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La Rotunda representó tortura y muerte para presos políticos

 

Luis Alberto Perozo Padua
Periodista


Los lamentos se podían escuchar a distancia, así como los olores nauseabundos se esparcían cuando el sol quemaba con más furor. Era entonces cuando el carcelero repartía una taza de agua y dos panes que por lo general estaban tiesos y/o roídos por las alimañas, a los condenados por cualquier delito tipificado en las escribanías de aquel remoto tiempo histórico venezolano.  

Durante la colo­nia la con­de­na era real­mente mar­t­i­rizante, y pese a que la máx­i­ma pena era de diez años, se prefer­ía la muerte, la tor­tu­ra y la muti­lación a sopor­tar la reclusión.
 
En un acta de cabil­do de Cara­cas del 24 de mar­zo de 1573, se puede leer lo con­cerniente al esta­do deplorable de un rudi­men­ta­rio sitio de reclusión que sería lo más prob­a­ble la primera cár­cel que se ten­ga noti­cias en el país.
 
Otros doc­u­men­tos con­fir­man que pos­te­ri­or­mente, se conoce del acondi­cionamien­to de una habitación en el cabil­do para cumplir la fun­ción de pen­i­ten­cia­ría, sien­do de condi­ciones deplorables, y aunque fue restau­ra­da, el ter­re­mo­to de 1641, la redu­jo a pol­vo y escombros.
 

Teatro de horrores 

Román Del­ga­do Chal­baud estu­vo 14 años engril­la­do en La Rotun­da des­de 1913 has­ta 1927, aun sien­do com­padre de Juan Vicente Gómez

Para 1854, durante el manda­to de José Gre­go­rio Mon­a­gas, se con­cluye la con­struc­ción de La Rotun­da, en Cara­cas, ini­ci­a­da en 1844 por Car­los Sou­blette, y sería la cár­cel más mod­er­na del país, a pesar de pobreza e inesta­bil­i­dad política.

Algunos años más tarde, el pres­i­dente Juan Pablo Rojas Paul, orden­a­ba a su guardia per­son­al recluir  a los detenidos en La Rotun­da, cár­cel rein­au­gu­ra­da, el 14 de octubre de 1889, como casa de cor­rec­ción, ya que había sido con­ce­bi­da para delin­cuentes comunes o mucha­chos descar­ri­a­dos, pero nun­ca, en el peor de todos los casos para opos­i­tores al Gob­ier­no.
 
Su nom­bre fig­u­raría como el lugar des­ti­na­do para las cru­eles y más sal­va­jes tor­turas de los ene­mi­gos de Cipri­ano Cas­tro y Juan Vicente Gómez.
 
Quienes eran envi­a­dos a La Rotun­da por motivos políti­cos, se les colo­ca­ban gril­letes y per­nos, o una bola de acero de 50 libras en los pies y sufrían recur­rentes tor­turas que has­ta provo­ca­ban la muerte. 
 
Los gril­los sujeta­ban los tobil­los de los pri­sioneros inmov­i­lizán­do­los y pro­ducién­doles heri­das. Igual­mente, los guardias solían admin­is­trar veneno en los ali­men­tos de reos sobre los que pesaran órdenes de asesina­to, y vidrio moli­do en sus bebidas para causar may­or sufrim­ien­to a la hora de la muerte.
 
A los pre­sos políti­cos los vis­ita­ba men­su­al­mente Nereo Pacheco, uno de los tor­tu­radores más cru­eles de La Rotun­da, un delin­cuente común aban­don­a­do en la cár­cel por sus deli­tos que por instruc­ciones expre­sas de Gómez, era uti­liza­do para eje­cu­tar las despi­adadas prácticas.
 
“Una de mis primeras acciones como gob­er­nante de Venezuela será der­rum­bar La Rotun­da”, con­fesó el gen­er­al Eleazar López Con­tr­eras en una alocu­ción en 1936.
 

Afamados prisioneros

En su carác­ter de ex pres­i­dente de la Repúbli­ca, Joaquín Cre­spo fue el primer pre­so políti­co del país cuya cel­da esta­ba debida­mente alfom­bra­da y equipa­da con mue­bles y una bue­na cama.
 
Entre otros pre­sos céle­bres de La Rotun­da destac­aron Román Del­ga­do Chal­baud, líder de una con­spir­ación en con­tra del pres­i­dente Juan Vicente Gómez, quien habitó una cel­da por 14 años.
 
El peri­odista Rafael Aré­va­lo González pasó, con sus 2 entradas y sal­i­das, 20 años entre La Rotun­da y el Castil­lo de San Felipe

José Rafael Pocater­ra, peri­odista y escritor naci­do en Valen­cia. Describe sus desven­turas en La Rotun­da en su libro Memo­rias de un Vene­zolano de la Deca­den­cia. Allí vivirá, en la cel­da número 41, tres años de ter­ri­bles tor­turas, cas­ti­gos y soledad y será tes­ti­go de varias muertes.

Rufi­no Blan­co Fom­bona, opos­i­tor al rég­i­men gomecista des­de el prin­ci­pio, cuya mar­ca­da críti­ca le con­ducirá a La Rotun­da, des­de 1908 has­ta julio de 1910.
 
