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El bloque ocho del 23 de Enero lo donó Marcos Pérez Jiménez a Colombia

 

Juan José Peralta
Periodista

Al inge­niero Omar Gil

En sus afanes de gran constructor y modernizador de Caracas que le creaba la imagen de mandatario progresista que muchos todavía hoy se tragan, el general Marcos Pérez Jiménez desarrolló en la capital una urbanización de grandes edificios de apartamentos para las clases populares, para transformar barrios de ranchos de lata y cartón en viviendas dignas para un hábitat decente


Además de las jugosas comi­siones que las obras le deja­ban, el dic­ta­dor procur­a­ba el con­trol social de los habi­tantes de un área veci­na a los cen­tros del poder y cumplía la prome­sa de elim­i­nar los ran­chos de la cap­i­tal, eslo­gan para jus­ti­ficar la urban­ización “2 de Diciem­bre” y enal­te­cer la fecha de su arri­bo al poder.

El proyec­to con­tem­pla­ba sub­sti­tuir los bar­rios mar­ginales naci­dos de inva­siones con la con­struc­ción de 9.176 aparta­men­tos en 38 superblo­ques de 15 pisos y 42 blo­ques pequeños, así como 17 pre esco­lares, ocho guarderías, cin­co escue­las pri­marias, 25 edi­fi­cios de com­er­cios, dos mer­ca­dos y dos cen­tros cívi­cos, can­chas y par­ques para unos 60 mil habi­tantes, comu­ni­ca­dos por amplias avenidas a su vez conec­tadas a las autopis­tas que ya empez­a­ba a ten­er la ciudad.

Se hizo bajo el dis­eño del arqui­tec­to Gui­do Bermúdez basa­do en el mod­e­lo de “la Cité Radieuse” del suizo Le Cor­busier, usa­do tam­bién en la Unidad Habita­cional Tlatelol­co en Méx­i­co. Según el his­to­ri­ador Jorge Berroeta las bar­ri­adas Monte Piedad, las Canarias y Colom­bia, fueron demol­i­das para dar paso a la primera eta­pa de los blo­ques de la urban­ización mod­e­lo y luego demolieron los bar­rios La Palesti­na y San José en el sec­tor La Caña­da. Por últi­mo los sec­tores San Luis y Puer­to Rico dieron paso a la últi­ma eta­pa de la construcción.

Sostiene Berroeta que estos bar­rios, de casas en su may­oría de lámi­nas de zinc, tablas y latón, los hab­it­a­ban var­ios líderes sindi­cales de la indus­tria petrol­era, muchos de ellos mil­i­tantes y sim­pa­ti­zantes de los par­tidos inhab­il­i­ta­dos de la oposición.

La urban­ización “2 de Diciem­bre” se con­cibió para aparente ben­efi­cio de la gente de estos bar­rios a quienes se les planteó adquirir los aparta­men­tos en com­pra ven­ta. Pos­te­ri­or­mente, se abrieron posi­bil­i­dades para tra­ba­jadores de clase media y de la admin­is­tración pública.

 

La explosión de Cali

Estando la urban­ización en con­struc­ción en Cara­cas, en Cali, Colom­bia, aquel 7 de agos­to de 1956 una explosión rompió el silen­cio de la madru­ga­da cuan­do la ciu­dad dor­mía por el estal­li­do repenti­no de siete camiones mil­itares que llev­a­ban 1053 cajas con 42 toneladas de dina­mi­ta des­ti­nadas a la con­struc­ción de vías en el depar­ta­men­to de Cundinamarca.

Luego de ser movi­do des­de el batal­lón Pich­in­cha, el con­voy se aparcó en la antigua estación del Fer­ro­car­ril del Pací­fi­co, destruyen­do en la explosión 41 man­zanas, dejan­do un cráter de cin­cuen­ta met­ros de diámetro por 25 de pro­fun­di­dad. La onda expan­si­va acabó con casas, edi­fi­ca­ciones y nego­cios, con la plaza del mer­ca­do Bel­monte jun­to a seis bar­rios afec­ta­dos, San Nicolás, El Por­venir, El Hoyo, El Pilo­to, Fáti­ma y Jorge Isaac. 

