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Jóvito Villalba, el presidente que nunca fue

Luis Alberto Perozo Padua
Periodista y escritor
luisalbertoperozopadua@gmail.com
En las redes sociales: @LuisPerozoPadua

Considerado como uno de los grandes partícipes de la construcción de la democracia venezolana. Poseía un discurso elocuente y envidiable

El 6 de febrero de 1928, con moti­vo a la Sem­ana del Estu­di­ante, Jóvi­to Vil­lal­ba pro­nun­ció un encen­di­do dis­cur­so en el Pan­teón Nacional. Para muchas voces sin eco, fue “el primer gri­to de guer­ra de los estu­di­antes con­tra la dic­tadu­ra”, razón por la cual el rég­i­men gomecista no tol­eró seme­jante afrenta. Fue cap­tura­do siete días después y reclu­i­do en el cuar­tel de El Cuño.

Ape­nas obtu­vo la lib­er­tad, inten­si­ficó la insur­gen­cia en las filas del Par­tido Rev­olu­cionario Vene­zolano (PRV), de Gus­ta­vo Macha­do, y en noviem­bre de 1929, por su con­stante con­frontación a la funes­ta dic­tadu­ra ‑inclu­so con armas de fuego‑, es apre­sa­do nue­va­mente y encer­ra­do en La Rotun­da, la cár­cel más temi­da de Venezuela. Un año más tarde, Jóvi­to es envi­a­do al castil­lo de Puer­to Cabel­lo, en donde pasará seis lar­gos y tor­tu­osos años.

Aprovechó Jóvi­to su encier­ro para estu­di­ar inglés, francés y alemán, así como pulir sus conocimien­tos en Dere­cho y, ter­mi­na con­for­man­do una escuela para anal­fa­betos con­fi­na­do en aque­l­las maz­mor­ras de la tam­bién luc­tu­osa for­t­aleza de San Felipe.

Jóvi­to Vil­lal­ba. Foto: Foto Estu­dio Mes­su­ti. Cara­cas. Colec­ción de @LaVitrolaVzla en Instagram

Es de supon­er que los asesores del Ben­eméri­to le recomen­daron extrañar a Vil­lal­ba “porque su intre­pi­dez es más peli­grosa den­tro que afuera, mi gen­er­al”. En 1934 es expa­tri­a­do y envi­a­do en un vapor a la isla de Trinidad has­ta que Eleazar López Con­tr­eras, tras la muerte de Gómez, les otor­ga el perdón a todos los dester­ra­dos políti­cos y Vil­lal­ba es el primero en regre­sar a Venezuela.

Lid­era una serie de man­i­festa­ciones muy con­cur­ri­das con­tra las políti­cas de López Con­tr­eras. Para neu­tralizar­lo, es acu­sa­do de deli­to políti­co y aunque la Corte Supe­ri­or del Dis­tri­to Fed­er­al lo absuelve, en 1937 de nue­vo lo expul­san de Venezuela.

Antes, en la clan­des­tinidad, había fun­da­do, jun­to a Rómu­lo Betan­court el Par­tido Democráti­co Nacional (PDN). Su exilio se desar­rol­la por Méx­i­co, Cen­troaméri­ca y Colombia.

El pres­i­dente Isaías Med­i­na Angari­ta lo per­dona y Vil­lal­ba regre­sa al país para pros­eguir sus estu­dios de Dere­cho en la Uni­ver­si­dad Cen­tral de Venezuela para grad­uarse en 1943. Ese año es elec­to senador por Nue­va Espar­ta, esta­do que lo vio nac­er el 23 de mar­zo de 1908.

Jóvi­to Vil­lal­ba, Joaquín Gabaldón Mar­quéz y Rómu­lo Betan­court. Estu­di­antes de Dere­cho en 1928

El peri­odista y ensay­ista Efraín Subero apun­ta, que por ini­cia­ti­va del doc­tor Elías Toro, el 18 de diciem­bre de 1945, se crea en Cara­cas una «agru­pación cívi­ca» con el nom­bre de Unión Repub­li­cana Democráti­ca (URD) que se con­sti­tuye en par­tido políti­co el 28 de febrero de 1947 en su Primera Con­ven­ción Nacional. Jorge Figarel­la fue elec­to pres­i­dente y Vil­lal­ba, sec­re­tario general.

