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Joan Pujol, el espía más importante de la historia vivió y murió en Venezuela

Luis Alberto Perozo Padua
Periodista y escritor
luisalbertoperozopadua@gmail.com
En las redes sociales: @LuisPerozoPadua

Conocido como el agente Garbo, jugó un papel clave en la II Guerra Mundial y contribuyó a la victoria de los Aliados. Provocó la noticia de su propia muerte y vivió oculto durante cerca de cuarenta años

Cuan­do el agente espa­cial Gar­bo cumplió 72 años, decidió rev­e­lar al mun­do quién era real­mente. Habían pasa­do 40 años y las libr­erías y los per­iódi­cos esta­ban reple­tos de sus céle­bres haz­a­ñas sin ten­erse la más mín­i­ma idea de quién era la per­sona que esta­ba detrás de este míti­co seudónimo.

Fue en 1984, cuan­do el doble agente secre­to tomó la difí­cil decisión de dar a cono­cer su iden­ti­dad verdadera.

Entonces con­vocó a los medios de comu­ni­cación para ofre­cer una con­fer­en­cia de pren­sa en el hotel Ritz de Madrid, España, y tras una expec­tante pausa de los des­ori­en­ta­dos peri­odis­tas, man­i­festó: “Engañé a Hitler porque era ene­mi­go implaca­ble de la humanidad dado mi padre me enseñó el sig­nifi­ca­do de lib­er­tad”. Frente a las ráfa­gas de flas y ensor­de­ce­do­ras pre­gun­tas de los peri­odis­tas, esta­ba Joan Pujol Gar­cía, cono­ci­do como Garbo.

Gar­bo era un doble espía. Su nom­bre clave para los ale­manes era Ara­bel. Era su espía estrel­la, era el hom­bre que les proveía valiosos datos de inteligen­cia ‑aunque algo tardíos- sobre los movimien­tos del enemigo.

Pero la real­i­dad era otra, Gar­bo era el arma sec­re­ta de los británi­cos, un doble agente exper­to en el peli­groso arte del engaño.

 


Juan Pujol nació en España,
pero vivió y murió en Venezuela

 

 

 

 

 

 

 

Era español

Joan Pujol Gar­cía había naci­do en Barcelona, España, el 14 de febrero de 1914. Era el ter­cero de los cua­tro hijos de un próspero propi­etario de la fábri­ca de tintes para tex­tiles más impor­tante de Barcelona.

Su juven­tud aco­moda­da con­cluyó en el ver­a­no de 1936 cuan­do fue lla­ma­do a for­mar parte del ejérci­to tras el alza­mien­to en armas de Fran­cis­co Fran­co con­tra la Segun­da Repúbli­ca Españo­la. Era el ini­ció la cru­en­ta Guer­ra Civ­il que aso­laría ese país durante los sigu­ientes tres años.

Odi­a­ba los con­flic­tos y la vio­len­cia, por tan­to, rehu­sa­do a enro­larse en el ejérci­to y con la doble tilde de deser­tor de la patria, se escondió en una vivien­da del bar­rio de la Cat­e­dral y ayu­da­do por una veci­na que le con­sigu­ió doc­u­men­tos de iden­ti­dad fal­sos, pudo salir después de casi dos años de res­guar­do. “Perdí 20 kilos y casi todo el cabel­lo. Parecía un hom­bre decrépi­to de 40 años, aunque solo tenía 25”, comen­tó a la prensa.

Juan Pujol Gar­cía 1912–1988, con su famil­ia vene­zolana en segun­das nupcias

Inten­tó huir a Fran­cia, pero al ver el inten­so movimien­to mil­i­tar en la fron­tera desis­tió de la idea. Cansa­do de sen­tir miedo, se pre­sen­tó como vol­un­tario en el Ejérci­to Repub­li­cano y tra­ba­jó en el ten­di­do de cables telegrá­fi­cos e inmedi­ata­mente como telegrafista, con­ven­ci­do que no dis­pararía un solo tiro.

