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Cómo eran las procesiones de la Divina Pastora

 

Luis Alberto Perozo Padua
Periodista


Todos los años, sin exceptuar uno solo, ni aun en las épocas de guerras civiles, incluyendo la de la Federación, que fue de cinco años, el 14 de enero, a las cinco de la madrugada, salía de Barquisimeto una peregrinación, a pie, hasta Santa Rosa, para traer en la tarde a su querida imagen de la Divina Pastora.

Era cos­tum­bre durante esa época lev­an­tar arcos tri­un­fales en las calles por donde pasa­ba la pro­ce­sión y pon­er en las ven­tanas bris­eras con velas encen­di­das y platil­los para que­mar incien­so. Todas las cam­panas de las igle­sias anun­cia­ban que la Vir­gen ven­dría ese día. 

Bar­quisime­to se extendía de este a oeste. Seis calles rec­tas, empe­dradas, con aceras de lajas, y una plaza prin­ci­pal con­forma­ban la plan­ta urbana de dos  par­ro­quias: Cat­e­dral y Concepción

Siete kilómetros de recorrido

La ima­gen era car­ga­da por una doce­na de hom­bres sobre un mesón y éstos se colo­ca­ban sobre la cabeza unos rodetes de trapo para sopor­tar el peso. Dos hom­bres se ocu­pa­ban de lev­an­tar el paño que cubría el mesón para dar aire a los sofo­ca­dos cargadores. 

Había rele­vo a lo largo del trayec­to de unos siete kilómet­ros. Un sac­er­dote presidía la romería que salía de San­ta Rosa cer­ca del mediodía, lle­ga­ba a una plazuela en la entra­da de la ciu­dad como a las cua­tro y hacía una para­da en la casa del señor Casimiro Casamay­or. Has­ta allí la traían den­tro de un camarín para pro­te­gerla del pol­vo del camino, luego le daban el últi­mo arreg­lo y le colo­ca­ban el Niño en los brazos.

Al destapar la ima­gen le canta­ban una salve y, antes de pros­eguir el camino has­ta la Cat­e­dral (hoy tem­p­lo de San Fran­cis­co), la ciu­dad entera le brind­a­ba un recibimien­to majes­tu­oso. Luego, cada domin­go, la saca­ban (la ima­gen) en pro­ce­sión paseán­dola por las calles para lle­var­la a las difer­entes igle­sias de man­era que las per­sonas pudier­an en cada par­ro­quia expre­sar­le su devo­ción y acer­carse a ella. 

“Serían las 4 o 4:30 de la tarde, cuan­do llegó por primera vez la ven­er­a­da Ima­gen de la Div­ina Pas­to­ra a la Tier­ri­ta Blan­ca y se inau­guró en ese sitio el sacro emble­ma de nues­tra reden­ción”, apun­tó el Her­mano Nec­tario María

Se acos­tum­bra­ba regre­sar­la al pueblo de San­ta Rosa una vez con­clu­i­do el recor­ri­do, antes del domin­go de car­naval, para evi­tar el juego calle­jero que usual­mente tenía lugar en estas fies­tas. A su regre­so, pasa­ba de nue­vo por el mon­u­men­to a la Cruz Sal­vado­ra y para­ba en saca de Casimiro Casamay­or, para cubrir­la con el camarín que la protegería. 

Con el paso de los años, la pro­ce­sión fue cre­cien­do has­ta el pun­to de con­ver­tirse en la expre­sión mar­i­ana más acon­te­ci­da de Venezuela y una de las más impor­tantes de Améri­ca. La Div­ina Pas­to­ra está car­ga­da de leyen­das y de his­to­ria. La Div­ina Pas­to­ra es la man­i­festación de amor del pueblo larense.

La ima­gen de la Div­ina Pas­to­ra posi­ble­mente fue adquiri­da  entre 1715 y 1724, traí­da de Sevil­la, España, dado se  propaga­ba ráp­i­da­mente el apos­to­la­do pas­to­ril de la  Vir­gen en esa zona, además de acos­tum­brarse a impor­tar las imá­genes religiosas
La pro­ce­sión de la Pas­to­ra de almas lle­ga­ba a la igle­sia  San Fran­cis­co (antigua Cat­e­dral) frente a la plaza Lara,  en pleno cen­tro de la Bar­quisime­to de calles estrechas
Es a par­tir del año 1736 cuan­do la mod­es­ta igle­sia de San­ta Rosa se con­vierte en mora­da de la Div­ina Pastora
El Niño Jesús es de idén­ti­ca madera a la de su madre la Div­ina Pas­to­ra. En los años 50, de visi­ta de casa en casa, se quemó y alguien (nun­ca se supo quién) lo guardó en un cajón en la igle­sia y lo susti­tuyó por uno de may­or dimen­sión has­ta que el padre Fidel González, ex pár­ro­co de San­ta Rosa, por cosas del azar, des­cubrió el cajón y al Niño allí guarda­do, quien volvió a los bra­zos de su Madre para cumplir con la procesión

Fotos: Fotote­ca de Barquisimeto

Fuente: La Div­ina Pas­to­ra, His­to­ria de una Devo­ción. María Matilde Suáres y Camen Bethen­court. Bar­quisime­to 2005
Lo Bel­lo y lo Útil de Lara. Casa Propia Enti­dad de Ahor­ro y Prés­ta­mo. Bar­quisime­to 2004
His­to­ria de la Div­ina Pas­to­ra de San­ta Rosa. Her­mano Nec­tario María. Barcelona 1926.
El Padre José Macario Yépez 1799–1855. Lino Irib­ar­ren Celis. Cara­cas 1952
Bar­quisime­to: His­to­ria Pri­va­da, Alma y Fisonomía de Bar­quisime­to de Ayer. Rafael Domin­go Sil­va Uzcátegui. Cara­cas 1959

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