Los cléri­gos Men­doza y Mon­teverde, engril­la­dos por ser parte del sac­er­do­cio opos­i­tor al rég­i­men de Gómez. Nés­tor Luis Pérez Luzar­do, jurista vene­zolano. Jóvi­to Vil­lal­ba, líder políti­co vene­zolano. Andrés Eloy Blan­co, desta­ca­do políti­co y poeta que desafió a la dic­tadu­ra. Car­los López Bus­ta­mante, direc­tor del diario El Fonó­grafo en Cara­cas. Fran­cis­co Betan­court Sosa, empre­sario, políti­co, escritor y ban­quero, pres­i­dente por 14 años de Ban­foan­des (Ban­co de Fomento)
 


Lista macabra de 1919

El his­to­ri­ador Elías Pino Itur­ri­eta, en su artícu­lo Des­de La Rotun­da, da cuen­ta sobre el doc­u­men­to que la Unión Cívi­ca Vene­zolana pub­li­ca en Nue­va York en 1928 sobre la situación carce­lar­ia. Es un tex­to pro­li­jo, del cual ape­nas se extrae aho­ra la lista de defun­ciones de 1919 en esta maz­mor­ra de la dic­tadu­ra. “Emil­iano Mer­chán, murió de ham­bre el 2 de enero a las 11 a.m., cal­abo­zo 15. Enrique Mejías, murió de pús­tu­las sifilíti­cas, sin asis­ten­cia, el 19 de abril, cal­abo­zo 5. Sub­te­niente Domin­go Muji­ca, murió de ham­bre el 3 de sep­tiem­bre a las 9 a.m., cal­abo­zo 38. Sub­te­niente Luis Aranguren, murió de ham­bre y veneno el 6 de sep­tiem­bre, 6 a.m., cal­abo­zo 38. Sub­te­niente Víc­tor Cari­cote, murió de ham­bre el 16 de octubre, a las 6:30 p.m., cal­abo­zo 15. Teniente Jorge Ramírez, murió de latiga­zos y veneno el 21 de octubre, cal­abo­zo 24, a las 10 p.m. Sub­te­niente José Agustín Badara­co, murió de ham­bre y veneno el 7 de octubre a las 9 a.m., cal­abo­zo 31. Sub­te­niente Cristóbal Par­ra Entre­na, murió de ham­bre y veneno el 22 de diciem­bre a las 5 p.m., cal­abo­zo 36”.



El tortol

Sobre los instru­men­tos y méto­dos de tor­tu­ra, el peri­odista Car­los M. Flo­res, quien fue para su des­dicha otro huésped de esta prisión, describió que el tor­tol, fue una “de las her­ramien­tas preferi­das por los ver­du­gos gomeros”.
 
En tene­broso y grotesco episo­dio, apun­ta que: (…) es un instru­men­to de mar­tirio que con­siste en una cuer­da anuda­da, que se colo­ca en la cabeza, a la altura de la sien, y la cual se va apre­tan­do por medio de un gar­rote. Los nudos se incrus­tan poco a poco y el dolor que pro­duce es inten­so; algunos mueren en la prue­ba, otros más fuertes quedan con vida, ¡pero en qué esta­do!, con los oídos reven­ta­dos y sin conocimiento.
 
Sub­raya Pino Itur­ri­eta, que del peri­o­do ini­cial de la dic­tadu­ra gomecista, data la famosa prisión de Zoi­lo Vidal con doce años encer­ra­do en una primera tan­da, dos
años más después de un breve inter­va­lo de lib­er­tad y, por últi­mo, reclusión  vital­i­cia en La Rotunda.
 
Otro sería  el gen­er­al Fer­nan­do Márquez, quien ape­nas pudo pasar unos meses con los suyos en el lap­so com­ple­to de la dic­tadu­ra, durante una fugaz amnistía dec­re­ta­da en 1927.
 

Correccional de Barquisimeto

El gen­er­al Aquili­no Juares, en su condi­ción de pres­i­dente de la Provin­cia de Bar­quisime­to, dirigió comu­ni­cación al Poder Leg­isla­ti­vo en 1865, expresán­dole su pre­ocu­pación por el esta­do deplorable de la prisión exis­tente, la cual con­sid­eró “… no como cor­rec­cional, sino como un sup­li­cio por sus defec­tos téc­ni­cos”. Dis­pu­so entonces de 40 mil pesos para su edi­fi­cación pero que al final, superó los 60 mil. 
 
En 1908, la cár­cel cono­ci­da con el nom­bre de Las Tres Tor­res, comen­zó a llenarse de pre­sos políti­cos que dis­en­tían del Gob­ier­no de Cipri­ano Cas­tro, más tarde con aque­l­los que se oponía a Juan Vicente Gómez y final­mente a los que adver­saron a Eleazar López Con­tr­eras. En 1946, aquel edi­fi­cio de notable arqui­tec­tura de finales del siglo XIX, fue demoli­do por orden del gob­er­nador Eli­gio Anzo­la Anzola.
 
Foto desta­ca­da: A la muerte de Juan Vicente Gómez en 1935, se esti­ma que 1.850 pre­sos pasaron sola­mente por La Rotun­da des­de 1908
 
Fuente: Pocater­ra, José Rafael, “Memo­rias de un vene­zolano de la deca­den­cia”, Monte Ávi­la Edi­tores Lati­noamer­i­cana, C.A. Cara­cas, Venezuela, 1997
Car­los Pacheco, Luis Bar­rera Linares, Beat­riz González Stephan, “Nación y lit­er­atu­ra: itin­er­ar­ios de la pal­abra escri­ta en la cul­tura vene­zolana”, Ed. Equinoc­cio, Cara­cas, Venezuela, 2006
Des­de La Rotun­da. Por Elías Pino Itur­ri­eta. Pro­davin­ci. 2 de abril de 2018 
Otto Acos­ta, Bar­quisime­to: Eran otros tiem­pos Edi­ciones de la Uni­ver­si­dad Fer­mín Toro. Bar­quisime­to 2003
 

Reportaje publicado en Diario EL IMPULSO
http://www.elimpulso.com/noticias/actualidad/la-rotunda-represento-tortura-y-muerte-para-presos-politicos

CorreodeLara

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