Crónicas

A la Santísima Cruz del Sur

 

José Luis Sotillo
Cronista parroquial de Agua Viva

Mayo es tiempo de festividad, pues marca el inicio del periodo de lluvias en gran parte de nuestra geografía, ¡tiempos de cosecha!; donde quizás en el campo despierta la alegría, y también una mirada hacia el cielo, donde se marca la Santísima Cruz del Sur, aparición ésta asociada desde tiempos remotos con la creencia de ver en el firmamento un conjunto de estrellas que alineadas dan la forma de una Cruz.

Demás está decir, que a par­tir de la primera sem­ana del mes de mayo arran­ca la pop­u­lar fes­tivi­dad de la Cruz de Mayo, sim­bóli­ca­mente, según el Cal­en­dario Gre­go­ri­ano y Litúr­gi­co, la fecha ini­cial es el 3 de mayo. Ese día es cuan­do según la tradi­ción cris­tiana se con­sigu­ió por parte de San­ta Ele­na, el san­to madero donde fue cru­ci­fi­ca­do Jesús.


La Cruz de Agua Viva

Tam­bién cabe señalar, que esta cos­tum­bre de orden cul­tur­al se aso­cia a los ele­men­tos que sur­gen como lo señala el com­pi­lador Dou­glas López: “de varias cos­mo­vi­siones e inter­preta­ciones de su relación con respec­to a sus entornos nat­u­rales”. Todo un sin­cretismo o cuer­po pro­pio de la cul­tura popular.

De allí que con los áni­mos por esta con­tem­plación cat­a­lo­ga­da por algunos cléri­gos “como paganas”, es cuan­do moti­va a un cuer­po de creyentes a orga­ni­zar un “velo­rio”, que invi­ta a pro­pios y extraños, a vener­ar la San­tísi­ma creen­cia de nue­stros antepasa­dos aborí­genes del “Árbol de la Vida”, en donde este sur­co de creen­cias div­inas nos envuelve a par­tic­i­par, y, a val­o­rar cada uno de los com­po­nentes que visu­al­iza esta ado­ración, donde por lo gen­er­al su orga­ni­zación inte­gra no solo la dec­o­ración de la Cruz que con ramas de roble, cedro y oli­vo, jun­tan un cuer­po ador­na­do de flo­res nat­u­rales, como la orquídea o arti­fi­cial­mente elab­o­radas y car­gadas con fru­tos de las cose­chas en abun­dan­cia, pero a su vez com­ple­men­ta­da con un patio o mon­u­men­to  donde se abo­can a coop­er­ar los devo­tos y veci­nos con la preparación del san­co­cho u obse­quiar, como lo hemos pres­en­ci­a­do, aguar­di­ente y café, esperan­do con ello la hora pau­ta­da donde oca­sion­al­mente se amanece.

Desde el Cerrito de la Cruz

En el caso muy par­tic­u­lar de la par­ro­quia Agua Viva del munici­pio Palave­ci­no, esta solem­nidad nos remon­ta a remem­o­rar como des­de sus pun­tos car­di­nales, en el pasa­do, y en el ros­tro expre­si­vo de la con­vic­ción de su gente, exis­ten las huel­las afec­tas por esta man­i­festación, pues en dis­tin­tas ver­siones del tes­ti­mo­nio oral, la robus­ta memo­ria de los nativos que han vivi­do entre­gada­mente al can­to y usan­za de esta con­sagración pop­u­lar nos refres­ca como des­de nue­stro cono­ci­do mon­u­men­to a la Cruz, o como la denom­ina­ban en otros tiem­pos del “Cer­ri­to de la Cruz”, can­tores y asis­tentes roga­ban con fe, su afi­ción por mejores días.

Des­de el momen­to en que se con­struy­era la referi­da y emblemáti­co mon­u­men­to a la Cruz el 3 de mayo de 1928, y que des­de entonces la fre­cuenta­ban velo­rieros y can­tores prove­nientes de Cruz Blan­ca y El Man­zano, quienes unían sus letras de can­tos y entona­ciones con los de Agua Viva.