En una escara­muza, se fil­tró en una trinchera ene­mi­ga y se entregó pen­san­do que, al unirse al ban­do fran­quista, se acabaría su pesadil­la, no obstante, ter­minó en una maz­mor­ra por un tiem­po, y luego en las filas de Fran­co, cuyas tropas ganaron la guer­ra civ­il el 1° de abril de 1939, con sal­do de medio mil­lón de muer­tos, ham­bre y destrucción.

Cin­co meses después, los nazis invadieron Polo­nia. Comen­z­a­ba un con­flic­to dan­tesco: la Segun­da Guer­ra Mundial.

Pujol y su primera esposa

El doble agente secreto

Al finalizar la Guer­ra Civ­il españo­la, Joan Pujol con­sigu­ió un tra­ba­jo como ger­ente en un modesto hotel de Madrid. En 1940 con­tra­jo mat­ri­mo­nio con Araceli González Car­val­lo, con la que pro­cre­ará tres hijos: Juan, Jorge y María Eugenia.

Europa esta­ba a los pies de Fran­co y la dic­tadu­ra de Salazar en Por­tu­gal. La tiranía de Hitler ame­naz­a­ba con dom­i­nar todo el con­ti­nente. Joan Pujol sen­tía un desme­di­do des­pre­cio por los totalitarismos.

Deci­di­do a con­ver­tirse en espía, en Madrid se acer­có a las autori­dades británi­cas tres veces sin suerte antes de lograr su cometi­do por una vía alterna.

Debido a las con­trariedades, Joan tomó una curiosa deter­mi­nación: Bajo la iden­ti­dad de “señor López”, ofre­ció sus ser­vi­cios como agente secre­to a La Abwehr, el ser­vi­cio secre­to alemán, mostrán­dose como un fer­viente fun­cionario del gob­ier­no español de ten­den­cias pronazis.

Pero La Abwehr requería de un agente con doc­u­mentación ade­cua­da para mov­i­lizarse por Europa y Joan no disponía de este valioso recur­so, por lo que fue rechazado.

Pujol movió cielo y tier­ra y con­sigu­ió un pas­aporte diplomáti­co fal­si­fi­ca­do y eso con­ven­ció a los ale­manes. Una vez acep­ta­do, le impartieron un cur­so inten­si­vo de espi­ona­je, que incluyó la escrit­u­ra cifra­da. Le dotaron de cier­tos códi­gos, tin­ta invis­i­ble y 3.000 dólares. Lo enviaron a Lis­boa en julio de 1941 con la mis­ión que pasara even­tual­mente a las islas británi­cas. Su nom­bre clave sería “Alar­ic”.

Joan Pujol se con­vir­tió en un doble agente secre­to, cono­ci­do con el seudón­i­mo de Gar­bo por los ingle­ses, y de Alar­ic por los alemanes

Insta­l­a­do en la cap­i­tal de Por­tu­gal, inten­tó en vano ofre­cer­les sus ser­vi­cios a los ingle­ses. Sin posi­bil­i­dad algu­na de trasladarse a Gran Bre­taña, uti­lizó su inge­nio para hac­er­les creer a los ger­manos que se encon­tra­ba en Lon­dres espiando a los aliados. 

Arma­do de una copia de la Guía Azul de Inglater­ra, una obra de la Roy­al Navy, una guía de fer­ro­car­riles, y algu­nas revis­tas encon­tradas en la bib­liote­ca local, inven­tó informes tan impre­sio­n­antes que con­sigu­ió pen­saran que provenían de Londres.

Pujol envi­a­ba los men­sajes cifra­dos a través de un supuesto pilo­to de la aerolínea KLM que recogía los informes en Lon­dres y luego los envi­a­ba a Madrid des­de Lis­boa. Todos era datos inven­ta­dos mez­cla­dos con hechos reales.

El Ser­vi­cio de Inteligen­cia Secre­to británi­co (Mi6) inter­cep­taron extraños men­sajes envi­a­dos a los ale­manes supues­ta­mente des­de Inglater­ra y en los que se habla­ba de regimien­tos, bar­cos y man­io­bras mil­itares inexistentes.

