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Cultiva el arte del garrote para inmortalizar la tradición

 

Luis Alberto Perozo Padua
Periodista

TIENE tres décadas elaborando garrotes y es orgullo palavecinense. Para los larenses, el garrote no es un palo cualquiera, este evoca el Tamunangue, el Cayao de la Divina Pastora, las hermosas tallas de Guadalupe y el Juego de Garrote, un arte de defensa para valientes.

Emilio Romero, “naci­do y cri­a­do en La Piedad” coin­cide con la ante­ri­or opinión, pues, des­de hace casi 30 años, cul­ti­va el arte de fab­ricar gar­rotes para inmor­talizar la tradi­ción entre sus descen­di­entes. En 1984, aprendió el ofi­cio de tejer gar­rotes de manos de su sue­gro, Juan Pacheco, pero la moti­vación de con­stru­ir­los, surgió cuan­do Emilio observó a dos ami­gos prac­ti­can­do el juego. Este fue la ante­sala para atra­par a Emilio en el arte, y fue pre­cisa- mente Hum­ber­to Bur­gos, veci­no tam­bién de La Piedad, quien accedió gus­tosa­mente “a bailar y jugar garrote”. 

La luna como elemento favorable 

Ano­ta Emilio, que para poder obten­er un buen gar­rote es nece­sario estu­di­ar el esta­do de la luna. -Debes cor­tar el palo en men­guante, enfa­ti­za reseñan­do que antigua­mente, se iba a las per­ife­rias de La Piedad, pero luego que todo se urban­izó, aho­ra debe internarse en la mon­taña Tere­paima. -Aho­ra hay que empren­der una larga pere­gri­nación para con­seguir unos gar­roti­cos buenos, resume.

Después de cor­tar el palo de un metro aprox­i­mada­mente, a la sem­ana es nece­sario asar­lo, para despo­jar­lo de la corteza y segui­do untar­le aceite de motor. El gar­rote quedará un mes sin tratamien­to más que el lubri­cante, para ser someti­do a cortes de las pun­tas, ras­padu­ra y lijadu­ra. -Yo tra­ba­jo con jebe, con flor amar­il­lo, vera, pero la especie que más se encuen­tra en la zona es el jebe, precisa.

El teji­do “es muy fácil” El sue­gro de Emilio le dijo: “Tejer un gar­rote es muy fácil, yo te enseño. Bus­ca hilo, una agu­ja grue­sa, cera y por supuesto el gar­rote”. -Con con­stan­cia aprendí el arte de tejer y poco a poco, fui hacien­do mi pro­pio esti­lo, resalta Emilio con entu­si­as­mo, den­tro de su pequeño taller reple­to de palos, cabos, un pequeño radio, una ban­que­ta y sus imple­men­tos de tra­ba­jo. El graba­do tam­bién es un arte Afir­ma Emilio que para grabar un gar­rote sólo hay que dispon­er de cre­ativi­dad y mucha imaginación.

-El pirograba­do y la tal­la lo aprendí del mae­stro Eduar­do Sano­ja, advierte al mostrar varias de sus com­ple­jas crea­ciones. El teji­do del gar­rote es la parte más com­ple­ja del arte, puede tar­dar has­ta tres meses, depen­di­en­do del esti­lo. En cada hebra se hace un nudo “y son tan­tos que pierdes la cuen­ta”, desta­ca Emilio, aña­di­en­do que su hijo, quien ha apren­di­do el ofi­cio para inmor­talizar­lo, una vez trató de con­tabi­lizar­los y cuan­do llev­a­ba más de tres mil, no había alcan­za­do la mitad de la empuñadu­ra del garrote.

La elab­o­ración de un gar­rote no tiene un tiem­po esti­ma­do “todo depende de la inspiración, pero por lo gen­er­al, más de tres meses”. Emilio ha enseña­do a su hijo y nieto, con el propósi­to de inmor­talizar el ofi­cio. El gar­rote, el palo, el bastón, la vara, con­cuer­dan en ser un tro­zo de madera más largo que ancho, de for­ma cilín­dri­co. La vara sería más del­ga­da y larga que el palo; el bastón, un palo con empuñadu­ra, y el gar­rote, un palo grue­so y fuerte que puede mane­jarse a modo de bastón. El palo, se intro­du­jo jun­to al hom­bre en un uni­ver­so trascen­den­tal, míti­co-reli­gioso, artís­ti­co y simbólico. 

CorreodeLara

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