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El santuario de la Divina Pastora nació como pueblo de indios en 1671

 

Juan José Peralta
Peri­odista

A mi hija Lil­iana, dedico

SANTA ROSA del Cerrito, tantas miles de veces nombrada en estos días por ser santuario de una de las advocaciones marianas más seguidas de Venezuela y América Latina como es la Divina Pastora, nació como pueblo de indios en 1671 bautizada en honor a Santa Rosa de Lima, canonizada el 12 de abril de ese mismo año por el papa Clemente X, proclamándola Principal Patrona del Nuevo Mundo


Entre los san­tos naci­dos en Améri­ca, lla­ma­da en el siglo XVII Indias Occi­den­tales, San­ta Rosa de Lima fue la primera en recibir el reconocimien­to canóni­co de la Igle­sia católi­ca. La Div­ina Pas­to­ra es una advo­cación mar­i­ana cono­ci­da por primera vez en Sevil­la el 8 de sep­tiem­bre de 1703 y muy apre­ci­a­da por los frailes fran­cis­canos venidos a América.

Como antecedente de la fun­dación del pueblo recordemos que el 15 de junio de 1616 llegó a Venezuela Fran­cis­co de la Hoz Berrío, a quien el his­to­ri­ador Rafael Arráiz Luc­ca denom­i­na “gob­er­nador itin­er­ante y fun­dador de pueb­los”, debido a que has­ta aho­ra no se sabe de alguien en Améri­ca que de man­era direc­ta o por sus órdenes haya fun­da­do más que él, respon­s­able del nacimien­to de más de cien pobla­dos en Venezuela, para lo cual con­tó con el apoyo del obis­po Gon­za­lo de Angu­lo, quien arribó a estos lares en 1618.


Rafael Monas­te­rios. Calle de San­ta Rosa, 1937

 

 

 

El gob­er­nador y el obis­po se hicieron eco de una Cédu­la Real de Felipe III de jun­tarse “para reunir en pueb­los a los indí­ge­nas, reco­gien­do a los dis­per­sos en las encomien­das”. Las ciu­dades recién fun­dadas por los españoles no esta­ban pre­vis­tas como moradas masi­vas de la población indí­ge­na a quienes se ubi­ca­ba en la per­ife­ria y que les per­mi­tiera con­cur­rir a sus labores.

Los pueb­los de indios o de doc­t­ri­na fueron fomen­ta­dos por los españoles des­de la segun­da mitad del siglo XVI a par­tir de la Real Cédu­la de 1545 para más efi­ciente cobro de los trib­u­tos, aumen­tar el con­trol y acul­turación de la población someti­da medi­ante la evan­ge­lización y ase­gu­rarse mano de obra disponible.

Cuen­ta Beni­cia Sánchez en su pub­li­cación sobre San­ta Rosa, de la Sociedad Boli­var­i­ana de Venezuela –capí­tu­lo del esta­do Lara– que en 1620 en las cer­canías de El Tocuyo, en las ges­tiones del obis­po Angu­lo y de la Hoz Berrío, se fun­daron los pueb­los de doc­t­ri­na Nues­tra Seño­ra de Alt­a­gra­cia de Quí­bor, San­ta Cruz de Guari­co, San Anto­nio de los Naran­jos de Humo­caro Alto, Nues­tra Seño­ra del Rosario de Humo­caro Bajo y San­ta Ana de Sanare y en ter­ri­to­rio caroreño San Miguel de los Aya­manes, San José de Siquisique, San­ti­a­go de Río Tocuyo y Nues­tra Seño­ra de la Chiquin­quirá de Aregue, todos ellos este año en fecha cuatricentenaria.

Tam­bién en el mis­mo año, en las cer­canías de Bar­quisime­to, según la mis­ma fuente, fun­daron San Miguel de Acarigua, San Juan Bautista de Dua­ca, San Juan Bautista de Urachiche, San José de Gua­ma y San­to Tomás de la Galera, este últi­mo ubi­ca­do cer­ca de Sarare en ady­a­cen­cias al río Auro.

Por ser una región insalu­bre e inhóspi­ta que afec­tó a la población, medio siglo después el cura doc­tri­nario fray Agustín de Vil­l­abáñez solic­itó al gob­er­nador de la provin­cia de entonces Fran­cis­co Dávi­la Ore­jón y Gastón y al obis­po fray Anto­nio González de Acuña autor­ización para la mudan­za de San­to Tomás de la Galera a un sitio más prop­i­cio y se hizo con el nue­vo nom­bre de la patrona de la cap­i­tal de Perú y se esti­ma que para la esco­gen­cia influyó de modo deter­mi­nante que el obis­po era peruano.

Según algunos his­to­ri­adores, a la oril­la de San­ta Rosa, en las prox­im­i­dades del río hubo uno de los asen­tamien­tos de la Nue­va Segovia y tam­bién una aldea de los gay­ones, recogi­dos por fray Vil­l­abáñez para fun­dar al pobla­do jun­to a otros traí­dos de San­to Tomás de la Galera en el lugar cono­ci­do como el cerrito.

Jamás imag­inó el fraile doc­tri­nario que aquel pobla­do crea­do con los gay­ones, unos tres sig­los más tarde lle­garía a ser epi­cen­tro de una de las más grandes man­i­festa­ciones de fe del mun­do cris­tiano, como es la pro­ce­sión de los 14 de enero des­de allá a Barquisimeto.

Foto de por­ta­da: Pueblo de San­ta Rosa y su tem­p­lo en 1925

CorreodeLara

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