Uno de esos informes, remi­ti­do por un tal “William Ger­bers” (uno de los fal­sos agentes de Pujol), reporta­ba la sal­i­da des­de Liv­er­pool de un con­voy rum­bo a la isla de Mal­ta. Para su sor­pre­sa, los ale­manes lo creyeron y enviaron aviones y sub­mari­nos a la caza de los bar­cos fic­ti­cios. Aunque la operación fue un obvio fra­ca­so, los nazis no cul­paron de ello a Pujol, sino a los ital­ianos que los acom­pañaron en la maniobra.

Juan Pujol recién lle­ga­do a Venezuela

Cuan­do el Mi6 descifró la pres­en­cia de aquel espía que tra­ba­ja­ba para Hitler, activó las alar­mas, fue entonces cuan­do la esposa de Pujol puso en mar­cha el plan traza­do y estable­ció con­tac­to con la Emba­ja­da norteam­er­i­cana en Lis­boa en donde con­fesó que su mari­do, en un inten­to de colab­o­rar con la causa ali­a­da, se había infil­tra­do en el ser­vi­cio secre­to alemán. Con­signó el pliego de códi­gos secre­tos y la tin­ta invis­i­ble para convencerlos.

Inmedi­ata­mente los esta­dounidens­es recomen­daron a los ingle­ses que con­tac­taran al pre­sun­to agente alemán. A los tres días, reclu­taron a Pujol para el con­traes­pi­ona­je, le dis­pen­saron los medios para trasladarse a Lon­dres, donde pos­te­ri­or­mente se le unirían su esposa Araceli y sus hijos. Pujol arribó a la cap­i­tal británi­ca en abril de 1942.

En un prin­ci­pio el Mi6 le asignó a Pujol el nom­bre clave de “Bovril”, en alusión a una mar­ca de extrac­to de carne de vaca. Asimis­mo, le des­ig­naron un super­vi­sor: Tom­my Har­ris quien luego de frat­er­nizar con el español, lo con­sid­eró “el mejor actor del mun­do”, por lo que lo bau­tizó “Gar­bo” en hom­e­na­je a la sue­ca Gre­ta Gar­bo, una de las estrel­las más pop­u­lares del Hol­ly­wood de entonces.

La red de Garbo

En un repor­ta­je pub­li­ca­do en El País, el 11 de sep­tiem­bre de 1984, el pro­pio Joan Pujol Gar­cía relató cómo fue el pro­ce­so para con­ver­tirse en doble agente secre­to y engañar al III Reich.

“Con­struí una red de agentes, com­ple­ta­mente inven­ta­da, que tra­ba­ja­ba a mis órdenes des­de el inte­ri­or del Reino Unido y pasa­ba infor­ma­ción al ser­vi­cio secre­to alemán. Mi red tenía 17 agentes ‑llegó a ten­er 20 en total- y esta­ba com­pues­ta por sec­re­tarias de min­is­te­rios, emplea­d­os, admin­is­tra­tivos. Todos imag­i­nar­ios. Inclu­so llegué a con­tar con un piloto. 

Con radios de amplia fre­cuen­cia como esta Paraset Gar­bo se comu­ni­ca­ba con los Ale­manes, a quienes hacía creer que se encon­tra­ba en Inglater­ra a la cabeza de una célu­la de espías. Wiki­me­dia Commons

Sus denom­i­na­ciones, en códi­go, eran la V y un número. Medi­ante esta red, poco a poco, en un labo­rioso esfuer­zo logramos con­seguir la con­fi­an­za del ser­vi­cio secre­to alemán. Una vez logra­da, las condi­ciones para intoxi­car­lo esta­ban dadas, y eso fue lo que hici­mos”, rev­ela Joan Pujol para El País.

