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El primer Bolívar que llegó a Venezuela

Luis Alber­to Per­o­zo Padua
Peri­odista espe­cial­iza­do en cróni­cas históricas
luisalbertoperozopadua@gmail.com
En las redes sociales: @LuisPerozoPadua

Desde el siglo XVII gozó la famil­ia Bolí­var de una renta que podía lla­marse bril­lante en Améri­ca. Los pri­mogéni­tos obtu­vieron el empleo de Alférez Real, des­ti­no con­ce­di­do siem­pre a las primeras famil­ias de la nación

Simón de Bolibar, había naci­do el 5 de mar­zo de 1532, en la puebla de Bolí­var, Vil­la de Mar­quina, con asien­to en las tier­ras de Vizcaya.

Frente a la igle­sia de aque­l­la vil­la, aun des­cansa la casa orig­i­nal Bolíbar-Jau­regui donde vivieron has­ta el siglo XIX.

Los Bolibar fueron expul­sa­dos en el siglo XI, tras un enfrentamien­to con­tra los obis­pos de Armen­tia, por el man­ten­imien­to de los fueros, y acu­sa­dos de inter­venir en el asesina­to del obis­po Don García.

Inciso: En la eti­mología del apel­li­do se extrae del euskera, idioma orig­i­nal de Viz­caya, que Bolu sig­nifi­ca moli­no, e ibar sig­nifi­ca oril­la. Aprox­imán­dose al sig­nifi­ca­do ten­dríamos «moli­no de agua».

Cono­ci­do como el viejo

La his­to­ri­ografía lo conoce como Simón el viejo por ser el primer Bolí­var en venir a Améri­ca. Su nom­bre sería Simón Ochoa de Bolíbar, hijo de Martín Ochoa de Bolí­var-Jáuregui y la Rementería, antepasa­do de gran valía históri­ca den­tro de la famil­ia; y su madre Mag­dale­na de Bolí­var e Ibargüen.

Naci­do en América

Cuan­do con­ta­ba con vein­ticin­co años de edad, via­ja a Améri­ca entre 1557 y 1559, lle­gan­do a La Españo­la (hoy Repúbli­ca Domini­cana y Haití) con el car­go de sec­re­tario de cámara de la Real Audi­en­cia y Can­cillería; per­maneció allí casi 30 años. Casó con la domini­cana doña Ana Hernán­dez de Cas­tro en 1568.

De aque­l­la unión conyu­gal nació en 1569, Simón Bolí­var Hernán­dez, apo­da­do el mozo o el joven, quien sería el cuar­to abue­lo y primer Bolí­var naci­do en América.

Ya viu­do, Simón el viejo, via­jó a Venezuela acom­paña­do de su hijo Simón Bolí­var el mozo, que ya tenía veinte años.

Para 1589 la ciu­dad de Cara­cas nom­brará a Simón de Bolí­var procu­rador Gen­er­al en la Corte, y se le recomendó además la defen­sa de los dere­chos munic­i­pales de aque­l­la ciu­dad. El Rey lo designó Regi­dor per­petuo de Cara­cas y Ofi­cial Real de la provincia.

Con estos títu­los, el primer Bolí­var lle­ga­do a Améri­ca se pro­pu­so con­seguir que Venezuela expor­tara ‑en for­ma legal- mer­cancías a España, lo que con­tribuyó notable­mente al desar­rol­lo local. En ese interín legal, Simón el viejo decidió adap­tar la “V” en rem­pla­zo por la “B” del apel­li­do: en lo ade­lante fir­mará Simón de Bolívar.

Escu­do de armas de la Famil­ia Bolívar

Encomien­das ante la Corona

Bolí­var el viejo entendía muy bien el sen­ti­do aris­tocráti­co de la vida y poseía una indec­lin­able vocación de ser­vi­cio, siem­pre dis­puesto a defend­er la sober­anía españo­la de Venezuela y la pros­peri­dad de Caracas.

En su condi­ción de procu­rador gen­er­al, es envi­a­do por el capitán Gen­er­al Diego de Oso­rio a España a pre­sen­tarse ante Felipe II con var­ios encargos.

Regre­sa dos años después con la autor­ización para la fun­dación de un sem­i­nario (el Tri­denti­no de San­ta Rosa) géne­sis de la futu­ra Real y Pon­ti­f­i­cia Uni­ver­si­dad de Cara­cas; así como la con­ce­sión de un escu­do de armas y el títu­lo de Muy Noble Leal Ciu­dad para San­ti­a­go de León de Cara­cas; la sus­pen­sión de la orden de obligar a los indios a realizar tra­ba­jos forza­dos y cre­den­ciales para com­prar 3.000 esclavos en África, con licen­cia para poder vender algunos en otras partes de Améri­ca. Así como priv­i­le­gios para el Ayun­tamien­to de Caracas.

Con estas ges­tiones ante la coro­na, Simón el viejo, Se con­vertía así en el segun­do hom­bre de más impor­tan­cia en la Cap­i­tanía, logran­do así que Cara­cas fuera la cap­i­tal de la Provin­cia de Venezuela. 

