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La esclavitud en Palavecino. El duro camino hacia la libertad

 

Yolanda Aris
Cronista Oficial del Municipio Palavecino, estado Lara

       CON MOTIVO DE CONMEMORARSE el 24 de marzo de 2020, 166 años de la promulgación de la Ley de Abolición de la Esclavitud, hacemos unas breves referencias, sobre el desarrollo de este  sistema de opresión y explotación, que durante 300 años fue puesto en práctica por las colonias europeas en América y Venezuela, y a la lucha emprendida, por los esclavizados a favor de su libertad en el actual municipio Palavecino.


       Los negros africanos esclav­iza­dos, con­jun­ta­mente con los indí­ge­nas, fueron la mano de obra fun­da­men­tal, durante la expan­sión colo­nial­ista de Europa en Améri­ca. Ini­cial­mente los esclav­iza­dos tra­ba­jaron en las minas, y luego en las unidades de pro­duc­ción agrí­co­la y pecuar­ia y además, real­iz­a­ban labores domés­ti­cas y arte­sanales, e inclu­so eran alquila­dos por sus dueños con el fin de obten­er ingre­sos. Com­pañías ingle­sas, por­tugue­sas, france­sas y holan­desas, ded­i­cadas al com­er­cio y trá­fi­co esclav­ista, los traían des­de el África sub­sa­har­i­ana. En 1502, lle­garon al actu­al ter­ri­to­rio vene­zolano, los primeros esclavos, especí­fi­ca­mente a Cubagua.

       El primer establec­imien­to de Bar­quisime­to, bajo el nom­bre de Nue­va Segovia, está lig­a­do a la pres­en­cia escla­va, ya que fue fun­da­da en 1552, en las cer­canías del Río Buría, donde se dio ini­cio a la explotación de minas de oro, sobre el tra­ba­jo forza­do de ochen­ta negros esclav­iza­dos traí­dos con ese fin.  Buría está ubi­ca­do en el actu­al Esta­do Lara, y has­ta 1990, for­mó parte del ter­ri­to­rio del Munici­pio Palave­ci­no, y hoy  pertenece al Munici­pio Simón Planas de esta mis­ma enti­dad.    



Des­de su entra­da al país, los esclav­iza­dos dieron ini­cio a acciones para lib­er­arse de esta situación. Entre los primeros con­flic­tos que se pre­sen­tan, pueden señalarse los que se pro­ducen pre­cisa­mente en tier­ras larens­es, y más especí­fi­ca­mente en el actu­al Munici­pio Simón Planas, con el lev­an­tamien­to del Negro Miguel en Buría en el año 1553, a un año de su lle­ga­da. Este escla­vo, propiedad de Pedro del Bar­rio, pasará a la his­to­ria como líder del primer alza­mien­to de esclavos en Venezuela. Pero su lucha  ter­minó con su muerte, y la de algunos de sus acom­pañantes, en manos de los españoles; y los que sobre­vivieron, incluyen­do su mujer e hijo, sigu­ieron bajo esta condición.

       Una serie de alza­mien­tos de esclav­iza­dos se pro­ducirán des­de el siglo XVI.  Había una oposi­ción y lucha per­ma­nente, man­i­fi­es­ta en la rebe­lión indi­vid­ual, a través de la hui­da per­son­al,  o de man­era colec­ti­va for­man­do cumbes, quilom­bos, cimar­roneras, rochelas, etc.; nom­bres dados a los agru­pamien­tos de negros que se fuga­ban. Estos  con­sti­tuían los recur­sos con que con­ta­ban para aspi­rar a lograr su libertad.

       Las prin­ci­pales revueltas que se desar­rol­laron en la actu­al región cen­tro-occi­den­tal son: en 1553, el ya señal­a­do, lev­an­tamien­to de esclavos en Buría,  dirigi­dos por el Negro Miguel. En 1732, se alzaron los negros e indí­ge­nas cap­i­tanea­d­os por el Zam­bo Andrés López del Rosario (Andresote), que fue uno de los alza­mien­tos de may­or exten­sión y vio­len­cia (se desar­rol­ló en el esta­do Yaracuy, que for­mó parte del esta­do Lara has­ta ini­cios del siglo XX).

