Pieza oratoria de Luis Alberto Perozo Padua en Solemne Acto del Día de Cabudare. Oratorio de Santa Bárbara. Cabudare, 27 de enero de 2014
Para los cabudareños Luis Daniel,
Gabriel Alejandro y Andrés Santiago,
es este mi más pequeño tributo
En primer término, debo agradecer profundamente al Concejo Municipal de Palavecino, en la persona de su presidente Leonardo Castañeda y los honorables concejales integrantes de este cuerpo legislativo, el alto honor que me han dispensado, al tener la oportunidad de dirigirme a ustedes, este día especial para los cabudareños.
Cuando tan solo era un niño, recuerdo que encendía el televisor los días de fiesta nacional, solo para apreciar con vibrante alegría los encendidos discursos en el hemiciclo del Palacio Federal Legislativo, disculpen la referencia personal y esta anécdota muy propia, pero cuántas veces mi imaginación llegó hasta esa tribuna, en donde me veía dirigiéndome al auditorio.
Hoy 27 de enero de 2014, no es menos interesante el escenario, no es menos emocionante estar frente a este augusto auditorio, en donde la mayoría son caras conocidas, compañeros de luchas, amigos de la vida que sueñan con un Palavecino para todos, un Palavecino para Vivir.
Una brillante mujer, Haydee Padua, que hoy nos honra con su deslumbrante presencia, ha dedicado parte de su tránsito vital a recalcarme que es falso que exista un destino ya prefigurado, del que no nos podemos soltar.
Es falso que no tengamos otro camino sino el de la resignación a ser simples hebras en los vientos de una predestinación frente a la cual no nos queda opción sino la de cumplir lo ya dispuesto por fuerzas e intereses superiores y extraños.
Pues no, y lo mismo ocurrió con los primeros pobladores de este Cabudare, un sitio, un pueblo, una comarca, como la han descrito varios viajeros de tiempos pretéritos y como la han definido historiadores de principios del siglo XIX.
Aquellos cabudareños, empeñados en el progreso observaron como el sitio era infatigablemente visitado por viajeros que buscaban en este iridiscente cruce de caminos hospedaje y provisiones para el trayecto.
Kabudari, árbol grande
Hace varios lustros, cuando por referencia del abogado cabudareño Luis Lozada Castillo, para entonces edil de esta corporación municipal, me obsequió un pequeño pero mágico folleto, repleto de ideas y de historia, en el cual encontré una certidumbre que en este momento deseo transmitir a ustedes, en instante tan solemne, imborrable, como fuente de un precioso saber.
En este librito, uno de mis preferidos, pude leer: “En lenguaje aborigen Cabudare significa puerta de los llanos. Su espléndida topografía semeja una espaciosa antesala que une las últimas estribaciones de los Andes majestuosos con las llanuras ilímites de nuestra deslumbrante geografía”.
Fueron estas líneas apuntadas por el acucioso historiador Francisco Cañizales Verde, en su discurso del 10 de noviembre de 1991, como orador de orden en la primera sesión celebrada con motivo del Día de Cabudare para ese entonces, las que quizá embargaron mi corazón, empujándome a enrolarme en las faenas de la historia de este sitio, de este maravilloso sitio, pero también me indujo a caminar la travesía irrenunciable de la lucha por las mejoras sociales desde los ámbitos de la academia y con fogosidad desde el periodismo a través de EL IMPULSO.
Además del aporte del Dr. Cañizales Verde se cuenta con los rigurosos estudios del Dr. Gustavo Rojas Lugo y del maestro Renato Agagliate, quiénes exponen que el topónimo es KABUDARI escrito en lengua ARAWAKA, cuyo significado es ÁRBOL GRANDE, lo cual nos vincula a las antiguas especies vegetales de gran tamaño como la Ceiba y el Jabillo Blanco, incluso con la vida de los aborígenes AJAGUAS, ancestrales pobladores en alguna de las comunidades de este otro lado del Turbio, otra significativa investigación aportada por el Cronista Oficial, profesor Taylor Rodríguez García, así contenido en la Ordenanza de Símbolos Municipales.
La historia nos enseña que la extraordinaria fuerza de un pensamiento, de una lucha, de una causa abrazada con temple, resuelta, valiente, ha sido capaz repetidamente de modificar los rumbos y sentidos, de las culturas, de las localidades y hasta de las naciones.
