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En 1947 los restos del obispo Montes de Oca fueron inhumados en la Catedral de Valencia

Luis Alberto Perozo Padua
Periodista y cronista
luisperozop@hotmail.com
@LuisPerozoPadua

A Luis Her­a­clio Med­i­na Canelón
mae­stro de his­to­ri­adores y cronistas,
dedi­co

A las 3 de la tarde del miér­coles 11 de junio de 1947, arrib­aron al puer­to de La Guaira los ven­er­a­dos restos del obis­po már­tir mon­señor doc­tor Sal­vador Montes de Oca, repa­tri­a­dos a Venezuela tras las ges­tiones y esfuer­zos del sac­er­dote vene­zolano Luis Anto­nio Roton­daro, naci­do en Tinaquil­lo, quien fuera des­de su época de sem­i­nar­ista, ayu­dante de Montes de Oca; aho­ra esta­ba fac­ul­ta­do por la Jun­ta Rev­olu­cionar­ia de Gob­ier­no para repa­tri­ar los despo­jos del prela­do larense quien encon­tró su hora final en La Car­tu­ja de Far­ne­ta del Espíritu San­to, con­ven­to de la Orden de San Bruno, en Italia, aquel aci­a­go año del Señor de 1944, en horas del mediodía del 6 de sep­tiem­bre, cuan­do fue eje­cu­ta­do por un pelotón de sol­da­dos nazis, luego de var­ios días de torturas.

El recibimien­to de los despo­jos del ilus­tre prela­do fue apoteósi­co, donde una gran mul­ti­tud, con­glom­er­a­da en una plazuela con­tigua al puer­to ‑todos atavi­a­dos de negro‑, llora­ban al obser­var descen­der el féretro del vapor Lugano.

Esta­ban pre­sentes el clero en pleno, miem­bros de la Jun­ta Rev­olu­cionar­ia de Gob­ier­no, el Ejec­u­ti­vo de la Asam­blea Nacional Con­sti­tuyente con su pres­i­dente Andrés Eloy Blan­co, quien fuera ínti­mo ami­go de Montes de Oca; la juven­tud católi­ca y nutri­das orga­ni­za­ciones cul­tur­ales y reli­giosas, así como el cuer­po diplomáti­co extran­jero y la Mari­na de Guerra.

Un testigo de excepción

Entre los tes­ti­gos del arri­bo de los restos mor­tales del prela­do larense, aguard­a­ba impa­ciente y vis­i­ble­mente ape­sad­um­bra­do el Dr. Juan Car­mona, propi­etario y direc­tor del Diario EL IMPULSO de Bar­quisime­to, que había estu­di­a­do y cre­ci­do en Caro­ra jun­to al obis­po Montes de Oca y con quien jamás perdió con­tac­to, al con­trario, con el tran­scur­rir del tiem­po, aque­l­la amis­tad se consolidó.

Entre­tan­to, resulta­ba impre­sio­n­ante ver aque­l­la esce­na de los famil­iares direc­tos descen­der por la esca­ler­il­la del bar­co, con el esmal­ta­do ataúd en hom­bros con tan­ta rev­er­en­cia, escolta­do por mon­señor Luis Roton­daro y por supuesto de su ami­go entrañable Juan Car­mona, al toque de la mar­cha fúne­bre inter­pre­ta­da por una com­pañía de mari­nos vene­zolanos que, al con­cluir pre­sen­taron armas ante las mor­tales reliquias segui­do de golpes sec­os de redoblantes.

Descen­so de los restos mor­tales de mon­señor Sal­vador Montes de Oca del vapor Lugano, en el Puer­to de La Guaira, Venezuela

Traslado a Valencia

Una pro­lon­ga­da y zigzagueante car­a­vana escoltó los despo­jos del már­tir des­de el tem­p­lo San Juan de Dios de la Guaira has­ta la Cat­e­dral de Cara­cas, en donde per­maneció en capil­la ardi­ente todo el jueves 12. Al sigu­iente día, a las ocho de la mañana, todos los tem­p­los de Cara­cas, al uní­sono, doblaron las cam­panas para des­pedir al prela­do. A lo largo del itin­er­ario que con­duce a la plaza de Capuchi­no y a la aveni­da San Martín, el públi­co se aglom­eró para ofre­cer su despedida.

El corte­jo fúne­bre par­tió a Valen­cia, con una escala en Los Teques, en el pre­ciso lugar donde mon­señor fue apre­sa­do por la tiranía gomecista para ser extraña­do de la patria. En el trayec­to, en todos los pueb­los, la gente salía a rendirle hom­e­na­je a los restos del cléri­go céle­bre, y entran­do a la ciu­dad de Valen­cia la comi­ti­va fue impe­di­da de seguir en automóvil por la muchedum­bre expec­tante, ávi­da de trib­u­tar su últi­mo adiós.

El catafal­co fue car­ga­do en hom­bros del pueblo, en pro­ce­sión solemne por la calle Colom­bia, abrién­dose paso en medio de cán­ti­cos y ora­ciones has­ta la Capil­la de San Fran­cis­co. Una escuadra de aviones de la Defen­sa Nacional sur­có el fir­ma­men­to, hacien­do man­io­bras ras­antes como rev­er­en­cia pós­tu­ma a su obispo.

