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El trágico final del larense José Trinidad Morán héroe de la Independencia suramericana

Luis Alberto Perozo Padua
Periodista especializado en crónicas históricas
luisalbertoperozopadua@gmail.com
En las redes sociales: @LuisPerozoPadua

Su participación en el campo de batalla fue célebre, sobresaliendo en los más importantes de la Independencia de Venezuela. Asimismo, fue uno de los libertadores de Nueva Granada y, estuvo presente en todas las acciones militares del sur de América. Murió en 1854, en medio de las pugnas por el poder en el Perú

José Trinidad Morán se con­vir­tió en patri­o­ta con ape­nas 17 años, cuan­do en 1813, en com­pañía de su padre, Gre­go­rio Morán, se encon­tra­ba de visi­ta en Tru­jil­lo y fue tes­ti­go del paso del gen­er­al Simón Bolí­var en el cur­so de la Cam­paña Admirable. Había naci­do en El Tocuyo, hoy esta­do Lara, el 26 de noviem­bre de 1796.

Se incor­po­rará de inmedi­a­to a la mar­cha de los repub­li­canos ingre­san­do al Batal­lón Quin­to de la Unión, coman­da­do por Luciano D´Eluyar, en el que des­de los primeros días se destacó en las acciones más noto­rias de la Inde­pen­den­cia venezolana.

Ese año de 1813, los real­is­tas fusilaron a su padre en El Tocuyo, jun­to a otros patri­o­tas. Igual­mente con­fis­caron todos los bienes de su familia.

Acom­pañó al Lib­er­ta­dor en las con­fronta­ciones del cen­tro de Venezuela con­tra el inde­struc­tible ejérci­to real­ista dirigi­do por José Tomás Boves, pero fue heri­do en San Mateo, oblig­án­do­lo a huir en la expe­di­ción hacia oriente.

Bolí­var lo ascendió al gra­do de sub­te­niente del Batal­lón Girar­dot, en donde cono­ció a Anto­nio José de Sucre de quien se hará entrañable amigo. 

Fue uno de los veinte hom­bres que acom­pañó a Simón Bolí­var en la hui­da hacia Nue­va Grana­da, en donde es cap­tura­do y hecho pri­sionero has­ta 1818. Morán no regre­saría jamás a Venezuela o por lo menos en vida. 

José Trinidad Morán, El Tocuyo, Venezuela 1796-Are­quipa, Perú, 1854. Par­ticipó en la Cam­paña Admirable y las batal­las de Pich­in­cha, Junín y Ayacucho

Par­tic­i­pa en todas las batallas

A Morán lo con­sigue la his­to­ria a par­tir de 1819, en todas las cam­pañas del sur de Améri­ca. Inmedi­ata­mente después de la lib­eración defin­i­ti­va de Nue­va Grana­da, se une nue­va­mente al Ejérci­to Lib­er­ta­dor coman­dan­do un batal­lón que luego, por su arro­jo, pasará a denom­i­narse Vargas. 

Bolí­var dis­pu­so del trasla­do de Anto­nio José de Sucre al Perú, quien va acom­paña­do por Morán. A pesar de su cor­ta edad, goz­a­ba de un amplio pres­ti­gio mil­i­tar y por este moti­vo fue des­ig­na­do edecán de Sucre.

Su hazaña

Otra de las haz­a­ñas que reg­is­tra la his­to­ria mil­i­tar de José Trinidad Morán se pro­du­jo en el sitio cono­ci­do como Que­bra­da de Cor­pahuaico, en donde los real­is­tas sor­pren­den al ejérci­to patri­o­ta ata­can­do la reta­guardia donde esta­ban los Batal­lones Vence­dores, Var­gas y Rifles.

Los primeros enfrentamien­tos fueron ter­ri­bles para los inde­pen­den­tis­tas, que esta­ban rodea­d­os por ambos flan­cos, frente y reta­guardia, has­ta que el hero­ico Batal­lón Var­gas coman­da­do por Morán pudo realizar la retirada.

