La Feria de Barquisimeto: su historia

Lorena Quintanilla
Periodista

¿Qué ocurrió con la tradicional feria de Barquisimeto? ¿Qué edición es esta? ¿Dónde quedó la vitrina de las bondades turísticas y productivas de Lara? ¿Se redujo la feria a los conciertos?

Sobre estas inqui­etudes con­ver­samos con Iván Brito López, cro­nista y cos­tum­brista bar­quisimetano, quien inte­gró el comité de reina­do de la feria, además de coor­di­nar, jun­to a antigu­os direc­tivos, activi­dades de corte cultural.

Este apa­sion­a­do de la memo­ria ate­so­ra doc­u­mentación valiosísi­ma, que da cuen­ta del sig­nifi­ca­do e impacto que en sus mejores épocas tuvo la Feria de Barquisimeto.

“La feria tenía diver­si­dad de atrac­ciones, exposi­ciones y espec­tácu­los. La gente bail­a­ba toda la noche con las orques­tas locales. Había un sitio den­tro del com­ple­jo que se llam­a­ba El Gran Bonche, donde bail­abas con Bil­lo y Los Melódi­cos. Poseía un par­que de atrac­ciones para los mucha­chos. En los galpones se exhibía arte­sanías, tex­tiles, ropa, calza­do. Había un galpón para las obras de arte, donde los artis­tas locales nov­e­l­es y con­sagra­dos, mostra­ban sus obras”.

En el anfiteatro había otro tipo de espec­tácu­lo, dis­tin­to al que ocur­ría en la Plaza Las Ban­deras. En el col­iseo se desar­rol­la­ba la feria agropecuar­ia con ganadería inter­na­cional. En la plaza de toros la carter­era incluía a toreros internacionales.

-Era un ambi­ente fes­ti­vo, los hote­les se prepara­ban para recibir a los tur­is­tas. El Cír­cu­lo Mil­i­tar era el epi­cen­tro de la comisión tau­ri­na. En los clubes se hacían bailes. Bar­quisime­to real­mente se vestía de feria.

La génesis

Lo primero que aclara es que la feria la inau­guró mon­señor Críspu­lo Benítez Fontúrvel el 6 de enero de 1967, con el títu­lo Feria de la Div­ina Pas­to­ra;  y no en 1972, como reseña una nota de pren­sa de la Alcaldía.

En el ‘66 se adquir­ió el ter­reno, en la aveni­da Argimiro Bra­ca­monte has­ta el cer­ro El Ujano; un funic­u­lar que iba has­ta la Plaza Las Ban­deras. El arqui­tec­to proyec­tista fue Amaro Agüero. Más de 30 hec­táreas tenía el Com­ple­jo Ferial.

La feria fue ini­cia­ti­va de don Luis Gal­lar­do, pres­i­dente del Con­ce­jo Munic­i­pal de Iribarren.

El espa­cio con­tem­pló 24 parab­o­loides, donde luego fue la ciu­dadela arte­sanal, Plaza de las Ban­deras, ofic­i­nas admin­is­tra­ti­vas, dos galpones y plaza de toros.

“La ciu­dad esta­ba en expan­sión. La feria pre­tendía mostrar lo pro­duci­do en Lara, a través de la Cámara de Indus­tri­ales, Cámara de Com­er­cio y Fude­co, de la mano con el con­ce­jo munic­i­pal. La feria exhibió las poten­cial­i­dades de la ciu­dad, el com­er­cio y sus servicios”.

Ferias previas

Se hizo una feria en 1903 para ani­mar a la población luego de las guer­ras civiles. La orga­nizó el gen­er­al Rafael González Pacheco. En 1940 se real­izó una feria para mostrar la pro­duc­ción de Lara. El Min­is­te­rio de Obras Públi­cas lev­an­tó un edi­fi­cio para la feria, donde hoy está el Hos­pi­tal Luis Gómez López, por ello la comu­nidad cer­cana se conoce como bar­rio La Feria.