Las solemnes exe­quias pon­tif­i­cadas fueron trasmi­ti­das por Radiod­i­fu­so­ra Nacional y retrans­mi­ti­das por La Voz de la Patria, al igual que ocu­paron gran cen­time­tra­je de pren­sa en los prin­ci­pales per­iódi­cos de toda la nación.

Ano­ta el pres­bítero Luis Manuel Díaz en su libro: La Acción Epis­co­pal de Mons. Sal­vador Montes de Oca, Segun­do Obis­po de Valen­cia (1927–1934: «La mul­ti­tud que iba aumen­tan­do con­stan­te­mente con la lle­ga­da de miles de per­sonas, tuvo un cli­ma sen­sa­cional, cuan­do los aviones man­io­braron más cer­ca regan­do péta­los de rosas como un avi­so de la prox­im­i­dad del corte­jo. A las 6 de la tarde, cuan­do el crepús­cu­lo se recogía sobre el entari­ma­do de los cer­ros valen­cianos, anun­cia­ron las sire­nas de las motos del Depar­ta­men­to del Trá­fi­co que esta­ba entran­do a Valen­cia, su Obis­po amado».

Entre la mul­ti­tud que acom­pañó el féretro de Montes de Oca, esta­ban sus famil­iares, y por su puesto su ami­go entrañable, el Dr. Juan Car­mona. Tam­bién el Dr. Eli­gio Anzo­la Anzo­la, pres­i­dente del esta­do Lara, quien man­i­festó: «Es una man­i­festación estu­pen­da. Algo bel­lo y grande que yo no esper­a­ba ver». Nue­stro obis­po már­tir, había naci­do en Caro­ra, esta­do Lara, el 21 de octubre de 1895.

El féretro fue con­duci­do al tem­p­lo de San Fran­cis­co, donde per­maneció en Capil­la Ardi­ente. En aquel acto, el pres­bítero Luis Roton­daro, hizo una bel­la y extra­or­di­nar­ia exé­ge­sis sobre mon­señor Montes de Oca, llena de viva expre­sión hacia el recuer­do de su ilus­tre y admi­ra­do maestro.

Fue su deseo

Des­de el 15 de junio de 1947, las reliquias mor­tales de Sal­vador Montes de Oca repos­a­ban bajo el pres­bi­te­rio de la Cat­e­dral de Valen­cia, tras expre­sas instruc­ciones suyas cuan­do en el año 34, en medio de una peri­toni­tis que lo aque­jó por tres meses, man­i­festó su vol­un­tad de ser inhu­ma­do en el señal­a­do lugar sagrado.

No obstante, el pasa­do 22 de mayo de 2023, en la Cat­e­dral Met­ro­pol­i­tana de Valen­cia, nue­va­mente los restos mor­tales de mon­señor Sal­vador Montes de Oca, fueron exhuma­dos para ser lle­va­dos a una nue­va mora­da den­tro de este tem­p­lo, que según comu­ni­ca­do del padre Anto­nio Arocha, vice­pos­tu­lador de la causa de beat­i­fi­cación de del prela­do larense, “esto como req­ui­si­to del pro­ce­so de beat­i­fi­cación de mon­señor, así como facil­i­tar el acce­so a los devo­tos para el cul­to pri­va­do y pro­mover la fama de santidad”.

De allí, los restos sagra­dos del obis­po per­manecieron en el Con­ven­to de las Her­manas Sier­vas del San­tísi­mo, lugar que se reservó para los respec­tivos estu­dios forens­es de ver­i­fi­cación cien­tí­fi­ca y la restau­ración del con­jun­to óseo.

Nuevamente en 2023

El sába­do 14 de agos­to de 2023, un poco después de las 9:00 a.m. (hora local), los restos del obis­po Montes de Oca salieron del tem­p­lo del Sagra­do Corazón de Jesús —cono­ci­do como igle­sia de las Sier­vas del San­tísi­mo—, en manos de dos sem­i­nar­is­tas y jun­to a mon­aguil­los de la Arquidióce­sis de Valencia.

En medio de can­tos litúr­gi­cos, el osario de madera fue subido a un automóvil de época de col­or rojo, espe­cial­mente acondi­ciona­do para la ocasión. La pro­ce­sión fue pre­si­di­da por el car­de­nal Bal­tazar Enrique Por­ras Car­do­zo, arzo­bis­po de Cara­cas y pres­i­dente de la Comisión Históri­ca del pro­ce­so de can­on­ización del Sier­vo de Dios Montes de Oca, quien estu­vo acom­paña­do de mon­señor Diego Padrón, arzo­bis­po Eméri­to de Cumaná.

Una vez en la Cat­e­dral Met­ro­pol­i­tana, el osario fue inhu­ma­do en el lugar prepara­do en la capil­la de Nues­tra Seño­ra de Coro­mo­to, acto que con­cluyó con una eucaristía solemne pre­si­di­da por el arzo­bis­po Por­ras Cardozo.

Fotos y datos: Luis Her­a­clio Med­i­na Canelón, miem­bro cor­re­spon­di­ente de la Acad­e­mia de His­to­ria del esta­do Carabobo


Fuente: Luis Manuel Díaz. La Acción Epis­co­pal de Mons. Sal­vador Montes de Oca, Segun­do Obis­po de Valen­cia (1927–1934). Valen­cia 2020

CorreodeLara

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