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El origen del Pan de Jamón: una tradición caraqueña

Luis Alber­to Per­o­zo Padua
Peri­odista espe­cial­iza­do en cróni­cas históricas
luisalbertoperozopadua@gmail.com
En las redes sociales: @LuisPerozoPadua

El Pan de Jamón es una de las tradiciones culinarias más emblemáticas de Venezuela, especialmente durante la Navidad. Su origen se remonta a 1905, cuando la panadería Ramella en Caracas, bajo la dirección de Lucas Manuel Ramella, crea esta receta innovadora al incorporar trozos de jamón en una masa de pan sobado

El Pan de Jamón tiene sus orí­genes en Cara­cas, con el primer reg­istro doc­u­men­ta­do en diciem­bre de 1905. En esa fecha, la panadería Ramel­la pub­licó un anun­cio ofre­cien­do a sus clientes su inno­vador “pan con jamón”. Esta ver­sión ini­cial era sim­ple: una masa de hari­na de tri­go enrique­ci­da con tro­zos de jamón.

Para 1906, la com­pe­ten­cia entre panaderías caraque­ñas por ofre­cer el mejor Pan de Jamón ya era evi­dente. El per­iódi­co El Con­sti­tu­cional, en su edi­ción del 21 de diciem­bre de ese año, pub­licó un avi­so que destacaba:

“Pan con jamón. Espe­cial­i­dades de la casa para los días de Pas­cuas, a 2, 4, 6 y 8 reales… Panadería de Sociedad Mon­taubán & C.A.”

Emplea­d­os de la Panade­ria Ramel­la en 1905

El creador de esta deli­cia fue el doc­tor Lucas Manuel Ramel­la Martínez, médi­co y dueño de la Panadería Ramel­la, ubi­ca­da en la esquina de Gradil­las, en Cara­cas. Durante la Navi­dad de 1905, Ramel­la preparó el primer Pan de Jamón uti­lizan­do “masa de cerveza” y jamón “de fer­ry” o “plan­cha­do”, sim­i­lar al actu­al jamón Gran Biscotto. 

La idea surgió como una for­ma inge­niosa de aprovechar los últi­mos tro­zos de jamón adheri­dos al hue­so, cortán­do­los en pequeños cubos y agregán­do­los al pan, lo que resultó en un pro­duc­to de sabor úni­co y muy bien recibido por el público.

El éxi­to fue inmedi­a­to y otras panaderías como Solís, Alt­a­gra­cia y Mon­taubán adop­taron la rec­eta a par­tir de diciem­bre del año sigu­iente. Con el tiem­po, comen­zaron a añadir pasas y aceitu­nas, dan­do lugar a varia­ciones que se dis­tan­cia­ron de la ver­sión orig­i­nal de Ramella.

Lucas Ramel­la Revista El Cojo Ilustrado

En el ya cita­do per­iódi­co El Con­sti­tu­cionalLa Religión, encon­tramos un avi­so en que se ofrece: “Para Pas­cuas y Año Nue­vo. No olvi­dar que en la Panadería de Solís, hal­larán como todos los años el famoso Pan de Jamón, espe­cial­i­dad de la casa, …. Telé­fono 837.A. y E. Banchs, espe­cial­i­dad en los encar­gos”, En 1909 hay otro avi­so de la panadería Solis donde ofrece: “Pan sal­a­do y de jamón y pasas”. 

El cro­nista caraque­ño Guiller­mo José Schael (1919–1989) describió el Pan de Jamón autén­ti­co como:

“… el legí­ti­mo pan de jamón no tiene otro col­or que el pro­pio, el nat­ur­al, y es del tipo de pan que se conoce como ‘pan soba­do’, con algu­nas aceitu­nas, pasas y troc­i­tos de buen jamón planchado…”

Óscar Yanes, en una de sus cróni­cas pub­li­cadas en El Uni­ver­sal, rela­ta que “hac­er pan de tri­go en Venezuela era un ofi­cio de mujeres, has­ta que, según el cro­nista Arístides Rojas, se fundó la primera panadería de ‘corte mod­er­no’ con máquinas. Fue entonces cuan­do el pan dejó de ser artesanal”.

Este cam­bio mar­có un antes y un después en la his­to­ria de la panadería en el país, trans­for­man­do la pro­duc­ción de un pro­ce­so man­u­al y domés­ti­co a uno más indus­tri­al­iza­do y com­er­cial, allanan­do el camino para la creación de pro­duc­tos icóni­cos como el Pan de Jamón.