La acción de Cor­pahuaico, el 3 de diciem­bre de 1824, salvó del aniquil­amien­to abso­lu­to al Ejérci­to Lib­er­ta­dor. Ven­drían a la sazón las batal­las de Pich­in­cha, Junín y Ayacu­cho, en donde nue­va­mente el bra­vo Morán demostrará su capaci­dad de lid­er­az­go, conocimien­to e impetu­oso val­or, sel­l­an­do con estas acciones la inde­pen­den­cia suramericana.

Batal­la de Junín, cel­e­bra­da el 6 de agos­to de 1824 — Oleo de Martín Tovar y Tovar

 

Batal­la de Ayacu­cho, efec­tu­a­da el 9 de diciem­bre de 1824 por Martín Tovar y Tovar 1827–1902

Por la haz­a­ña en la Batal­la de Ayacu­cho, Morán es ascen­di­do a teniente coro­nel de caballería del Ejérci­to de Colom­bia Aux­il­iar al Perú, doc­u­men­to expe­di­do en el Pala­cio del Supre­mo Gob­ier­no en Lima, rubri­ca­do por el pro­pio Lib­er­ta­dor Simón Bolí­var, jefe de Gob­ier­no, en cuyo decre­to tam­bién desta­can los ascen­sos de otros héroes naci­dos en tier­ras larens­es como Juan Jac­in­to Lara, José Flo­ren­cio Jiménez y Juan Bautista Rodríguez.

El 24 de diciem­bre de 1824, Morán y su Batal­lón Var­gas mar­charon al Cus­co y pos­te­ri­or­mente a Are­quipa, ciu­dad en la que con­tra­jo mat­ri­mo­nio con la are­quipeña Rafaela Zere­ce­da y Zacone­ta, el 22 de octubre de 1825. 

Con su batal­lón, se enrum­bó a Poto­sí y Guayaquil a reducir a los con­spir­adores del proyec­to inde­pen­den­tista. Retornó al Perú, en donde fue cap­tura­do como pri­sionero y expul­sa­do a Chile por el pres­i­dente José de la Mar.

El 26 de febrero de 1826 se le con­cedió el retiro del ejérci­to para estable­cerse de for­ma per­ma­nente en Are­quipa, dedicán­dose a la agri­cul­tura y sien­do además uno de los prin­ci­pales propul­sores de la con­struc­ción del Teatro Fénix, propiedad de su esposa Rafaela Zereceda. 

Al frente de la rebelión

Pese a haber obtenido la nacional­i­dad peru­a­na y con­ver­tirse en un veci­no notable y queri­do, no tardó mucho Morán en incor­po­rarse nue­va­mente a la lucha arma­da, cuan­do bajo el man­do del gen­er­al Domin­go Nieto, for­mó en 1834 el regimien­to “Libres de Are­quipa”, par­tic­i­pan­do en difer­entes rev­olu­ciones. En 1836 dio su apoyo a la Con­fed­eración Perú-boli­viana, pero fue der­ro­ta­do el gen­er­al Andrés de San­ta Cruz. Morán tuvo que retornar a Arequipa. 

Retra­to del gen­er­al Morán pub­li­ca­do en el Diario El Deber en 1926, a raíz de la inau­gu­ración de un mon­u­men­to en su honor

En 1854, en la Ciu­dad Blan­ca estal­ló una rebe­lión cap­i­tanea­da por el mariscal Ramón Castil­la en con­tra del pres­i­dente José Rufi­no Echenique, acu­sa­do de actos de cor­rup­ción. Morán respondió al lla­ma­do y se unió a las fuerzas de Echenique para defend­er la Con­sti­tu­ción, der­rotan­do a los sub­ver­sivos en el lugar lla­ma­do Alto del Conde, a 20 kilómet­ros de Moquegua, Perú.

El héroe vene­zolano, ya con 58 años, y con sus galar­dones mil­itares intac­tos, fue des­ig­na­do por Echenique para fre­nar aque­l­la rebe­lión que empez­a­ba a ganar miles de adeptos.