Creo sin lugar a equívoco, que el pueblo de Cabudare, ya ha entrado en ese compromiso de cambio.
Poblamiento formal
Sirvan los primeros párrafos de esta intervención para una necesaria aclaratoria. Sobre si Cabudare tiene 200 o 300 años de fundado o establecido, es un debate latente ya suficientemente esbozado, y quizá no agotado, porque las páginas de la historia se escriben a diario.
El debate está abierto y como decimos los humanistas, más allá de las consignas o banderas políticas, la historia entraña un valor substancial, para ello nos formamos y seguimos en esa senda.
Y no podemos soslayar que la fundación es un acto oficial, se registra en un acta, en un documento, y en aquella remota época, un escribano dejaba testimonio escrito del poblamiento, con definición de los límites, identificándolos, en donde también se nombraba a un juez poblador quien coordinaba todas y cada una de las acciones a seguir para que el acto se inmortalizara.
El poblamiento ‑atención al auditorio‑, es un acto espontáneo, en donde los vecinos ocupan un espacio para satisfacer fines, en primer lugar materiales, pero también propósitos espirituales, caso específico, y el cual hoy nos ocupa, los cabudareños desde 1811, habían estado solicitando con pertinacia, ante las autoridades oficiales de Barquisimeto y Caracas, que se dotara al sitio de una “casa de oración”.
Pero qué ocurrió: amigos y amigas que nos acompañan, en 1793, don Juan José Alvarado de la Parra, rico propietario del Valle de Turbio y alférez real del cabildo de Barquisimeto, por sugerencia del obispo de Caracas Mariano Martí, solicitó permiso ante el despacho diocesano de Caracas, para construir un espacio adecuado “para el cultivo de la fe” y así fue otorgado.
Pero no se construirá este hermosísimo oratorio bajo la advocación de Santa Bárbara, sino cuatro años después, en 1797.
Están ustedes, señoras y señores, ante una de las edificaciones religiosas más antiguas del país, y del decir del maestro de la arquitectura colonial Grazziano Gasparini: “La más hermosa” y les aseguro que han sido interminables las noches de desvelo, leyendo, investigando y cavilando sobre esta sin igual capilla.
Fue entonces cuando los habitantes del sitio de Cabudare, comenzaron a congregarse los domingos y días de fiesta, en el oratorio, primer templo de la comarca.
Pero el horrendo suceso del 26 de marzo de 1812, hizo sucumbir el oratorio reduciéndolo a simples ruinas, y de seguida tanto los vecinos como la familia Alvarado de la Parra, levantaron un tinglado de techo de tamo y paredes de bahareque, sin tener la misma receptividad, lo que implicaba que la gente debía trasladarse hasta la iglesia de Santa Rosa, cuando los ríos Turbio y Claro no estaban crecidos.
En la segunda quincena de noviembre de 1817, los vecinos de este sitio recibieron la buena nueva, que estaba pronto a erigirse la creación de la Parroquia Eclesiástica y la construcción de su templo mayor.
Pero cuál es la trascendencia del 27 de enero, que es la antesala inmediata a la creación de la Parroquia Religiosa, en donde los fieles, los vecinos, en el propósito de definir y satisfacer una necesidad espiritual, se congregaron aquí espontáneamente, más allá de las consecuencias legales que ello pudo generar y que generaron, porque el mando del general realista Pablo Morillo, se apersonó a esta tierra y ordenó cerrar las pulperías, pero ya Cabudare era un corazón latente.
No se trataba, de una voluntad ciega, improvisada de un grupo de vecinos que anhelaban constituirse como pueblo, pues, no todos los voluntarismos son garantía de un mañana mejor, de una vida más digna y edificante, en consecuencia, en 1826, los comerciantes de Barquisimeto actuaron, tras bastidores, para que Cabudare no alcanzara la jerarquía de pueblo.
Es esta la trascendencia impostergable del 27 de enero, que evocando al recordado maestro Francisco ‘Coché’ Rojas: “bendito Cabudare que nació entre la Capilla Santa Bárbara y el templo matriz San Juan Bautista, bajo la advocación de la Virgen de La Candelaria.
Enfatizamos pues, sin el suceso histórico del 27 de enero de 1818, nos hubiésemos negado a la edificación de una escuela, un camposanto, las primeras pulperías y nuestro templo matriz.
