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Así fueron los primeros viajes de Barquisimeto a Caracas

Luis Alberto Perozo Padua
Periodista y cronista
luisalbertoperozopadua@gmail.com
IG/TW: @LuisPerozoPadua

Los lunes y los jueves, alrede­dor de las 7 de la mañana salía un tren de pasajeros de Bar­quisime­to para Tuca­cas, hacien­do una para­da en El Hacha, donde almorz­a­ban los via­jeros. El perip­lo se com­pleta­ba en la estación del fer­ro­car­ril de Tuca­cas a las 5 de la tarde, en donde per­nocta­ban y al día sigu­iente, a las 6:30 am, se embar­ca­ban en los Vaporci­tos Bar­quisime­to y/o Venezuela, que atra­ca­ba en Puer­to Cabel­lo a las 11:00 am, para pasar el día y la noche porque el tren con des­ti­no a Cara­cas salía al sigu­iente día a las 8:00 am, lo que sig­nifi­ca­ba que el via­je de Bar­quisime­to a la cap­i­tal dura­ba entonces tres días y dos noches, unas 58 horas y media en camino, aunque en real­i­dad con un tiem­po de recor­ri­do fer­ro­car­rilero de 22 horas y media, pues el resto del tiem­po se invertía en las per­noc­tas en Tuca­cas y Puer­to Cabello.

Fer­ro­car­ril Bar­quisime­to Tucacas

Pero ante­ri­or­mente para via­jar en tren has­ta Tuca­cas, los bar­quisimetanos debían trasladarse en lomo de bes­tia o en coche — por la car­retera engranzon­a­da con­stru­i­da por el gen­er­al Jac­in­to Fabri­cio Lara, hijo del prócer epón­i­mo del estado‑, has­ta la estación de La Luz, pequeño pobla­do cabecera del munici­pio Aroa del dis­tri­to Sucre. Des­de ahí se toma­ba el tren prove­niente de las Minas de Aroa con des­ti­no a Tuca­cas, pero este no esta­ba prepara­do para el ser­vi­cio de pasajeros, sino que era un con­voy de tra­ba­jo minero.

Pos­te­ri­or­mente, el 18 de enero de 1891 el pres­i­dente Raimun­do Andueza Pala­cios, jun­to a sus min­istros y el arzo­bis­po de Cara­cas y Venezuela, Dr. Críspu­lo Uzcátegui, inau­guró el ramal del fer­ro­car­ril Bar­quisime­to — El Hacha — Dua­ca, obra de gran trascen­den­cia que unió com­er­cial­mente al occi­dente con el cen­tro del país.

El cos­to del via­je por pasajero, incluyen­do bole­tos de fer­ro­car­ril y bar­co, habitación de hotel y comi­das, podía ascen­der a los 100 Bs. ida y vuelta ¡Toda una for­tu­na!, según ano­ta el his­to­ri­ador Rafael Domin­go Sil­va Uzcátegui.

Estación del Fer­ro­car­ril en Bar­quisime­to. Cir­ca 1900. Foto Evaris­to Reyes Yanes

Durante el via­je que partía des­de Bar­quisime­to, el tren se detenía en cada estación: El Cují, Tacarigua, El Eneal, Dua­ca, Licua, Limonci­to, Caraquitas, Agua Fría, Cayures, San José, El Hacha, Boquerón, Yumare, Pal­ma Sola, Alam­bique, San­ta Bár­bara y final­mente Tuca­cas, para recoger pasajeros y car­ga: Sacos de café o maíz, hua­cales de plá­tanos, lechosas y man­gos, cán­taras de leche, gal­li­nas vivas amar­radas por las patas, puer­cos, blo­ques de que­so y toda clase de car­ga iban en el piso jun­to a los pasajeros.