“Trinidad Morán se mantiene leal al orden con­sti­tu­cional que décadas atrás había ayu­da­do a instau­rar y asume la defen­sa de Are­quipa de for­ma con­se­cuente. Aunque para un sec­tor de la ciu­dad su causa era impop­u­lar, su adhe­sión al pres­i­dente Echenique era coher­ente con su espíritu patri­o­ta”, escribe el his­to­ri­ador Mario Arce Espinoza, autor del libro El tiem­po políti­co de Ramón Castil­la. (UCSM, 2018) Arce.

No se rindió y fue hecho prisionero

Luego de varias escara­muzas mor­tales con el ejérci­to de Castil­la, que en Are­quipa era lid­er­a­do por Domin­go Elías con 180 hom­bres, el gen­er­al Morán inten­tó en vano nego­ciar el cese al fuego y la paz. Fue toma­do pri­sionero en la quin­ta de Landázuri. Aunque veci­nos y famil­iares pidieron clemen­cia, la suerte del mil­i­tar vene­zolano ya esta­ba echa­da: sería eje­cu­ta­do de for­ma pública.

Según pre­cisa el his­to­ri­ador Jorge Basadre en el tomo IV de su mon­u­men­tal “His­to­ria de la Repúbli­ca del Perú”, días atrás de su cap­tura, Elías ya le había adver­tido al sue­gro de Morán, Bue­naven­tu­ra Zere­ce­da, que no ten­dría com­pasión en caso de que el gen­er­al vene­zolano fuera ven­ci­do en batalla.

“Dígale ust­ed a Morán que se rin­da porque de otro modo no se le dará cuar­tel si cae pri­sionero y será fusila­do o ahor­ca­do cin­co min­u­tos después de que se le tome”, fueron las pal­abras que habría dicho en aque­l­la ocasión.

Clamor divino

La tradi­ción pop­u­lar cuen­ta que un grupo de mujeres are­quipeñas y var­ios veci­nos encabezaron una protes­ta para que se lib­er­ara al mil­i­tar vene­zolano. En este grupo se encon­tra­ba la famil­ia Man­rique Calle, propi­etaria de la Vir­gen de los Dolores del tem­p­lo de San­to Domin­go, una de las imá­genes reli­giosas más ven­er­adas en la ciu­dad de Are­quipa has­ta la actu­al­i­dad y que des­de el siglo XIX se uti­liza en la pro­ce­sión de Viernes Santo.

Como parte de la estrate­gia para pedir clemen­cia se sacó del ora­to­rio de los Man­rique Calle a la ima­gen de la Vir­gen de los Dolores.

La Vir­gen de los Dolores del tem­p­lo de San­to Domin­go fue saca­da para pedir clemen­cia por la vida de Trinidad Morán Foto: Her­man­dad del San­to Sepul­cro de San­to Domingo

“Se cuen­ta que fue lle­va­da en bra­zos por la famil­ia y ami­gos, y se impro­visó una pro­ce­sión para ablandar el corazón de Elías y así evi­tar la eje­cu­ción”, indi­ca Rober­to Lazo Zap­a­ta, may­or­do­mo de la Her­man­dad de los Caballeros del San­to Sepul­cro del tem­p­lo de San­to Domingo.

A pesar de los rue­gos y de la figu­ra de la Vir­gen, Domin­go Elías no cam­bió su deter­mi­nación y ordenó fusilar al pri­sionero. En su cau­tive­rio Morán dic­tó su tes­ta­men­to, además de prac­ticar el acto de con­fe­sión. Tam­bién dejó con­stan­cia que, “cuan­do haya en la Nación un gob­ier­no que juzgue con jus­ti­cia”, atien­da los reclam­os de ind­em­nización de su esposa e hijas.

El his­to­ri­ador adi­ciona que cuan­do el cadáver del mil­i­tar vene­zolano fue entre­ga­do a su famil­ia y puesto en un cajón, la Vir­gen de los Dolores los acom­pañó en el trayec­to. Los ami­gos, veci­nos y com­pañeros de armas de Morán, acom­pañaron al séquito detrás de la sagra­da imagen.

