CrónicasSemblanzas

Juan Germán Roscio fue el primer canciller de Venezuela

Juan José Peralta
Periodista


En estos tiempos de ruidos en la comunicación entre los gobiernos y distancias, disensos y desencuentros entre representantes de las naciones, ahora cuando la diplomacia con su lento accionar se mueve en función de Venezuela y el ambiente presiona por una salida a la crisis actual y unos gobiernos se pronuncian por la llamada usurpación del poder y la asunción de la presidencia por el presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, es preciso recordar los orígenes de nuestro servicio exterior.  

La ocasión es opor­tu­na para recor­dar que la diplo­ma­cia vene­zolana se inau­guró en 1810 con el primer can­ciller de la Repúbli­ca, Juan Ger­mán Roscio, después de la declaración de los vene­zolanos de ser libres y la creación de la Jun­ta Supre­ma cuan­do enviaron comi­siones a Inglater­ra, Esta­dos Unidos y otros país­es a infor­mar de los acon­tec­imien­tos del 19 de abril.

Protagonista e ideólogo

Roscio fue un vene­zolano muy desta­ca­do al ini­cio de la lucha por la Repúbli­ca y de los más impor­tantes ideól­o­gos de la inde­pen­den­cia, patri­o­ta ejem­plar en la instau­ración de la naciente Venezuela y pro­tag­o­nista prin­ci­pal al incor­po­rarse como “diputa­do del pueblo” al Cabil­do que pro­movió la Jun­ta Supre­ma, órgano de fac­to que instau­ró la Jun­ta Con­ser­vado­ra de los Dere­chos de Fer­nan­do VII.

Fue un ardid inven­ta­do por el pro­pio Roscio para susti­tuir al depuesto capitán gen­er­al Vicente Emparan y ocupó la Sec­re­taría de Rela­ciones Exte­ri­ores donde desplegó una labor incans­able de pro­mo­ción de la eman­ci­pación en copiosa cor­re­spon­den­cia como en dis­cur­sos y procla­mas al Con­gre­so Con­sti­tuyente insta­l­a­do el dos de mar­zo de 1811, elec­to diputa­do por Calabozo.

Redac­tor del acta fundacional 

Roscio es recono­ci­do como prin­ci­pal redac­tor del Acta de la Inde­pen­den­cia de Venezuela fir­ma­da el 5 de julio de ese año y de la Con­sti­tu­ción san­ciona­da el 21 de diciem­bre a fines del mis­mo año. Dos piezas difer­entes que sue­len con­fundirse con fre­cuen­cia: el Acta y la Constitución

Ejem­plar ciu­dadano, la Repúbli­ca no ha sido jus­ta con Roscio, abo­ga­do, escritor, peri­odista y políti­co, naci­do en San Fran­cis­co de Tiz­na­dos, esta­do Guári­co el 27 de mayo de 1763, hijo del ofi­cial ital­iano reti­ra­do Gio­van­ni Roscio, nat­ur­al de Milán y la mes­ti­za nati­va de La Vic­to­ria Paula María Nieves. Sus primeros años tran­scur­rieron en San José de Tiz­na­dos, donde su padre poseía hatos de gana­do y donde aprendió las primeras letras.

Aprendió ital­iano y latín con su padre y en 1774 al amparo de la hija del Conde de San Javier estudió Teología, Sagra­dos Cánones y Dere­cho Civ­il en la Real y Pon­ti­f­i­cia Uni­ver­si­dad de Cara­cas y diez años más tarde se doc­toró en Dere­cho Canóni­co y en 1800 en Civil.