Gra­cias a el viejo fue crea­do el Con­ven­to de los Domini­cos en la esquina San Jac­in­to, frente a la casona donde nac­erá Simón Bolí­var, el Lib­er­ta­dor de América.

Des­de 1593 se desem­peñó como con­ta­dor Gen­er­al de la Real Hacien­da, has­ta su des­ti­tu­ción en 1606 cuan­do San­cho de Alquiza, gob­er­nador de la Provin­cia de Venezuela, quien era con­sid­er­a­do un gob­er­nante “duro”, lo encar­celó a él y a muchos otros, tras acusar­los de no pagar sus impuestos. Tam­bién lo vin­culó al con­tra­ban­do. El encar­ce­lamien­to, sin embar­go, lo cumplió en la casa del gob­er­nador, ya que la cár­cel en estos momen­tos, en real­i­dad, aún no existía. 

En 1612, Gar­cía Girón, nue­vo gob­er­nador, rever­tirá las deci­siones de Alquiza, pero el «el viejo» fal­l­e­cerá en San­ti­a­go de León el 9 de mar­zo de ese año. 

Juan Vicente Bolí­var y Ponte

Cómo lo veían

Así describen las escrit­uras de la época al primer Bolí­var lle­ga­do a Améri­ca: Con­ta­dor de la Provin­cia de Venezuela, nat­ur­al de la vil­la de Mar­quina, hijo de Martín Ochoa de Ardan­za y de doña Mag­dale­na de Bolí­var, de más de 50 años de edad, no casa­do en estos reinos ni suje­to a religión ni mat­ri­mono, pequeño de cuer­po, trigueño de col­or, cano: licen­cia para que pue­da volver a la Provin­cia de Venezuela de donde vino, en vir­tud de una cédu­la de S. M. que pre­sen­tó en esta Casa [de la con­trat­ación de las Indias], y que pue­da lle­var dos cri­a­dos que tru­jo de ella y dos sobri­nos suyos. En la nao [a car­go del] maestre Pedro de Alan­go. 18 enero III-138 v. y 5245, No 39

Simón de Bolí­var el mozo

Su hijo, Simón de Bolí­var el mozo, se desposó en 1592, con la señori­ta Beat­riz Díaz de Rojas, quien era la hija may­or del con­quis­ta­dor Alon­so Díaz Moreno, nat­ur­al de Olal­la-España, fun­dador de La Nue­va Valen­cia del Rey; y de Doña Ana de Rojas.

De su unión con Beat­riz nacieron Luisa en 1592, y Anto­nio en 1596, tatarabue­los pater­nos, primeros con el apel­li­do Bolí­var que nacieron en Venezuela.

Simón el mozo era defen­sor a ultran­za de los indí­ge­nas, obte­nien­do en 1593 una encomien­da de indios en los valles de Aragua y tier­ras ubi­cadas al lado de la encomien­da, las cuales per­mi­tieron a sus descen­di­entes fun­dar la hacien­da de caña dulce en San Mateo.

Al fal­l­e­cer Beat­riz, Simón ingresó en la vida ecle­siás­ti­ca: fue nom­bra­do comi­sion­a­do del San­to Ofi­cio en Valen­cia y Vis­i­ta­dor Gen­er­al de Obis­pa­do, con la respon­s­abil­i­dad de fijar las con­struc­ciones de los tem­p­los en los Valles de Aragua.

Alcalde de Caracas

El capitán de Mili­cias Anto­nio de Bolí­var y Rojas, encomendero de San Mateo y de Cagua, alcalde de la Her­man­dad, cor­regi­dor y jus­ti­cia may­or de los valles de Aragua, y nieto de Simón de Bolí­var el mozo, se unió en mat­ri­mo­nio con Leonor Rebolle­do Mal­don­a­do de Almendáriz, en Cara­cas el 20 de febrero de 1622. De esta unión nació Luis de Bolí­var y Rebolle­do, en Cara­cas el 22 de febrero de 1627.

Entre­tan­to, Luis de Bolí­var y Rebolle­do alcanzó el gra­do de capitán de infan­tería, y gra­cias a sus conocimien­tos de estrate­gia mil­i­tar logró iden­ti­ficar la necesi­dad de for­ti­ficar el puer­to de La Guaira; ruta indis­pens­able para el com­er­cio y las comu­ni­ca­ciones entre la coro­na españo­la y la Colonia.

El 8 de mayo de 1667 con­tribuyó con 1.000 pesos para sus repara­ciones y remod­ela­ciones. Ocupó car­gos políti­cos como alcalde de Cara­cas, cor­regi­dor y jus­ti­cia may­or de los Valles de Aragua.