Como dato rel­e­vante figu­ra que hoy día, la mis­ma ima­gen que acom­pañó al héroe vene­zolano al patíbu­lo sigue incluyen­do a la calle Gen­er­al Morán den­tro de su recor­ri­do pro­ce­sion­al de Sem­ana Santa.

Hay otro dato, dice Basadre, esta vez musi­cal, que enlaza a la ima­gen de la Vir­gen con el gen­er­al vene­zolano. “La mar­cha Morán”, melodía que acom­paña a los restos mor­tales de los mil­itares y policías caí­dos en su camino al sepul­cro, se com­pu­so en hom­e­na­je a Trinidad Morán. Según este his­to­ri­ador, la mar­cha “evo­ca a este guer­rero, leal y caballeroso, con una tris­teza que resume todas las tris­tezas de la his­to­ria repub­li­cana en el Perú”.

Dio la voz de su fusilamiento

Sin juicio de por medio, la eje­cu­ción de Morán tuvo lugar aquel infame 1 de diciem­bre de 1854, jus­to antes del mediodía, en la Plaza de Armas de Are­quipa, en cuyo cen­tro se lev­an­tó el patíbu­lo. Pre­vi­a­mente fue pasea­do por las calles de la ciu­dad como un escarmien­to al resto de sim­pa­ti­zantes de Echenique.

El momen­to más trági­co y con­move­dor fue cuan­do cam­inó frente al Teatro Fénix, en los bal­cones esta­ban su esposa, sus sue­gros y sus hijas For­tu­na­ta y Rafaela, quienes llora­ban desconsoladamente. 

Pla­ca que iden­ti­fi­ca el sitio en donde fue fusila­do el gen­er­al vene­zolano José Trinidad Morán. Se encuen­tra deba­jo de la pile­ta de la plaza de armas de Are­quipa. Foto: El Comercio

Antes de ser eje­cu­ta­do rec­hazó sen­tarse y que se le ven­dasen los ojos, y exclamó a su ver­dugo: “Quiero morir como sol­da­do, con mi vista entera, de pie, dere­cho”. Estando ya prepara­do, él mis­mo dio la orden de su eje­cu­ción: “¡Mucha­chos, apun­ten, fuego! 

Una vez muer­to, una mujer se hizo paso entre los curiosos pobladores y acer­cán­dose al cadáver, con el extremo infe­ri­or de su som­bril­la la hundió en los ojos del recién ajus­ti­ci­a­do mil­i­tar vene­zolano, reven­tán­dose­los en el acto. 

 

Pero este no fue el úni­co ultra­je que sufrió el inerte cuer­po de Morán, ningún sac­er­dote quiso hac­erse car­go de las exe­quias y, la tur­ba de espec­ta­dores arras­tró el cadáver por el som­brío lugar.

Una negra escla­va de la famil­ia cubrió las mor­ta­jas del valeroso Morán con alfal­fa, lo cargó y colocó sobre una mula y trasladar­lo a Yanahuara para sepul­tar­lo; tiem­po después, el 17 de noviem­bre de 1892, sus cenizas fueron lle­vadas a la par­ro­quia de Cayma.

Final­mente, el 30 de noviem­bre de 1954 en solemne cer­e­mo­nia sus restos mor­tales fueron exhuma­dos y repa­tri­a­dos a Venezuela, sien­do deposi­ta­dos en la últi­ma mora­da de los héroes de la Inde­pen­den­cia, el Pan­teón Nacional.

En la Ciu­dad Blan­ca, Perú, una pla­ca, una calle y una estat­ua evo­can a este héroe vene­zolano de la inde­pen­den­cia suramericana.

Restos del gen­er­al José Trinidad Morán fueron traslada­dos des­de Perú a Venezuela y deposi­ta­dos en el Pan­teón Nacional

Fuente: Jorge Mal­par­ti­da Tabuchi. Are­quipa: el patri­o­ta vene­zolano que fue fusila­do en la Plaza de Armas. El Com­er­cio. 04/08/2019

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