Cementerio Bella Vista: Un eco histórico desde 1884, hoy silenciado por el olvido
Luis Alberto Perozo Padua
Periodista especializado en crónicas históricas
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Este camposanto, de gran valor histórico, sucumbe en la ruina, las profanaciones y el olvido absoluto

Conocido también como el Cementerio Viejo de Barquisimeto, el Cementerio Bella Vista se erige como el tercer camposanto más antiguo de Venezuela, portador de una invaluable herencia histórica y artística. Sus monumentos funerarios, que se extienden desde los últimos destellos del Siglo XIX hasta los albores del Siglo XX, relatan en cada detalle el sentir afectivo, artístico, filosófico, político, social y económico de épocas pasadas.
Entre sus dominios, destacan esculturas importadas desde Italia y obras forjadas en prestigiosas canteras artísticas italianas de Caracas, reflejo de un tiempo en que el arte y la memoria danzaban en perfecta armonía. Sin embargo, hoy este sagrado recinto yace sumido en el vandalismo y la desidia oficial, un eco melancólico que contrasta dolorosamente con su glorioso legado.

Ubicado en el sector homónimo, en lo que fuera un despoblado alejado de la ciudad, tenía como lindero la actual calle 36. Surgió en 1884, durante el gobierno del general Antonio Guzmán Blanco, como solución al colapso de los cementerios de San Juan y San José.
El Cementerio de San Juan, ubicado junto a la iglesia del mismo nombre (hoy La Milagrosa), ocupaba el área donde hoy está el Mercado San Juan, el viejo edificio de Galletera El Ávila, el Liceo Rafael Monasterios, en cuyos cimientos aún hay restos humanos.
Narra el cronista Carlos Guerra Brandt, que en este camposanto estuvieron sepultados el gobernador Martín María Aguinagalde, prócer de la Independencia de Venezuela, diputado por la Provincia de Barquisimeto entre 1840 y 1844.
En 1850 fue nombrado gobernador de su provincia natal y asesinado en la propia sede de la Gobernación el 12 de julio de 1854, cuando estalló la revolución con gritos: «¡Viva Páez!, ¡Muera el Gobierno!, ¡Viva la Convención Nacional!». Fue sepultado por los sacerdotes José María Raldíris y José Macario Yépez, en medio de la noche, en una fosa sin marcar por temor a que sus detractores sacaran el cuerpo y lo colgaran en la plaza Mayor.
Igualmente, en el San Juan fue sepultado el padre macario Yépez, el mismo que le rogó a la Divina Pastora que fuese él el último en morir de Cólera. Alarmado ante la cantidad de muertos que producía, promovió una rogativa y procesión con la imagen de la Divina Pastora que debía ser trasladada desde la localidad de Santa Rosa, en las afueras de la ciudad, hasta la iglesia de la Inmaculada Concepción. La procesión se realizó el 14 de enero de 1856, tal y como, desde entonces, se efectúa todos los años.
Macario Yépez incursionó en la política y figuró como representante provincial de Barquisimeto a los congresos de 1841, 1842, 1843, 1844 y 1847. Fue vicepresidente de la Cámara de Representantes en 1842 y 1843. Presidente de esta corporación en 1844. Fundó el diario El Correo de Occidente, cuyo primer número circuló el 1 de noviembre de 1849. Con la ayuda económica de los vecinos y con su peculio, se ocupó de la reconstrucción de la iglesia de la Inmaculada Concepción de Barquisimeto; construida a principios del siglo XVII, esta había sido destruida por el terremoto de 1812.
En cuanto al Cementerio de San José, más pequeño aún, se extendía desde las adyacencias del templo de los franciscanos hasta lo que hoy es la Casa del Maestro en la avenida Venezuela.
Otro cementerio más antiguo se encuentra en Santa Elena, cerca del poblado de Santa Rosa, también retirado de la ciudad en su época.


Personajes ilustres y su olvido
El Cementerio Bella Vista albergó durante décadas los restos de figuras fundamentales en la historia del estado Lara. Allí reposan personajes como:
- Bernabé Planas, primer gobernador de la Provincia de Barquisimeto en julio de 1832. Asimismo, representante de esta provincia al Congreso Nacional. Por segunda vez ocupó la gobernación de la Provincia de Barquisimeto el 1 de enero de 1842 y en su desempeño permaneció hasta su muerte.
- Antonio Carrillo, uno de los máximos exponentes de la música larense.
- Los hijos del general Jacinto Lara, héroe de la Independencia, quienes desempeñaron cargos de elección popular y ministerios.
- Dr. Antonio María Pineda, médico de excepción que realizó la primera craneotomía en Venezuela en 1893, además de la invención de instrumentos y equipos quirúrgicos que revolucionaron la medicina.
- Familia del Dr. José Ángel Álamo, firmante de la Declaración de Independencia y diputado por la Provincia de Barquisimeto en el primer Congreso de la República.
- Napoleón Lucena, los hermanos Gómez, entre muchos otros personajes ilustres.
Sin embargo, sus tumbas, que deberían ser un recordatorio de su legado, han sido arrasadas por el tiempo y el descuido. Este camposanto fue cerrado en la década de 1960 por la falta de espacio, marcando el inicio de su progresivo abandono.


El lamento silencioso de los Yepes Gil
La familia Yepes Gil, símbolo de prestancia y distinción en Barquisimeto, reposa en este lugar sagrado, aunque su descanso eterno ha sido perturbado. Los mausoleos y esculturas funerarias, que en su tiempo honraron a estos ilustres empresarios y políticos que tanto aportaron a la región, hoy yacen en ruinas, invadidos por la maleza, saqueados por el olvido y mancillados por la desidia oficial.
Desde los albores del siglo XX, los Yepes Gil se destacaron por su liderazgo en el ámbito empresarial y agrícola, siendo fundadores de haciendas en el Valle del Turbio y artífices del primer central azucarero, el Central Tarabana. Su legado, marcado por la dignidad y el compromiso con el progreso regional, tejió una historia de pasión, determinación y servicio a la comunidad.
Sin embargo, las tumbas y el panteón subterráneo, otrora magníficos tributos a su inquebrantable labor y a su distinguida memoria, se han convertido en una mueca feroz del vandalismo, la ruina y el olvido. Es un lamento silencioso que evoca la melancolía de un pasado lleno de promesas, ahora sepultado bajo el peso del descuido y el paso implacable del tiempo.

Un llamado al rescate de la memoria
El deterioro del Cementerio Bella Vista no solo representa una pérdida patrimonial, sino un reflejo de la indiferencia ante quienes forjaron la historia de Barquisimeto.
La combinación de vandalismo y desidia oficial ha convertido este sagrado lugar en un escenario de destrucción, en donde las tumbas profanadas, el robo y desmantelamiento de las bellas esculturas funerarias, simbolizan el desarraigo de una ciudad que, poco a poco, ve desmoronarse su identidad. Esto es sin duda, un culto a la verdadera muerte: el olvido.
Barquisimeto no puede permitirse perder su historia de esta manera. Es urgente rescatar la memoria de quienes hicieron vida en esta tierra, preservar sus monumentos y devolver la dignidad a su última morada.