Juan de Vil­le­gas. Real­iza­do por el inves­ti­gador y geneal­o­gista Juan Bel­lo Osío

Desciende del fun­dador de Barquisimeto

Con­traerá nup­cias con Doña María Martínez de Vil­le­gas y Ladrón de Gue­vara, ori­un­da tam­bién de una de las famil­ias más ran­cias y nobles de las cer­canías de Bur­gos. Su tatarabue­lo, el capitán gen­er­al Juan de Vil­le­gas, coman­dante de Coro después de los ale­manes del­e­ga­dos de los Welser, fue tam­bién el fun­dador de la ciu­dad Nues­tra Seño­ra de la Con­cep­ción y la Nue­va Segovia de Bar­quisime­to en 1552.

Luis de Bolí­var y María Martínez de Vil­le­gas pro­cre­arán a Luis José de Bolí­var y Martínez de Vil­le­gas (1661–1694) y Juan de Bolí­var y Martínez de Vil­le­gas (1665–1729), este últi­mo, con el gra­do de teniente coro­nel destacó en la defen­sa de La Guaira en con­tra de los piratas y con­tra­ban­dis­tas. Fue alcalde y gob­er­nador interi­no de Cara­cas, procu­rador Gen­er­al de la Provin­cia de Venezuela, teniente de gob­er­nador y Jus­ti­cia May­or de los Valles de Aragua y Turmero, cor­regi­dor de San José, San Mateo y Cagua, fundó la Vil­la de San Luís de Cura por Real Cédu­la en 1722.

Juan de Bolí­var y Martínez de Vil­le­gas con­tra­jo mat­ri­mo­nio por segun­da vez con doña Petron­i­la de Ponte Andrade y Marín de Narváez (abue­los mater­nos de Simón Bolí­var el Lib­er­ta­dor), en Cara­cas el 8 de enero de 1711.

Esta dama era hered­era de las minas y el señorío de Aroa, con­ce­di­das por el rey al abue­lo de ésta, Fran­cis­co María Narváez, en 1663. Esta vas­ta heren­cia como tam­bién el dere­cho vita­l­i­cio a ejercer juris­dic­ción civ­il y crim­i­nal en San Luís de Cura pasa a manos de su hijo don Juan Vicente de Bolí­var y Ponte, quien será el padre del futuro Lib­er­ta­dor de América.

El mar­qués de San Luis

Juan de Bolí­var y Martínez de Vil­le­gas, nieto de Simón de Bolí­var el mozo, ini­ció una tarea que no podrá conc­re­tar: obten­er el títu­lo de mar­que­sa­do de San Luis.

Para aque­l­la época la coro­na españo­la, que se encon­tra­ba en ruina por la exce­si­va buro­c­ra­cia y la explotación impro­duc­ti­va de recur­sos, decidió vender títu­los de otorgamien­to nobiliario.

Juan de Bolí­var supo que el títu­lo de Mar­qués de San Luis esta­ba a la ven­ta por 22.000 doblones de oro y, de for­ma inmedi­a­ta, decidió ofer­tar por su com­pra. La famil­ia Bolí­var, que aho­ra amasa­ban una gran for­tu­na, bien podían per­mi­tirse ese tipo de lujos.

No obstante, para con­seguir un títu­lo nobil­iario era nece­sario más que una gran for­tu­na, pues las riquezas no ase­gura­ban del todo una posi­ción recono­ci­da en la alta sociedad.

Real­izadas las ges­tiones de rig­or, la coro­na eval­uó la pureza de san­gre del com­prador, notan­do la pres­en­cia de un miem­bro incom­pat­i­ble para conc­re­tar la ven­ta del títu­lo: Jose­fa Marín de Narváez, bis­abuela del Lib­er­ta­dor, e hija de Fran­cis­co Marín de Narváez.

Existe la duda de quién fue la madre, y hay quienes ase­gu­ran que la unión de Fran­cis­co fue cuan­do esta­ba en el lecho de muerte, pero este hecho seguirá per­sigu­ien­do a la famil­ia, inclu­so has­ta el día de hoy.

Este suce­so man­chará el apel­li­do de los Bolí­var y lle­gará a provo­car rec­ha­zo de la sociedad man­tu­a­na hacia el Lib­er­ta­dor, a quien en oca­siones lo denom­i­narán de «Zam­bo», un insul­to para aquel tiempo.

Pero Juan de Bolí­var y Vil­le­gas no pudo conc­re­tar los trámites para obten­er los Reales Despa­chos al títu­lo de Castil­la de mar­qués de San Luis, y el Viz­con­da­do pre­vio de Cocorote, pues lo encon­tró la muerte en 1729.

Des­de el siglo XVII gozó la famil­ia Bolí­var de una renta que podía lla­marse bril­lante en Améri­ca. Los pri­mogéni­tos obtu­vieron el empleo de Alférez Real, des­ti­no con­ce­di­do siem­pre a las primeras famil­ias de la nación.

Fuente: Rufi­no Blan­co Fom­bona. Bolí­var pin­ta­do por sí mis­mo. Bib­liote­ca de His­to­ria del Ejérci­to. Colec­ción Carabobo. 1971
Eumenes Fuguet. El primer Bolí­var naci­do en Améri­ca. El Carabobeño. 5 de sep­tiem­bre de 2019

CorreodeLara

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