       En el año 1786,  las cumbes exis­tentes en Siquisique, con­stan­te­mente ata­ca­ban a las hacien­das veci­nas. En 1795, se pro­du­jo un lev­an­tamien­to de negros en la Sier­ra de Coro, a cuya cabeza estu­vo José Leonar­do Chiri­no. Tuvo enorme reper­cusión, ocur­rió en el con­tex­to den­tro del cual ya se había pro­duci­do el lev­an­tamien­to de los negros esclav­iza­dos haitianos, inspi­ra­dos en los ide­ales de igual­dad que plante­a­ba la Rev­olu­ción France­sa. Todas estas acciones fueron der­ro­tadas y no lograron la ansi­a­da libertad.

       Para­le­la­mente a estas for­mas de lucha lle­vadas a cabo por los esclav­iza­dos, sur­gen algu­nas voces que plante­a­ban elim­i­nar esta condi­ción: El movimien­to pre-inde­pendista de Manuel Gual y José María España en 1797,  ya lo establecía en sus Orde­nan­zas; el 4 de agos­to de 1810, la Jun­ta Supre­ma sus­pende la importación de esclavos al ter­ri­to­rio nacional, que fue rat­i­fi­ca­do en la Con­sti­tu­ción de 1811;  Bolí­var  pro­mul­gó dos decre­tos a favor de la lib­er­tad de los esclavos en 1816, el 2 de junio en Carú­pano y el 16 de julio en Ocumare de la Cos­ta; y en 1821 en el Con­gre­so de Cúcu­ta se dic­ta la Ley de Man­u­misión de los Esclavos. Estos serán algunos de los decre­tos y reglamen­tos  pre­vios, que desem­bo­carán en 1854, en la Ley de Abol­i­ción de la Esclavitud.


   


La Ley de Man­u­misión de los esclavos de 1821 (lib­er­tad de vien­tre), dic­t­a­m­ina­ba que los hijos de esclavas naci­dos des­de entonces serían libres al cumplir 18 años, ind­em­nizan­do el Esta­do a sus dueños;  el Con­gre­so de Venezuela de 1830, refor­mó esta dis­posi­ción y deter­mi­na que los naci­dos a par­tir de ese año serán libres al cumplir 21 años.

       El 15 de mayo de 1846, la Gac­eta de Bar­quisime­to No. 10 (per­iódi­co Ofi­cial que cir­culó en Bar­quisime­to entre 1846 y 1854, difu­sor de las activi­dades del gob­ier­no provin­cial),  pub­licó una noti­cia sobre los esclavos man­u­misos de los can­tones de Bar­quisime­to, Cabu­dare y Caro­ra, seña­lan­do que en los demás can­tones no había tenido efec­to la man­u­misión de esclavos por fal­ta de fon­dos.  Señala allí,  el pago que hace la Jun­ta de Man­u­misión del Can­tón Cabu­dare,  de 85 pesos a Fran­cis­co Mén­dez, por la escla­va María Cayetana Yústis de 57 años; y  de 63 pesos a Ascen­sión Enci­nosa, por la escla­va María Anto­nia Var­gas de 59 años; declar­án­dolas de esta man­era libres y entregán­doles sus respec­tivos comprobantes.

       La Diputación Provin­cial de Bar­quisime­to crea­da en 1832, (actu­al Con­se­jo Leg­isla­ti­vo Estadal), el 25 de noviem­bre de 1851, dec­re­ta de lib­er­tad de los esclavos; rat­i­fi­ca­do por el gob­er­nador de la provin­cia, Martín María Aguina­galde. Se des­ti­naron 10.000 pesos de las rentas nacionales para inver­tir­las en el pago de ind­em­nización a los dueños. Este decre­to fue remi­ti­do al Con­gre­so Nacional para su aprobación. (Brito, José Ramón. Hom­bres Ilus­tres de Cabu­dare. Bar­quisime­to, 1946. p. 40).  Esta provin­cia se ade­lan­tó  tres años,  a la ley que dic­tará  el Pres­i­dente José Gre­go­rio Mon­a­gas más tarde en 1854.

       En 1851, asume la pres­i­den­cia el Gen­er­al José Gre­go­rio Mon­a­gas, gob­ier­no de ten­den­cia lib­er­al, quien nom­bró en 1853 al cabu­dareño Simón Planas, Min­istro de lo Inte­ri­or y Jus­ti­cia, quien era tam­bién de ese pen­samien­to políti­co, y prop­i­ci­ador de la redac­ción y el ejecútese de la Ley de Abol­i­ción de la Esclav­i­tud. En ese momen­to, era Diputa­do del Con­gre­so que rat­i­fi­ca dicho decre­to, el cabu­dareño Vicente Amengual.