Grupo Gua­macire con Don Benicio

Es así, como en un solo pleno de prome­sas, des­de la encum­bra­da mon­taña del Tere­paima y sus diver­sos caseríos, se colo­ca­ban en casas, hacien­das y ran­chos, cruces o un pequeño san­tu­ario al San­to Madero; donde campesinos de estas ser­ranías nubladas cafe­taleras, se sum­a­ban a las rogativas.

De esta Fes­tivi­dad que­da el recuer­do y anéc­do­tas de los antigu­os moradores de la fría y boscosa mon­taña, y según rela­tan, tan­to en Gua­macire como en Los Naran­jos, famil­ias como: los Almao, Sosa, Col­menares, Linares, Gar­cía, Flo­res, Rodríguez, entre otros, agasa­ja­ban al mes de la llu­via como todo un encuentro.

Tes­ti­mo­nio de esa mis­ma man­i­festación aún quedan algu­nas cruces edi­fi­cadas y per­di­das en la espesura nat­ur­al del hoy Par­que Nacional Tere­paima, y en las que, por cier­to, según la cronología, datan de medi­a­dos del siglo XIX.

De allí recor­damos la recono­ci­da Cruz de la Famil­ia Segovia, en el caserío Tere­paima, que luego la trasladarían a su otra mora­da, luego de un per­manecer un par de años primera­mente en El Potrero de Gua­macire, luego en el pro­pio Tere­paima has­ta llevárse­las a Cabudare.

Pero así tam­bién opor­tu­na­mente  en los sitios de las Cuibas y las Cuibitas sus veci­nos se unían  a la fecha en el entrante Siglo XX. En dis­tin­tos relatos pro­pios de la ter­tu­lia pueb­le­ri­na, hemos cote­ja­do como las famil­ias Rivero, Gonzáles, Tor­re­al­ba, Gar­cés y Álvarez, eran firmes creyentes de este mist­i­cis­mo, tan­to así que lle­garon a lev­an­tar cier­tas cruces en Las Cuibas, que el tiem­po se encar­garía de desa­pare­cer; nos viene al caso, las lev­an­tadas por la famil­ia Riveros y otra por Don Igna­cio Álvarez (quien era ori­un­do del paso de San Anto­nio vía Curarigua, pero lle­ga­do a las Cuibas en las postrimerías de prin­ci­p­ios del siglo XX).

Grupo Guamacire

Los tiem­pos de mod­ernidad pro­pios de la hon­da glob­al­izado­ra auna­do al crec­imien­to des­bor­dante que ha exper­i­men­ta­do Palave­ci­no, por for­tu­na, no ha podi­do ni vul­ner­ar, ni mucho menos pen­e­trar o quizás extin­guir de su con­tin­uo paisaje social, con este sen­timien­to del arrai­go, que impli­ca en algunos, está conmemoración.

De la devo­ción de fe y amor, hemos vis­to como se sostiene tradi­cional­mente el velo­rio a la Cruz en Agua Viva, enton­a­do por la siem­pre agru­pación de tamu­nangueros de la zona.

Vivo y rico es ver, como en el caserío el Peñus­co sus moradores lev­an­taron en el año 2002, una pla­zo­le­ta donde colo­carían una Cruz, la cual sería ele­men­to inte­grador de una comu­nidad con su desar­rol­lo agrí­co­la, sin igno­rar como se han con­suma­do algunos velo­rios en tiem­pos de mayo.

En lo que respec­ta a la orga­ni­zación cul­tur­al, tam­bién esta expre­sión ha segui­do un patrón den­tro del desar­rol­lo de activi­dades, por parte del cumplim­ien­to y línea de difusión que bus­ca resaltar no solo la fecha sino su valoración.

Es así como en el extin­to Cen­tro Cul­tur­al Papelote, de for­ma even­tu­al se orga­ni­zaron algunos velo­rios en su entorno par­tic­u­lar, al igual que otras agru­pa­ciones que tienen su sede en el sec­tor Las Cuibas.

