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Páez y sus caballos

Luis Heraclio Medina Canelón
Historiador

Este 13 de junio se cumple un aniversario más del nacimiento del general José Antonio Páez. La imagen de Páez está casi obligatoriamente asociada a un caballo. No en vano se le llama “El Centauro del llano”. Como todo hombre forjado en el llano su vida giraba en torno a los equinos, sus compañeros de trabajo, de diversión  y  de guerra.


Sus primeras aven­turas, sien­do ape­nas un mucha­cho fueron a lomo de cabal­lo, como cuan­do el negro Manuelote le ordenó amansar un cabal­lo sal­va­je, o cuan­do sin saber todavía nadar le toca­ba atrav­es­ar ríos cre­ci­dos a lomo de equino.

Pero tam­bién los cabal­los lo pusieron en peli­gro de muerte. En 1813, en inmedia­ciones del lugar que llam­a­ban “Mata de León”, en Bari­nas, cuan­do persegui­do de cer­ca por el ene­mi­go, al otro lado del río, su buen cabal­lo quedó par­al­iza­do inex­plic­a­ble­mente, mien­tras los real­is­tas le hacían dis­paros. Se salvó porque bajó de la bes­tia y le quitó el cabal­lo a otro que pasa­ba por el lugar.

En otra ocasión, a oril­las del río Casanare, su cabal­lo exhaus­to no pudo con­tin­uar la mar­cha en un lugar lleno de enemigos.

Uno de los episo­dios más graves ocur­rió en el famoso com­bate de Mata de Miel, el 16 de febrero de 1816, cuan­do con la inten­ción de recono­cer las filas ene­mi­gas, se acer­ca tan­to a las líneas que la infan­tería le hace fuego y una bala entra por el ojo del ani­mal matán­do­lo en el acto y tiran­do al sue­lo a Páez, apri­sio­n­an­do con su inerte cuer­po la pier­na del mil­i­tar que estu­vo a  pun­to de ser ulti­ma­do por el ene­mi­go. Se salvó por la arremeti­da de Nona­to Pérez y sus lanceros que arrol­laron a los real­is­tas. Tan pron­to puede, toma el cabal­lo de otro sol­da­do y regre­sa a sus líneas. Al estar seguro con sus tropas los arengó:

  “Com­pañeros, me han mata­do mi buen cabal­lo, y si ust­edes no están resuel­tos a ven­gar aho­ra mis­mo su muerte, yo me lan­zaré solo a pere­cer entre las filas enemigas”.

Pero momen­tos más tarde otro tiro hiere a su nue­vo caballo:

“Había yo pre­venido a Vásquez que no avan­zase has­ta no recibir mis órdenes, … Tuve que cor­rer hacia él para con­tener­le. En aquel acto fue heri­do de un bal­a­zo mi cabal­lo y comen­zó a dar cor­co­bos, arro­ján­dome a algu­na dis­tan­cia con la sil­la entre las pier­nas y huyen­do en direc­ción al ene­mi­go. Yo quedé cubier­to por una espe­sa nube de pol­vo lev­an­ta­do por la caballería y sin saber además dónde me hal­la­ba por causa de la oscuri­dad de la noche que ráp­i­da­mente se aprox­ima­ba. Por for­tu­na salí de aque­l­las tinieblas y me encon­tré con el ciu­dadano Este­ban Quero, a quien le pedí el cabal­lo que me cedió gen­erosa­mente al conocerme.”

Es céle­bre el episo­dio en la Batal­la de Carabobo, el 24 de junio de 1821, cuan­do a cabal­lo, sufre el ataque nervioso que lo deja casi sin sen­ti­do y el coman­dante real­ista Anto­nio Martínez le sal­va la vida lleván­do­lo a un lugar fuera de peli­gro y encar­gán­do­lo a un ofi­cial patriota.

Otro acci­dente le ocur­rió en Valen­cia, ya después de la guer­ra, des­de donde  lo par­tic­i­pa al Lib­er­ta­dor el 12 de febrero de 1827, cuan­do le dice:

“Mi deten­ción aquí … será más de lo que creía, por haber lle­va­do un fuerte por­ra­zo en una pier­na que se ha irritado,”.

