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Cementerio Bella Vista: Un eco histórico desde 1884, hoy silenciado por el olvido

Luis Alberto Perozo Padua
Periodista especializado en crónicas históricas
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En las redes sociales: @LuisPerozoPadua

Este camposanto, de gran valor histórico, sucumbe en la ruina, las profanaciones y el olvido absoluto

Capil­la del Cemente­rio Bel­la Vista-El Cojo Ilustrado

Cono­ci­do tam­bién como el Cemente­rio Viejo de Bar­quisime­to, el Cemente­rio Bel­la Vista se erige como el ter­cer cam­posan­to más antiguo de Venezuela, por­ta­dor de una invalu­able heren­cia históri­ca y artís­ti­ca. Sus mon­u­men­tos funer­ar­ios, que se extien­den des­de los últi­mos destel­los del Siglo XIX has­ta los albores del Siglo XX, rela­tan en cada detalle el sen­tir afec­ti­vo, artís­ti­co, filosó­fi­co, políti­co, social y económi­co de épocas pasadas.

Entre sus domin­ios, desta­can escul­turas impor­tadas des­de Italia y obras for­jadas en pres­ti­giosas can­teras artís­ti­cas ital­ianas de Cara­cas, refle­jo de un tiem­po en que el arte y la memo­ria dan­z­a­ban en per­fec­ta armonía. Sin embar­go, hoy este sagra­do recin­to yace sum­i­do en el van­dal­is­mo y la desidia ofi­cial, un eco melancóli­co que con­trasta dolorosa­mente con su glo­rioso legado.

Tum­bas del siglo XIX del Cemente­rio Bel­la Vista, Bar­quisime­to. Foto Luis Per­o­zo Padua
Un ver­dadero llan­to pro­duce el saqueo sis­temáti­co del Cemente­rio Bel­la Vista, joya arqui­tec­tóni­ca y artís­ti­ca de Bar­quisime­to, esta­do Lara. Foto: Edick­son Durán. El Impul­so, sep­tiem­bre 2016

Ubi­ca­do en el sec­tor homón­i­mo, en lo que fuera un despobla­do ale­ja­do de la ciu­dad, tenía como lin­dero la actu­al calle 36. Surgió en 1884, durante el gob­ier­no del gen­er­al Anto­nio Guzmán Blan­co, como solu­ción al colap­so de los cemente­rios de San Juan y San José.

El Cemente­rio de San Juan, ubi­ca­do jun­to a la igle­sia del mis­mo nom­bre (hoy La Mila­grosa), ocu­pa­ba el área donde hoy está el Mer­ca­do San Juan, el viejo edi­fi­cio de Gal­letera El Ávi­la, el Liceo Rafael Monas­te­rios, en cuyos cimien­tos aún hay restos humanos.

Nar­ra el cro­nista Car­los Guer­ra Brandt, que en este cam­posan­to estu­vieron sepul­ta­dos el gob­er­nador Martín María Aguina­galde, prócer de la Inde­pen­den­cia de Venezuela, diputa­do por la Provin­cia de Bar­quisime­to entre 1840 y 1844. 

En 1850 fue nom­bra­do gob­er­nador de su provin­cia natal y asesina­do en la propia sede de la Gob­er­nación el 12 de julio de 1854, cuan­do estal­ló la rev­olu­ción con gri­tos: «¡Viva Páez!, ¡Muera el Gob­ier­no!, ¡Viva la Con­ven­ción Nacional!». Fue sepul­ta­do por los sac­er­dotes José María Raldíris y José Macario Yépez, en medio de la noche, en una fosa sin mar­car por temor a que sus detrac­tores sacaran el cuer­po y lo col­gar­an en la plaza Mayor.

