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Las tropas yankees en Venezuela (1942–1944)

 

Luis Heraclio Medina Canelón
Historiador y escritor

Este mes de marzo pasado se cumplieron 78 años del establecimiento en Venezuela de un contingente de  tropas del ejército norteamericano (U.S. ARMY) en tiempos de la Segunda Guerra Mundial.  Es uno de esos episodios de nuestra historia que son poco conocidos o hasta ocultos, quizás porque no le han dado importancia, porque existen pocos registros o hasta por un exacerbado orgullo nacionalista los historiadores han desconocido esta historia


La serie de ataques de los sub­mari­nos ale­manes en febrero 1942 a la flota petrol­era que llev­a­ba nue­stro hidro­car­buro des­de los pozos del lago de Mara­cai­bo a las refin­erías de Aru­ba, Curazao y Trinidad orig­inó una inter­rup­ción abrup­ta del trá­fi­co de los tan­queros por las aguas de nue­stro Mar Caribe ponien­do en serio peli­gro el abastec­imien­to de com­bustible para el esfuer­zo béli­co ali­a­do.  Por un mes aprox­i­mada­mente no partieron los buques tan­queros car­ga­dos con su pre­cioso líqui­do negro a las refin­erías de las islas del Caribe, pues existía el fun­da­do temor de que se cor­ri­era con la mis­ma suerte que la dece­na de tan­queros hun­di­dos por los sub­mari­nos frente a las costas de Zulia, Fal­cón y el ori­ente vene­zolano los días de febrero de 1942, cuan­do fueron echa­dos a pique el Mon­a­gas, El Tía Jua­na, el Ped­er­nales, el Ramona, el San Nicolás, entre otras víc­ti­mas de los tor­pe­dos, con la muerte de var­ios marineros venezolanos.

El temor al ataque de los sub­mari­nos ale­manes en nues­tras costas fue tan grande que has­ta se sus­pendió la sim­ple nave­gación costan­era. Los marineros ate­moriza­dos ante el ataque de los sub­mari­nos se nega­ban a salir a la mar. Esto pro­du­jo una ráp­i­da decisión de los man­dos norteam­er­i­canos de pro­te­ger las costas suramer­i­canas de cualquier inten­to de incur­sión de fuerzas navales del eje (Ale­ma­nia, Japón o Italia), para lo cual se reforzaron ese mis­mo año de 1.942  las bases de Panamá y Puer­to Rico y se incor­po­raron tropas norteam­er­i­canas a las bases que tenían  Inglater­ra  y Holan­da en Trinidad y Las Antil­las Neer­lan­desas (Curazao, Aru­ba y Bonaire). Igual­mente se con­struyeron un extra­or­di­nario número de aeró­dro­mos en Puer­to Rico, Trinidad y Panamá para tratar de cubrir la zona del Caribe. 

Asimis­mo se trató con los gob­ier­nos ami­gos de Chile, Perú y Venezuela el establec­imien­to en los respec­tivos país­es de Baterías de Defen­sa Costera del ejérci­to norteam­er­i­cano para garan­ti­zar la pro­tec­ción de las rutas navales costan­eras.  Estos desplaza­mien­tos no eran algo impro­visa­do: des­de prin­ci­p­ios de la déca­da de los 40 los cuadros mil­itares norteam­er­i­canos habían estu­di­a­do la impor­tan­cia estratég­i­ca del eje gol­fo de Venezuela-Antil­las Holan­desas – Trinidad y su impor­tan­cia con la nave­gación del cer­cano Canal de Panamá y antes de la incur­sión de los sub­mari­nos ale­manes, y ya en 1.941 los norteam­er­i­canos habían elab­o­ra­do un plan de acción en esta zona en caso de que los EE. UU. entraran en guer­ra: el “Rain­bow 5” (Plan Arcoiris 5), el cual fue puesto en prác­ti­ca a par­tir del 12 de diciem­bre de 1.941, es decir, inmedi­ata­mente después del ataque japonés  a Pearl Har­bour, con lo que EE.UU entra­ba en la guerra.

El caso de Venezuela

Por razones de nor­mas con­sti­tu­cionales, Venezuela no per­mite el establec­imien­to de fuerzas mil­itares de otros país­es en su ter­ri­to­rio, ni siquiera para coad­yu­var en su defen­sa ter­ri­to­r­i­al, como sí lo per­miten país­es mucho más poderosos que el nue­stro, como por ejem­p­lo España, Turquía, Inglater­ra, Ara­bia Sau­di­ta, donde fun­cio­nan bases mil­itares norteam­er­i­canas, para sólo men­cionar algunos, donde pri­van más razones de orden prác­ti­co, que meros prin­ci­p­ios enun­cia­tivos nacionalistas. 