Ese día, se consolidó el casco urbano separándolo de los solares productivos como El Carabalí, Bureche, El Mayal, edificándose en Cabudare las sedes de los servicios públicos, y es que éramos tan pequeños, que el primer columbario o cementerio, estuvo ubicado en las márgenes de la hoy Escuela Valmore Rodríguez.
Y citamos una brillante investigación reflejada en el centenario diario EL IMPULSO, del historiador Rodríguez García, en donde cita un párrafo interesantísimo, por demás revelador, reproducido por el Boletín del Centro de Historia Larense de abril mayo y junio de 1944, en donde se reunieron los vecinos el 27 de enero de 1818, con “la junta plenaria” integrada por el doctor Juan de Mujica, cura de Santa Rosa, los dos curas de Barquisimeto, presbíteros bachiller Sebastián Bueno y José Antonio Meleán, el Alférez Real Juan José Alvarado de la Parra y el padre Andrés Torrellas, que rubricó el acta de demarcación “ordenada por el señor gobernador de este obispado, procedimos a reconocer el terreno que debía desmembrarse –de Santa Rosa- para la creación de la nueva parroquia”.
Al final del documento se acentúa que esta “SERÁ LA EXTENSIÓN PARROQUIAL DEL NUEVO CURATO DE CABUDARE y sus límites, los mismos que quedan mencionados, en cuya operación no manifestaron oposición alguna los señores curas y se conformaron en todo con la expresada demarcación”.
Seguidamente ‑dice este valiosísimo pergamino‑, procedemos a la demostración y reconocimiento del terreno en que debe fundarse la Iglesia Parroquial del enunciado curato, casa pública para la instrucción de la juventud, y casa para la habitación del cura, Y DETERMINAMOS QUE EL TERRENO SITUADO AL FRENTE DE DON MIGUEL BERNAL, HACIA LA PARTE DEL NORTE, EN POSESIÓN DE LOS ORDOÑES, ES EL MÁS PROPÓSITO Y CAPAZ PARA FUNDACIÓN…
En el sitio se clavó una cruz como señal de que allí se instalaría el poder religioso y así quedó escrito y firmado, por ello, sin el 27 de enero, no existiera Los Rastrojos, ni agua Viva, porque desde este epicentro llamado Cabudare, se conquistó el poblamiento que luego fue progresivo.
Aclaramos que el cronista de Palavecino, no se limitó únicamente al contenido del citado boletín, sino que en archivos nacionales, estadales, locales e incluso en bibliotecas privadas, consultó y fichó numerosos textos primarios y secundarios, luego de su interpretación, confrontación, elaboró su propio análisis, lo cual contribuyó a escribir el tomo número 1 de su libro: Historia de la parroquia religiosa San Juan Bautista de Cabudare, obra que se ampliará en agosto del presente año con la publicación de un nuevo tomo.
Estos párrafos son la esencia que destaca Rodríguez García en sus rigurosas investigaciones, son soportes documentales que hasta ahora no han podido refutarse, pues, desde hace 17 años, con el visto bueno de entes como la ilustre Universidad Fermín Toro, con respaldo del Centro Historia Larense y otros organismos académicos, se logró durante la administración del entonces alcalde Freddy Alberto Pérez, que la Cámara Municipal en pleno votara unánimemente para que Cabudare celebre su día cada 27 de enero.
Decir lo contrario ameritaría una nueva investigación, y porque no, que se abra el debate entonces, dado los métodos históricos son flexibles, por tanto, bienvenidos a este formidable debate que hemos asumido con pasión, primero desde las cátedras con el cronista Rodríguez García, a quien respaldamos plenamente en sus investigaciones, serias, metódicas, analíticas; y ahora bajo la tutoría formal del catedrático doctor en Historia Reinaldo Rojas con una maestría en historia y próximamente y sin dilación, el doctorado en esa ciencia social.
Por cierto, en marzo del año en curso, en este mismo recinto estaremos bautizando la versión bibliográfica del tomo 1 sobre el Oratorio-Capilla, su importancia en la vida espiritual local, y un segundo tomo que será destinado a investigadores sociales y en cuyo contenido se compilarán los documentos más antiguos, además de una entrevista al maestro-arquitecto Gasparini, obra elaborada por el mismo Rodríguez García y este servidor, para la cual aspiramos contar con el sello editorial de la fundación que actualmente administra este sublime oratorio.