Has­ta el már­mol llo­ra por la destruc­ción del Cemente­rio Bel­la Vista

Igual­mente, en el San Juan fue sepul­ta­do el padre macario Yépez, el mis­mo que le rogó a la Div­ina Pas­to­ra que fuese él el últi­mo en morir de Cólera. Alar­ma­do ante la can­ti­dad de muer­tos que pro­ducía, pro­movió una rog­a­ti­va y pro­ce­sión con la ima­gen de la Div­ina Pas­to­ra que debía ser traslada­da des­de la local­i­dad de San­ta Rosa, en las afueras de la ciu­dad, has­ta la igle­sia de la Inmac­u­la­da Con­cep­ción. La pro­ce­sión se real­izó el 14 de enero de 1856, tal y como, des­de entonces, se efec­túa todos los años. 

Macario Yépez incur­sionó en la políti­ca y fig­uró como rep­re­sen­tante provin­cial de Bar­quisime­to a los con­gre­sos de 1841, 1842, 1843, 1844 y 1847. Fue vicepres­i­dente de la Cámara de Rep­re­sen­tantes en 1842 y 1843. Pres­i­dente de esta cor­po­ración en 1844. Fundó el diario El Correo de Occi­dente, cuyo primer número cir­culó el 1 de noviem­bre de 1849. Con la ayu­da económi­ca de los veci­nos y con su peculio, se ocupó de la recon­struc­ción de la igle­sia de la Inmac­u­la­da Con­cep­ción de Bar­quisime­to; con­stru­i­da a prin­ci­p­ios del siglo XVII, esta había sido destru­i­da por el ter­re­mo­to de 1812. 

En cuan­to al Cemente­rio de San José, más pequeño aún, se extendía des­de las ady­a­cen­cias del tem­p­lo de los fran­cis­canos has­ta lo que hoy es la Casa del Mae­stro en la aveni­da Venezuela.

Otro cemente­rio más antiguo se encuen­tra en San­ta Ele­na, cer­ca del pobla­do de San­ta Rosa, tam­bién reti­ra­do de la ciu­dad en su época.

Pro­fana­do y destru­i­do el maosoleo de la Famil­ia del prócer José Ángel Álamo
El mau­soleo de los Her­manos Gómez músi­cos larens­es fue pro­fana­do. Cemente­rio Bel­la Vista Barquisimeto.-Foto Keren Tor­res. julio de 2018

Per­son­ajes ilus­tres y su olvido

El Cemente­rio Bel­la Vista albergó durante décadas los restos de fig­uras fun­da­men­tales en la his­to­ria del esta­do Lara. Allí reposan per­son­ajes como:

  • Bern­abé Planas, primer gob­er­nador de la Provin­cia de Bar­quisime­to en julio de 1832. Asimis­mo, rep­re­sen­tante de esta provin­cia al Con­gre­so Nacional. Por segun­da vez ocupó la gob­er­nación de la Provin­cia de Bar­quisime­to el 1 de enero de 1842 y en su desem­peño per­maneció has­ta su muerte.
  • Anto­nio Car­ril­lo, uno de los máx­i­mos expo­nentes de la músi­ca larense.
  • Los hijos del gen­er­al Jac­in­to Lara, héroe de la Inde­pen­den­cia, quienes desem­peñaron car­gos de elec­ción pop­u­lar y ministerios.
  • Dr. Anto­nio María Pine­da, médi­co de excep­ción que real­izó la primera cra­ne­otomía en Venezuela en 1893, además de la inven­ción de instru­men­tos y equipos quirúr­gi­cos que rev­olu­cionaron la medicina.
  • Famil­ia del Dr. José Ángel Álamo, fir­mante de la Declaración de Inde­pen­den­cia y diputa­do por la Provin­cia de Bar­quisime­to en el primer Con­gre­so de la República.
  • Napoleón Luce­na, los her­manos Gómez, entre muchos otros per­son­ajes ilustres.

Sin embar­go, sus tum­bas, que deberían ser un recorda­to­rio de su lega­do, han sido arrasadas por el tiem­po y el des­cui­do. Este cam­posan­to fue cer­ra­do en la déca­da de 1960 por la fal­ta de espa­cio, mar­can­do el ini­cio de su pro­gre­si­vo abandono.