Gar­bo y Har­ris per­fec­cionaron la red de agentes que Pujol empezó a con­ce­bir en Por­tu­gal. Lle­garon a dispon­er de 27 sub­agentes, todos fic­ti­cios por supuesto, cada uno con su per­fil, per­son­al­i­dad y prob­le­mas, y dis­per­sos por toda la geografía británica.

“Los había de dis­tin­tas nacional­i­dades, incluyen­do a Car­los un joven estu­di­ante vene­zolano de famil­ia aco­moda­da y res­i­dente en Glas­gow, que pos­te­ri­or­mente logró reclu­tar tam­bién a su her­mano para que espi­ara a los Ali­a­dos en Suraméri­ca”, apun­ta el peri­odista Michael Niss­nick, en un artícu­lo pub­li­ca­do en El Estí­mu­lo (10 de octubre, de 2019).

A través de esta red de agentes secre­tos, vía Madrid, Gar­bo y su socio fueron capaces de trans­mi­tir al ser­vi­cio de inteligen­cia alemán infor­ma­ción del cal­i­bre nece­sario para ganarse la con­fi­an­za de los nazis.

Joan Pujol, quien aparece en la ima­gen con su esposa Araceli, fue un agente doble que ayudó a engañar a los nazis sobre las opera­ciones del Día D

Venció a Hitler

En enero de 1944, loa ali­a­dos pusieron en mar­cha la Operación ‘For­ti­tude North’. Los ale­manes infor­maron a Pujol de que los ali­a­dos se esta­ban preparan­do para una invasión en Europa a gran escala y le requieren para que les man­ten­ga informados.

El Alto Man­do Alemán esta­ba en lo cier­to: los planes británi­cos y esta­dounidens­es para la invasión de la Europa ocu­pa­da esta­ba en desarrollo.

Para ocul­tar­lo, los ali­a­dos desple­garon un estratégi­co plan, al que dieron el nom­bre en clave de ‘Over­lord’, con la colab­o­ración esen­cial de Garbo.

Entre enero y el día D (martes 6 de junio de 1944), más de 500 men­sajes de radio se cruzaron entre Gar­bo y Madrid, que él direc­ta­mente retrans­mi­tió a Berlín.

Era vital hac­er creer a los ale­manes que el desem­bar­co en Nor­mandía era una vul­gar dis­trac­ción y que la ver­dadera operación ocur­riría mucho más al norte, en el Paso de Calais. Y en este pun­to entraron en esce­na Gar­bo y Har­ris al frente de la “Operación Fortitude”.

Gar­bo en el pala­cio de Buck­ing­ham cuan­do fue nue­va­mente con­dec­o­ra­do por la Corona

La estrat­a­ge­ma entraña­ba aún un últi­mo y ele­gante golpe de efec­to: el MI‑5 dio instruc­ciones a Gar­bo para que Ara­bel (la red de espi­ona­je de Gar­bo) trans­mi­tiera — seis horas antes de su eje­cu­ción- la infor­ma­ción del desem­bar­co y que destacara el cam­bio de planes, pues aho­ra sería en Nor­mandía, donde Hitler había indi­ca­do pre­vi­a­mente. De este modo, los ale­manes no perderían la con­fi­an­za en su agente. “La pieza no sería sacrificada”.

“La Operación Over­lord se cobró la vida de más de 110.000 per­sonas de ambos ban­dos, pero fue un gran éxi­to para los Ali­a­dos (y para Gar­bo), pues se pudieron romper las defen­sas ger­manas, avan­zar en la lib­eración de Fran­cia y ganar la Segun­da Guer­ra Mundi­al al año sigu­iente”, asien­ta el peri­odista Michael Nissnick.

“El caso es que después de que el desem­bar­co de Nor­mandía se con­solidó, como era de esper­ar, los ale­manes me pidieron cuen­tas de la infor­ma­ción que les había dado. Yo, muy tran­qui­lo, les di una expli­cación coher­ente: el desem­bar­co por Nor­mandía era ini­cial­mente una man­io­bra de diver­sión, pero el éxi­to de su pro­pio cur­so hizo que el alto man­do ali­a­do deci­diera con­ver­tir­lo, sobre la mar­cha, en el desem­bar­co prin­ci­pal y úni­co, al igual que la incom­ple­ta resisten­cia de los ale­manes hal­la­da allí por parte de los ali­a­dos”, nar­ra Joan Pujol en el men­ciona­do repor­ta­je para El País.

