El carro que atropelló a José Gregorio Hernández era de Juan Vicente Gómez
Luis Alberto Perozo Padua
Periodista y cronista
luisperozop@hotmail.com
IG/TW: @LuisPerozoPadua
El domingo 19 de junio de 1919, sucedió un fatal accidente en donde falleció el Dr. José Gregorio Hernández al ser atropellado por un vehículo cuando atravesaba la calle en la esquina de Los Amadores, La Pastora, en el preciso momento que circulaba por un extremo el tranvía y por el otro un auto Essex Super Six, conducido por Fernando Bustamante Morales.
El día del sombrío accidente, el Dr. Hernández celebraba 31 años de su graduación como médico, no obstante, pasada la 1:30 de la tarde, al doctor lo llamó un vecino a la puerta de su casa, para solicitar sus buenos oficios en procura de una mujer mayor que estaba gravemente enferma. Al paso, y como era común, salió el médico a atender a la dama.
José Gregorio Hernández. Foto Archivo Nacional de Venezuela
El Dr. Hernández hizo una breve parada en su trayecto para comprar unas medicinas en la farmacia de Amadores, porque sabía que la mujer enferma las necesitaría pero que con sus propios recursos no iba a poder adquirir.
El Hudson Super Six era un vehículo de lujo traído por el benemérito presidente de la República general Juan Vicente Gómez para funciones de gobierno.
En ese momento José Gregorio trató de agarrarse de un poste cercano, pero se tropezó con los adoquines de la calle y cayó al suelo. Bustamante lo recogió con otros vecinos y lo llevó al Hospital Vargas donde, ese día, estaba el Dr. Luis Razetti como médico de guardia.
El cuerpo del médico fue trasladado a la casa de su hermano José Benigno, situada de Tienda Honda a Puente La Trinidad. Fue tanta la gente que acudió a la casa para el velatorio, que fue necesario trasladarlo hasta la Universidad Central de Venezuela, luego a la Catedral, y de allí, al Cementerio General del Sur. El multitudinario entierro tuvo lugar el 1° de julio de 1919.
Única imagen conocida del Essex Super Six que golpeó a José Gregorio Hernández. Fue tomada frente a la Casa Anzola, en Caracas, en mayo de 1921, cuando el Estado Venezolano puso el auto al servicio del Infante Fernando María de Baviera y Borbón, emisario de Su Majestad española Alfonso XIII, durante su visita oficial. Había sido adquirido en 1918 y asignado a la flota oficial de la Presidencia de la República durante varios años. (Foto: Carros Antiguos De Venezuela)
Cuál fue su destino
El Essex “Super Six”, fabricado en 1918 por la empresa estadounidense Hudson Motor Car era un “phaetón” de notables dimensiones y prestaciones para la época, con un motor de seis cilindros y carrocería con techo de lona abatible.
Este vehículo no era de Fernando Bustamante, quien era mecánico de oficio. Él lo había recibido para hacerle servicio en su taller. Su propietario era el Estado venezolano, que lo había adquirido en EE. UU para realizar funciones protocolares y oficiales.
Aquel Essex no era el único auto dispuesto para la flota oficial del gobierno. Tampoco era el primer carro llegado al país como tantas veces se ha repetido. Para entonces ya había más de 900 vehículos formalmente matriculados solo en Caracas. De hecho, en 1919 ya el tránsito era uno de los llamados “nuevos males” que amenazaban a la parsimoniosa Caracas y zonas como El Paraíso, y los alrededores de la Plaza Bolívar mostraban una densidad vehicular notable.
Después de realizarse las experticias legales, el auto regresó a sus labores protocolares y se mantuvo en la flota de la Presidencia de la República por varios años, siendo asignado a numerosos eventos, incluyendo brindar transporte a Fernando María de Baviera y Borbón, emisario de Su Majestad, Alfonso XIII de España, durante su visita oficial a Caracas en mayo de 1921. Al terminar su vida útil, el Essex Six fue desincorporado de la flota oficial y nadie más supo de su paradero.
Foto realizada en La Pastora, durante la década de 1920, que muestra la dinámica del accidente que sufrió el Dr. José Gregorio Hernández. El tranvía detenido a la derecha obliga al auto a superarlo por la izquierda, sin que el chofer pueda ver si algún peatón cruza la calle delante del tranvía y se coloca repentinamente frente al automotor. Se observa lo estrecho de la calle y la falta de visibilidad del conductor
Muy interesante cada una de las informaciones obtenidas. Vale la pena leerlos, no sin antes felicitar al historiador por su brillante informacion. Felicitaciones.