti­tu­ción y nom­brara los magistrados.

Cono­ci­da en Bogotá, la res­olu­ción del movimien­to lla­ma­do: “La Cosi­a­ta” de sep­a­rarse de la Repúbli­ca, el Con­gre­so nom­bró una comisión integra­da por los sigu­ientes: El gen­er­al Sucre, José María Estévez, Obis­po de San­ta Mar­ta y a la Vicepres­i­dente de dicho Con­gre­so y el diputa­do Fran­cis­co Aran­da. Los comi­sion­a­dos debían comu­nicar, al gob­ier­no vene­zolano las res­olu­ciones acor­dadas a favor de man­ten­er su integridad.

Ante la neg­a­ti­va de impedir, el paso los comi­sion­a­dos más allá de La Gri­ta, éstos optaron por regre­sar a la Vil­la del Rosario de Cúcu­ta y esper­ar la lle­ga­da de los envi­a­dos de Venezuela, que ya forma­ban parte del movimien­to sep­a­ratista, entre ellos: El gen­er­al San­ti­a­go Mar­iño, Martín Tovar Ponte e Igna­cio Fer­nán­dez Peña.

José María Obando

Real­izadas las con­ver­sa­ciones, entre el 18 y el 21 de abril de 1830, sin lle­gar a resul­ta­dos con­cre­tos, los comi­sion­a­dos emprendieron, el regre­so a Bogotá, a donde arrib­aron el 5 de mayo de ese mis­mo año. 

En Bogotá, Sucre se enteró de la pro­scrip­ción hecha con­tra Bolí­var y de él como su heredero políti­co, todo lo cual desen­gañó y lle­vo a reafir­mar en su retiro de toda activi­dad públi­ca, para dedi­carse a su vida famil­iar al lado de su esposa Mar­i­ana Carcelén y Lar­rea y de su pequeña hija Terecita.

Exis­ten prue­bas sufi­cientes de que fueron, los ene­mi­gos políti­cos del Lib­er­ta­dor y de todo proyec­to que impli­cará la con­tin­uación de la unidad colom­biana, quienes plan­earon y encar­garon al gen­er­al José María Oban­do, Coman­dante Gen­er­al del Cau­ca para realizar, el asesina­to del Mariscal Sucre. 

Para ese entonces se reunía un grupo con­spir­ador en Bogotá inte­gra­do por: Manuel Anto­nio Arrublas, Ángel María Flo­res, Vicente Azuero, Luis Mon­toya, Genaro San­ta María y otros.

Ellos se pro­ponían dis­olver la Unión de Colom­bia y crear de la Nue­va Grana­da una Repúbli­ca inde­pen­di­ente que lla­maría “Esta­dos Unidos de Colom­bia”. Esto a toda cos­ta, así tuvier­an que usar la fuerza o elim­i­nar las per­sonas necesarias.

Para ese entonces, el gen­er­al Juan José Flo­res, recién encar­ga­do por una asam­blea del man­do supre­mo de Quito, temía que con la lle­ga­da de Sucre, la Asam­blea Con­sti­tuyente próx­i­ma en ese momen­to a reunirse, nom­brara al cumanés pres­i­dente de la Repúbli­ca en Ecuador. Por tal razón estu­vo de acuer­do con la acción y plan­i­fi­cación de Oban­do, para no dejar salir a Sucre con vida de la Nue­va Granada.

El 13 de mayo de 1830, el Mariscal Sucre sal­ió de Bogotá acom­paña­do por 6 per­sonas, las cuales fueron las sigu­ientes: e diputa­do por Cuen­ca Andrés Gar­cía Téllez, el sar­gen­to de Caballería, Igna­cio Col­menares, su asis­tente, el sar­gen­to Loren­zo Caice­do, un sirviente de nom­bre Fran­cis­co y 2 arrieros encar­ga­dos de las mulas de car­gas. La lenta mar­cha los llevó a pasar por var­ios pueb­los y caseríos has­ta lle­gar a Popayán a fines del mis­mo mes.

El día 28 con­tin­uaron, el via­je no sin antes escuchar las adver­ten­cias de varias per­sonas, sobre el peli­gro que cor­ría la vida del mariscal si seguía la mar­cha hacia Pas­to. Mien­tras tan­to, ya Oban­do tenía las acciones pre­vi­a­mente cal­cu­ladas. Había recibido a Manuel Guer­rero, emis­ario secre­to del gen­er­al Juan José Flo­res, plan­i­f­i­can­do los hechos jun­tos con el gen­er­al José Hilario López y el coman­dante Mar­i­ano Anto­nio Álvarez.

Encar­garon las opera­ciones al coro­nel Apoli­nar Moril­lo quien jun­to a José Era­zo y el coro­nel Juan Gre­go­rio Sar­ria, quienes lle­ga­ban de Quito a Pas­to, en el sitio denom­i­na­do “Salto de Mayo”, donde Era­zo tenía una pequeña posa­da de oblig­a­da parada.

Muerte de Sucre en Berrue­cos. Arturo Miche­le­na 1895

Allí mis­mo con­trataron al resto de los autores mate­ri­ales del crimen: Juan Cuz­co y los sol­da­dos licen­ci­a­dos del Ejérci­to: Andrés Rodríguez y Juan Gre­go­rio Rodríguez. El plan era sen­cil­lo, esper­arían a Sucre has­ta matar­lo con peda­zos de plo­mos cor­ta­dos con cin­cel que les llevó Morillo.

El 1 de junio de 1830, llegó la car­a­vana de Sucre al pueblo de Mer­caderes, el 2 de junio se alo­jaron en la posa­da de Ven­ta Que­ma­da en Salto Mayo, aco­mod­án­dose para des­cansar varias per­sonas en poco espa­cio. Allí encon­traron extraña­mente se toparon de nue­vo con Era­zo a quien había deja­do en esa casa, por lo que entraron en sospecha.

El día 4 de junio de 1830, partieron tem­pra­nos, ade­lante los acom­pañantes, Sucre sigu­ió después y Caice­do se quedó en la posa­da, una hora después de haber sali­do, en el des­filadero en la cur­va del Cabuyal y la Jaco­ba, Sucre fue asesina­do de 04 tiros suce­sivos dirigi­dos a la cabeza, el cuel­lo y el pecho.

Al día sigu­iente, su asis­tente Caice­do con la ayu­da de varias per­sonas, sepultó el cadáver en un claro de la sel­va denom­i­na­do “La Capil­la”. El 6 de junio de 1830 desen­ter­raron el cadáver per­sonas envi­adas por Oban­do, entre ellas: El médi­co Ale­jan­dro Floot, para ver­i­ficar su fallecimiento.

Enter­a­da su esposa por  Caice­do, del trági­co suce­so man­do a trasladar los despo­jos de su esposo de man­era sec­re­ta para dar­les sepul­tura en la secuela de su hacien­da del Car­men bajo en Quito.

CorreodeLara

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