Junta Promejoras de Cabudare
Quiero pedirle, a los distinguidos concejales, al alcalde José Barreras, y a este hermoso pueblo presente en este mágico recinto espiritual, que otrora funcionó como uno de los asentamientos más productivos del valle, un poco de paciencia, porque no podemos pasar inadvertidos a dos adalides, herederos de las glorias del comandante Cristóbal Palavecino, Nicolás Patiño y Aquilino Juares, a quienes la historia les ha designado el honroso título de Los Arquitectos del Siglo XX Cabudareño: Francisco José Rojas Rodríguez y Eurípides Ponte Hernández, que tuve la grandeza de conocerles y entrevistar.
Aun recuerdo aquellas tardes de interminables tertulias en la Plaza Bolívar de Cabudare. De estos dos hombres, de estos dos admirados amigos, Cabudare y Palavecino en general obtuvieron las más grandes conquistas, a través de lo que llamaríamos hoy una ONG, adelantándose en el tiempo.
Se denominó Junta Promejoras de Cabudare –que repito‑, funcionó en la praxis como una ONG, porque no era una organización político-partidista, sino de lograr metas sociales.
Como por ejemplo, desde comienzos de 1960, esta organización, envió correspondencias y telegramas a: Ramón J Velásquez, secretario de la Presidencia de la República; a Eligio Macías Mujica, periodista del Diario La Nación; a Luis Augusto Dubuc, ministro de Relaciones Interiores; a Manuel Vicente Ledezma, presidente de la Cámara de Diputados del Congreso Nacional; al periodista Juan Liscano, del Diario El Nacional; a Ildegar Pérez Segnini, presidente del Instituto Agrario Nacional; a Eligio Anzola Anzola, gobernador del estado Lara y Rómulo Betancourt, presidente de la República, a fin de dar a conocer el drama de la falta de ejidos y la carestía de agua, que podría solucionarse con la adquisición de la Hacienda La Mata.
Cuando el profesor Rodríguez García, me entregó en calidad de préstamo el grueso libro que contiene la correspondencia despachada de la Junta Promejoras de Cabudare, entre 1958 y 1963, descubrí que a esta organización Cabudare le debe su progreso y lo que es hoy.
Interesantísima por demás son cada una de las epístolas y telegramas, tan llenas de servicio social, de humanidad, de sentido de pertenencia y me atrevo a asegurar que ni los entes oficiales eran tan enérgicos.
Cuando firman el acta constitutiva, en Cabudare el 1° de marzo de 1958, lo hacen “inspirados en el espíritu y la letra de los principios establecidos, con conciencia netamente progresista, laborará en acuerdo con los siguientes principios:
Sus actividades se realizarán con la única finalidad de lograr obras de verdadera utilidad pública, asistencia social, educación, edificaciones, mobiliario, tecnificación, embellecimiento urbano, reconstrucción de calles y aceras, acueducto con capacidad suficiente para la población actual, establecimiento de la red de cloacas, solución al problema de la carencia de predios ejidales para el establecimiento industrial y de vivienda”.
Dice el acta más adelante que los fondos necesarios para el funcionamiento de la junta, serán recabados de la contribución de sus miembros y mediante colectas populares, rifas y otros medios. Y ya para rubricar el documento agregan: Con el mayor entusiasmo y la mejor buena voluntad, CON LA PROMESA JURADA DE SERVIR decididamente a los objetos que sustenten estos principios.
De esa madera estaban hechos estos cabudareños. Es ese nuestro legado. Debe ser esa nuestra consigna señores concejales, señor alcalde, público presente: SERVIR DECIDIDAMENTE.
Firmaron el acta constitutiva de la Junta Promejoras de Cabudare
Su presidente Roseliano Palacios
Vice presidente Juan de Dios Troconis
Secretaria Nedda Álvarez
Tesorero Eurípides Ponte Hernández
Y los vocales: Juan de Dios Meleán, Ligia de Meleán, Catalino Escalona, Julio Álvarez Casamayor, Pedro López Amaya y Francisco José Rojas.