Es de notar que para Venezuela esta defen­sa ha sido más declar­a­ti­va que de ver­dadero ejer­ci­cio, espe­cial­mente en tiem­pos de la segun­da guer­ra mundi­al cuan­do los sub­mari­nos ale­manes oper­aron casi a su libre albedrío por nues­tras aguas, igual­mente buques france­ses, norteam­er­i­canos e ingle­ses, y aviones y diri­gi­bles de los ali­a­dos, que sin pedir per­miso tran­sita­ban a su libre vol­un­tad por nue­stros espa­cios aére­os y marítimos. 

El ejérci­to vene­zolano crea­do por Juan Vicente Gómez, y hereda­do por López Con­tr­eras y Med­i­na Angari­ta no era una fuerza arma­da bien equipa­da y entre­na­da para un con­flic­to inter­na­cional, era inca­paz de defend­er la sober­anía nacional, sino ape­nas una inmen­sa fuerza de policía para man­ten­er someti­do al pro­pio pueblo vene­zolano; Venezuela no tenía los medios mate­ri­ales para ejercer debida­mente su sober­anía, pero una vez evi­den­ci­a­da la ame­naza de la mari­na ale­m­ana, no le quedó más reme­dio al gob­ier­no del Gral.  Isaías Med­i­na Angari­ta que flex­i­bi­lizar su posi­ción y per­mi­tir la entra­da de las tropas del ejérci­to norteam­er­i­cano bajo la figu­ra de “instruc­tores”, así como tam­bién el uso de cier­tos aerop­uer­tos por la aviación de los país­es aliados.

La “velum force” o furza Venezuela

Es así entonces que se bus­ca un mecan­is­mo para poder insta­lar en las costas vene­zolanas unas fuerzas defen­si­vas artilladas norteam­er­i­canas y por medio de una ley norteam­er­i­cana cono­ci­da como “Ley de Prés­ta­mos y Arrien­dos” se logra que los Esta­dos Unidos “trans­fiera” a Venezuela un con­jun­to de baterías costeras, las cuales deben venir, en prin­ci­pio con su dotación de tropas, que a los meros efec­tos legales y para no vio­lar la con­sti­tu­ción, lle­garían como “instruc­tores”.   Los norteam­er­i­canos han sido del cri­te­rio que los ejérci­tos de los país­es suramer­i­canos han sido mas una fuerza de man­ten­imien­to del orden inter­no que una ver­dadera fuerza mil­i­tar capaz de eje­cu­tar una defen­sa ante un ene­mi­go extran­jero, por eso son rea­cios a dejar inmedi­ata­mente en manos del ejérci­to nacional los equipos béli­cos a transferir.

Es así que se acti­va la “Fuerza Venezuela”, cono­ci­da el nom­bre códi­go en los archivos norteam­er­i­canos como “Velum Force” la cual se trasla­da a nue­stro país en abril de 1.942 y establece su cuar­tel gen­er­al en Puer­to La Cruz, y con com­pe­ten­cia sobre las costas de Venezuela, Aru­ba y Curazao.  Para cumplir esta mis­ión se comi­siona al Regimien­to 56 de Artillería Costera, acan­ton­a­do en Cal­i­for­nia, en el fuerte Cronkhite, Con­da­do de Marin.  Se trasladan a Venezuela las baterías C y D com­pues­tas por cañones de 155mm, ame­tral­lado­ras .50, ame­tral­lado­ras brown­ing 12,7mm, faros, ele­men­tos de ópti­ca, etc. Una de las baterías se insta­la en Puer­to La Cruz, Edo. Anzoátegui y la otra en Las Piedras, Edo. Fal­cón.  Con ellas vienen unos tre­scien­tos sol­da­dos norteam­er­i­canos, entre ofi­ciales y tropa,  que pro­te­gen nues­tras costas de cualquier ataque exter­no y entre­nan a las tropas del ejérci­to vene­zolano.   Más tarde, en Junio lle­ga una ter­cera batería, que se insta­la en la Isla de Patos y tiene como mis­ión defend­er el trá­fi­co marí­ti­mo en el Gol­fo de Paria.  Todas estas tropas esta­ban bajo el man­do direc­to de los agre­ga­dos mil­itares de Esta­dos Unidos en la emba­ja­da en Venezuela. 

