Amábilis Cordero: Un duaqueño ícono del cine venezolano
Alexander Cambero
Periodista
En algún vestigio de la vida estaba la luz del genio. Los deslumbrantes paisajes duaqueños se abroquelaron en aquella mañana del 31 de marzo de 1892, cuando en el seno de la familia del General Juan Onofre Cordero, su gentil esposa Mercedes Cordero, la hacía padre del rollizo Amabilis. Era la Duaca del crecimiento económico sin precedentes, con el verdor de sus bosques en permanente desafío de las colinas colmadas de cosechas. La comarca despuntaba con el progreso que se notaba en las calles llenan de pulperías
Los burros desfilaban en filas india trayendo las bondades del campo. El café simbolizaba el oro vegetal que generaba enormes divisas para muchos, el colorido de estas tierras le dio al futuro cineasta las primeras tomas en un cielo esplendoroso. Un mundo idílico en donde se vivía de manera armónica, quizás esas primeras visualizaciones de Amabilis Cordero, lo hicieron encontrarse con los primeros protagonistas del interesante filme de su existencia: la honradez y las virtudes en el cuerpo maravilloso de un pueblo lleno de magníficos seres.
Un gran artista universal tomó un lienzo y nos hizo únicos. Inmortalizar los momentos con la magia del cine llegaría en escenarios posteriores. Las primeras palabras escritas llegaron desde la escuela. La solariega casa Cordero vio corretear al niño por los amplios espacios del inmueble. Colgaban helechos como abundantes barbillas verdes, la vida profunda como un filme sin truculentos dramas humanos.
Toda la placidez posible entre la bruma y el romanticismo crespense. Su inclinación por Dios lo hizo ser monaguillo. Tocaba el pianoforte en todas las actividades litúrgicas en la iglesia San Juan Bautista de Duaca, el padre Virgilio Díaz lo asumió como un niño de gran espiritualidad y amor por los demás.
Barquisimeto en su ruta…
En 1915 se instala en el centro de Barquisimeto, ingresó en la Escuela de Fotografía de Jesús González Meléndez, siendo su alumno más aventajado. Durante mucho tiempo buscó los secretos de un arte que lo maravillaba. Su inclinación religiosa hizo que sus primeras gráficas fueran de la Divina Pastora.
De Duaca había traído su amor por la iglesia. El músico en ciernes iba descubriéndose en nuevas áreas del conocimiento. Amabilis Cordero, se casó en dos oportunidades. Su primera esposa fue la actriz Carmen Tovar, procrearon dos hijos. Una penosa enfermedad lo hizo viudo a los diecisiete años. En 1917 contrae nupcias con Carmen Montesinos. Era un hombre muy apegado a los valores de la familia. En 1926 funda un estudio que rápidamente se convierte en uno de los favoritos de la ciudad.
Las familias más acaudaladas buscaban inmortalizar a los miembros de la misma, en aquellas gráficas llenas de poses artísticas. Durante este periodo, se utilizaban polvos finos de magnesio como fuente de luz artificial. Pulverizados sobre un soporte que se prendía con un detonador, producían un destello de luz brillante y una nube de humo cáustico. A partir de 1930, la lámpara de flash sustituyó al polvo de magnesio como fuente de luz, en eso Amábilis Cordero fue un verdadero pionero.
Director de cine de Hollywood
Amábilis Cordero abordaría todos los avances de la fotografía en la década de la veinte. Sin embargo, deseaba ir más allá de la gráfica sin alma. El cine comenzaba a causar furor en el mundo. Las películas de Charlie Chaplin y Rodolfo Valentino copaban la atención de muchos diarios que circulaban en Venezuela en plena era de dictadura gomecista. Para el régimen aquel grito de la modernidad no le representaba un peligro. Cordero buscó información hasta qué logró inscribirse por correspondencia en el curso de director de cine.
Después de algo más de un año recibió el diploma como Director de Cine emitido por el celebérrimo Instituto Cinematográfico de Hollywood, siendo uno de los pocos latinoamericanos que posee tal distinción. Adquirió equipos en el exterior quedando sorprendido con la emisión de la primera película sonora de la historia: El Cantante de Jazz (1927).
La irrupción del cine lo hizo ir construyendo su propia idea. Su primera película la realiza en 1928- Los Milagros de la Divina Pastora. Posteriormente La Cruz de un Ángel (1929) Amor y fe a la Divina Pastora o la Pastorcita de los Cerros (1931); La tragedia de la Escuela Wohnsiehdler. Este trabajo aborda el lamentable suceso ocurrido en Barquisimeto el lunes 6 de julio de 1931 cuando se desploma una pared dejando un saldo de seis niñas muertas y treinta lesionadas. Esta tragedia conmocionó al país, Cordero logró reflejar en su trabajo el horror vivido. Mención aparte merece su trabajo sobre el fatal accidente del piloto Vicente Landaeta Gil (1931), sin haberlo presenciado, fue recreado, momentos después utilizando para ello un avión de cartón.
En el documental La Venezuela (1933) toca el tema del régimen de Juan Vicente Gómez, recibiendo elogiosos comentarios de la crítica, fue también guionista de otros colegas. Realizó cortometrajes: Rosita del Valle (1931) y Las aventuras de Chaplin (1943) Dejó sin finalizar su tercera película: En plena juventud. Como guionista, destacó no solo en sus propias películas, sino para otros directores, en los siguientes films: El Beso, En el Llano abajo, entre otros.
Sus largometrajes fueron distribuidos a Curazao, Aruba y Colombia. Ya con una buena experiencia comienza en 1951 en su instituto cinematográfico. Dicta cursos de fotografía y dirección de cine. Su aporte en el periodismo audiovisual es fundamental para comprender una época. Además de ser igualmente el pionero en la edición de publicidad en el cine nacional. Son célebres las cuñas de establecimientos comerciales de Barquisimeto.
¿Un duaqueño olvidado?
Para los crespenses es un solemne desconocido. Solo algunos miembros de nuestra comunidad conocen algo de su legado. Si bien no fue el primer venezolano que realizó películas, su titánica labor es única. Su estudio cinematográfico fue un modelo nacional financiado con capital privado.
Su acreditación como director de cine de Hollywood lo hace un personaje con la voluntad de hierro, estudiar por correspondencia y en inglés hablan de un hombre perseverante. Imagínense lo difícil de entablar este tipo de relación epistolar en la década del veinte, éramos un país rural en donde un ciudadano provinciano; se atrevía a estudiar una carrera con muchos obstáculos para los aspirantes norteamericanos, cuanto no sería para alguien que lo hacía desde la distancia.