La Mata, primer urbanismo moderno
A través de este ente sin fines de lucro y con el respaldo de los ediles del cabildo local, quienes laboraban sin salario alguno, se conquistaron importantes obras para la ciudad, convirtiendo los predios de la Hacienda La Mata, en ejidos para la expansión urbana y para obtener agua potable.
Según dato que gentilmente nos aportó Argenis Latiegue, ayudante del cronista municipal, la hacienda disponía de un moderno sistema de riego a través de canales construidos con ladrillo, para servir de agua a Cabudare, con pilas ubicadas en la calle Domingo Méndez entre San Rafael y Vicente Amengual; la siguiente estaba situada en los límites del Puente Rojas Paúl y la última en la calle Juan de Dios Ponte con Guillermo Alvizu.
La Mata en consecuencia fue la primera urbanización moderna del siglo, construida entre 1960 al 67, con una exquisita planificación urbana, calles y aceras amplias, inaugurada por el presidente Raúl Leoni.
Un urbanismo verdaderamente humanizado, a donde fueron a vivir los propios cabudareños, una nueva generación de palavecinences.
El 24 de agosto de 1960, la cámara municipal acordó distribuir las 538 parcelas de 1.500 metros cuadrados para la siembra de árboles frutales con su respectiva vivienda de interés social.
La Junta Promejoras de Cabudare, se preocuparía inmediatamente por conseguir la construcción de la avenida principal, denominada Presbítero Daniel Vizcaya.
Luego, en la gestión de Ignacio Dam, se conquistaría la red de cloacas, la electrificación y el asfaltado.
Sería extenso describir la enorme cantidad de obras y mejoras gestionadas por esta ONG, inclusive en La Miel, Sarare, Los Rastrojos y Agua Viva.
Eurípides Ponte para el salón de sesiones
Ahora, ya en el epílogo de este discurso, y como lo diría mi admirado amigo Benjamín Terán, presidente del Ateneo de Cabudare, que por más de 21 años le ha regalado cultura a este prodigioso sitio de Cabudare: HABLAR DE DON EURÍPIDES PONTE, ES HABLAR DE LA HISTORIA PERO TAMBIÉN DEL PROGRESO.
Conocer a Eurípides Ponte fue pasearse por un texto de historia. Pero no cualquier título nos lleva al mágico mundo de las solariegas calles de tierra y casas de bahareque y palmas, con su pulpería y botica. La infaltable iglesia frente a la Plaza Bolívar con caballos y burros con sus chirguas y jamugas cargadas.
Hablar con Eurípides era sumergirse en el pasado remoto, era reconstruir la historia y separarse en el tiempo y el espacio. Era comprender por qué y cómo se instaló el primer concejo municipal en los albores democráticos, la construcción de los primeros urbanismos y vías de comunicación, la instalación de grandes estructuras deportivas, la llegada de entidades bancarias y comerciales, en fin, el progreso de la ciudad.
Eurípides, fue ayudado a venir al mundo por “mamá Micaela” una partera veterana, el 13 de noviembre de 1925.
Hijo de doña Isabel Hernández Agüero, de estirpe alemana quien llegó a Barquisimeto a principios del siglo XX, proveniente de Quíbor. Su padre, José María Ponte Carmona, era descendiente de españoles.
Eurípides vino al mundo en la casa materna, frente a la de Monseñor José Antonio Ponte, sexto arzobispo de Venezuela y familiar directo, las viviendas las dividía el antiguo camino Real que conducía desde Barquisimeto hacia los llanos. Cinco hermanos cuatro varones y una hembra.
Siendo un niño, en 1936, acompañó Eurípides al humanista también cabudareño don Héctor Rojas Meza, en la creación de la primera biblioteca de este pueblo, que honrosamente llevó el nombre de Ezequiel Bujanda.
En el acta constitutiva de aquella biblioteca ha quedado para la posteridad la firma de don Eurípides Ponte.
Por medio de la Junta Promejoras, jamás se rindió en su lucha para que en Cabudare se edificara un liceo, el hoy altivo Jacinto Lara, que para justificarlo, junto a Coché Rojas, fueron de escuela en escuela a levantar un censo de sexto grado, el cual llevaron hasta Caracas, para consignarlo al ministerio correspondiente.
En las inaugurales elecciones de los albores democráticos, realizadas en diciembre de 1958, donde participaron AD, COPEI, URD, UPA, PCV, Eurípides Ponte salió electo concejal por la tolda blanca, la cual obtuvo la mayoría de los votos y consiguió seis ediles.
