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— La destrucción del bosque Macuto comenzó con un baile
— Raúl Azparren, ejemplar barquisimetano constructor de ciudadanía
Para evitar esto desde antaño se había adoptado una serie de medidas tendentes a prevenir la incursión de agentes foráneos al mismo, que perjudicaran de una manera u otra el uso de sus suelos. Estas medidas eran de tipo preventivas, que ya se venían cumpliendo desde la época de Juan de Dios Ponte en 1832, Estas disposiciones sobre el bosque Macuto se correspondían con el proceder de las generaciones de antaño de proteger, cuidar y defender al bosque del abandono y de los intrusos. Pero que no pudo impedir que los aprovechadores furtivos y las invasiones a los predios del bosque hicieran cada vez mayores los cortes de leña, caña brava y maderas aprovechables (Chiarilli, 1996).
El Concejo Municipal desde 1842 ya vislumbraba la importancia que representaba para los barquisimetanos las aguas de la quebrada de Macuto como potencial acuífero tras la búsqueda por solventar el problema del agua en Barquisimeto hasta 1888, cuando se concreta este sueño tan anhelado, al crearse el acueducto para la ciudad con las aguas provenientes del Bosque Macuto y de Titicare.
Por otro lado, el uso del bosque como área recreacional procedía desde hacía muchos años atrás. Se recuerda el agasajo organizado por el entonces gobernador general Carlos Liscano e integrantes de la sociedad de notables de Barquisimeto el 23 de agosto de 1908, para agasajar la llegada del presidente de la República general Cipriano Castro, quien hizo su entrada a la ciudad por el ferrocarril Bolívar.
Desde entonces, el Bosque Macuto fue utilizado única y exclusivamente para la realización de determinados actos o agasajos sociales
Perdurando esta rigurosa restricción hasta la muerte del General Juan Vicente Gómez (1908–1935) (Chiarilli, op.cit.). Los sábados y domingos iban dispuestos los barquisimetanos de entonces a hacer fiestas y pachangas, en donde la gente bailaba al compás de conocidas orquestas, entre ellas la Pequeña Mavare.
Vicencio Pérez Soto en el año de 1935 decreta al Bosque Macuto como área recreacional, y no sólo eso, sino que propone la construcción de una piscina utilizando las aguas de la quebrada de Macuto. Esto viene a significar un cambio radical en la vida del bosque. A partir de esta fecha, el mismo, se hace público para la comunidad.
De manera pues que, entre los años de 1930 hasta 1948 el Bosque Macuto funcionó como área de esparcimiento y diversión de los barquisimetanos. Desde 1948 a 1950 el Instituto Nacional de Obras Sanitarias (INOS) pasa a administrar los acuíferos para así abastecer de agua a la ciudad con la instalación de las primeras bombas succionadoras de los fluidos torrentes para alimentar y aumentar el caudal líquido del para entonces precario y obsoleto acueducto de Barquisimeto, cuyas aguas provenían de Macuto y Titicare. Las primeras bombas funcionaban con gasoil y luego se instalaron las accionadas por electricidad.
Cada pozo tenía una profundidad de entre 40 y 60 metros y se extraían unos 80 litros de agua por segundo. Para la construcción e instalación de dichos dispositivos hubo que sentenciar al bosque con la tala y destrucción de unos 2.800 metros cuadrados de árboles y arbustos.
Al final y por la necesidad de este preciado líquido para los barquisimetanos, se aceptó la extracción del agua de Macuto, con la condición de que el INOS se encargaría de su preservación y cuido, promesa que no fue cumplida dando paso al deterioro del bosque Macuto (Chiarilli, op.cit.).
Aquí comenzó la decadencia del bosque. Los pozos ocasionaron la expedita mengua de los nacimientos de agua y los cantarines arroyos y lagunas que se formaban. Los altos chaguaramos sembrados desde hacía años a instancias de don Bernabé Planas y don Juan de Dios Ponte fueron muriendo por disminución de la capa freática y la imposibilidad de que sus raíces alcanzaran el agua necesaria para su mantenimiento y resistencia. A esto se aunaba el menoscabo y quebranto que los usuarios y visitantes de las piscinas y sus encantadoras adyacencias provocaban en la flora y fauna con el ruido y la basura.