[drop­shad­ow­box align=“none” effect=“lifted-both” width=“auto” height=”” background_color=”#ffffff” border_width=“1” border_color=”#dddddd” ]Pasea­ban por la plaza Bolívar 

Cuan­do en febrero de 1913 llegó Edgar Anzo­la J. Anzo­la a Bar­quisime­to trayen­do en el fer­ro­car­ril los tres primeros Ford T, ‑Ford ‘Tabli­ta’ como les llamaban‑, des­de Puer­to Cabel­lo, ya en la ciu­dad había dos vehícu­los, uno de ellos un De Dion Bou­ton francés, propiedad de don Fran­cis­co Agüero Rodríguez, pero no podía sino dar vueltas alrede­dor de la Plaza Bolí­var porque eran las úni­cas calles ade­cuadas para poder rodar, escribe el inves­ti­gador Alfre­do Schael.

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En car­ro has­ta la capital

«Lle­garé en cin­co días, quizá» rev­e­laría a los pre­sentes, el doc­tor Fran­cis­co Alvara­do, alu­di­en­do en su dis­cur­so a su mod­er­no Ford Mod­e­lo T, aque­l­la madru­ga­da de 1916, cuan­do se reg­istró el primer via­je en automóvil de Bar­quisime­to a Caracas.

Señala el cro­nista Car­los Guer­ra Brandt, que cuan­do el doc­tor Alvara­do, que era ampli­a­mente cono­ci­do y admi­ra­do en Bar­quisime­to, ini­cia­ba su larga y arries­ga­da proeza, se con­glom­eró gran can­ti­dad de per­sonas, entre alle­ga­dos y públi­co en gen­er­al, quienes des­pi­dieron al via­jero con reit­er­a­dos y sonoros aplausos.

Para el históri­co momen­to de la par­ti­da, nada se sabía del recor­ri­do, y qued­a­ba pues, a la imag­i­nación la suerte que afrontaría el audaz auto­movilista, pese a que disponía de cál­cu­los y esti­ma­ciones de su lle­ga­da a la cap­i­tal de Venezuela.

Sin duda fue una haz­a­ña sin prece­dentes por largas y penosas car­reteras de tier­ras, car­ente de puentes y reple­ta de todo tipo de obstácu­los. Este bar­quisimetano com­ple­taría su trav­es­ía en casi seis días.

Otra proeza fue el primer via­je en auto des­de Méri­da has­ta Bar­quisime­to, novedad reseña­da por El Impul­so el 22 de mayo de 1924. El via­je en cuestión fue real­iza­do por el pres­bítero Bue­naven­tu­ra Vivas, quien demostró que hac­er esa trav­es­ía en automóvil era más rápi­do, cómo­do y seguro que a lomo de mula o en car­ru­a­jes tira­dos por bestias.

Vehícu­lo mar­ca Ford, Mod­e­lo T, uno de los primeros lle­ga­dos a Bar­quisime­to uti­liza­do por el doc­tor Fran­cis­co Alvara­do en donde real­izó el primer via­je de Bar­quisime­to a Cara­cas, perip­lo reg­istra­do en 1916

15 días en bestia

Sin duda que antes de la lle­ga­da del fer­ro­car­ril, la odis­ea más arries­ga­da fueron los via­jes des­de Bar­quisime­to a Cara­cas a lomo de bes­tia, los cuales podían demor­ar has­ta 15 días, «porque eran tan acci­den­ta­dos que algu­nas per­sonas has­ta deja­ban tes­ta­men­to antes de par­tir», escribe el peri­odista Oscar Cas­tro Leal.

Y ya entra­do el siglo XX, era fre­cuente leer en la pren­sa bar­quisimetana noti­cias como la sigu­iente: «Castil­lo Amen­gual, de pro­fe­sión abo­ga­do, en un rucio mosquea­do, y el Dr. Sei­jas, tam­bién abo­ga­do, en un guachara­co o zaino oscuro, fueron hoy a Cabu­dare en asun­tos pro­fe­sion­ales. Eco Indus­tri­al, 24 de abril de 1907.»

Por otra parte, el diario El Tiem­po de Cara­cas, en su edi­ción del 19 de mayo de 1911, reseña que en Bar­quisime­to los veci­nos con­ta­ban con coches para via­jar de seis pasajeros y eran hal­a­dos por tres cabal­los. «Los de la ciu­dad, sola­mente dos y los de uso par­tic­u­lar, espe­cial­mente muy usa­dos por los médi­cos, un caballo.»