Vista del Pasaje Ramel­la a medi­a­dos de 1930. Ubi­ca­do en la Aveni­da Este 2, entre Las Gradil­las y San Jac­in­to, el Pasaje Ramel­la man­tu­vo por años el interés de las caraque­ñas por sus tiendas

Pan de ori­gen comercial

A prin­ci­p­ios del siglo XX, Venezuela era un país aus­tero y endeu­da­do, mien­tras que Cara­cas, con ape­nas 90 mil habi­tantes y unas 400 esquinas, man­tenía una vida tran­quila y con­cen­tra­da en los alrede­dores de la plaza Bolívar.

La ciu­dad, aún pequeña y con un rit­mo pau­sa­do, refle­ja­ba una sociedad en desar­rol­lo, donde la mod­ernidad comen­z­a­ba a aso­marse tími­da­mente a través de inno­va­ciones como las de la Panadería Ramel­la, que poco a poco trans­forma­ban el paisaje urbano y las cos­tum­bres de sus habitantes.

El peri­odista y gas­trónomo vene­zolano de ori­gen croa­ta, Miro Popić, emprendió una pro­fun­da inves­ti­gación culi­nar­ia tras su lle­ga­da a Venezuela, con el obje­ti­vo de des­cubrir el ver­dadero ori­gen del Pan de Jamón.

Gra­cias a su metic­u­loso tra­ba­jo, hoy cono­ce­mos no solo la rec­eta que ha trascen­di­do fron­teras, sino tam­bién los detalles históri­cos detrás de este icóni­co tesoro navideño.

Inte­ri­or de los talleres de la Panadería de los señores P. Ramel­la Suce­sores. El Cojo Ilustrado

Popić con­tinúa su rela­to seña­lan­do que, en mayo de 1903, El Cojo Ilustra­do pub­licó un repor­ta­je donde se informaba:

“La Panadería Ramel­la intro­du­jo en sus talleres mejo­ras con las que se pro­pone garan­ti­zar la cal­i­dad de sus pro­duc­tos, ofre­cien­do una insta­lación ajus­ta­da a las pre­vi­siones higiéni­cas, por ais­lamien­to y res­guar­do de los lab­o­ra­to­rios y maquinarias.”

Entre estas inno­va­ciones se encon­tra­ba la primera amasado­ra eléc­tri­ca en Venezuela, jun­to con la tec­nología panadera más avan­za­da de la época, inspi­ra­da en mod­e­los franceses.

La panadería Ramel­la no solo innov­a­ba en la pro­duc­ción de pan, sino que tam­bién se con­solidó como una de las empre­sas más prósperas de su tiem­po. Men­su­al­mente, importa­ba 1.500 sacos de hari­na de tri­go y elab­ora­ba gal­letas y biz­co­chos de alta cal­i­dad que eran expor­ta­dos a Trinidad.

Para 1920, Ramel­la ya con­ta­ba con un cap­i­tal de 700 mil bolí­vares, cin­co sucur­sales en Cara­cas y una en La Guaira, generan­do empleo para 244 trabajadores.

Este crec­imien­to y expan­sión refle­jan el impacto de la panadería no solo en el ámbito gas­tronómi­co, sino tam­bién en el desar­rol­lo económi­co de la región, con­sol­i­dan­do su lega­do en la his­to­ria culi­nar­ia de Venezuela.

El pro­gre­sista indus­tri­al Lucas Ramel­la ha intro­duci­do en su establec­imien­to de las Gradil­las, mod­er­nas maquinar­ias, movi­das por elec­t­ri­ci­dad. Estas inno­va­ciones indi­can un ade­lan­to con­sid­er­able en la indus­tria. octubre, 1907. Lam­en­ta­ble­mente el Sr. Ramel­la murió al poco tiem­po en un acci­dente en una de sus industrias

Además de las máquinas, lle­garon nuevas ideas que con el tiem­po se trans­for­maron en pro­duc­tos y, even­tual­mente, en tradiciones. 

Fue pre­cisa­mente en este con­tex­to de mod­ern­ización cuan­do a este médi­co se le ocur­rió agre­gar “tro­zos de jamón a una masa de pan soba­do, con­sid­er­a­do el mejor pan elab­o­ra­do en Cara­cas a prin­ci­p­ios del siglo XX.”