Del ori­gen de la explosión se dijo fue por reca­len­tamien­to de los camiones, otra hipóte­sis que a un sol­da­do se le dis­paró su arma en for­ma acci­den­tal, pero la más acep­ta­da es que un hom­bre que fum­a­ba arro­jó la col­il­la de cig­a­r­ril­lo cer­ca de un camión, que oca­sionó una reac­ción en cade­na, pero no pudo contarlo.

Cali tenía unos 400 mil habi­tantes, de ellos cua­tro mil fal­l­ecieron a causa de la explosión y unos doce mil resul­taron heri­dos en este suce­so cono­ci­do como “La Explosión de Cali”, ocur­ri­do entre las car­reras uno a ocho, entre calles 25 y 26, del bar­rio San Nicolás, donde se encuen­tra la estación del ferrocarril.

Des­de el ini­ció de la trage­dia, en las primeras horas de la mañana se destacó la inter­ven­ción del capel­lán Alfon­so Hur­ta­do Galvis, quien pudo socor­rer a cien­tos de víc­ti­mas: “el hon­go deja­do por la explosión se parecía al for­ma­do por las bom­bas atómi­cas de Hiroshi­ma y Nagasa­ki, pero más pequeño en pro­por­ción, se podían obser­var partes muti­ladas de cuer­pos humanos, entre ellos pier­nas, bra­zos, tor­sos. Pocos o ningún cuer­po se encon­tra­ban com­ple­tos. El panora­ma era dan­tesco: muer­tos y heri­dos por doquier”.

El estal­li­do oca­sionó un tem­blor de tier­ra de mag­ni­tud 4.3 gra­dos en la escala de Richter, estru­en­do percibido en pobla­ciones veci­nas como Buga, Palmi­ra, Calo­to, San­tander de Quilichao y Jamun­di y fue tal la fuerza del estal­li­do que muchas de las tum­bas del cemente­rio cen­tral se abrieron.

El diario local “El País” pub­licó ese día cua­tro edi­ciones extra­or­di­nar­ias sobre la trage­dia, en el cemente­rio cen­tral fueron enter­ra­dos 3725 crá­neos y partes de cuer­pos, todos en una fosa común y en las inmedia­ciones de las calles 25 y 26 se erigió una cruz de hier­ro para recor­dar el triste incidente.

Los siete camiones provenían de Bue­naven­tu­ra en el valle del Cau­ca, en la cos­ta pací­fi­ca, el más impor­tante puer­to de Colom­bia, ubi­ca­do en 2018 en el puesto doce en activi­dad por­tu­ar­ia de Améri­ca Lati­na y el Caribe. 

Este inci­dente ocur­rió durante el gob­ier­no del entonces pres­i­dente gen­er­al Gus­ta­vo Rojas Pinil­la, quien atribuyó la trage­dia a la oposi­ción, recién fir­ma­do el Pacto de Benidorm hacia la con­sti­tu­ción del Frente Nacional. Al estar el país polar­iza­do en cuan­to a los par­tidos tradi­cionales Lib­er­al y Con­ser­vador, la trage­dia tomaría tintes políti­cos, porque se decía que Cali era una ciu­dad de mar­ca­da oposi­ción al gob­ier­no, a lo que el rég­i­men ale­ga­ba “sab­o­ta­je político”.

