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Intenso fue el espionaje en el Occidente de Venezuela durante la Guerra de Independencia

Luis Alberto Perozo Padua
Periodista y cronista
luisperozop@hotmail.com
@LuisPerozoPadua

Los veci­nos de Carache, un puebli­to enclava­do en la ser­ranía de la cordillera and­i­na, perteneciente hoy al esta­do Tru­jil­lo, se escan­dalizaron cuan­do advirtieron que, a lo lejos, por el camino real, se desplaz­a­ba una colum­na de caballería. En un prin­ci­pio no dis­tin­guían si eran sol­da­dos patri­o­tas o realistas.

Las mujeres se san­tigua­ban al obser­var el ascen­so de aque­l­la mar­cha, al tiem­po que el mon­aguil­lo se abría paso entre los escom­bros de la igle­sia dev­as­ta­da por el cat­a­stró­fi­co movimien­to telúri­co del 26 de mar­zo de 1812, para hac­er sonar las cam­panas que quedaron intac­tas col­gadas en un poste de lo que antes fue el pequeño campanario. 

En un san­ti­amén la caballería había remon­ta­do la escarpa­da y avan­z­a­ban por la úni­ca calle del der­rui­do puebli­to. Era un escuadrón de las fuerzas del capitán gen­er­al Domin­go de Mon­teverde, que venían a apre­hen­der a un traidor a la monarquía.

Pero ya Manuel Blas­co, un español naci­do en Mur­cia, había hui­do por el camino hacia los Humo­caros, aun cono­cien­do, en detalle, que Mon­teverde ya con­tro­la­ba impor­tantes bas­tiones como Bar­quisime­to, Quí­bor, Siquisique y Caro­ra, y esta­ba próx­i­mo a dom­i­nar todo el Occi­dente de Venezuela.

Playa del mer­ca­do de San Jac­in­to en 1910, al fon­do las ofic­i­nas del Regi­dor, bajo las arcadas

En la evasión Blas­co no pudo lle­gar a su des­ti­no, y quizá delata­do por algún veci­no, fue cap­tura­do y someti­do a juicio por infi­dente, deli­to que “tan­to las autori­dades repub­li­canas, como las monárquicas per­sigu­ieron en procu­ra de cas­ti­go a los espías”, razón por la cual “a través del Despa­cho de Guer­ra las autori­dades del Con­se­jo de Regen­cia reafir­maron el 7 de octubre de 1811 tal decisión de cas­ti­gar como infi­dentes a quienes incur­ri­er­an en el deli­to de espionaje”.

Manuel Blas­co, entre otros, es un per­son­aje desen­traña­do por el his­to­ri­ador Andrés Eloy Bur­gos Gutiér­rez, escru­tan­do los pape­les del Archi­vo Gen­er­al de la Nación y otro tan­to del Archi­vo de la Acad­e­mia de la His­to­ria. Allí, frente a esa colos­al fuente de infor­ma­ción, este inves­ti­gador supo que el tema del espi­ona­je en la his­to­ria de Venezuela era, aparte de apa­sio­n­ante, algo inédi­to que rev­e­la­ba una fac­eta que no se había inda­ga­do o escrito a pro­fun­di­dad, por lo que decidió con deter­mi­nación asumir el reto, un reto inque­brantable que hoy devela los acer­ti­jos de la his­to­ria que nadie nos contó. 

Den­so y min­u­cioso es el planteamien­to de Andrés Eloy Bur­gos Gutiér­rez (naci­do en Cara­cas en 1984), en su extra­or­di­nar­ia inves­ti­gación inti­t­u­la­da: La Guer­ra Invis­i­ble, espías y espi­ona­je en la Guer­ra de Inde­pen­den­cia vene­zolana (1810–1821).

Este tra­ba­jo fenom­e­nal obtu­vo el primer pre­mio de la Bien­al Rafael María Bar­alt 2022–2023, un even­to aval­a­do por la Acad­e­mia Nacional de la His­to­ria y patroci­na­do por la Fun­dación Ban­car­ibe, ente que se encar­gará de com­pi­lar esta inves­ti­gación para plas­mar­la en una obra lit­er­aria próx­i­ma a publicarse.

Bur­gos, abor­da el caso del espi­ona­je en la Guer­ra de Inde­pen­den­cia con una habil­i­dad magis­tral, no solo por el apa­sio­n­ante rela­to, sino tam­bién por su des­cubrim­ien­to aden­trán­dose en fuentes pri­marias, y en el caso del espía Manuel Blas­co, pre­cisa que fue con­de­na­do el 21 de agos­to de 1812 a sufrir la pena cap­i­tal acusán­do­lo de var­ios car­gos, “pero el más grave era el de haber servi­do como espía a la causa patri­o­ta, por ello debía morir a gar­ro­ta­zos o fusila­do; y para dejar un sím­bo­lo ejem­plar­izante, su cabeza debía colo­carse a la vista de todos los habi­tantes del pueblo de Carache, lugar donde con­sumó su delito”.

Rev­ela el tam­bién inves­ti­gador del Cen­tro Nacional de His­to­ria, que Blas­co negó los car­gos que se le imputa­ban encon­trán­dose en una com­pli­ca­da posi­ción para defend­er­se, pues se le habían sus­traí­do numerosas car­tas y rela­ciones en las cuales se evi­den­cia­ba su actuación como espía.

“Se sabe que par­ticipó en la rev­olu­ción des­de el 19 de abril, que jugó un papel muy acti­vo en la per­se­cu­ción de fun­cionar­ios monárquicos y en el for­t­alec­imien­to del nue­vo gob­ier­no repub­li­cano, espe­cial­mente a través de las labores de espi­ona­je, las que desplegó con min­u­ciosi­dad y destreza des­de Carache”, apun­ta en su estudio.