Tum­ba de Ade­lai­da For­toul Obregón de Gil, (este mon­u­men­to fúne­bre fue man­da­do a elab­o­rar por su hijo el Dr. José Gil For­toul, en Géno­va, Italia). Fue esposa del gen­er­al Dr. José Espiru­tu­san­to Gil Gar­cía, cono­ci­do como “el pelón Gil” Héroe de la Guer­ra Fed­er­al y diputa­do por el esta­do Bar­quisime­to, Tam­bién fue gob­er­nador del esta­do Bar­quisime­to. Foto: Pedro Briceño Alvara­do, nieto de Don Car­los Ypes Gil. Mar­zo de 2025
Mon­u­men­to fúne­bre de la Famil­ia Yepes Gil-Oropeza. Guiller­mi­na Oropeza fue la esposa de Don Mar­i­ano Yepes Gil. Foto: Pedro Briceño Alvara­do, nieto de Don Car­los Ypes Gil. Mar­zo de 2025

El lamen­to silen­cioso de los Yepes Gil

La famil­ia Yepes Gil, sím­bo­lo de prestancia y dis­tin­ción en Bar­quisime­to, reposa en este lugar sagra­do, aunque su des­can­so eter­no ha sido per­tur­ba­do. Los mau­soleos y escul­turas funer­arias, que en su tiem­po hon­raron a estos ilus­tres empre­sar­ios y políti­cos que tan­to apor­taron a la región, hoy yacen en ruinas, inva­di­dos por la maleza, saque­a­d­os por el olvi­do y man­cil­la­dos por la desidia oficial.

Des­de los albores del siglo XX, los Yepes Gil se destac­aron por su lid­er­az­go en el ámbito empre­sar­i­al y agrí­co­la, sien­do fun­dadores de hacien­das en el Valle del Tur­bio y artí­fices del primer cen­tral azu­carero, el Cen­tral Tara­bana. Su lega­do, mar­ca­do por la dig­nidad y el com­pro­miso con el pro­gre­so region­al, tejió una his­to­ria de pasión, deter­mi­nación y ser­vi­cio a la comunidad.

Sin embar­go, las tum­bas y el pan­teón sub­ter­rá­neo, otro­ra mag­ní­fi­cos trib­u­tos a su inque­brantable labor y a su dis­tin­gui­da memo­ria, se han con­ver­tido en una mue­ca fer­oz del van­dal­is­mo, la ruina y el olvi­do. Es un lamen­to silen­cioso que evo­ca la melan­colía de un pasa­do lleno de prome­sas, aho­ra sepul­ta­do bajo el peso del des­cui­do y el paso implaca­ble del tiempo.

Epitafio de Don Mar­i­ano Yepes Gil en el pan­teón del Cemente­rio Bel­la Vista de Bar­quisime­to. Año 2018

Un lla­ma­do al rescate de la memoria

El dete­ri­oro del Cemente­rio Bel­la Vista no solo rep­re­sen­ta una pér­di­da pat­ri­mo­ni­al, sino un refle­jo de la indifer­en­cia ante quienes for­jaron la his­to­ria de Barquisimeto. 

La com­bi­nación de van­dal­is­mo y desidia ofi­cial ha con­ver­tido este sagra­do lugar en un esce­nario de destruc­ción, en donde las tum­bas pro­fanadas, el robo y des­man­te­lamien­to de las bel­las escul­turas funer­arias, sim­bolizan el desar­rai­go de una ciu­dad que, poco a poco, ve desmoronarse su iden­ti­dad. Esto es sin duda, un cul­to a la ver­dadera muerte: el olvido.

Bar­quisime­to no puede per­mi­tirse perder su his­to­ria de esta man­era. Es urgente rescatar la memo­ria de quienes hicieron vida en esta tier­ra, preser­var sus mon­u­men­tos y devolver la dig­nidad a su últi­ma morada.

CorreodeLara

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