Semblanzas

Gabriel Gil García: un larense sepultado en inmerecido olvido

 

Luis Alberto Perozo Padua 
Periodista


El combate había sido rápido y violento. En pocas horas la acción se había decidido a favor de las tropas del Gobierno y los cuerpos de losrevolucionarios quedaron esparcidos en el campo, otros entre el matorral y el río Barquisimeto, en plena Sabana de la Agua Viva y Tarabana

Es el parte de batal­la del coman­dante doc­tor José Espir­i­tu­san­to Gil Gar­cía, ‘El Pelón Gil’, jefe de Opera­ciones Mil­itares de Bar­quisime­to, des­ig­na­do por el pres­i­dente Julián Cas­tro, que enter­a­do del ataque a la plaza de Cabu­dare, el 6 de enero de 1860, escribió: “El gen­er­al rev­olu­cionario fed­er­al Pedro Vicente Agua­do, cargó con­tra nues­tras tropas acan­ton­adas en la Sabana de Cabu­dare, defen­di­das por el coman­dante Agustín Gual, quien murió valien­te­mente en la acción”.

Más ade­lante, reza el doc­u­men­to que debido a ese infor­tu­nio, al día sigu­iente, “el 7 de enero, jun­té la tropa y marché sobre Cabu­dare, y ya en la sabana, al pie del cer­ro (Tere­paima) ataqué con la caballería al gen­er­al Agua­do, que quedó sin fuerzas por la acción envol­vente del fuego a dis­cre­ción y, has­ta mi humanidad se vio en peli­gro debido a las lan­zas ene­mi­gas, que gra­cias a la opor­tu­na y ágil man­io­bra del coro­nel Gabriel Gil, mi edecán, no fui alanceado”.

Ese día, las tropas del ‘ter­ri­ble Pelón Gil’, como le apod­a­ban, recu­per­aron la plaza de Cabu­dare, lo que per­mi­tió la esta­bil­i­dad del gob­ier­no Con­ser­vador en Centroccidente.

Escudo de su comandante

Intere­sante son las líneas apor­tadas por el escritor José Gil For­toul (hijo del Pelón Gil) en donde apun­ta que en aque­l­la vio­len­ta acción de la “Toma de Cabu­dare”, el coman­dante Gil no perdió la vida, debido “a la osa­da inter­ven­ción del lugarte­niente Gabriel Gil (su her­mano menor) que se aden­tró a la batal­la con espa­da en mano, guare­cien­do la reta­guardia de su comandante…”. 

Y agre­ga Gil For­toul,  que en varias oca­siones, en medio del fragor de la batal­la, Gabriel Gil “fran­que­a­ba su bes­tia para hac­er un escu­do a su coman­dante…”, y cuan­do ya esta­ba por decidirse el enfrentamien­to, “el edecán observó que el coman­dante Gil esta­ba a tiro de lan­za, por lo que ráp­i­da­mente embis­tió con su cabal­lo a dos cara­bineros que ter­mi­naron en el sue­lo no antes de car­gar lan­zas con­tra ambos Gil. Empero, dichas lan­zas se clavaron en el cuer­po del enorme cor­cel del bra­vo edecán”.

Así fue como la Guer­ra Fed­er­al (1859–1863) encon­tró a Gabriel Gil Gar­cía, per­son­aje has­ta aho­ra inad­ver­tido por la his­to­ri­ografía a pesar de su agi­ta­da par­tic­i­pación en la Guer­ra de los Cin­co Años, las rev­olu­ciones sub­sigu­ientes y su con­cur­ren­cia en la políti­ca vene­zolana.

Al frente de los Cívicos

Los primeros días de mar­zo del trági­co año de 1860, el edecán Gabriel Gil Gar­cía, se encuen­tra jun­to a su coman­dante y her­mano ‘El Pelón Gil’, en la defen­sa de la plaza de Bar­quisime­to, siti­a­da por el gen­er­al fed­er­al­ista Pedro Aranguren, com­bate que se desar­rol­ló des­de el 9 al 16, con recio fuego cruzado.

El his­to­ri­ador Lisan­dro Alvara­do desta­ca que las fuerzas del doc­tor José Espir­i­tu­san­to Gil Gar­cía “eran con­sid­er­able­mente menores y mal armadas, pero éste se defendió hero­ica­mente a pesar de los 600 sol­da­dos de Aranguren que pron­to se le unieron otros 200 al man­do del gen­er­al cabu­dareño Nicolás Patiño”.

Gil For­toul hace ref­er­en­cia sobre el episo­dio, nar­ran­do que “la guar­ni­ción de Bar­quisime­to era de 370 sol­da­dos, con un cuer­po de 200 vol­un­tar­ios sin fusiles, arma­dos con lan­zas y machetes, al man­do del coro­nel Gabriel Gil”.

El Pelón Gil recal­ca en sus Memo­rias, que había for­ma­do un cuer­po de vol­un­tar­ios con com­er­ciantes, peones y veci­nos, para defend­er el sitio de Bar­quisime­to, “a quienes yo llam­a­ba los cívi­cos. Estos cívi­cos mostraron igual valen­tía que la tropa de línea”.

