CrónicasHistoriaSemblanzas

El hombre que más veces fue presidente de Venezuela: la insólita historia de ‘Pepi’ Montes de Oca

Luis Alber­to Per­o­zo Padua
Peri­odista espe­cial­iza­do en cróni­cas históricas
[email protected]
En las redes sociales: @LuisPerozoPadua

Encar­ga­do de la Pres­i­den­cia de la Repúbli­ca en 26 oca­siones, Rafael ‘Pepi’ Montes de Oca con­du­jo los des­ti­nos del país por más de cien días, pre­si­di­en­do inclu­so con­se­jos de min­istros. Su trayec­to­ria es una cróni­ca del com­pro­miso políti­co, el caris­ma y la his­to­ria del siglo XX venezolano

Bar­quisime­to, 1930

En la vie­ja casona frente a la Plaza Lara, donde los bal­cones daban al mur­mul­lo de los rezos y las cam­panas de la igle­sia de San Fran­cis­co mar­ca­ban el paso del día, nació Rafael Andrés Montes de Oca Escalona, quien más tarde sería cono­ci­do, con afec­to y respeto, como ‘Pepi’. Nadie imag­inó entonces que ese niño bar­quisimetano lle­garía a sen­tarse, una y otra vez, en la sil­la más alta de la Repúbli­ca, con­vir­tién­dose en el vene­zolano que más veces ocupó la Pres­i­den­cia de la nación, aunque fuese de for­ma interina.

Rafael Andrés Pepi Montes de Oca, nació en Bar­quisime­to, 2 de julio de 1930

Cre­ció entre rezos y política

Cre­ció entre las calles empe­dradas del cas­co cen­tral de Bar­quisime­to, donde la Div­ina Pas­to­ra mar­ca­ba el rit­mo de la fe pop­u­lar. Cursó sus primeros años esco­lares en el Insti­tu­to La Salle, has­ta que el Liceo Lisan­dro Alvara­do le dio la for­ma­ción final como bachiller, for­jan­do en sus aulas los primeros debates y sueños de juventud.

Allí com­par­tió pasil­los con quienes serían nom­bres clave de la políti­ca nacional: Luis Her­rera Campins, Ramón Esco­var Salom, José Vicente Rangel y Gon­za­lo Bar­rios. Cara­cas fue el sigu­iente des­ti­no, movi­do por el anh­elo de estu­di­ar Dere­cho. Pero la Venezuela de los años 50, con­vul­sa y vio­len­ta, truncó sus planes académicos.

No obstante, el aula sigu­ió sien­do su trinchera. Durante once años, fue docente en el Cole­gio Inmac­u­la­da Con­cep­ción de su natal Bar­quisime­to, sem­bran­do vocación y conocimien­to. En ese tiem­po tam­bién for­mó famil­ia con Gra­ciela Gil, madre de sus tres hijos, com­pañera de vida y tes­ti­go de su ascen­so político.

El más caris­máti­co del siglo XX larense

El his­to­ri­ador y escritor Jorge Ramos Guer­ra no duda en cal­i­ficar a ‘Pepi’ como “el políti­co más caris­máti­co del siglo XX larense”. Su don de gentes, su ver­bo afa­ble, su cer­canía con el pueblo y su visión de estadista lo con­virtieron en líder nat­ur­al del movimien­to social­cris­tiano en el esta­do Lara.

Su car­rera públi­ca comen­zó con la caí­da de la dic­tadu­ra de Mar­cos Pérez Jiménez, en 1958, cuan­do asum­ió la pres­i­den­cia del Con­ce­jo Munic­i­pal de Irib­ar­ren. Des­de allí comen­zó una escal­a­da que no se detendría por décadas.

Pepi Montes de Oca y Enrique Aris­tigu­i­eta, Min­istro y Vice min­istro de Rela­ciones Inte­ri­ores. Gob­ier­no del pres­i­dente Luis Her­rera Cam­píns, entre­gan Memo­ria y Cuen­ta a Mar­cos París del Gallego

Arte de ser “encar­ga­do”

A pesar del dominio ade­co en el panora­ma políti­co de 1961, el copeyano Montes de Oca logró escalar gra­cias al prag­ma­tismo del gob­er­nador del esta­do Lara, Eli­gio Anzo­la Anzo­la (AD), des­ig­na­do por Rómu­lo Betan­court, quien lo nom­bró sec­re­tario gen­er­al de su gobierno.

