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Así se planeó la intentona golpista contra el presidente Cipriano Castro

Luis Alberto Perozo Padua
Periodista y escritor
luisalbertoperozopadua@gmail.com
En las redes sociales: @LuisPerozoPadua

Abier­ta fue la inter­ven­ción de la New York and Bermudez Com­pa­ny en los asun­tos políti­cos de Venezuela durante los últi­mos meses del siglo XIX y prin­ci­p­ios del XX.

La New York and Bermudez era una com­pañía explota­do­ra del Lago Guanoco des­de el manda­to del pres­i­dente Guzmán Blan­co. El Guanoco es aun en la actu­al­i­dad el lago de asfal­to más grande del mun­do. Cono­ci­do tam­bién como Lago Bermúdez, local­iza­do al sureste del esta­do de Sucre. 

En una cues­tion­a­da transac­ción, el gen­er­al Guzmán Blan­co con­cedió la explotación de esa zona al norteam­er­i­cano Hora­cio Hamil­ton, quien más tarde la traspasó a la Bermudez Company.

Ya en tiem­pos del gen­er­al Cipri­ano Cas­tro, surgieron mar­ca­dos infor­tu­nios con el Trust del asfal­to, por lo que Bermudez Com­pa­ny finan­ció el alza­mien­to con­tra el pres­i­dente en cuestión.

La rev­olu­ción cono­ci­da como la Lib­er­ta­do­ra, fue acaudil­la­da por el ban­quero Manuel Anto­nio Matos, pres­ti­gioso e influyente gen­er­al que tam­bién esta­ba respal­da­do por la empre­sa france­sa El Cable Francés y la com­pañía ale­m­ana Gran Fer­ro­car­ril de Venezuela, quienes entre­garon 100 dólares a Matos para finan­ciar el alzamiento.

En 1901, durante los primeros días de julio, después de la par­ti­da para Nue­va York del envi­a­do espe­cial a Venezuela por el Trust, Mr. Bean ‑quien fungía entonces como direc­tor ger­ente de la New York and Bermudez Company‑, dio un ban­quete en su res­i­den­cia para pre­sen­tar a su invi­ta­do espe­cial: el gen­er­al Manuel Anto­nio Matos.

A los pocos días, propi­a­mente el 14 de julio de 1901, Matos abor­dó un vapor con des­ti­no a Nue­va York. Llev­a­ba con­si­go car­tas de pre­sentación envi­adas por Mr. Bean a los direc­tores del Trust.

El bar­co de Matos atracó en el puer­to de Nue­va York al anochecer del 22 de julio, y en las primeras horas de la mañana sigu­iente se dirigió a las ofic­i­nas del Asphalt Trust, con asien­to en el número 11 de Broadway.

En aque­l­la ciu­dad Matos estu­vo breve tiem­po, pero recibió esplén­di­dos y nota­bles agasajos por parte de los direc­tores del Trust, quienes no esca­ti­maron esfuer­zos en ofre­cer­le “todo el dinero que nece­si­tara para orga­ni­zar una rev­olu­ción con­tra el pres­i­dente Castro”.

El gen­er­al Andrews declaró que la can­ti­dad con­veni­da orig­i­nal­mente fue de $100.000, pero al pare­cer Matos tenía autori­dad para girar por can­ti­dades adi­cionales, según lo crey­era nece­sario, y así lo hizo en oca­siones suce­si­vas has­ta $45.000 por lo menos, además de los $100.000 por adelantado.

Trazo de la conspiración

Una vez cer­ra­do el tra­to con el Trust, Matos se embar­có rum­bo a París, a donde llegó el 7 de agos­to de 1901, hospedán­dose en el Hotel Con­ti­nen­tal. Des­de entonces, y durante var­ios meses, Matos se aprestó a trazar el plan para der­ro­car a Cipri­ano Castro.

Lo primero que hizo fue com­prar el vapor Ban Righ, a la Aberdeen Steam Nav­i­ga­tion Co. por 20.000 libras para sus opera­ciones por mediación de Rudolf de Paula, un agente de su entera con­fi­an­za. Este navío fue con­ver­tido en buque de guer­ra en los astilleros del Vic­to­ria Dock de Londres.