Can­to de Cruz en las Cuibas

Entre aires apaci­bles y donde la famil­iari­dad se cruza entre ami­gos, des­de hace 27 años la seño­ra Mireya Men­doza invi­ta a sus veci­nos a pres­en­ciar en su amplio patio de intim­i­dad hog­a­reña, ubi­ca­da en el sec­tor II de la hoy reparce­la­da comu­nidad de Las Cuibas, un frat­er­ni­zo velo­rio que duró escasa­mente un año sin  realizar,  dado fue en el año 2003  cuan­do un grupo  de afec­tos y alle­ga­dos, col­ma­dos por el impul­so  entu­si­as­ta de Mireya, se moti­varían a pros­eguir con esta acción fer­vorosa, acogi­da colec­ti­va­mente en la que se viste la Cruz colo­ca­da en un altar, la cual siem­pre es acom­paña­da con los can­tos de la agru­pación que lid­er­a­ba don Beni­cio Rivero y sus hijos, aque­l­la mis­ma que por algún tiem­po se denom­inó “Grupo Guamacire”.

Ante éste hecho no debe­mos excusar, la par­tic­i­pación en otras épocas de can­tores invi­ta­dos de las tier­ras moran­d­i­nas, que algu­na vez tocaron sus instru­men­tos en este sitio de encuen­tros, igual­mente la agru­pación Tamu­nangueros de Agua Viva en los años 2003 y 2004 harían lo suyo en esta inti­ma relación con lo místico.

Por espa­cio de tres años con­sec­u­tivos, jun­to a los veci­nos, pres­en­ci­amos el velo­rio a la Cruz en el sitio de las cruces vía Gua­macire, donde los ver­sa­dos can­tores enton­a­ban salves y déci­mas, usual­mente enton­a­dos en ese alu­si­vo pun­to, por la agru­pación Tamu­nangueros de Agua Viva, y de igual for­ma por el grupo de can­tores que anual­mente asistían al referi­do sitio encabeza­dos por la maes­tra de velo­rio Gladys Sánchez y Nés­tor Rivero, en com­pañía de algunos otros famil­iares, y de quienes canta­ban sin cesar no solo salves, pies de déci­mas, déci­mas, sino otras letras como una tór­to­la y un ron­dia­mante algo muy curioso den­tro de la estruc­tura antigua de un gen­uino velo­rio a la San­tísi­ma Cruz de Mayo.

Esto nos hace sumer­girnos en lo intrínseco en la for­ma radi­ante como en el espa­cio latente de Agua Viva, se ha deja­do cor­rer durante el tiem­po algu­nas creen­cias cul­to reli­giosas que se resumen en torno a la Cruz ya que estos iconos rep­re­sen­ta­tivos tan­gi­bles de la cul­tura católi­ca, se colo­ca­ban en los pun­tos car­di­nales de algu­nas local­i­dades como for­ma de ahuyen­tar la pla­ga azo­ta­do­ra de enfer­medades que por lo usu­al sometía la peste gen­er­al­iza­da a los pobladores por ello se erigieron algu­nas cruces como la recor­da­da en el viejo camino a Tere­paima, jus­to en la antigua entra­da al caserío Agua Viva, que fuera demol­i­da en los años 70, otras se fueron dete­ri­o­ran­do con el tiem­po has­ta haber desaparecido.

En los amplios patios de algunos veci­nos de Agua Viva se dejan notar pequeñas cruces intac­tas las vis­ten par­tic­u­lar­mente el día que surge la Cruz del Sur, den­tro de un cielo estrel­la­do y car­ga­do de bril­lo, una for­ma de no renun­ciar a la tradi­ción incul­ca­da por la cos­tum­bre de los mayores.

CorreodeLara

Esᴛᴀ́ ᴜsᴛᴇᴅ, ᴅɪsᴛɪɴɢᴜɪᴅᴏ ʟᴇᴄᴛᴏʀ, ᴇɴ ᴛᴇʀʀɪᴛᴏʀɪᴏ ᴅᴇ ʜɪsᴛᴏʀɪᴀ, ᴅᴇ ʜᴏᴍʙʀᴇs ᴄɪᴠɪʟɪsᴛᴀs, ʏ sᴏʙʀᴇ ᴛᴏᴅᴏ, ᴅᴇ ɢʀᴀɴᴅᴇs ᴀᴄᴏɴᴛᴇᴄɪᴍɪᴇɴᴛᴏs ϙᴜᴇ ᴍᴀʀᴄᴀʀᴏɴ ᴜɴ ʜɪᴛo

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