Parte activa en la política


Gabriel Gil Gar­cía con­cur­rió acti­va­mente en la Rev­olu­ción de Mar­zo, en la Guer­ra de los Cin­co Años y en todos los movimien­tos arma­dos pos­te­ri­ores, siem­pre en el ban­do Con­ser­vador, sobre­salien­do en la Rev­olu­ción de Abril, por lo que el pres­i­dente Anto­nio Guzmán Blan­co lo ascendió a gen­er­al de Briga­da. Col­gó la espa­da y guardó el uni­forme para dedi­carse a la vida civ­il y, durante la déca­da de 1870, se incor­poró a la leg­is­latu­ra del Esta­do Bar­quisime­to al ser elec­to diputa­do prin­ci­pal, cuer­po que pre­sidió en varias opor­tu­nidades has­ta la creación del esta­do Norte de Occi­dente, con la fusión de Yaracuy y Fal­cón en 1879. Durante la insta­lación del Con­gre­so Nacional en 1880, fue nom­bra­do pres­i­dente de aque­l­la cámara, a la que rep­re­sen­tó pocos meses para asumir la Gob­er­nación del naciente Esta­do Lara en 1881. En dos peri­o­dos, Gil Gar­cía prestó sus ser­vi­cios a la Jefatu­ra Supe­ri­or de Políti­ca del Depar­ta­men­to Tocuyo, cesan­do en sus fun­ciones para incor­po­rarse a la redac­ción de la novísi­ma Con­sti­tu­ción del Esta­do Lara. 

 

Retornó a sus raíces

Cumplió Gabriel Gil Gar­cía con la pal­abra empeña­da a sus mae­stros del afama­do Cole­gio Nacional de El Tocuyo, cuan­do una vez dijo que retornaría a esa insti­tu­ción, pero esta vez con el hon­or­able nom­bramien­to de vicer­rec­tor. La pasión por la acad­e­mia lo atrapó como vice-direc­tor del Cole­gio La Con­cor­dia, de la Ciu­dad Madre, cor­re­spondién­dole como miem­bro de la Jun­ta Exam­i­nado­ra, jun­to a Egidio A. Mon­tesinos, rubricar los gra­dos de bachilleres de un grupo de fig­uras que más tarde sobre­sal­drá en la políti­ca y la cul­tura del país. 

Como cat­e­dráti­co de ambas insti­tu­ciones educa­ti­vas, se sin­tió en casa, pues había egre­sa­do de la primera, con el gra­do de Bachiller en Cien­cias Filosó­fi­cas, para pasar a cur­sar estu­dios supe­ri­ores de Med­i­c­i­na y Cirugía en la Uni­ver­si­dad de Cara­cas, pero no con­cluyó por la agitación social del momen­to, por lo cual no recibió el título.

El inves­ti­gador Car­los Guer­ra Brandt, cro­nista de la fotografía antigua larense, ras­treó y hal­ló impor­tantes ref­er­en­cias, escritas y grá­fi­cas de Gabriel Gil Gar­cía que ates­tiguan su activi­dad como partero, den­tista y médi­co general.

Gabriel Gil Gar­cía nació en El Tocuyo el 18 de mar­zo de 1832. Segun­do de siete hijos del mat­ri­mo­nio del teniente de Caballería Juan Anto­nio Gil Saave­dra y Domin­ga Gar­cía Cortes de la Puer­ta. Casó con la señori­ta Casimi­ra Gar­men­dia Giménez con quien pro­creó siete hijos. 

Este larense ha per­maneci­do en el incon­ce­bible anon­i­ma­to des­de su fal­l­ec­imien­to. Un frag­men­to de su haz­a­ña mil­i­tar, quedó reg­istra­da en las Memo­rias que escri­biera José Espir­i­tu­san­to Gil Gar­cía, per­son­aje que tam­bién sobre­sal­ió como mil­i­tar, políti­co, abo­ga­do y escritor. No obstante, el desem­peño civilista de Gabriel Gil Gar­cía y su obra como mag­istra­do, per­manecen sepul­ta­dos en el inde­seable silen­cio e inmere­ci­do olvido.

En la grá­fi­ca desta­ca­da don Gabriel Gil Gar­cía, médi­co gen­er­al, además de partero y den­tista, se obser­va de pie a un lado de su paciente luego de extraer una pieza den­tal quizá en una clíni­ca impro­visa­da. Su asis­tente per­manece sen­ta­do. Foto: Colec­ción de Car­los Guer­ra Brant

Fuente:

José Gil For­toul. His­to­ria Con­sti­tu­cional de Venezuela. Berlín, 1907

Lisan­dro Alvara­do. His­to­ria de la Rev­olu­ción Fed­er­al en Venezuela. Cara­cas 1909

Telas­co A. MacPher­son. Dic­cionario Históri­co, Geográ­fi­co, Estadís­ti­co y Biográ­fi­co del Esta­do Lara. Venezuela. Puer­to Cabel­lo, 1883
Rafael María Rodríguez López. La Leyen­da del Pelón Gil. Impre­sores Unidos Cara­cas 1945

Rafael Domin­go Sil­va Uzcátegui. Enci­clo­pe­dia Larense: Geografía, His­to­ria, Cul­tura y Lengua­je del Esta­do Lara. Cara­cas, 1941

 

Publicado en Diario EL IMPULSO

CorreodeLara

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