Gil Fortoul, un barquisimetano de película
Luis Alberto Perozo Padua
Periodista y escritor
luisalbertoperozopadua@gmail.com
En Twitter @LuisPerozoPadua
Había nacido en Barquisimeto. Hijo de un héroe de la Guerra Federal. Fue un escritor consumado y leal amigo. Apasionado y enamoradizo. Se batió a duelo y resultó vencedor
Muchos historiadores coinciden que el intelectual José Gil Fortoul sucumbió al ingrato olvido por su inquebrantable y fiel amistad con el dictador Juan Vicente Gómez, otros mencionan que este historiador exaltó la civilidad en su obra cumbre Historia Constitucional de Venezuela, razón por la cual fue apartado.
También se dice que su mal humor y constantes arrebatos de furia, lo llevaron a ser desmerecido, pero lo que si no cabe duda, que nuestro biografiado fue un personaje con una vida interesantísima, intensa y llena de pasiones.
Había nacido en Barquisimeto, propiamente en la calle Libertador número 71 (hoy Carrera 19 entre 22 y 23), el 29 de noviembre de 1861, según reza su certificado de bautismo.
Recién nacido fue llevado por sus padres el doctor José Espiritusanto Gil y doña Adelaida Fortoul Obregón, a la hacienda Hato Arriba, perteneciente a su padre, la cual estaba enclavada en el municipio Barbacoas que para entonces formaba parte del Distrito Tocuyo, en donde transcurre su infancia y adolescencia.
La segunda etapa de su tránsito vital entre 1886 y 1909 transcurrió en Europa, donde se desempeñó como Cónsul de Venezuela en Burdeos, Liverpool, París, Trinidad y Encargado de Negocios de la Legación en Berlín. En este período se casó y tuvo tres hijos. Durante su breve regreso al país, a finales del siglo XIX, escribió sobre filosofía e historia, al tiempo que enviaba artículos a El Cojo Ilustrado y EL IMPULSO de don Federico Carmona, y otras publicaciones venezolanas de gran relevancia. En 1918 fue elegido individuo de número de la Academia Nacional de la Historia.
Como hombre público, figuró en la administración del poder político durante el mandato del dictador tachirense Juan Vicente Gómez, desempeñándose como ministro de Instrucción Pública, senador, presidente del Congreso Nacional, presidente de la República y director de El Nuevo Diario en 1931.
La civilidad en nuestro personaje
El historiador Rafael Arráiz Lucca, en su artículo Gil Fortoul, positivismo, historia y poder, asienta que el personaje de quien nos ocupamos “se aparta enfáticamente de la historiografía militarista y escoge un derrotero que lo distingue señaladamente: la búsqueda de las trazas de civilidad en medio del fragor de las innumerables batallas. Además, para el momento en que se publica la Historia Constitucional de Venezuela la tarea que se propone su autor es la menos transitada. La exaltación de la heroicidad guerrera abundaba para entonces, el análisis de la faena civil escaseaba. El propio autor lo apunta como si tuviera el florete en la mano en una de sus contiendas de esgrima: “Deseo, por otra parte, que la presente Historia resulte más útil que atractiva” (Gil Fortoul, 1979, 23).
La periodista Maruja Dagnino en su magistral trabajo: Apasionado Gil Fortoul, subraya que “José Gil Fortoul es el autor del más importante tratado de historia nacional… En él aplicó todo el rigor del que fue capaz, para mirar el país desde una perspectiva inédita”.
Dominado por el mal humor
Gil Fortoul era dominado constantemente por su comportamiento huraño, volátil con episodios que lo llevaba a destruir objetos que le rodeaban cuando disentían de sus ideas.
Fue un apasionado, enamoradizo y un romántico empedernido, “hasta el delirio”, según apunta Arraiz Lucca. Despertaba pasiones y de ello da cuenta Dagnino en su semblanza sobre Gil Fortoul acentuando que: “Era introvertido, aunque mujeriego. Tal vez la clave de su éxito con las mujeres fue haber tenido un miembro muy bien dotado, y una indiferenciada sensibilidad para la belleza de las mujeres y de las rosas”.
Desinteresado por el dinero. Honesto hasta el exceso, y quedó demostrado cuando renunció a la herencia de su padre, José Espíritusanto Gil (el Pelón Gil, héroe de la Guerra Federal, expresidente del estado Lara, diputado al Congreso Nacional, diputado al parlamento regional, abogado litigante y periodista), “legado nada despreciable en términos cuantitativos”.
Entre el duelo y el olvido
Tras un desencuentro político en París con Enrique Gómez Carrillo, diplomático guatemalteco, Gil Fortoul insistió en que se batieran en duelo, que se celebró en el bosque de Boulogne.
De la intensa y escalofriante jornada, dominada por la superioridad técnica de Gil Fortoul, ambos salieron heridos, “pero Gil Fortoul precisó mejor la estocada y resultó vencedor, sin necesidad de quitarle la vida a su contendor. Como vemos, este larense histórico no sólo es el autor de la Historia Constitucional de Venezuela sino un personaje de película”, recalca Arráiz Lucca.
Fue un tipo bizarro, leal hasta el exceso, Profesaba una devoción delirante hacia los libros. Conservó para siempre tres grandes amigos: Lisandro Alvarado, a quien protegía como a un hermano menor; Pedro Emilio Coll y Caracciolo Parra Pérez
El 15 de junio de 1943, se detuvieron las agujas del reloj de la Quinta Chicudamay en La Florida, anunciando la última hora mortal del Gil Fortoul. En su escritorio reposaban una ruma considerable de papeles que atestiguaban que el barquisimetano de película preparaba la elaboración de un nuevo tomo de su Historia Constitucional de Venezuela. Su biblioteca íntegra, y el collar Orden del Libertador, máxima condecoración nacional, fueron donadas la Centro de Historia Larense, en donde se pudren por ausencia de la desidia y el olvido.
Fuente:
Arráiz Lucca, Rafael. Civiles. Editorial Alfa, Biblioteca Rafael Arráiz Lucca 2014
Dagnino, Maruja. “Apasionado Gil Fortoul” en 50 Imprescindibles, curaduría de Jesús Sanoja Hernández. Caracas, Fundación para la Cultura Urbana, 2002
Gil Fortoul, José. Historia Constitucional de Venezuela. México, Editorial Cumbre, 1979