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Crónica de la última visita de Bolívar a Caracas

 

El 10 de enero de 1827, los generales Simón Bolívar y José Antonio Páez, entraron a Caracas acompañados durante todo el trayecto por la música y el júbilo de una apretujada y emocionada muchedumbre. En la ciudad se respiraba una atmósfera triunfal y alegría colectiva.


Las calles habían sido limpiadas, las ven­tanas y los bal­cones de las casas esta­ban ador­na­dos con arcos de tri­un­fo: “pal­mas, guir­nal­das, ban­deras de col­ores y fes­tones”. Las fies­tas y actos cer­e­mo­ni­ales duraron dos meses.

El Lib­er­ta­dor per­maneció en Cara­cas seis meses y el 5 de julio par­tió de Cara­cas con des­ti­no a Bogotá con el obje­ti­vo de enfrentar los poderosos inten­tos de desin­te­grar a Colom­bia la grande. No volvería a pis­ar su tier­ra natal en vida.

Recua de inestimable valor

Cuen­tan las cróni­cas que a su par­ti­da Bolí­var llev­a­ba una recua con 62 baúles y más de 400 cajas con libros y cosas innu­mer­ables cuyo val­or no se estableció.

En esa ocasión había deja­do en Quito más de 600 libros que nun­ca trató de recuperar.

Memorable regreso

“Las ven­tanas, bal­cones y platafor­mas tem­po­rales esta­ban reple­tos de damas en sus más ale­gres y ric­as ropas, lanzán­dole flo­res de todas clases, y no fueron pocas las botel­las de agua de rosas que se vacia­ron sobre los héroes y los dor­manes de sus dora­dos uniformes.
Hacía un calor y var­ios otros etcéteras pro­pios de las calles estre­chas ates­tadas de per­sonas que iban des­de el negro has­ta lo que se lla­ma blan­co aquí. Fue, sin embar­go, un pequeño sac­ri­fi­cio que hac­er ante el ver­dadero plac­er de ver tan abun­dante ale­gría y entu­si­as­mo, vociferan­do y expre­san­do en el com­por­tamien­to de cada una de las almas que asistía a la glo­riosa y nun­ca tan apropi­a­da lle­ga­da del Libertador.
 
Eran muchas damas que llora­ban lágri­mas de ale­gría, y el mis­mo sen­timien­to rod­a­ba inclu­so por las mejil­las de sus her­manas más oscuras. Bolí­var  man­tu­vo un sem­blante solemne pero afa­ble, inclinán­dose ante todos y, de vez en cuan­do, quitán­dose el sombrero.” 
 

Así lo apun­tó Sir Robert Ker Porter en su diario, dado fue tes­ti­go del mag­no evento.

POR Luis Alberto Perozo Padua

Pin­tu­ra desta­ca­da: Pin­tu­ra que evo­ca la entra­da tri­un­fal de Simón Bolí­var a Caracas

Fuente: Robert Ker Porter, Diario de un diplomáti­co británi­co en Venezuela: 1825–1842. Cara­cas, Fun­dación Polar, 1997, p. 180

CorreodeLara

Esᴛᴀ́ ᴜsᴛᴇᴅ, ᴅɪsᴛɪɴɢᴜɪᴅᴏ ʟᴇᴄᴛᴏʀ, ᴇɴ ᴛᴇʀʀɪᴛᴏʀɪᴏ ᴅᴇ ʜɪsᴛᴏʀɪᴀ, ᴅᴇ ʜᴏᴍʙʀᴇs ᴄɪᴠɪʟɪsᴛᴀs, ʏ sᴏʙʀᴇ ᴛᴏᴅᴏ, ᴅᴇ ɢʀᴀɴᴅᴇs ᴀᴄᴏɴᴛᴇᴄɪᴍɪᴇɴᴛᴏs ϙᴜᴇ ᴍᴀʀᴄᴀʀᴏɴ ᴜɴ ʜɪᴛo

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