Como capitán del bar­co, Matos con­trató a Charles E. Willis, quien fue inter­ro­ga­do en Lon­dres por las autori­dades cuan­do el bar­co atracó en uno de sus muelles. Para evi­tar con­flic­tos inter­na­cionales, tras evi­dentes sospe­chas, ordenaron a la trip­u­lación aban­donar aguas inglesas.

Cipri­ano Cas­tro a cabal­lo durante la Rev­olu­ción Lib­er­ta­do­ra de Manuel Anto­nio Matos

El Ban Righ sal­ió entonces con des­ti­no a Amberes, donde subieron el resto de la car­ga y equipos. Final­mente zarpó hacia las Antil­las. Los aprestos finales se eje­cu­taron en St Mar­tins y en Mar­tini­ca, en donde Matos y unos 300 hom­bres se embar­caron en diciem­bre de aquel año uno.

No fue sino has­ta Año Nue­vo de 1902, cuan­do Matos ‑mien­tras nave­g­a­ba- reba­u­tizó la nave como El Lib­er­ta­dor y luego de un encen­di­do dis­cur­so, izó la ban­dera venezolana.

Durante la trav­es­ía, desem­bar­caron tropas y cometieron algunos actos de piratería, has­ta que, anclaron en la isla de Trinidad, con las calderas en esta­do deplorable. Una vez reparadas, invadieron Venezuela.

De enero has­ta mayo de 1902, Matos recorre las costas vene­zolanas, desem­bar­can­do par­que y muni­ciones; y el 21 de mayo, desem­bar­ca en Güiria y sigue la mar­cha de la rev­olu­ción has­ta el cen­tro. Aunque es recono­ci­do como jefe supre­mo del movimien­to, Matos no logró impon­er su autori­dad frente a los caudil­los que se han unido a la revolución. 

El movimien­to sub­ver­si­vo se había exten­di­do a todo el país, pero el ban­quero en el cam­po de batal­la carece de conocimien­tos estratégi­cos y de don de mando.

Traidor a la patria

En sep­tiem­bre, Matos aglutinó sus tropas rev­olu­cionar­ias en Vil­la de Cura, pero son der­ro­ta­dos en La Vic­to­ria entre octubre y noviem­bre de 1902. 

La batal­la duro 22 días, fue la más larga y san­gri­en­ta, sin embar­go, Matos logra escapar y se embar­ca a Curazao. Poco después de su arri­bo, recibe la noti­cia de la inter­ven­ción arma­da y blo­queo naval anglo-alemán con­tra Venezuela. 

A par­tir de ese momen­to, Juan Vicente Gómez, teniente acti­vo de Cas­tro, es el encar­ga­do de liq­uidar a cada uno de los jefes del ejérci­to insurgente.

Inter­ven­ción naval en Venezuela

En abril de 1903, Matos desem­bar­có en Tuca­cas y el mes sigu­iente, asiste a la batal­la de Bar­quisime­to donde son ven­ci­das las tropas occi­den­tales de la revolución.

Se refu­gia nue­va­mente en Curazao, entre 1903 y 1908, y declar­a­do reo y traidor a la patria, se le dic­ta un embar­go sobre sus bienes. El vapor El Lib­er­ta­dor o Van Righ fue cap­tura­do y ven­di­do al gob­ier­no de Colom­bia, y fue ancla­do en el puer­to de Cartagena.

Pero las cir­cun­stan­cias le son favor­ables cuan­do final­mente Cipri­ano Cas­tro es víc­ti­ma de un golpe de esta­do propina­do por su com­padre Juan Vicente Gómez, quien como pres­i­dente le per­mite a Matos retornar al país. El Ben­eméri­to fir­ma el lev­an­tamien­to de la medi­da de embar­go sobre sus bienes y lo nom­bra min­istro de Rela­ciones Exteriores.

El ban­quero con­tribuyó a nor­malizar las rela­ciones diplomáti­cas de Venezuela con las naciones euro­peas acree­do­ras y con Esta­dos Unidos. Ya reti­ra­do de la vida públi­ca a par­tir de 1913, se ded­i­ca a admin­is­trar su for­tu­na y a escribir sus Memo­rias.


Fuente: Fran­cis­co Salazar Martínez. Tiem­po de com­padres. Libr­ería Piñan­go. Cara­cas, 1972
Dic­cionario de His­to­ria de Venezuela. Fun­dación Empre­sas Polar. 1999

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