El resultado de estas acciones junto con la alta y continua explotación forestal, la sedimentación y secado de los antes humedecidos terrenos y el empobrecimiento del ecosistema aceleraron la caída libre del final del bosque Macuto. A esto se le añade la creación de asentamientos humanos no regulados aledaños al bosque Macuto, que han contribuido tanto al deterioro del paisaje como la acumulación de basuras y la escorrentía de aguas negras y deforestación.
La intención de esto era intentar hacer frente a la contaminación y declinación del propio bosque con la reforestación y siembra de árboles y diferentes especies vegetales y la ampliación del ámbito de las espesuras de las naturales enramadas. Hasta el día de hoy este último aspecto no se ha cumplido.
En 1974 se presentaron los primeros casos de infección de leishmaniasis (Leishmania Mexicana Venezuelensis) a causa del mosquito transmisor de esta patología que proliferó por la falta de control de plagas. Esto representó la conmoción y el acabose del bosque, que alejó aún más a la ciudadanía y los órganos oficiales, transformándose en un lugar inhóspito y abandonado. Para completar este cuadro desolador, el bosque Macuto sufrió a causa de malévolas manos una serie de incendios provocados durante los años 90–92, dándole así la estocada final de la tristeza.
¿Está todo perdido? ¿Desaparecerá para siempre este pulmón vegetal de gran riqueza ecológica? ¿Es posible recuperar este espacio geográfico emblemático de nuestra ciudad, celebrado y cantado por nuestros poetas?
Muchos planes y proyectos efectivamente se intentaron para, a largo plazo, devolverle la lozanía, verdor y vitalidad al antiguo bosque. Esos hermosos y esperanzadores planes sólo quedaron en el papel.
El 27 de septiembre de 1992 se decreta el bosque como “Parque de Recreación de Campo Abierto y de Uso Intensivo” administrado por el Ministerio del Ambiente y el Instituto Nacional de Parques. En 1998 se crea la Fundación Bosque Macuto y el 13 de diciembre de 2007 se inaugura el Parque Temático Bosque Macuto para proporcionar servicios recreativos y de esparcimiento, para el goce y disfrute de la ciudadanía.
A pesar de ello, todavía estamos en deuda con nuestros ancestrales padres del bosque: desde la época de los indómitos caquetíos, dueños absolutos de esta joya natural y desde los años augurales de don Bernabé Planas y Juan de Dios Ponte, ¿podrá al fin descansar en paz el alma de Juan Colorao?
REFERENCIAS
Chiarilli, Leticia (1.996). El Bosque Macuto una Esperanza de Vida. Barquisimeto: COMDIBAR
— El Bosque Macuto: historia dorada
— La destrucción del bosque Macuto comenzó con un baile
— Raúl Azparren, ejemplar barquisimetano constructor de ciudadanía
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Así vemos cómo la incompetencia oficial aunada a la desidia ciudadana, se han unido históricamente para acabar con furia visceral, con aquel "Paraíso Terrenal" que citara Cristóbal Colón en su carta a los reyes católicos desde el golfo de Paria. No sólo el bosque larense, también han sido víctimas el extinto bosque de samanes de Güere, el Ávila, el Henry Pittier y muchísimos otros que, el sólo nombrarlos produce una profunda depresión en el alma. Recientemente nos hemos ensañado con la Amazonía venezolana. Mientras, en el humilde continente africano, la población se ha unido con éxito como un solo hombre (mas bien como una sola mujer) para dar la batalla contra el desierto, detener el avance terrófago de las dunas y reverdecer lo que una vez fuera una espléndida selva tropical, destruida por la voracidad anglosajona y francoparlante, un ejemplo para los criollos que tanto cacarean con la palabra "PATRIA", pero la pisotean a diario sin el menor remordimiento ni escrúpulos.