Con URD, Vil­lal­ba recorre el país calen­ta­do la calle con­tra el par­tido de gob­ier­no Acción Democráti­ca (AD) por “intran­si­gente”. Exigía Vil­lal­ba un gob­ier­no de inte­gración nacional.

Cuan­do el 11 de diciem­bre de 1946, la Jun­ta Rev­olu­cionar­ia de Gob­ier­no el alza­mien­to de varias unidades mil­itares en Valen­cia y Mara­cay sus­pende las garan­tías con­sti­tu­cionales, e inmedi­ata­mente detienen y encier­ran a Vil­lal­ba en Cara­cas. Reco­bra la lib­er­tad en enero de 1947.

URD ganó abrumadoramente

Luego que la Jun­ta Mil­i­tar de Gob­ier­no tomó el poder en Venezuela, tras haber der­ro­ca­do en 1948 al pres­i­dente Rómu­lo Gal­le­gos, nom­bró una comisión para que redac­tara el proyec­to de estatu­to elec­toral inte­gra­do por Luis Gerón­i­mo Pietri como su pres­i­dente, Rafael Caldera y Jóvi­to Vil­lal­ba, como vicepres­i­dentes. En abril de 1951 se pro­mul­gó el Estatu­to Elec­toral que regiría las elec­ciones que se cel­e­brarán el 30 de noviem­bre de 1952.

En aque­l­las elec­ciones, URD, la tol­da políti­ca de Jóvi­to Vil­lal­ba ganó la may­oría de las curules para inte­grar la Asam­blea Nacional Con­sti­tuyente que ele­giría al pres­i­dente de la Repúbli­ca, der­rotan­do así al Frente Elec­toral Inde­pen­di­ente (FEI) que era el par­tido de Mar­cos Pérez Jiménez.

Jóvi­to Vil­lal­ba en 1936

Consumado el fraude 

El 2 de diciem­bre de 1952 la dic­tadu­ra pere­ji­menista descono­ció los resul­ta­dos de los comi­cios y en una cela­da elab­o­ra­da, a través del min­istro de Rela­ciones Inte­ri­ores, invi­taron a una entre­vista al coman­do urre­dista con Vil­lal­ba como líder del grupo. Allí fueron apre­hen­di­dos y dester­ra­dos a Panamá.

Aquel aci­a­go día se dis­olvió la Jun­ta de Gob­ier­no y los altos jer­ar­cas mil­itares procla­maron a Pérez Jiménez pres­i­dente pro­vi­sion­al de la Repúbli­ca. La Asam­blea Con­sti­tuyente aprobó la nue­va Con­sti­tu­ción el 15 de abril de 1953, con el dic­ta­dor como pres­i­dente para perío­do con­sti­tu­cional 1953- 1958.

Vil­lal­ba no era un hom­bre que se doble­ga­ba y des­de el exilio que vive entre Esta­dos Unidos, Trinidad y Méx­i­co, fue uno de los propul­sores de la Jun­ta Patrióti­ca que se creó en Cara­cas en 1957.

Retornó con un propósito

Los suce­sos del 23 de enero de 1958, día que cae la dic­tadu­ra de Pérez Jiménez, le per­mite a Vil­lal­ba regre­sar a Venezuela con un propósi­to claro: man­i­fi­es­ta con con­tun­den­cia «la unidad de todas las fuerzas democráti­cas», idea que dis­cu­tió en Nue­va York con Rómu­lo Betan­court (AD) y Rafael Caldera (COPEI) dan­do ori­gen al Pacto de Pun­to Fijo, fir­ma­do en Cara­cas el 31 de octubre. 