       El 15 de mayo de 1852, la Gac­eta de Bar­quisime­to No. 173, pub­licó un padrón de los esclav­iza­dos exis­tentes en cada par­ro­quia y can­tón, para ten­er infor­ma­ción pre­cisa sobre el número de ellos, a fin de agilizar su lib­er­tad. Allí  se reg­is­tran  las sigu­ientes can­ti­dades: la par­ro­quia Cabu­dare tenía 69 esclav­iza­dos, (31 varones y 38 hem­bras); la par­ro­quia Mon­a­gas 9, (7 varones y 2 hem­bras); la par­ro­quia Sarare 16, (5 varones y 11 hem­bras); la par­ro­quia  El Altar sólo 1 varón; y la par­ro­quia Buría carecía de esclav­iza­dos para el momento.

       Se apre­cia una can­ti­dad muy pequeña de 95 esclav­iza­dos, en relación con otros can­tones como Bar­quisime­to que con­ta­ba con 304, Yaritagua con 125, San Felipe con 238, Quí­bor con 51, Tocuyo con 599 y Caro­ra 209, para un total de 1.621 esclav­iza­dos en la Provin­cia de Bar­quisime­to para el año 1852.      



Resaltan entre las ciu­dades con may­or número de esclav­iza­dos: 281 en El Tocuyo, 270 en Bar­quisime­to, 230 en Curarigua y 152 en Caro­ra. Es de recor­dar que Curarigua y El Tocuyo tenían una impor­tante activi­dad de cul­ti­vo de caña de azú­car. En el actu­al Munici­pio Palave­ci­no encon­tramos reg­istradas, entre otros ejem­p­los, la ven­ta de un escla­vo que real­izó el Padre Miguel Pimentel en 1842  y de una escla­va en 1845 por José Gre­go­rio Bastidas. 

       Hay que destacar, que des­de hacía  41 años no ingresa­ban esclavos al país, y habían tran­scur­ri­do 30 años, de la pues­ta en prác­ti­ca del sis­tema de man­u­misión, además del otorgamien­to de lib­er­tad o man­u­misión por parte de sus amos,  para así obten­er algún dinero y evi­tar la manu­ten­ción de los esclavos ancianos o no aptos para el tra­ba­jo;  por lo que la can­ti­dad de esclav­iza­dos iba en con­stante dis­min­u­ción y, ya no resulta­ba rentable como sis­tema de pro­duc­ción. Se cal­cu­la que en Venezuela ingre­saron unos 120.000 esclavos.

       Final­mente el 24 de mar­zo de 1854, José Gre­go­rio Mon­a­gas como Pres­i­dente de la Repúbli­ca y Simón Planas Min­istro de Inte­ri­or y de Jus­ti­cia, dec­re­taron la Ley de  Abol­i­ción de la Esclav­i­tud en Venezuela, cuyo artícu­lo primero establece: QUEDA ABOLIDA PARA SIEMPRE LA ESCLAVITUD EN VENEZUELA. Los dueños de esclavos fueron ind­em­niza­dos por el Esta­do, de acuer­do a una tar­i­fa estable­ci­da. El escla­vo de may­or val­or esta­ba com­pren­di­do entre los 15 y 39 años que tenía un pre­cio de 300 pesos; a may­or o menor edad de ésta, dis­min­uía el val­or del esclav­iza­do, y las mujeres tenían pre­cios menores. .

Fuentes con­sul­tadas:
Doc­u­men­tales

Gac­eta de Bar­quisime­to. 15 de mayo de 1846, Año I. No. 10
Gac­eta de Bar­quisime­to. 15 de mayo de 1852. Año VII. No. 173.
Ley de Man­u­misión de los esclavos. 1821.
Ley de Abol­i­ción de la esclav­i­tud. 24 de mar­zo de 1854.

Bib­li­ográ­fi­cas

Rojas, Reinal­do. La rebe­lión del Negro Miguel y otros estu­dios de Africanía. Fun­dación Buría. Min­is­te­rio de Edu­cación Cul­tura y Deportes. Bar­quisime­to, 2004. 261 p.
Ramos Guedez, Mar­cial. Con­tribu­ción a la his­to­ria de las cul­turas negras en Venezuela colo­nial. Cara­cas, 2001. 638 p

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