Así, en un acto sim­ple pero inno­vador, nació el Pan de Jamón, que se con­ver­tiría en un sím­bo­lo infaltable de la Navi­dad venezolana.

A lo largo del tiem­po, han surgi­do diver­sas ver­siones sobre el ori­gen del Pan de Jamón, muchas de ellas erróneas por la fal­ta de rig­or históri­co y de investigación. 

Des­de teorías que lo vin­cu­lan a raíces colo­niales y mes­ti­zas, has­ta relatos que lo atribuyen a un panadero ital­iano en la déca­da de 1940, quien, según la leyen­da, habría crea­do un “cachi­to gigante” durante una bor­rachera decembrina.

Sin embar­go, gra­cias a inves­ti­ga­ciones como las de Popić, el ver­dadero ori­gen de este pan emblemáti­co ha podi­do ser rescata­do, con­sol­i­dan­do su lugar en la tradi­ción venezolana.

La rec­eta del Pan de Jamón es la primera en la his­to­ria de la gas­tronomía vene­zolana que surge con un ori­gen neta­mente com­er­cial, en lugar de nac­er en los fogones domésticos.

A difer­en­cia de otros platos tradi­cionales que se trans­mi­tieron de gen­eración en gen­eración den­tro de los hog­a­res, el Pan de Jamón fue con­ce­bido en el ambi­ente indus­tri­al de una panadería, con el propósi­to de inno­var y sat­is­fac­er a una clien­tela ávi­da de nuevas prop­ues­tas durante la época decembrina.

Este hecho no solo resalta su carác­ter úni­co den­tro del reper­to­rio culi­nario vene­zolano, sino que tam­bién evi­den­cia la evolu­ción de la coci­na hacia una dimen­sión más com­er­cial y urbana, refle­jan­do los cam­bios sociales y económi­cos del país a comien­zos del siglo XX.

Lo cier­to es que el Pan de Jamón no tiene raíces colo­niales ni se orig­inó en los patios traseros de las casas de la época, pues no hay reg­istros históri­cos que lo respalden.

Con el paso del tiem­po, el Pan de Jamón se con­vir­tió en una tradi­ción navideña indis­pens­able en Venezuela, acom­pañan­do la cena de Nochebue­na, Nochevie­ja y otras cel­e­bra­ciones especiales.

Pan de Jamón. Foto: LAPP 2018

Los Ramel­la en Venezuela: Un lega­do famil­iar y gastronómico

La his­to­ria de la panadería Ramel­la en Venezuela se remon­ta a 1871, cuan­do aparece el primer reg­istro de su exis­ten­cia en un avi­so pub­li­ca­do el 6 de mayo en el per­iódi­co La Opinión Nacional de Cara­cas. En ese entonces, la panadería esta­ba bajo la direc­ción de Pablo Ramella.

Para 1891–1892, en el Reg­istro de Panaderías del Direc­to­rio Anu­al de Cara­cas, se doc­u­men­ta que la panadería oper­a­ba bajo el nom­bre P. Ramel­la Suce­sores y ya con­ta­ba con cua­tro sucur­sales adicionales:

  • Fer­ren­quín (1886)
  • Peinero (1888)
  • Guanábano (1894)
  • Alt­a­gra­cia (1905)
Panadería Ramel­la en la esquina de Las Gradil­las. Caracas

Pablo Ramel­la con­tra­jo mat­ri­mo­nio en 1851 con la vene­zolana Igna­cia Martínez Echeñique (1823–1906). La pare­ja tuvo cin­co hijos: cua­tro varones y una hija.

El segun­do de ellos, Lucas Manuel Ramel­la Martínez (1855–1914), nieto de Giuseppe Ramel­la, recibió su edu­cación en Cara­cas antes de ser envi­a­do por su padre a Fran­cia para estu­di­ar med­i­c­i­na. Lo que nadie imag­in­a­ba era que esta decisión no solo lo for­maría como médi­co, sino que mar­caría un hito en la tradi­ción gas­tronómi­ca de Venezuela.

Lucas Ramel­la, inspi­ra­do por sus viven­cias en Europa y por el ofi­cio panadero de su famil­ia, fue quien, años después, intro­duciría el Pan de Jamón en Cara­cas durante la Navi­dad de 1905, ini­cian­do una tradi­ción que se con­ver­tiría en un sím­bo­lo indis­cutible de las fes­tivi­dades decem­bri­nas venezolanas.

CorreodeLara

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