Los primeros propi­etar­ios de empre­sas de ser­vi­cio de coches de alquil­er en Bar­quisime­to fueron: el español Anto­nio San Miguel Pagés, el isleño Lucas Rodríguez, Ramón Par­ra Alme­nar, Jacob Calanche, Gre­go­rio Yánes, Fran­cis­co Anzo­la y el famoso cochero Gra­ciano Saso, quien fue el que trasladó de Bar­quisime­to a El Tocuyo al Dr. José Gil For­toul, luego de grad­uarse de abo­ga­do en la Uni­ver­si­dad Cen­tral de Venezuela.

En 1880, nadie via­ja­ba si no era por obligación o por una necesi­dad extrema, esce­nario muy pare­ci­do a la actu­al­i­dad en Venezuela. Para esas dos últi­mas décadas y las sub­sigu­ientes tres del nue­vo siglo, un via­je en coche hal­a­do por tres cabal­los costa­ba, des­de Bar­quisime­to a Cabu­dare y hacien­das cer­canas, 5 pesos. A San­ta Rosa, 3 pesos. A El Tocuyo, 30 pesos. A Dua­ca, 20 pesos. A Aroa, 40 pesos. A San Felipe, 40 pesos. A Gua­nare, 150 pesos.

El Occi­den­tal del 15 de mayo de 1883, pub­licó el sigu­iente avi­so: «Cen­te­nario de Bolí­var. Ocasión Feliz y bara­ta. 40 pesos. La empre­sa de coches del Sr. Par­ra Alme­nar despachará dos para Cara­cas en los primeros días de julio y cobrará por asien­to 40 pesos.»

Vía aérea

El 17 de diciem­bre de 1943, en un relu­ciente Ford Tri­mo­tor AT-5C, matrícu­la YV-AVA, apo­da­dos en los Esta­dos Unidos como los ‘gan­sos de lata’ tiene lugar el segun­do vue­lo de Aerovías Vene­zolanas S.A., mejor cono­ci­da como AVENSA, para lle­var a Bar­quisime­to des­de Mai­quetía un carga­men­to de repuestos para autos, solic­i­ta­dos por la sucur­sal de El automóvil Uni­ver­sal en la cap­i­tal larense, apun­tan los inves­ti­gadores Alfre­do Schael y Fabián Capecchi.

El avión iba al man­do del capitán Ken­neth New­ton Poe ex pilo­to de Pan Amer­i­can, el copi­lo­to Car­los González Macías y el mecáni­co Robert Wood­burn, esta­dounidense tam­bién como el capitán de la aeron­ave. Aven­sa fue la primera línea aérea pri­va­da de Venezuela fun­da­da por John y Hen­ry Boul­ton, y con par­tic­i­pación accionar­ia de Pan Amer­i­can Airways.

Ford Tri­mo­tor AT-5C-Año 1930

 

Fuentes: Rafael Domin­go Sil­va Uzcátegui. “Bar­quisime­to. His­to­ria Pri­va­da”. Cara­cas 1959
Omar Gar­men­dia. “Memo­ria aje­na. Bar­quisime­to, cotid­i­an­idad y cróni­ca”. La Utopía Conc­retable, Edi­tores. Bar­quisime­to 2018.
Car­los Guer­ra Brandt. “En 1916 se reg­istró el primer via­je en automóvil des­de Bar­quisime­to a Cara­cas”. www.CorreodeLara.com. Sep­tiem­bre 2018.
Alfre­do Schael. “Venezuela: 100 años en automóvil”. Fun­dación Museo del Trans­porte. Cara­cas. 2004.
Alfre­do Schael y Fabián Capec­chi. “Sobre­vue­lo 1785 ‑2021”. Pág. 137–138. Rivero Blan­co Edi­tores. Cara­cas, 2021.

CorreodeLara

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