En 1952, en ocasión de los 400 años de Bar­quisime­to, el gob­ier­no nacional y el region­al efec­tu­aron la Feria de Exposi­ción, que mostró la pro­duc­ción del país. Esta cel­e­bración fue donde se encuen­tra el grupo esco­lar Gualdrón.

“Don Luis Gal­lar­do, tra­jo muchas ideas de la feria de New York del ‘64. Él quiso dar­le for­ma a una feria que mostrara las bon­dades de Lara, no sólo para la inver­sión sino para impul­sar el tur­is­mo, por eso nació Funfetur”.

En 1974  no hubo feria porque se con­struía la aveni­da Lib­er­ta­dor. En 1975,  la feria regresó, pero del 12 al 21 de sep­tiem­bre. En el ‘76 pasó a lla­marse Feria Inter­na­cional Div­ina Pas­to­ra. A par­tir de 1978 se denom­i­na Feria Inter­na­cional de Barquisimeto.

En el ‘81 no hubo feria por razones políti­cas. Vuelve en el ‘82, orga­ni­za­da por don Luis Gal­lar­do, quien la coordinó has­ta el ‘87.

“Los espec­tácu­los mejo­raron, se tra­jo un avión que fun­cionó como un bar y resultó muy atrac­ti­vo para la gente”. En el año ‘87, para la edi­ción XV de la feria, se elaboró una tor­ta de 435 kilos, la can­ti­dad de años que cumplía la ciudad.

En 1990 la feria se trans­mi­tió por primera vez en el pro­gra­ma Sába­do Sen­sa­cional. Durante esos años se realizaron las cor­ri­das tau­ri­nas. Tam­bién hubo coleo.

La voz de oro

El anfiteatro Oscar Martínez se inau­guró en el ‘69 y se estrenó con el Fes­ti­val de la Voz de Oro, que tam­bién se real­iz­a­ba en el mar­co de la feria. El even­to se real­izó has­ta el ‘76.

El coliseo

El col­iseo hípi­co se inau­gu­ra en el 70, con el aporte del Min­is­te­rio de Agri­cul­tura y Cría. Su área era de 6.500Mt2. La plaza de toros se estable­ció ese año, con un aforo de 10.000 personas.

Debacle

La feria se hizo para la famil­ia, con atrac­ciones para el dis­frute de niños, jóvenes, adul­tos con­tem­porá­neos y adul­tos may­ores. Cuan­do aparece el nue­vo con­cep­to de com­ple­jo fer­i­al, en 2005, todo cambia.

-De un pluma­zo y por nego­cios se decidió trans­for­mar todo, con lo cual se despo­jo a Bar­quisime­to de la feria. Aho­ra es un cor­ralón para pre­sen­tar artis­tas sobre una tari­ma. No hay exhibi­ciones de nada; ni arte­sanía, gas­tronomía, arte,  ganadería o pre­senta­ciones cul­tur­ales. La feria perdió su esen­cia. La feria se con­vir­tió en unos tem­pletes dis­tribui­dos por la ciu­dad y un gran cor­ralón para shows musi­cales. Los expos­i­tores de las bon­dades de Lara quedaron al mar­gen. El cri­te­rio turís­ti­co tam­poco está presente.

La feria se suscribe úni­ca­mente al concier­to. Después de ten­er una feria que dura­ba 15 días, pasamos a la Sem­ana de Bar­quisime­to, que se resume en unos tem­pletes. El col­iseo quedó para unas deslu­ci­das atrac­ciones y el actu­al anfiteatro no está dis­eña­do acús­ti­ca­mente para cumplir con sus fun­ciones orig­i­nales. Los artis­tas requieren grandes equipos de sonido. El proyec­to Are­na Plaza nun­ca se con­cluyó. Supues­ta­mente, impul­saría al sec­tor pro­duc­ti­vo de Lara, pero eso quedó en puro cuen­to, apun­tó Brito López.