Joan Pujol Gar­cía fue el úni­co par­tic­i­pante de la Segun­da Guer­ra Mundi­al con­dec­o­ra­do por ambos ban­dos, recibió las más altas dis­tin­ciones: el 29 de julio de 1944, se le noti­ficó: Con gran ale­gría y sat­is­fac­ción puedo comu­ni­car­le con fecha de hoy que el Führer le ha con­ce­di­do la Cruz de Hier­ro por sus extra­or­di­nar­ios méri­tos, con­dec­o­ración que –sin ningu­na excep­ción– solo se otor­ga a los com­bat­ientes en primera línea.

Por su parte, los británi­cos le otor­garon a Gar­bo la Orden del Impe­rio Británi­co en una cer­e­mo­nia sec­re­ta poco antes de la Navi­dad de 1944. La medal­la le fue entre­ga­da por Sir David Petrie, direc­tor gen­er­al del Ser­vi­cio de Seguri­dad, en un ban­quete cel­e­bra­do en su honor.

Cuan­do ter­minó la guer­ra, “Alar­ic” se entre­vistó con miem­bros del ser­vi­cio secre­to alemán escon­di­dos en Madrid, quienes pese a su infor­tu­nio mostraron su pro­fun­do agradec­imien­to para con su agente secre­to, com­pen­sán­do­lo con 25.000 pese­tas, entonces una pequeña for­tu­na, recur­sos que uti­lizó Gar­bo para ocul­tarse y huir a Venezuela.

Fin­gió su muerte

Juan Pujol sería el agente Garbo

Con la ayu­da del ser­vi­cio secre­to inglés, el MI5, Gar­bo simuló haberse muda­do del Reino Unido con des­ti­no a Ango­la. Pocos después algunos medios de comu­ni­cación anun­cia­ron su triste dece­so a causa de la Malar­ia, otros le atribuyeron la muerte a la mord­e­du­ra de una serpiente.

Gar­bo real­izó un tour por Améri­ca, pues “Quería hal­lar un país democráti­co en el que pudiera estable­cerme con carác­ter defin­i­ti­vo. Por últi­mo, decidí quedarme en Venezuela. Sin dejar ras­tros de ningu­na clase, ya que desea­ba con­tin­uar a sal­vo de los nazis”, cuenta.

En 1945, Gar­bo y Araceli se establecieron en Lagu­nil­las, esta­do Zulia, Venezuela, país que por aque­l­los años fue una pujante recep­to­ra de inmi­grantes. Se le cono­ció como Juan y no Joan.

Tras una serie de duros reveses económi­cos, Araceli no se adap­tó a la nue­va vida, lo que motivó la sep­a­ración conyu­gal. Ella volvió a Madrid con sus tres hijos y Juan Pujol se desposó nue­va­mente con Car­men Cil­ia Álvarez, en Mara­cay, esta­do Aragua, con quien tuvo tres hijos más, María Ele­na – quien a los 20 años, el 31 de diciem­bre de 1975, el aumen­to repenti­no de la ten­sión arte­r­i­al, le quitó la vida. Tam­bién al hijo que llev­a­ba en su vien­tre –, Car­los Miguel y Juan Carlos.

Juan emprendió var­ios nego­cios: adquir­ió una fin­ca en Valen­cia, esta­do Carabobo, y le instaló un nove­doso sis­tema de riego, pero el pre­dio fue saque­a­do durante los dis­tur­bios que se gener­aron tras el der­ro­camien­to del pres­i­dente Rómu­lo Gal­le­gos en noviem­bre de 1948.

