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Los Ponte, una familia de Cabudare a través de EL IMPULSO

Don Juan de Ponte y León, donó parte de sus tierras 

para estable­cer la ciu­dad en 1818 a Cabudare

En una reciente investigación que viene
adelantando la Oficina del Cronista de Palavecino, con la intención de
convertirse en un texto, el profesor Taylor Rodríguez García, aborda la llegada
de la familia Ponte a Venezuela y especialmente a Cabudare.

Los apuntes del his­to­ri­ador rev­e­lan como una
de sus fuentes los man­u­scritos del Archi­vo Gen­er­al de la Nación y artícu­los de
pren­sa como fuente primaria.
Indi­ca como clave dos artícu­los del cronista
y peri­odista Her­mann Gar­men­dia, pub­li­ca­dos en su colum­na El Camino y El Espejo
de EL IMPULSO, en 1968, en donde abor­da con pro­fun­di­dad el arri­bo de los Ponte
a Venezuela en el siglo XVI.
La inves­ti­gación arro­ja como dato que los
Ponte se establecieron orig­i­nal­mente en Coro y en los llanos de Casanare, que
al dividirse la Gran Colom­bia, el ter­ri­to­rio pasó a for­mar parte del hermano
país.
Men­ciona Gar­men­dia, en su artícu­lo con método
regre­si­vo, que la famil­ia Ponte esta­ba rela­ciona­da con ‘ilus­trísi­mas personalidades
vene­zolanas de la tal­la de Euge­nio Men­doza y Vicente Emilio Sojo’.

La herencia de los Ponte

Reseña el cro­nista que Gar­men­dia cen­tra su
artícu­lo en la heren­cia de esta famil­ia que para 1965, por dis­posi­ción de un
tri­bunal de Cara­cas, fecha­do el 21 de enero, entre los Ponte de Venezuela van a
dis­tribuir la can­ti­dad de 35 mil­lones de bolí­vares por la expropiación de
pre­dios “para obras de interés colec­ti­vo”, que otro­ra, en la Colo­nia, eran
sem­bradíos de cacao  ubi­ca­dos en el
esta­do Miran­da, veci­nos a la Que­bra­da de Taguaza.

Bolívar y los Ponte

Los dos per­son­ajes antes cita­dos ‑uno
indus­tri­al y otro músico‑, son herederos de María Euse­bia y Petron­i­la de Ponte,
abuela del Libertador.
“Lo intere­sante de los artícu­los de Garmendia
es que coin­ci­den con lo ano­ta­do por José Ramón Brito, pues los primeros Ponte
vinieron de Tener­ife, y que por ese ori­gen del pueblo de Vil­la La Flor, en
aque­l­la isla, se vin­cu­laron tam­bién a Simón Bolí­var”, sostiene Rodríguez.
Gar­men­dia escribe que en 1941, Wal­te­rio Pérez
‑descen­di­ente direc­to de don Pedro de Ponte Andrade Jaspe y Montenegro‑,
recon­struyó todas las ramas de la antigua par­entela para efec­tos de la
liq­uidación de la heren­cia deja­da por el remo­to famil­iar, quien otorgara
tes­ta­men­to en 1716, murien­do al sigu­iente día.

Se establecieron en Cabudare

Don Felipe Ponte, insigne enfer­mero de Cabudare
Gar­men­dia remar­ca que el apel­li­do Ponte
‑orig­i­nario de Cabu­dare, habían lle­ga­do a Venezuela en 1595 y se enlazarían en
orden mat­ri­mo­ni­al con los prog­en­i­tores del futuro Libertador.
Tra­jeron al valle caraque­ño los primeros
árboles fru­tales de los viveros españoles, ini­cian­do una for­tu­na como
agricultores.
Ase­gu­ra el cro­nista, que el primer Juan de
Ponte y León que vino a Cabu­dare, se ubicó en una hacien­da hacia el sitio de
Los Cristales, ter­renos del munici­pio Simón Planas.
Para 1818, algunos doc­u­men­tos rev­e­lan que don
Juan de Ponte, aparece donan­do parte de sus pre­dios para estable­cer el
poblamien­to defin­i­ti­vo de Cabu­dare, ocur­ri­do a par­tir de l 27 de enero de ese
año.
Esta famil­ia Ponte de Cabu­dare, así como en
toda Venezuela, se vin­cu­laron estrechamente a la igle­sia católica.
“El nobil­iario apel­li­do pre­sen­tó a la Corona
estimables ser­vi­cios: incre­men­taron el catoli­cis­mo, pro­te­gieron económicamente
las insti­tu­ciones reli­giosas ‑cofradías, conventos‑, ocu­paron car­gos públicos
impor­tantes por lo que inter­vinieron en el orden colo­nial apor­tan­do hombres
ilustra­dos. La famil­ia Ponte navegó en la riqueza y el poder social de su
históri­co entonces”, señala Garmendia.
Rodríguez sig­nifi­ca que entre los Ponte de
Cabu­dare que trascendieron como hijos ilus­tres desta­can: don Eurípi­des Ponte
Hernán­dez, que ocupó car­gos como pres­i­dente del Con­ce­jo Munic­i­pal, con­ce­jal en
var­ios peri­o­dos y otros puestos de rel­e­van­cia en donde pudo impul­sar el
pro­gre­so de la ciudad.
Asimis­mo está Noemí Ponte, estudió para ser
mon­ja en La Guaira, real­izan­do labores de maes­tra de muy joven.
Don Felipe Ponte, epón­i­mo del Ambu­la­to­rio de
Cabu­dare, fue el prin­ci­pal enfer­mero de esta ciu­dad, real­izan­do labores de
médi­co con notable peri­cia. Aun vive pese a su avan­za­da edad. 
Como el más desta­ca­do de los Ponte de
Cabu­dare, fig­u­rará el prela­do y doc­tor José Anto­nio Ponte, sex­to arzo­bis­po de
Venezuela y diputa­do al Con­gre­so nacional en la época de la ter­ri­ble hegemonía
de los Monagas. 

Luis Alberto Perozo Padua

CorreodeLara

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