Al cono­cerse la trage­dia, enti­dades colom­bianas como la Cruz Roja, la Sec­re­taría de Acción Social y Pro­tec­ción Infan­til, hoy Insti­tu­to Colom­biano de Bien­es­tar Famil­iar ICBF, los gru­pos de scouts, las her­manas de la Cari­dad y el clero emprendieron la ayu­da. Encabeza­da por el papa Pío XII, la San­ta Sede ini­ció la ayu­da inter­na­cional jun­to a Esta­dos Unidos, Méx­i­co, Japón, La Unión Soviéti­ca, Chi­na y el con­ti­nente europeo en sol­i­dari­dad con los caleños. El gob­ier­no de Canadá donó casas pre­fab­ri­cadas ubi­cadas en las inmedia­ciones del bar­rio Aguablan­ca, que comen­zaron a lla­mar “pueblo de lata”.

Gen­er­al Mar­cos Pérez Jiménez

En un acto ofi­cial de sol­i­dari­dad, para acoger a un número de per­sonas que se quedaron sin hog­ar, Pérez Jiménez mandó a con­stru­ir en Cali el bloque de vivien­das cor­re­spon­di­ente al número 8 pro­gra­ma­do para la urban­ización “2 de Diciem­bre”, edi­fi­cación que dinamizó la expan­sión de la ciu­dad hacia los bar­rios al norte, La Flo­ra, San­ta Móni­ca y Versalles.

Muchas de las acciones que pre­cip­i­taron la caí­da de Pérez Jiménez tuvieron como esce­nario algu­nas de las calles de la urban­ización “2 de Diciem­bre”, donde la Jun­ta Patrióti­ca adver­sa al gob­ier­no, tenía algunos coman­dos de operaciones.

En los días pre­vios al 23 de enero de 1958, las con­tin­u­adas acciones de protes­ta con­tra la dic­tadu­ra, a la cual se sumaron mil­itares y las acciones de diver­sos sec­tores, provo­caron que la madru­ga­da del 23 de enero el dic­ta­dor huy­era del país, abrien­do el camino a nuevos esce­nar­ios políticos.

Una de las cel­e­bra­ciones más entu­si­as­tas tuvo por esce­nario la urban­ización por estre­nar y aún en adju­di­cación, muchos aparta­men­tos fueron inva­di­dos mien­tras la ciu­dad, des­bor­da­da de ale­gría cel­e­bra­ba la hui­da de Pérez Jiménez y el fin de la dic­tadu­ra. Sola­mente el bloque 8 no cele­bró el final de la tiranía porque fue con­stru­i­do en Colom­bia para los afec­ta­dos por la explosión de Cali.

Como acuer­do pop­u­lar y para enal­te­cer la fecha que acabó con aquel gob­ier­no, sus habi­tantes deci­dieron lla­mar­la urban­ización “23 de Enero”, recono­ci­do por el gob­ier­no de Rómu­lo Betan­court que elevó el sec­tor a par­ro­quia, sep­a­rán­do­lo de su orig­i­nal par­ro­quia Sucre.

Al norte de Cali, orgul­losa y muy bien cuida­da, se lev­an­ta la edi­fi­cación que lla­man Unidad Res­i­den­cial Repúbli­ca de Venezuela, con el agradec­imien­to de los caleños y de quienes reci­bieron aparta­men­tos don­a­dos por Venezuela.

CorreodeLara

Esᴛᴀ́ ᴜsᴛᴇᴅ, ᴅɪsᴛɪɴɢᴜɪᴅᴏ ʟᴇᴄᴛᴏʀ, ᴇɴ ᴛᴇʀʀɪᴛᴏʀɪᴏ ᴅᴇ ʜɪsᴛᴏʀɪᴀ, ᴅᴇ ʜᴏᴍʙʀᴇs ᴄɪᴠɪʟɪsᴛᴀs, ʏ sᴏʙʀᴇ ᴛᴏᴅᴏ, ᴅᴇ ɢʀᴀɴᴅᴇs ᴀᴄᴏɴᴛᴇᴄɪᴍɪᴇɴᴛᴏs ϙᴜᴇ ᴍᴀʀᴄᴀʀᴏɴ ᴜɴ ʜɪᴛo

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