En 1796 la Real Audi­en­cia de Cara­cas aprobó la inscrip­ción de Roscio pero el cole­gio de abo­ga­dos le puso obje­ciones porque en el expe­di­ente de “limpieza de san­gre” su madre no fig­ura­ba “india” como la cal­i­fi­ca­ban otros doc­u­men­tos y esto le dio la opor­tu­nidad de ini­ciar un con­tencioso de bril­lantes ale­gatos donde evi­den­ció su sól­i­da for­ma­ción jurídi­co-ide­ológ­i­ca y la ori­entación filosó­fi­ca de su pen­samien­to. En 1805 obtu­vo las cre­den­ciales para su incor­po­ración a la insti­tu­ción para con­ver­tirse en pres­ti­gioso lit­i­gante de la Cara­cas de comien­zos del siglo XIX. A Roscio se le con­sid­era tam­bién pre­cur­sor de la defen­sa de los dere­chos civiles y la lucha con­tra la dis­crim­i­nación en América.

En agos­to de 1810 fun­da, por decre­to, la históri­ca Sociedad Patrióti­ca en la cual par­tic­i­paría luego Fran­cis­co de Miran­da y donde el joven Simón Bolí­var pro­nun­cia­ría su céle­bre primer dis­cur­so de “Aca­so 300 años de cal­ma no bastan”.

Fue periodista

A par­tir de octubre de 1810 inter­vi­no de man­era deci­si­va en la edi­ción de la “Gaze­ta de Cara­cas” a la que dio may­or tinte políti­co y bajo su con­duc­ción la con­vir­tió en el audaz pre­gonero de la nue­va eta­pa patri­o­ta y en 1818 fue miem­bro fun­dador del “Correo del Orinoco” del que fuera su segun­do director.

Roscio pre­sidió en 1819 el Con­gre­so de Angos­tu­ra y fue vicepres­i­dente de la Gran Colom­bia al lado del Genio de Améri­ca y cuan­do iba a asumir la pres­i­den­cia del Con­gre­so de Colom­bia fal­l­e­ció en Cúcu­ta el 10 de mar­zo de 1821, cuan­do se aprox­ima­ba a cumplir 58 años de edad.

En 2011 la Asam­blea Nacional de Venezuela aprobó el trasla­do de los restos de Juan Ger­man Roscio al Pan­teón Nacional, pero como era un prócer civ­il, nun­ca hubo vol­un­tad políti­ca para hac­er­lo y sus restos siguen extraviados.

Juan Ger­mán Roscio Nieves, fue abo­ga­do, peri­odista, escritor y políti­co. Tam­bién el redac­tor de La Gac­eta de Cara­cas y el direc­tor del Correo del Orinoco, así como tam­bién el primer can­ciller, y jefe del ejec­u­ti­vo durante la Primera Repúbli­ca de Venezuela, un gran y noble inspi­rador y redac­tor del Acta de Procla­mación de la Inde­pen­den­cia del día 19 de abril del año de 1810, del Acta de la Inde­pen­den­cia del día 5 de julio del año de 1811, del Reglamen­to Elec­toral para la elec­ción del Primer Con­gre­so; y de la Primera Con­sti­tu­ción, sien­do tam­bién el Pres­i­dente del Con­gre­so de Angos­tu­ra del año de 1819 y vicepres­i­dente de la Gran Colombia

Se conocía que esta­ban en la igle­sia San­ta Ana de la Vil­la del Rosario de Cúcu­ta, pero la comisión des­ig­na­da para tales fines no cumplió su cometi­do y se jus­ti­f­i­can con la excusa de que el referi­do tem­p­lo fue destru­i­do por un ter­re­mo­to en 1875.

Sostiene el abo­ga­do César Pérez Gue­vara que no se hizo nada más que des­ig­nar comi­siones que no hicieron su tra­ba­jo, para traer a la patria los restos de uno de nue­stros padres fun­dadores, que pese a todo cuan­to hizo y tan­to tiem­po de olvi­do injus­ti­fi­ca­ble a través de sus escritos y de su qui­jotesco ejem­p­lo, Juan Ger­mán Roscio Nieves parece seguir dicién­donos “vene­zolanos, no se dejen devo­rar por el despo­tismo. Luchen por todo lo que es jus­to y bueno. Hágan­lo con civis­mo y jus­ti­cia como yo lo hice. Aho­ra les toca a ustedes”.

CorreodeLara

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