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La Carraca, sin Miranda

 

Inés Quintero
Historiadora. Individuo de Número de la Academia Nacional de la Historia, ocupando el Sillón L. 
Directora de la Academia Nacional de la Historia

En la cár­cel de las 4 Tor­res en el Arse­nal de La Car­ra­ca pasó Fran­cis­co de Miran­da los dos últi­mos años de su vida, des­de 1814 cuan­do fue remi­ti­do allí des­de Puer­to Rico, has­ta que murió el 14 de julio de 1816


Tuve opor­tu­nidad de estar en ese mis­mo lugar, en abril de 2013, con Roge­lio mi esposo. Habíamos hecho un primer inten­to en un via­je a Cádiz tres años antes, pero no nos dejaron entrar. Se tra­ta de una insta­lación de acce­so restringi­do que pertenece a la Arma­da españo­la. Con la mediación de la Uni­ver­si­dad de Cádiz, logramos hac­er la visi­ta, hici­mos un recor­ri­do por todo el lugar y estu­vi­mos en el pro­pio cuar­ti­co donde Miran­da vivió sus dos últi­mos años de vida.

Nada que ver con el cuadro de Miran­da en La Car­ra­ca, por supuesto. Pero tam­poco hay nada que per­mi­ta recon­stru­ir ni remo­ta­mente esa últi­ma pres­en­cia. Unos ramos de flo­res plás­ti­cas, pla­cas de bronce en las pare­des, un catre con la ban­dera de Venezuela, en un lugar des­o­lador, que se encuen­tra en ruinas. 

Nada allí dice algo de Miran­da, de sus días y sus noches, todo es ausen­cia y vacío. El momen­to más con­move­dor de la visi­ta fue cuan­do me asomé por la ven­tani­ta por la cual Miran­da se asoma­ba día a día y veía esa soledad que lo rodeaba.

Pude ver entonces esa mis­ma soledad que lo acom­pañó has­ta el día de su muerte. Fue en ese momen­to cuan­do final­mente me pude conec­tar son su pres­en­cia. Todo esto lo cuen­to en El hijo de la panadera. Las fotos ofre­ci­das cuan­do escribí el libro las com­par­to aho­ra con ustedes. 

Allí está una vista del Arse­nal de La Car­ra­ca, otra del piso de arri­ba donde se encuen­tra la entra­da al cuar­ti­co de Miran­da, las fotos del inte­ri­or y la vista des­de la ven­tana donde se puede apre­ciar el paisaje que acom­pañó al gen­er­alísi­mo Fran­cis­co de Miran­da estos dos últi­mos años. Un recuer­do imborrable.

CorreodeLara

Esᴛᴀ́ ᴜsᴛᴇᴅ, ᴅɪsᴛɪɴɢᴜɪᴅᴏ ʟᴇᴄᴛᴏʀ, ᴇɴ ᴛᴇʀʀɪᴛᴏʀɪᴏ ᴅᴇ ʜɪsᴛᴏʀɪᴀ, ᴅᴇ ʜᴏᴍʙʀᴇs ᴄɪᴠɪʟɪsᴛᴀs, ʏ sᴏʙʀᴇ ᴛᴏᴅᴏ, ᴅᴇ ɢʀᴀɴᴅᴇs ᴀᴄᴏɴᴛᴇᴄɪᴍɪᴇɴᴛᴏs ϙᴜᴇ ᴍᴀʀᴄᴀʀᴏɴ ᴜɴ ʜɪᴛo

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