Fue en esa época que ‘Pepi’ des­cubrió una de sus más pecu­liares vir­tudes: la de asumir respon­s­abil­i­dades interi­nas con tem­ple de tit­u­lar. Se con­vir­tió en el suplente de con­fi­an­za para gob­er­na­ciones, con­se­jos de min­istros e inclu­so la Pres­i­den­cia de la Repúbli­ca. “Estoy acos­tum­bra­do a ser encar­ga­do”, solía decir con una son­risa socarrona.

Tam­bién ejer­ció como diputa­do al Con­gre­so Nacional en dos opor­tu­nidades, inte­gran­do la influyente Comisión de Finan­zas, rol que asum­ió después de haber sido sec­re­tario de gob­ier­no del esta­do Lara. En las elec­ciones de 1969, tras el tri­un­fo de Rafael Caldera, fue nue­va­mente elec­to par­la­men­tario; sin embar­go, durante ese mis­mo perío­do, el pro­pio Caldera —su ami­go y tocayo— lo designó como gob­er­nador del esta­do Lara.

Rafel Caldera, Luis Her­rera y Pepi Montes de Oca. Foto Colec­ción del cro­nista Car­los Guer­ra Brandt
Caldera, Her­rera y Pepi en agrad­able ter­tu­lia. Foto: Colec­ción del cro­nista Car­los Guer­ra Brandt

Gob­er­nador con visión de futuro

Nom­bra­do gob­er­nador del esta­do Lara para el peri­o­do 1969–1974, impul­só obras que mar­caron un antes y un después para la región: el acue­duc­to de Bar­quisime­to —aún en fun­cionamien­to— fue su lega­do hidráuli­co más trascendente.

Pero no se quedó en la cap­i­tal: impul­só la creación de liceos en pobla­ciones olvi­dadas, como el primer bachiller­a­to en Guari­co, bau­ti­za­do como Liceo Simón Caste­jón. Mod­ern­izó bar­rios, pavi­men­tó calles y redis­eñó urban­is­mos para for­mar la zona met­ro­pol­i­tana de Bar­quisime­to. Su gestión fue, más que admin­is­tra­ti­va, pro­fun­da­mente territorial.

Teodoro Petkoff, Pepi Montes de Oca y el escritor Jorge Luis Borges, en Cara­cas 1982

Un larense en el corazón del poder

Cuan­do Luis Her­rera Campins ganó la Pres­i­den­cia de la Repúbli­ca en 1979, fue Montes de Oca quien dirigió la maquinar­ia elec­toral en su nom­bre. Tras la vic­to­ria, fue rec­om­pen­sa­do con la cartera del Min­is­te­rio de Rela­ciones Inte­ri­ores, uno de los car­gos de may­or con­fi­an­za y prestancia.

Des­de ese puesto, ejer­ció en 26 oca­siones como Pres­i­dente Encar­ga­do de la Repúbli­ca, suman­do más de 100 días en la más alta mag­i­s­tratu­ra nacional. Pre­sidió con­se­jos de min­istros, fir­mó decre­tos, mane­jó cri­sis. Fue pres­i­dente sin haber sido elec­to, pero con la autori­dad que la Con­sti­tu­ción y el respeto de sus cole­gas le conferían.

Pugna con Caldera

En mar­zo de 1982, Rafael Andrés Montes de Oca dejó su car­go como Min­istro del Inte­ri­or con una inten­ción clara: abrirse paso hacia la can­di­datu­ra pres­i­den­cial den­tro de COPEI. Respal­da­do por el pres­i­dente en ejer­ci­cio, Luis Her­rera Campins, y por el grue­so de su cor­ri­ente inter­na, parecía que su momen­to había lle­ga­do. Su caris­ma y su arrai­go en las bases del par­tido lo posi­ciona­ban como un con­ten­di­ente fuerte en una elec­ción inter­na que prometía ser histórica.

Pero la políti­ca, como la vida, rara vez sigue un solo guion. Rafael Caldera, fun­dador del par­tido y expres­i­dente de la Repúbli­ca, rea­pare­ció en la esce­na con la mira­da pues­ta nue­va­mente en Miraflo­res. Habían pasa­do ya los diez años que la Con­sti­tu­ción exigía para que un exman­datario pudiera pos­tu­larse otra vez, y Caldera no esta­ba dis­puesto a ced­er el terreno.