En las elec­ciones de 1958 fue elec­to diputa­do al Con­gre­so Nacional. Debido «a pro­fun­das diver­gen­cias en mate­ria económi­ca, inter­na­cional y de orden públi­co» a finales de 1960, URD aban­dona la coali­ción de gob­ier­no. Para 1963, Vil­lal­ba se había con­ver­tido en la máx­i­ma voz opos­i­to­ra en los debates del Congreso


Aquel año, se pos­tuló como can­dida­to a la Pres­i­den­cia de la Repúbli­ca, y en las elec­ciones gen­erales que se cel­e­braron el 1 de diciem­bre, para ele­gir al Pres­i­dente de la Repúbli­ca, 47 escaños del Sena­do de la Repúbli­ca, 179 curules de la Cámara de Diputa­dos, más los miem­bros de las Asam­bleas Leg­isla­ti­vas Estadales y de los Con­ce­jos Munic­i­pales, Raúl Leoni (AD) fue elegi­do con 957.574 votos, 32.81 %, para diri­gir los des­ti­nos del país durante el peri­o­do con­sti­tu­cional del 2 de mar­zo de 1964 al 2 de mar­zo de 1969. El can­dida­to Rafael Caldera, (COPEI), obtu­vo 589.177 votos, 20.19 %. Jóvi­to Vil­lal­ba, (URD) reg­istró 551.266 votos, el ter­cer lugar con 18.87%.

Jamás claudicó

Isme­nia, esposa de Jóvi­to Villalba

Vil­lal­ba jamás se rindió y diez años más tarde volvió al rue­do elec­toral como aspi­rante a la Pres­i­den­cia para con­frontar a Car­los Andrés Pérez (AD). En esta opor­tu­nidad la votación a su favor men­guó estrepitosamente.

Dedicó sus últi­mos años de vida como cat­e­dráti­co de Dere­cho Con­sti­tu­cional en la Fac­ul­tad de Dere­cho de la Uni­ver­si­dad Cen­tral de Venezuela; de soci­ología en la Escuela de Economía y de cor­ri­entes políti­cas en la Escuela de Peri­odis­mo de la mis­ma casa de estu­dios superiores.

Enfer­mo se retiró defin­i­ti­va­mente de la vida públi­ca, inclu­sive su condi­ción le impidió apo­yar a su esposa Isme­nia de Vil­lal­ba, cuan­do optó por la Pres­i­den­cia de la Repúbli­ca en 1988.

Rafael Caldera, Jóvi­to Vil­lal­ba y Rómu­lo Betan­court en la casa de Igna­cio Luis Arcaya en Nue­va York el 23 de enero de 1958

Jóvi­to Vil­lal­ba fal­l­e­ció en Cara­cas el 8 de julio de 1989 y sus restos mor­tales fueron inhu­ma­dos el cemente­rio munic­i­pal de su natal Pampatar.

El caso de Jóvi­to Vil­lal­ba en aque­l­las elec­ciones de 1952 fue sin lugar a duda un esce­nario muy pare­ci­do al de la Venezuela actu­al: el demócra­ta que se enfrenta con esca­sos recur­sos y sin garan­tías a un aparata­je dic­ta­to­r­i­al colosalmente poderoso, que al final se declara tri­un­fador uti­lizan­do todos los recur­sos del Esta­do para legalizar el fraude, y perseguir y aplas­tar cualquier inten­to de reclamo.

Jóvi­to Vil­lal­ba. Foto: Foto Estu­dio Mes­su­ti. Cara­cas. Colec­ción de @LaVitrolaVzla en Instagram

La his­to­ria es cícli­ca sue­len decir esclare­ci­das voces, sin embar­go, para la acu­ciosa his­to­ri­ado­ra Inés Quin­tero la his­to­ria no se repite porque los momen­tos, las cir­cun­stan­cias, las condi­ciones y los per­son­ajes de los pro­ce­sos históri­cos son diferentes. 

Sub­raya con deter­mi­nación que rea­cios a creer tal afir­ma­ción de una his­to­ria cícli­ca, “es imper­a­ti­vo man­ten­er estos suce­sos pre­sentes, no para evi­tar repe­tir­los, sino para estable­cer difer­en­cias. Lo más intere­sante de esto, es poder com­pren­der situa­ciones que podrían expre­sar simil­i­tudes para descifrar en qué se difer­en­cian, por tan­to, la his­to­ria es úni­ca e irrepetible”, con­cluyó Quin­tero tras una lla­ma­da tele­fóni­ca trans­for­ma­da en cátedra.

Isme­nia jun­to a su esposo, Jóvi­to Vil­lal­ba (izquier­da). Foto: cortesía

CorreodeLara

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