El 19 de abril de 1810 se produjo bajo el amparo y protección del Nazareno
Luis Alberto Perozo Padua
Periodista
Por qué la revolución del 19 de abril de 1810 se produjo precisamente un Jueves Santo, el día en que la Iglesia conmemora la Última Cena de Jesucristo con sus apóstoles, la institución de la Eucaristía
Oficialmente la jornada del 19 de abril de 1810 comenzó a las ocho de la mañana; de hecho, en la madrugada había tenido lugar algunos preparativos. No obstante, la revuelta había iniciado la tarde anterior, según relata el historiador Lucas Guillermo Castillo Lara —hermano del Cardenal Rosalio José Castillo Lara, ambos ya lamentablemente fallecidos:
“La procesión doliente del milagroso Nazareno repasaba esquinas y empedrados y desgajaba limones allá por Miracielos. Los mechones de los penitentes ponían una nota violácea en las vestiduras nazarenas. Igual que las puntas de las candelas, que alumbraban las faldas del Ávila. Adelante las cofradías. Las filas de vacilantes faroles. Mantillas y andaluzas apretadas en místico fervor tras de los ‘pasos’. Los vendedores de carato y de sabrosas granjerías escalonados en la ancha plaza. Una multitud rezante, bullanguera y sudorosa. Esclavos y sirvientes. Artesanos y pardos. Nobles y mantuanos. Todos con el carisma de la fe en la punta de la mirada. Una Semana Santa y un Nazareno, piadosos y dolientes como todos los años. Y sin embargo, esa noche había algo distinto en el aire. La reunión conspiradora de la tarde había tenido lugar casa de Manuel Díaz Casado. Las otras, casa del Alcalde José de las Llamozas para convencerlo y casa de Valentín Ribas y Herrera, entre Jesuitas y Maturín, para confirmar esta adhesión. Por último, en esas horas nocturnas, la postrer y decisiva en la casa de José Ángel Álamo, en la actual esquina de Santa Teresa, para la confirmación definitiva del golpe”.
En aquella época, en Caracas, las festividades religiosas eran celebradas por todo lo alto. Un viajero inglés, llamado Robert Semple, que estuvo en la capital entre octubre de 1810 y enero de 1811, apuntó en su diario de viajes:
“(…) las procesiones de imágenes, la ornamentación de los templos con adornos y vasos de oro y plata y derroche de luz, la iluminación de las calles, las sal-vas de artillería y el repicar de las campanas, todo en con- junto forma una brillante exhibición, que mueve el interés de todas las categorías, desde la del más rancio español hasta la del negro recién importado”.
En los meses anteriores al 19 de abril de 1810, ya habían sido denunciadas y debeladas algunas conspiraciones; de modo, que las celebraciones de la Semana Santa, en general, y la procesión del Nazareno de San Pablo, el Miércoles Santo en la noche, en particular, le brindó a los Padres de la Patria el subterfugio necesario para poder reunirse a ultimar los detalles de aquella revolución.
No es exagerado decir entonces, que tan importante paso hacia la Venezuela libre e independiente, que fue el 19 de abril de 1810, se produjo bajo el amparo y protección del Nazareno de San Pablo.
Fuente: Dr. Lucas Guillermo Castillo Lara, 19 de abril. El cumpleaños de la Patria. Discurso de Orden en la Sociedad Bolivariana de Venezuela (19 de abril de 1972) Imprenta del Congreso de la República, Caracas 1972, p. 11.
Robert Semple, Bosquejo del estado actual de Caracas incluyendo un viaje por La Victoria y Valencia hasta Puerto Cabello 1810–1811, versión castellana y Prólogo de José Nucete Sardi, p. 57
Felipe Larrazábal, Bolívar. Edición modificada con Prólogo y Notas por Rufino Blanco Fombona Ediciones Centauro, Caracas 1975, Vol. I, pp. 81–85