Música

“Como llora una estrella” tuvo varias letras

El vals Como llora una estrella cumplió un siglo el año pasado y pese a ser una pieza emblemática de la música larense ha entrado en el olvido, como su autor, el maestro Antonio Carrillo, quien por sus aportes al acervo cultural larense bien merece un bulevar y una estatua. 

Se van a cumplir 124 años de aquel 29 de octubre de 1892 cuan­do en esta ciu­dad de los crepús­cu­los y cap­i­tal musi­cal de Venezuela vino al mun­do en su queri­do Bar­quisime­to, el músi­co y com­pos­i­tor Anto­nio Car­ril­lo, uno de los máx­i­mos expo­nentes de la músi­ca larense.

Fue un bar­quisimetano desta­ca­do por su amplio y del­i­ca­do aporte a la músi­ca region­al. Hijo de Manuel Castil­lo y Micaela Car­ril­lo, su mamá pron­to entendió la incli­nación del niño por la músi­ca, quien sin­tió predilec­ción por la man­dolina, de la cual llegó a ser un virtuoso. 

Tam­bién fue fino eje­cu­tante de instru­men­tos de arco, plec­tro, piano y de cuer­das, por supuesto. Y direc­tor de agru­pa­ciones de porte clási­co y pop­u­lar. Al notar en el niño su gus­to por la músi­ca, su tía Tri­na Castil­lo, renom­bra­da pro­fe­so­ra de piano le enseñó las primeras lec­ciones de teoría y solfeo. Con el mae­stro Rafael Monas­te­rios Anto­nio des­cubrió la man­dolina al dar sus primeros pasos en este instru­men­to que tocaría toda su vida con gus­to y delicadeza.

A los 16 años Anto­nio Car­ril­lo tuvo su primera actuación como inte­grante de la Estu­di­anti­na “Las Diosas” y en 1910 ya era el primer bajo de la Ban­da del Esta­do que dirigió varias décadas. Des­de los diecio­cho años for­mó parte de agru­pa­ciones musi­cales de la época, entre ellas la famosa Orques­ta Mavare, por supuesto. 

A un siglo 

El año pasa­do se cumplió el primer siglo de Como llo­ra una estrel­la, ícono larense com­puesto por el mae­stro Anto­nio Car­ril­lo en la época de las grandes ser­e­natas en los colo­niales ven­tanales de las noches bar­quisimetanas. En 1915 com­pu­so el exi­toso vals instru­men­tal que ha tenido varias letras. Dicen que siete, todas muy bel­las, pero la de mas gus­to por Car­ril­lo fue la de Arnol­do Vivas Tole­do, músi­co de Los Teques, ver­sión que le dio la vuelta al mun­do en la voz de Mar­co Anto­nio Muñiz. 

Según el cole­ga peri­odista y músi­co Isaac del Moral, el pro­fe­sor Napoleón “Polo­lo” Arráiz escribió dos letras, una graba­da por el músi­co ori­en­tal Peru­cho Aguirre y otra por Seferi­no Romero. Según del Moral exis­ten otras letras, una de Juan Ramón Bar­rios y otra del man­dolin­ista Ricar­do Men­doza. Otra ver­sión de letra difer­ente es la que can­ta el tenor y médi­co Jesús Sevil­lano, escri­ta por Eli­sio Giménez Sier­ra, músi­co pop­u­lar naci­do en el pueblo larense de Atarigua. 

El peri­odista Rafael Montes de Oca con­tó que una noche de ser­e­natas lle­garon a la casa cur­al de la Igle­sia Con­cep­ción, a ser­e­natear al padre Car­los Borges quien abrió los por­tones y los músi­cos y le pre­sen­taron el vals. 

“No tiene nom­bre todavía”, advir­tió Car­ril­lo, al ter­mi­nar la inter­pretación. A la luz de los astros de aque­l­la noche y sin vac­ilar, el sac­er­dote bau­tizó la pieza: Se lla­mará “Como llo­ra una estrel­la”. Y así se quedó.

Juan José Peralta

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CorreodeLara

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