Pepi jun­to a su esposa Doña Gra­ciel Gil de Montes de Oca

La con­tien­da inter­na se con­vir­tió en un due­lo sutil pero inten­so, segui­do con avidez por los medios. Mien­tras Montes de Oca con­struía su cam­paña con el respal­do de las bases, Caldera movía sus fichas entre los altos man­dos del par­tido. Final­mente, la tan esper­a­da elec­ción inter­na fue dis­uelta antes de realizarse. La cúpu­la copeyana se inclinó por el regre­so del fun­dador, y Montes de Oca, dis­ci­plina­do y leal a su orga­ni­zación, se hizo a un lado en agos­to de 1982.

COPEI perdería las elec­ciones pres­i­den­ciales de 1983 frente a Jaime Lus­inchi, can­dida­to del par­tido Acción Democráti­ca (AD), y Montes de Oca regre­saría al rue­do políti­co como senador en 1984, ya des­de la oposi­ción. En esa nue­va eta­pa, no dudó en lev­an­tar la voz, oponién­dose firme­mente a que el par­tido apo­yara la can­di­datu­ra de Orlan­do Fer­nán­dez Med­i­na a la gob­er­nación de Lara. Su con­vic­ción seguía intac­ta: la políti­ca debía respon­der a prin­ci­p­ios, no a conveniencias.

Coman­do Nacional de la Pre­can­di­datu­ra de Rafael Andrés Pepi Montes de Oca. Bar­quisime­to 1982

Lega­do vigente

Pepi Montes de Oca, tras sufrir un acci­dente cere­brovas­cu­lar, se marchó a otras instan­cias el 20 de abril de 2012, con la tran­quil­i­dad de quien sabe que deja huel­las pro­fun­das. No fue un políti­co de escán­da­los, pese a que gusta­ba de un buen whisky, tam­poco fue un tipo mezquino. Fue, en cam­bio, un hom­bre de con­sen­sos, de ser­vi­cio públi­co, de cer­canía con el ciudadano.

Hoy su récord como pres­i­dente interi­no sigue sin super­arse, pero más allá de las cifras, lo que per­du­ra es el recuer­do del mae­stro, del gob­er­nador, del min­istro, del “encar­ga­do de todo” que, des­de una esquina bar­quisimetana, llegó a lo más alto del poder.

Epíl­o­go de un país posible

‘Pepi’ Montes de Oca encar­nó una Venezuela en donde la políti­ca no era sinón­i­mo de vanidad, sino de ser­vi­cio. En un país que nece­si­ta reen­con­trarse con sus mejores ejem­p­los, su his­to­ria no es solo memo­ria: es tam­bién faro.

Y su lega­do, aunque silen­cioso, se mul­ti­pli­ca en cada calle pavi­men­ta­da, en cada liceo lev­an­ta­do, en cada rincón donde la políti­ca tocó la vida de los más humildes con dignidad.

Pepi y Caldera en rue­da de pren­sa al dec­li­nar la pre­can­di­datu­ra presidencial
Caldera y Pepi jun­to a José Anto­nio Cas­sany y Anto­nio Sotil­lo Luna (diputa­do al Con­gre­so Nacional) Eran diri­gentes de COPEI en Lara

CorreodeLara

Esᴛᴀ́ ᴜsᴛᴇᴅ, ᴅɪsᴛɪɴɢᴜɪᴅᴏ ʟᴇᴄᴛᴏʀ, ᴇɴ ᴛᴇʀʀɪᴛᴏʀɪᴏ ᴅᴇ ʜɪsᴛᴏʀɪᴀ, ᴅᴇ ʜᴏᴍʙʀᴇs ᴄɪᴠɪʟɪsᴛᴀs, ʏ sᴏʙʀᴇ ᴛᴏᴅᴏ, ᴅᴇ ɢʀᴀɴᴅᴇs ᴀᴄᴏɴᴛᴇᴄɪᴍɪᴇɴᴛᴏs ϙᴜᴇ ᴍᴀʀᴄᴀʀᴏɴ ᴜɴ ʜɪᴛo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *