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Teresa Carreño y el piano embargado

Omar Garmendia
Cronista y escritor

En Cara­cas, des­de años antes de 1870 ya existía el interés por las obras operís­ti­cas. En 1866 se habla­ba de las tem­po­radas de ópera y de zarzue­las como man­i­festa­ciones de un gran movimien­to musi­cal y teatral de esas épocas, con estrenos de obras de autores vene­zolanos y extran­jeros. Era tal el interés que se refor­mó el viejo teatro Unión caraque­ño en el Teatro de la Zarzuela, donde habrían de rep­re­sen­tarse obras tan­to dramáti­cas como líricas.

En 1870, una vez que Anto­nio Guzmán Blan­co asume el poder, se encuen­tra con una exten­di­da y acen­tu­a­da activi­dad musi­cal de dis­tin­tos gra­dos y cal­i­dades. El 7 de mayo, a solo un mes de gob­ernar el país, en ese año Guzmán dec­re­ta la creación en Cara­cas del Con­ser­va­to­rio de Bel­las Artes, con el fin de apli­carse a la enseñan­za musi­cal tan­to teóri­ca como prác­ti­ca y otras man­i­festa­ciones artís­ti­cas como el dibu­jo, la pin­tu­ra y el graba­do, inten­tan­do proyec­tarse pop­u­lar­mente en for­ma gratuita.

En este sen­ti­do, se debe a Guzmán el encam­i­nar el movimien­to musi­cal caraque­ño y nacional. La expre­sión más impor­tante en este aspec­to fue la con­struc­ción del teatro Guzmán Blan­co, denom­i­na­do después Munic­i­pal, que, jun­to con el teatro Cara­cas y con los teatros ya exis­tentes se con­virtieron en los espa­cios nat­u­rales de las expre­siones artís­ti­cas y musi­cales caraque­ñas (Polan­co, 2002: 436–439).

Cuan­do Tere­sa Car­reño, la más pro­lí­fi­ca, exquisi­ta y uni­ver­sal de las pianistas vene­zolanas, regre­sa a Cara­cas en su segun­da visi­ta en 1887 viene con el proyec­to de crear un con­ser­va­to­rio de músi­ca, lo cual comu­ni­ca a Guzmán Blan­co, con quien man­tenía una amis­tad per­son­al, en cor­re­spon­den­cia del 4 de octubre de 1886. Aspira­ba que tal deseo hiciera atraer a diver­sos y numerosos alum­nos de Améri­ca Lati­na y del caribe antil­lano. Lejos esta­ba todavía Tere­sa Car­reño de saber que esa planea­da aven­tu­ra de crear un con­ser­va­to­rio rep­re­sen­taría una trage­dia per­son­al y musi­cal que sufriría en Cara­cas (Polan­co, p.p. 440–441).

María Tere­sa Gertrud­is de Jesús Car­reño Gar­cía de Sena, naci­da el 22 de diciem­bre de 1853, sería con los años, de la mano de su padre Manuel Anto­nio Car­reño, con­sagra­da por y para la músi­ca como la vene­zolana de todos los tiem­pos (Alcibíades, 2005: 20)

En esa visi­ta a Cara­cas en 1887, jun­to con ella tra­jo una com­pañía de ópera com­pues­ta por 49 músi­cos y can­tantes para pre­sen­tar en el teatro Guzmán Blan­co una ópera ital­iana, la cual fue toda una fra­casa­da actuación, debido a la poca pop­u­lar­i­dad del gob­ier­no, escasa con­cur­ren­cia y los prob­le­mas de tipo financiero que pesa­ban sobre la gira de la com­pañía y la medioc­ridad de la mis­ma, lo que tra­jo como con­se­cuen­cia el rec­ha­zo del públi­co caraque­ño. La noche del estreno el direc­tor no se pre­sen­tó, lo que obligó a que Tere­sa Car­reño tuviera que diri­gir la orques­ta, cosa que hacía por primera vez, para no ten­er que sus­pender la función.

En real­i­dad, estas situa­ciones de prob­le­mas financieros de las activi­dades operís­ti­cas en los tiem­pos del pres­i­dente Anto­nio Guzmán Blan­co ya eran un aspec­to cono­ci­do. Los déficit admin­is­tra­tivos y de pro­duc­ción eran comunes y se apela­ba fre­cuente­mente a prés­ta­mos guber­na­men­tales para sol­ven­tar las pér­di­das pecu­niarias de taquil­la para poder pagar los suel­dos a los artis­tas, músi­cos y las cos­tosas dec­o­ra­ciones nece­sarias en estos eventos.

Prob­le­mas y deu­das crecen

El 17 de junio de 1887 Tere­sa le escribe afligi­da a su ami­go Guzmán suplicán­dole algu­na ayu­da para tratar de sobre­vivir al per­cance sus­ci­ta­do. Le expli­ca que sus acree­dores la habían deman­da­do por incumplim­ien­to de pagos de salarios y por una decisión del Tri­bunal de Com­er­cio del Dis­tri­to Fed­er­al que la oblig­a­da a per­manecer en Venezuela y sus recur­sos esta­ban ya en una situación de sequedad. Además, se sen­tía desval­i­da pues tenía ofer­tas de con­tratos en Europa y Esta­dos Unidos que le impedían acep­tar­los por la situación judi­cial orig­i­na­da en tales percances.

 

Guzmán Blan­co y Tere­sa Carreño

Para el 25 de julio de 1887, en car­ta a Guzmán, le describe que la situación era tan grave que en el juicio se había deci­di­do embar­gar el piano de Tere­sa. Esta­ba, por tan­to, a pun­to de perder el instru­men­to que era “su pan y el de sus hijos”, de acuer­do con la misi­va envi­a­da a Guzmán y por eso había resuel­to “volver los ojos hacia mi úni­co amparo, mi mejor ami­go para que con su suma bon­dad se sir­va ayudarme”.

La respues­ta a sus súpli­cas fue aten­di­da por Guzmán Blan­co, tal vez en recuer­do de la pres­en­cia en Cara­cas de Tere­sa en 1885 cuan­do pre­sen­ta los him­nos a Bolí­var y Guzmán Blan­co y en pocos días ordenó que las deu­das fuer­an pagadas en su total­i­dad, por lo que Tere­sa, agrade­ci­da y con­movi­da, le man­i­fi­es­ta en car­ta del 3 de agos­to de 1887 que “La con­duc­ta de ust­ed para con­mi­go es tan noble y tan gen­erosa que no sé cuál de los dos sen­timien­tos que lle­va mi corazón es más pro­fun­do: la admiración o el agradec­imien­to” (Polan­co, op. cit.: 441).

El 23 de agos­to de 1887, con la ayu­da del pres­i­dente Guzmán Blan­co, Tere­sa pudo, por fin, via­jar a Nue­va York y de ahí a sus giras por Europa.


Ref­er­en­cias
Alcibíades, Mir­la (2005). Manuel Anto­nio Car­reño. Cara­cas: Edi­to­ra El Nacional.
Polan­co, A. Tomás (2002). Guzmán Blan­co. Trage­dia en seis partes y un epíl­o­go. Cara­cas: Edi­ciones GE.

Omar Garmendia

Escritor. Ensayista. Cronista de libre ejercicio. Profesor Titular UCLA, Doctor en Educación y Magister Scientiarum en Lingüística blogculturaomar.blogspot.com

Un comentario en «Teresa Carreño y el piano embargado»

  • Salu­dos.
    Mi Nom­bre es Rainier Sánchez Sori­ano, soy edi­tor del blog https://arreglo9.wordpress.com/ y
    me encuen­tro real­izan­do uno de var­ios ensayos sobre músi­cos vene­zolanos. En esta ocasión escri­bo sobre Tere­sa Car­reño y en ese sen­ti­do pido su autor­ización, como autor de este artícu­lo, tomar ref­er­en­cias de él para mi tra­ba­jo de investigación.

    Estaré aen­to a sure­spues­ta y le agradez­co de ante­mano la cortesía que me pue­da dis­pen­sar al respecto.

    Salu­dos!

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