Ese mis­mo día, en otra car­ta, Páez le infor­ma a un edecán lo que pasó:

“…se cayó el cabal­lo con­mi­go en el cer­ro y me las­timó bas­tante una pierna…”.

Ten­emos otra ref­er­en­cia a estos acci­dentes a prin­ci­p­ios de  1828, ape­nas un año luego de aquel otro per­cance, cuan­do le escribe al Lib­er­ta­dor, que se encontraba:

“…restable­ci­do de mi golpe y de mis pasa­dos achaques,” y prometió “…no volver á empeñarme en jue­gos de esta naturaleza;”.

Tales jue­gos no eran otra cosa que la colead­era de toros. En esos mis­mos días Miguel Peña le escribe a Bolí­var sobre el caso:

“El Gen­er­al Páez no volverá á colear toros; todos sus ami­gos le han pedi­do este favor, y él lo ha ofre­ci­do; su caí­da no ha deja­do de pro­ducir malas consecuencias”.

A los 68 años, el 25 de noviem­bre de 1858, Páez es invi­ta­do a par­tic­i­par en un des­file en Nue­va York.  Lo van a bus­car a su casa un escuadrón de drag­ones y atavi­a­do con lujoso uni­forme de caballería mon­ta en un brioso cor­cel y parte hacia el lugar del des­file. Páez cabal­ga­ba jun­to al coman­dante de la para­da y su esta­do may­or cuan­do, de repente su cabal­lo tropieza y cae sobre su costa­do dere­cho y sobre la pier­na del llanero. El vet­er­a­no jinete, sin desmon­tar hace que el ani­mal se pare, pero el equino vuelve a caer, esta vez por el costa­do izquier­do apla­s­tan­do la extrem­i­dad de ese lado del gen­er­al. Páez hace que el cabal­lo se vuel­va a lev­an­tar, para volver a caer, y el gen­er­al tra­ta de pararse, pero no puede por las lesiones que sufrió. Varias per­sonas acu­d­en a ayu­dar y car­gan al anciano y lo lle­van has­ta el Hos­pi­tal Astor Palace. Allí los médi­cos diagnostican:

“una dis­lo­cación com­pues­ta, de la artic­u­lación del dedo grande del pie izquier­do, con una lac­eración exten­si­va de los tegu­men­tos de un carác­ter muy serio. Hay una con­tusión exten­si­va y esquimo­sis, y es imposi­ble decidir en este momen­to cuales serían los últi­mos resul­ta­dos. Si la infla­mación es exten­si­va, podría causar la pér­di­da de las partes. La heri­da es lo más peli­grosa, en razón de la edad avan­za­da del Gen­er­al, aunque él tiene a su favor una exce­lente con­sti­tu­ción y gran for­t­aleza físi­ca”. (pag. 550, Por­ras Belis­ario, Cronología…)

Las heri­das lo dejaron tan mal­tre­cho que cuan­do a los pocos días Páez se embar­có para Venezuela lo tuvieron que trans­portar entre cua­tro sol­da­dos en una lit­era. El acci­dente no pasó de ahí.

Has­ta sus últi­mos días el viejo gen­er­al estu­vo pase­an­do a caballo.

Fuentes:

Con­gre­so de la Repúbli­ca. Doc­u­men­tos para la his­to­ria de la vida de José Anto­nio Páez. Cara­cas 1976

Gómez Picón, Alirio. Páez fun­dador del esta­do vene­zolano. Edi­ciones Ter­cer Mun­do, 1978

Páez, José Anto­nio. Auto­bi­ografía. Tomo I. Libr­ería y Edi­to­r­i­al del Maestro.1946

Por­ras Belis­ario, Roger. Cronología his­to­ri­ográ­fi­ca del gen­er­al José Anto­nio Páez. Acad­e­mia de His­to­ria del Esta­do Zulia. 2022

 

Luis Medina Canelón

Abogado, escritor e historiador Miembro Correspondiente de la Academia de Historia del Estado Carabobo

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