El Concorde en Venezuela: Un capítulo supersónico en la historia
Luis Alberto Perozo Padua
Periodista especializado en crónicas históricas
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En las redes sociales: @LuisPerozoPadua
El Concorde realizó vuelos comerciales a Caracas, entre 1976 y 1980. El avión supersónico aterrizó en el Aeropuerto Internacional de Maiquetía, donde fue admirado por su diseño futurista y su capacidad de alcanzar velocidades de hasta 2.180 km/h
Venezuela era uno de los cinco destinos del Concorde de Air France, en un vuelo de 7.167 kilómetros desde París en seis horas, con una escala técnica en Azores
El 12 de febrero de 1976, los cielos de Venezuela se estremecieron con un rugido nunca escuchado. Era el Concorde, el avión supersónico que parecía más una visión futurista que una máquina real, descendiendo con elegancia en el Aeropuerto Internacional de Maiquetía. Miles de venezolanos se congregaron en las inmediaciones del aeropuerto, fascinados por la silueta afilada y aerodinámica de aquella maravilla tecnológica, capaz de alcanzar velocidades de hasta 2.180 km/h.
El primer vuelo especial no solo marcó un hito en la historia de la aviación venezolana, sino que también consolidó a Caracas como uno de los pocos destinos privilegiados en América Latina conectados por el Concorde. Posteriormente, el 9 de abril de 1976, se llevó a cabo el primer vuelo comercial, cuando el Concorde de Air France aterrizó en el Aeropuerto Internacional de Maiquetía tras cubrir los 7.167 kilómetros desde París en seis horas, con una escala técnica en las Islas Azores.


Durante los años 70 y 80, Air France y British Airways ofrecieron rutas directas desde la capital venezolana hacia París y Londres, permitiendo a un selecto grupo de pasajeros cruzar el Atlántico en menos de cuatro horas. Era un lujo reservado para empresarios, artistas y personalidades influyentes, quienes no solo buscaban rapidez, sino también el prestigio que implicaba volar a bordo del avión más avanzado del mundo.
El Concorde no solo trajo velocidad, sino también glamur y modernidad. Su presencia simbolizaba el auge económico de Venezuela, una nación que por aquel entonces brillaba como un puente estratégico entre Europa y América. Maiquetía se convirtió en una parada obligatoria para aquellos que deseaban surcar los cielos al ritmo de la velocidad del sonido.
El boleto aéreo en 12 mil
A lo largo de su historia, el Concorde transportó aproximadamente 2,5 millones de pasajeros en total, aunque no existen cifras exactas sobre cuántos de ellos volaron específicamente entre Venezuela y Europa. Lo que sí se sabe es que volar en el Concorde era un privilegio costoso: un boleto de ida y vuelta en la ruta Caracas-París-Caracas costaba alrededor de 11.995 bolívares de la época, una suma considerable que reforzaba el carácter exclusivo de esta experiencia supersónica.
Sin embargo, no todo fue perfecto. El estruendo ensordecedor de sus motores, los costos astronómicos de operación y el progresivo descenso de la demanda comenzaron a mellar el brillo del Concorde. A esto se sumaron las crecientes preocupaciones medioambientales y el fatídico accidente en París en el año 2000, que aceleró su retiro definitivo el 24 de octubre de 2003.

Hoy, aunque el Concorde dejó de volar, su paso por Venezuela sigue vivo en la memoria colectiva. Aquella aeronave legendaria no solo partió desde Maiquetía hacia destinos lejanos, sino que dejó una huella imborrable, recordando una época en la que el país soñaba sin límites, con la vista fija en un horizonte donde la velocidad del sonido parecía alcanzable.
El Concorde fue más que un avión para Venezuela; fue un símbolo de grandeza, un recordatorio de que, por un tiempo, el futuro aterrizó en su propia pista.
Las reseñas de la época en medios locales reflejaron el impacto de esta hazaña. El diario La Verdad de Vargas destacó: “En 1975, el Concorde aterrizó en Maiquetía, uniendo a Caracas con París y Londres en menos de 4 horas. Este símbolo de la aviación representó…”
Además, en el libro “The Concorde Story” de Christopher Orlebar, se menciona la relevancia de Caracas como destino clave en la expansión del Concorde en América Latina, resaltando la importancia estratégica y económica de la ruta.

Sin embargo, no todo fue perfecto. El estruendo ensordecedor de sus motores, los costos astronómicos de operación y el progresivo descenso de la demanda comenzaron a mellar el brillo del Concorde. A esto se sumaron las crecientes preocupaciones medioambientales y el fatídico accidente en París en el año 2000, que aceleró su retiro definitivo el 24 de octubre de 2003.
Hoy, aunque el Concorde dejó de volar, su paso por Venezuela sigue vivo en la memoria colectiva. Aquella aeronave legendaria no solo partió desde Maiquetía hacia destinos lejanos, sino que dejó una huella imborrable, recordando una época en la que el país soñaba sin límites, con la vista fija en un horizonte donde la velocidad del sonido parecía alcanzable.
El Concorde fue más que un avión para Venezuela; fue un símbolo de grandeza, un recordatorio de que, por un tiempo, el futuro aterrizó en su propia pista.