Exis­ten prue­bas fotográ­fi­cas de que los sol­da­dos norteam­er­i­canos recor­rieron varias partes de nue­stro país, quizás has­ta real­izan­do labores de inteligen­cia.  En mar­zo de 1943, dos de las baterías fueron trasladadas a Aru­ba y Curazao respec­ti­va­mente.   El 26 de Junio de 1.944 el resto de las tropas norteam­er­i­canas aban­do­nan defin­i­ti­va­mente nue­stro país, sin haber entra­do en com­bate, ya que ningu­na nave jamás inten­tó algún ataque a tier­ra firme vene­zolana, por lo que se tiene conocimiento. 

Sus com­pañeros desta­ca­dos en Aru­ba y Curazao si tuvieron opor­tu­nidad de accionar sus armas ya que las incur­siones de sub­mari­nos se repi­tieron en algu­nas opor­tu­nidades en con­tra de las islas. Pos­te­ri­or­mente estas unidades aban­donaron el Caribe y fueron renom­bradas como “Batería de Artillería de Cam­po Nro. 767”, equipadas aho­ra con cañones de 105mm y adscri­ta al ejérci­to del Gral.  Pat­ton, y par­tic­i­paron acti­va­mente en la cam­paña de Europa.  Así fue como vinieron a Venezuela los sol­da­dos norteam­er­i­canos a ayu­darnos a defend­er nues­tras costas de un agre­sor extranjero.

Epílogo

En nue­stro país quedaron varias de las baterías norteam­er­i­canas, trans­feri­das a nue­stro ejérci­to en enero de 1.943, como se dijo ante­ri­or­mente. Una de ellas esta­ba acan­ton­a­da en la Isla de Patos, entre el Gol­fo de Paria y Trinidad, donde ocur­rió un curioso inci­dente: Un escuadrón de aviones norteam­er­i­canos, que se encon­tra­ban en el Caribe en labores de entre­namien­to y prác­ti­ca de bom­bardeo aire/mar.  Estu­vieron uti­lizan­do blan­cos fic­ti­cios en alta mar, pero al ver esa pequeña isla, aparente­mente desier­ta, por desconocimien­to bom­bardearon la isla, donde se encon­tra­ba desta­ca­da la batería, aho­ra sosteni­da por tropas venezolanas. 

No quedaron reg­istros sobre los posi­bles daños per­son­ales en tier­ra, ni tam­poco se conoce si hubo respues­ta de fuego anti­aéreo de las ame­tral­lado­ras .50 o 12,7 browin­ing en con­tra de los bom­barderos.  Lo cier­to es que no se tiene conocimien­to de der­ri­bo de ningún avión por parte de la defen­sa de la isla.  Este episo­dio de “fuego ami­go” habría orig­i­na­do una nota de protes­ta de la can­cillería vene­zolana a las autori­dades norteam­er­i­canas, pero los inves­ti­gadores históri­cos no han podi­do encon­trar los archivos cor­re­spon­di­entes en nues­tra cancillería.


PARA LEER MAS:

Hernán­dez González, Car­los E. “Venezuela en la Segun­da Guerr a Mundi­al Gol­fo de Paria: Defen­sa con­jun­ta y pun­to de Desencuentro”

MAÑONGO.  Revista Semes­tral de His­to­ria y Cien­cias Sociales de la Uni­ver­si­dad de Carabobo.  Nro. 41.  Vol XXI.  Julio/Diciembre 2013. Valen­cia. Venezuela.

Rivas Rivas, José, HISTORIA GRÁFICA DE VENEZUELA, Edi­ción Digital.

Yanes, Oscar. “LOS AÑOS INOLVIDABALES” Edi­to­r­i­al Plan­e­ta, Cara­cas, 2007

Chant, Cristopehr. “The Ency­clo­pe­dia of Code­names of World War II”. Disponible en la web: http://www.thebookishblog.com/the-encyclopedia-of-codenames-of-world-war-ii.pdf

Fitzroy Andre Bap­tiste.  “War coop­er­a­tion and con­flict. The Euro­pean Pos­ses­sions in the Caribbean, 1939–1045. Disponible en la web: https://books.google.co.ve/books?id=h5YHyfXixz8CHYPERLINK “https://books.google.co.ve/books?

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Vasquez,  Cesar A. “A His­to­ry of the Unit­ed States Caribbean Defense

Com­mand (1941–1947)”Flori­da Inter­na­tion­al Uni­ver­si­ty, Disponible en la web: http://digitalcommons.fiu.edu/cgi/viewcontent.cgi?article=3672&context=etd

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