El boticario don Pedro Bartolomé Lázaro
Luis Alberto Perozo Padua
Periodista
EN LOS BREBAJES e infusiones que elaboraba, se leía impreso en destaque: “La farmacia es enemiga de la enfermedad y amiga del hombre”. Una premisa que don Pedro Bartolomé Lázaro quizá aprendió en sus tiempos de estudiante.
Don Pedro fue un caballero apuesto, destacado farmacéutico graduado en España. Era natural de Burgos, en donde había nacido el 15 de mayo de 1874. Su familia se estableció en Venezuela a finales del siglo XIX.
Era propietario de Botica Central, donde se elaboraba todo tipo de brebajes y ungüentos que eran distribuidos en Cabudare, Duaca, Carora, Quíbor, El Tocuyo, Sarare, Yaritagua, Acarigua y Guanare. Esta conocida casa comercial estaba apostada en Calle del Comercio haciendo esquina con la calle 25, conocida como la esquina de El Rebote, una de las más típicas del Barquisimeto añejo, que hasta 1966, permaneció inalterable.
Conocedor de la fórmula magistral
El doctor Pedro Bartolomé empleaba mucho tiempo en la elaboración de sus fórmulas magistrales, desde la recolección o adquisición de los géneros medicinales hasta su despacho al público.
Las plantas que utilizaba para sus fórmulas magistrales, las almacenaba por días en cajas de madera, y de allí las extraía para confeccionar los compuestos, que una vez elaborados los conservaba en albarelos, que eran los recipientes de cerámica farmacéutica, de origen árabe, a la espera de la prescripción correspondiente.
En la Botica Central, los numerosos albarelos, así como los morteros y las balanzas, embellecieron las estanterías como vestigio de una época en que la farmacia era una técnica pero también un arte.
Antes del alba o luego del ocaso, don Pedro iniciaba la faena de machacar, contusionar y triturar las sustancias en el antiguo mortero, con golpes perpendiculares y repetidos, para así reducir los pistilos a fragmentos diminutos. Seguido iniciaba el proceso de trituración con el propósito de comprimir las sustancias para pasar a la fase de pulverización previa a la elaboración de las pomadas y los ungüentos.
A sus ayudantes, los cuales fueron pocos debido a su mal genio y las reservas con que mantenía sus fórmulas, les recalcaba que el meticuloso proceso era el secreto para la extracción de los principios activos y componentes de las fórmulas magistrales, las cuales eran muy demandadas en la región.
Casó el farmacéutico con la distinguida dama doña Abigail Yepes Gil, el 31 de julio de 1914. Tercera hija de trece hermanos del matrimonio de don Juan Bautista Yepes Piñero y doña Josefa Antonia Gil Fortoul. Abigail era nieta del general y doctor José Espiritusanto Gil García, apodado el Pelón Gil, héroe de la Guerra Federal, diputado al Congreso de la República en dos oportunidades y presidente del gran estado Barquisimeto.
De la unión Bartolomé-Yépes Gil, nacieron tres hijos: Rafael José (24 de octubre de 1915), Marcial Ignacio (31 de julio de 1918) y César Augusto (30 de octubre de 1920).
Don Raúl Azparren testimonia que la Botica Central fue el punto de referencia de concurridas y habituales tertulias nocturnas a donde acudían regularmente los doctores Ramón Escobar Alvizu, Juan Jacobo Guedez y su hermano Francisco, don Jesús María Insausti, don Pedro Alvizu Seckatz y don Manuel Dávila, éste último portador de las noticias que se originaban a diario en la ciudad.
Gustaba al doctor Bartolomé realizar viajes y conocer diversos lugares, y en una de sus travesías lo encontró la muerte en un hotel de Lima, Perú, el 27 de marzo de 1924. De su vida conocemos muy poco, pero pretendemos ampliar esta semblanza con nuevos aportes de sus familiares directos.
Fuente: Esquinas y Casas del Barquisimeto de Antaño. Raúl Azparren. Barquisimeto, diciembre de 1968