En 1960, encontramos a un Eurípides enérgico en las labores parlamentarias del ayuntamiento como su vicepresidente; en el 61 fue presidente de la instancia edilicia; en el 62 y 63 retoma la vicepresidencia hasta 1966, que vuelve a asumir los destinos del Concejo Municipal hasta el 68.
Más adelante, cuando fue a nacer una nueva iglesia en Cabudare, a solicitud de los fieles ante la Junta Promejoras, el propio obispo Críspulo Benítez, emplazó a Coché y Eurípides, para confirmarle su asentimiento con el decreto de creación de la Parroquia Sagrado Corazón de Jesús, situada en La Mata.
Es precisamente, este caballero, este adalid cabudareño que vengo a presentarles señores parlamentarios, aunque hoy ya no está en cuerpo, convencido estoy que muchos aquí lo tenemos presente en el corazón, en nuestro diario proceder.
En nombre de su esposa aquí presente, sus hijos, sus sobrino Naudy Salguero, a quien admiro profundamente, me tomo el atrevimiento de solicitar a la ilustre cámara que el salón en donde se realizan las sesiones del Concejo Municipal de Palavecino, se le designe con el nombre inmortal de don Eurípides Ponte Hernández, gloria de esta tierra a la que él tanto amó y por la que entregó toda su voluntad para verla grande y próspera. Él es gentilicio cabudareño siempre y para siempre. Nuestra gratitud eterna.
Obras para la ciudad
Otro de los petitorios que quisiera proponer como una urgencia parlamentaria, es la creación del anhelado Fondo Editorial, que llevaría el nombre de Eduardo Ortiz, periodista y redactor del Cóndor de Terepaima, génesis del periodismo en la localidad.
Este fondo más que una aspiración, es una necesidad sentida entre los entes públicos del municipio, que coadyuvará con publicaciones oficiales como gacetas, ordenanzas, resoluciones, decretos, además del aporte intelectual de investigadores, escritores, poetas, contribuyendo así con la cultura y el mundo del conocimiento.
Sin duda, amigos concejales, ambos petitorios tienen plena justificación. Es honra pero también justicia, diría José Ángel Ocanto, otro admirado maestro de periodistas, cuya pluma ha inspirado parte de este discurso.
En los albores del presente, deseo que la renovada cámara municipal, junto al alcalde José Barreras y el concurso de la Asociación Civil Proyecto Palavecino, Fundación Esperanza y todas las organizaciones presentes, con el mayor entusiasmo y LA PROMESA JURADA DE SERVIR, instemos al Gobierno nacional, a los ministerios correspondientes, al Ejecutivo regional para ver materializadas obras que son anhelo de muchos años como la Circunvalación Sur, la conclusión del Hospital de Cabudare, la construcción y mudanza del Mercado Municipal, el liceo de Agua Viva, el Distribuidor Tarabana, la Zona Industrial de Palavecino, que contribuiría sensiblemente a palear el creciente desempleo de la entidad local, y una obra que amerita urgente atención, la construcción de la red cloacal de la zona rural de este municipio.
Cese de la violencia
No obstante, el cese de la VIOLENCIA aunado a la destructiva INSEGURIDAD es nuestro principal anhelo. Tenemos que reconstruir la sociedad, desde nuestros hogares.
Queremos PAZ, exigimos PAZ, gritamos PAZ, no es el sueño aislado de los cabudareños, es el deseo recurrente de los larenses, de los venezolanos, por todo lo anterior, estamos llamados a unirnos, sin miramientos.
Un compromiso impostergable
La convocatoria es para asumir este presente, sin más dilación, las premuras, las encomiendas de la patria, de esta patria chica, de este sitio de Cabudare, en el que tanto hay por construir, en el que tanto hay por enmendar, en el que tanto hay por soñar.
Tenemos frente a nosotros un compromiso histórico. No esperemos que nada nos sea dado sin sacrificio. No procuremos que nadie nos prepare o reglamente el futuro.
Vamos a luchar por ese futuro, por el verdadero Palavecino para Vivir, con tenacidad, con rebeldía razonable del decir de mi madre. Si lo hacemos juntos, tendremos eco.
El mañana será nuestro, sólo si así lo deseamos. Muchas gracias