Tra­ba­jó para la empre­sa Shell, que dom­ina­ba la explotación petrol­era en el esta­do Zulia, enseñan­do español a téc­ni­cos esta­dounidens­es e inglés a los ger­entes vene­zolanos. Allí instaló un cine, el primero en la zona.

Igual­mente, regen­tó una tien­da de recuer­dos en un hotel de Lagu­nil­las. Tam­bién fundó ‘La casa del rega­lo’ en donde vendía: lápices, cuader­nos, hojas de papel, tijeras y todos los lla­ma­dos: uten­sil­ios de ofic­i­na. Inten­tó hac­er fun­cionar su propia hostería, a la que llamó “Mari­cel”, en Choroní, un pueblo pes­quero edi­fi­ca­do en las fal­das de la Cordillera de la Cos­ta, donde una vez comen­zó a escribir sus memorias.

Pujol se mudó a un aparta­men­to que había com­pra­do en la urban­ización La Trinidad, al este de Caracas.

The for­mer spy’s Venezue­lan passpor

Revivió en Venezuela

“Durante trein­ta y seis años viví pací­fi­ca­mente en Venezuela”, con­tó Juan Pujol agre­gan­do que, en 1984, cuan­do menos lo esper­a­ba, Nigel West, un peri­odista e his­to­ri­ador espe­cial­iza­do en cues­tiones de seguri­dad e inteligen­cia, logró romper el anon­i­ma­to que había man­tenido con tan­to éxi­to por casi 40 años, y encon­tró su ras­tro después de una labo­riosa búsque­da y una cuida­dosa inves­ti­gación. Ni sus hijos del primer mat­ri­mo­nio sabían que su padre era el épi­co agente Gar­bo, y mucho menos que esta­ba vivo.

La rea­pari­ción del leg­en­dario Gar­bo fue todo un acon­tec­imien­to mediáti­co. Fue invi­ta­do al Pala­cio de Buck­ing­ham por el mis­mísi­mo príncipe Felipe, Duque de Edim­bur­go, esposo de la reina Isabel II, para impon­er­le for­mal­mente la Orden del Impe­rio Británi­co otor­ga­da casi medio siglo antes. Fue recibido con hon­ores en Europa pero además pudo, después de muchos años, reunirse con sus hijos.

Juan Pujol fal­l­e­ció en Cara­cas a causa de un der­rame cere­bral el 10 de octubre de 1988 a la edad de 74 años. En el cemente­rio de Choroní una sen­cil­la inscrip­ción da cuen­ta que sus restos reposan allí. Fue su últi­ma voluntad.

Su ges­ta… ¿es fru­to de su ingenuidad o de su ’humanidad’? ¿Héroe o incon­sciente embau­cador?  En cualquier caso, el espía más famoso de todos los tiem­pos con­sigu­ió con­ver­tirse en leyen­da, cuya últi­ma mis­ión la desem­peñó en Venezuela.

Juan Pujol en Choroní, Venezuela

 

La inscrip­ción en la aparta­da láp­i­da mar­ca las fechas 14 de febrero de 1912 y 10 de octubre de 1988. Al lado está enter­ra­da su esposa vene­zolana y una hija

CorreodeLara

Esᴛᴀ́ ᴜsᴛᴇᴅ, ᴅɪsᴛɪɴɢᴜɪᴅᴏ ʟᴇᴄᴛᴏʀ, ᴇɴ ᴛᴇʀʀɪᴛᴏʀɪᴏ ᴅᴇ ʜɪsᴛᴏʀɪᴀ, ᴅᴇ ʜᴏᴍʙʀᴇs ᴄɪᴠɪʟɪsᴛᴀs, ʏ sᴏʙʀᴇ ᴛᴏᴅᴏ, ᴅᴇ ɢʀᴀɴᴅᴇs ᴀᴄᴏɴᴛᴇᴄɪᴍɪᴇɴᴛᴏs ϙᴜᴇ ᴍᴀʀᴄᴀʀᴏɴ ᴜɴ ʜɪᴛo

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