Las virtudes ciudadanas en Fermín Toro
Luis Alberto Perozo Padua
Periodista
A Fermín Toro se le ha estudiado como político, literato, educador, poeta, humanista, periodista y como estudioso de las ciencias naturales. Habría que profundizar su trabajo como diplomático, encomienda que le hemos sugerido al doctor Carlos Jiménez Lizarzado, historiador de densa pluma.
Sus virtudes ciudadanas le motivaron a imponerse contra el poder establecido. En 1932 como diputado, conociendo el parecer de Páez, opuesto a que Bolívar entrara a Venezuela, vivo o muerto, en el Congreso Nacional, alzó su voz con estridencia para pedir el regreso de los restos del Libertador a Caracas.
Frente al asalto al parlamento nacional el 24 de enero de 1848 instigado por José Tadeo Monagas, al inquirirle regresar a su curul dijo “Díganle al General Monagas, que mi cadáver lo llevarán, pero que Fermín Toro no se prostituye”.
En Fermín Toro encontramos al hombre macerado para el cargo de Canciller de Venezuela. En 1839 fue Secretario de la Legación ante el Reino Unido de la Gran Bretaña. En la capital inglesa perfecciona conocimientos políticos y sociológicos y estudia inglés. Con Alejo Fortique atiende la defensa ‑por primera vez‑, ante el Gobierno británico sobre los derechos de Venezuela en la Guayana Esequiba, hoy reclamación abandonada y engavetada.
Notable escritor
En su obra “Europa y América” refleja el saber universal. Analiza lo que pasaba en Rusia, Turquía, Polonia e Irlanda, las repúblicas italianas, el yugo inglés en Asia y el despotismo austriaco, la significación del Congreso de Panamá y el auxilio de la América a México a propósito de la invasión de Francia.
Examina el aporte del cristianismo a la humanidad con el misterio de un Dios hecho hombre. Estudia la guerra y las ventajas de la paz y el principio de la reciprocidad. Aboga por el aporte de los extranjeros y porque sean recibidos con generosidad.
La primera rueda de prensa
En su carrera diplomática el momento más sublime fue en 1846 siendo Ministro Plenipotenciario ante el Gobierno de España, habiendo fallecido el General Rafael Urdaneta y Alejo Fortique a quienes se les había encomendado un Tratado de Paz, Reconocimiento y Amistad entre Venezuela y España logra la aceptación definitiva de la independencia de Venezuela por España. Es entonces cuando realiza la primera conferencia de prensa conocida y documentada en el mundo.
Sus crónicas
En 1842, Toro se encargó de presidir la comisión que preparó en Caracas las honras fúnebres a Simón Bolívar, con motivo del traslado de sus restos, convirtiéndose en el cronista que narró el acontecimiento al escribir la Descripción de los honores fúnebres consagrados a los restos del Libertador Simón Bolívar.
A propósito del asalto de Monagas al Congreso en 1848, cuando la Junta Gubernativa de Maracaibo pidió por intermedio de Juan Manuel Manrique al Encargado de Negocios de los Estados Unidos de Norteamérica B. G. Shields, una intervención para acabar con la guerra civil que Monagas provocaba, Toro echa mano del Derecho Internacional Público y solicita mejor una mediación ante los partidos beligerantes. Reincorporado a la vida política en 1858 con la llamada “Revolución de Marzo” es nombrado por Julián Castro, Ministro de Relaciones Exteriores.
Como Canciller de Venezuela le tocó, desenredar toda la situación producida por el llamado “Protocolo Urrutia”. Concluirá sus días de diplomático luego de 1860 con Misiones en España, Francia e Inglaterra, donde se ocupó de un caso delicado: explicar la muerte y confiscación de bienes de ciudadanos de estos países por los revolucionarios a causa de la Guerra Federal, conflicto que se estaba viviendo en el territorio venezolano. Nos dejó como imperecedero legado el de no vender su pluma ante los caudillos que nos gobiernan. Murió en 1865. Sus restos reposan en el Panteón Nacional desde el 23 de abril de 1876.