Los amoríos de la quinta Mayda
Poco duraron los amores de Carmelo Giménez con la bailarina francesa cuyo nombre nadie recuerda, venida a Barquisimeto con la compañía de Filo Vagontier y de quien el comerciante de Yaritagua se enamorara obsesionadamente.
Cuentan tradiciones de vecinos que el exitoso dueño de “Mercantiles El Globo” se había enriquecido y complació a la danzarina construyéndole una casa (Carreras 16 y 17 entre calles 42 y 43) al estilo de Paris –como ella se lo pidiera–iniciada en 1921 y concluida al año siguiente, frente a lo que años después sería el parque Ayacucho, donde habrían vivido tiempos de loca pasión.
Contaba el cronista Fulgencio Orellana que obsesionado con la bailarina el adinerado comerciante hizo construir una mansión similar a las de las afueras de París y se llegó a decir que el propio Giménez contrató un arquitecto francés para dirigir la obra.
Se ha especulado que bien pudo ser el mismo Roland Coultrox, quien al servicio de Eustoquio Gómez había construido el parque Ayacucho inaugurado el 17 de diciembre de 1933 en una fiesta popular con retretas, fuegos artificiales y la algarabía de los barquisimetanos para celebrar 25 años del gobierno de Juan Vicente Gómez.
Como antecedente vale la pena recordar que para el 9 de diciembre de 1.924 el presidente del estado (como se llamaba entonces al gobernador) general Rafael María Velazco, había colocado la primera piedra para la construcción del parque en conmemoración del centenario de la batalla de Ayacucho y hasta allí llegó. El 13 de mayo de 1929, el nuevo gobernante, general Eustoquio Gómez, asumido el cargo revisó los planos y el 17 de diciembre de 1.930 decretó el comienzo de su construcción, obra entregada al mencionado arquitecto galo para su realización. Fue Coultrox también quien construyó el cuartel Jacinto Lara sobre las ruinas de un cuartel de 1876 ordenado a construir por el general Fabricio Lara en homenaje al presidente general Antonio Guzmán Blanco
Recordemos también el afrancesamiento del país a raíz de la moda impuesta por el caudillo Guzmán Blanco, quien habría convertido a Caracas en “un París de un solo piso” como dijeron algunos o “un coqueto Versalles” como añadieron otros. No es de extrañar que la casa de don Carmelo la haya construido Coultrox.
Se dice que la bailarina pidió a don Carmelo una gruesa suma en préstamo y él, loco de amor, se lo dio. Ella se fue a Paris y más nunca regresó. Arruinado y despechado, el comerciante decidió alquilarla y el cañicultor del valle del Turbio don Cruz María Yepes Gil y su esposa Yuya, fueron los primeros en arrendarlo por la belleza de sus jardines, su espesa vegetación en el entorno, los finos acabados de la edificación y el esplendor del mobiliario.
En 1928, don Cruz María decide comprar la casa para su esposa y mudarse a la meseta de la ciudad con sus dos hijos, Edgar y Beyla. En 1935 nace en esta casa su hija Mayda, por lo cual la bautizaron con el nombre de la niña pero la llaman la casa de los Yepes Gil.
Juan José Peralta