Ven­ta de fru­tas y pájaros en la playa del mer­ca­do de San Jacinto_ nótese la som­bra y fres­cor que brind­a­ban sus fron­dosos mat­a­pa­los e higueras 1905

Intere­san­tísi­mos son los aportes escu­d­riña­dos por Bur­gos sobre el caso del espía en cuestión, des­cubrien­do que, des­de medi­a­dos de mar­zo de 1812, Blas­co estu­vo repor­tan­do con­stan­te­mente los movimien­tos que real­iz­a­ba el ene­mi­go (los real­is­tas) en el Occi­dente de Venezuela.

“Día a día envi­a­ba car­tas y se encar­ga­ba de orga­ni­zar mecan­is­mos para que fluy­er­an los informes de inteligen­cia con may­or facil­i­dad; se encar­gó de remi­tir sol­da­dos para sus­traer car­tas y otros doc­u­men­tos de las casas de los sospe­chosos y ene­mi­gos. Esta­ba al pen­di­ente de todo lo que ocur­ría con las tropas cori­anas que se mov­i­liz­a­ban des­de el Norte y que para la fecha ya con­tro­la­ban casi todo el ter­ri­to­rio. Ante la vig­i­lan­cia del ene­mi­go por todos los pun­tos afinó el mecan­is­mo del espi­ona­je, mov­i­lizan­do a var­ios suje­tos por todo el espa­cio geográ­fi­co que logra abar­car con su sis­tema”, ano­ta el historiador.

Logró evadirse

En las con­clu­siones dadas en el juz­ga­do que dic­tó sen­ten­cia al agente español que espi­a­ba para los patri­o­tas, con­cluyó entre otras cosas: “…que espi­a­ba los movimien­tos de las tropas del rey y los comu­ni­ca­ba a los jefes de los rebeldes para que se apercibier­an con­tra ellas, pro­ponien­do medios para ata­je sus progresos…”.

Asien­ta Bur­gos Gutiér­rez en su tra­ba­jo de gra­do, que después de las claras deter­mi­na­ciones de las autori­dades real­is­tas hacia los cul­pa­bles de espi­ona­je, Manuel Blas­co no podía esper­ar otra cosa dis­tin­ta a la muerte, pero a pesar de ello y de haberse dado una sen­ten­cia firme se le remi­tió a Puer­to Rico, con­de­na de la que pudo librarse gra­cias a la fuga que real­izó jun­to con otros pre­sos durante una escala en la isla de Saint Thomas.

De realistas a patriotas

Asom­brará igual­mente a los lec­tores leer que Bur­gos Gutiér­rez hal­ló prue­bas irrefuta­bles sobre la enér­gi­ca activi­dad de espi­ona­je del caudil­lo Juan de los Reyes Var­gas (cono­ci­do como el indio Reyes Var­gas, naci­do en Siquisique, hoy esta­do Lara) y el capel­lán y coro­nel efec­ti­vo Andrés Tor­rel­las, (nat­ur­al de Bureche, esta­do Lara), dos per­son­ajes desta­ca­dos en la Guer­ra de Inde­pen­den­cia de Venezuela, que oper­aron en Cen­troc­ci­dente del país, pasan­do de las filas real­ista a las republicanas.

Con respec­to a Reyes Var­gas, se lee en la cita­da inves­ti­gación, que este per­son­aje cono­ci­do más por guer­rillero y con­duc­tor de huestes que de ejérci­tos reg­u­lares, haya usa­do de for­ma tan escrupu­losa el espi­ona­je des­de las primeras acciones de Siquisique.

En la fuente ras­trea­da, el his­to­ri­ador hal­ló ano­ta­ciones de este guer­rillero donde men­ciona los nom­bres de nueve suje­tos que espi­aron los pueb­los de El Tocuyo y Carora.

Asimis­mo, advierte que los curas tam­bién tuvieron un papel pro­tagóni­co en el espi­ona­je de la región Cen­troc­ci­den­tal de Venezuela, seña­lan­do la actuación del cono­ci­do padre Andrés Tor­rel­las, quien fue con­duc­tor de tropas des­de que la expe­di­ción de Domin­go de Mon­teverde sal­ió de Coro en el mes de mar­zo; con­fe­san­do, en una car­ta pri­va­da, cómo luego de hon­rar a Dios y los san­tos se ocupó del espionaje.

Al igual que Reyes Var­gas, resalta Bur­gos en su estu­dio, que el pár­ro­co de Coro Andrés Tor­rel­las mues­tra gran activi­dad en el envío y recolec­ción de infor­ma­ción por medio de espías. Esta vez son tres los espías que con­fiesa haber emplea­do para cubrir dis­tin­tos pun­tos con car­tas y para eje­cu­tar acciones de excitación de la población a favor del rey de España. Las infor­ma­ciones recabadas en cada mis­ión sirvieron para ilus­trar a Mon­teverde sobre el esta­do de los pueb­los y ciu­dades, además le per­mi­tió trazar la ruta de la cam­paña mil­i­tar para la con­quista del Occidente.

Para 1813 se aplicó la repre­sión, la vig­i­lan­cia, el espi­ona­je y la delación en todos los espa­cios con­tro­la­dos políti­ca y mil­i­tar­mente por Mon­teverde. Lo mis­mo ocur­rió en el ban­do con­trario, en el patri­o­ta, donde los patri­o­tas espi­a­ban a Fran­cis­co de Miran­da, pero es este otro entu­si­as­ta capí­tu­lo abor­da­do con rig­urosi­dad en La Guer­ra Invis­i­ble, espías y espi­ona­je en la Guer­ra de Inde­pen­den­cia venezolana.

CorreodeLara

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