La boda de la hija de Eustoquio Gómez alborotó a Barquisimeto
En abril de 1929 el dictador Juan Vicente Gómez designó presidente del estado Lara a su temible primo el general Eustoquio Gómez, para que enfrentara el alzamiento del general José Rafael Gabaldón en las montañas de Trujillo y muy asustados lo recibieron los larenses aceptándolo como una más de las desgracias de la dictadura a la que no podían oponerse.
Eustoquio Gómez se instaló con su familia, su esposa Celia Villamizar y sus dos hijos, Josefita y Eustoquio (imagen) en la casa que su antecesor, el general Pedro Lizarraga, había terminado en 1928 diagonal a la actual plaza Bolívar.
El recién llegado puso orden en la pueblerina capital. Una razzia social recogió las puticas para recluirlas, ordenó recoger los puercos y los mendigos de las calles y también pavimentar algunas vías para transitar su Lincoln negro de lujo.
El amanecer con olores a café recién colado del 10 de agosto de 1935 despertó a los barquisimetanos con las expectativas del matrimonio de Josefita, la única hija del tiranuelo con el médico Leopoldo Briceño, boda que durante el día alborotó a la ciudad.
El dictador Juan Vicente Gómez no asistió a la boda por su delicado estado de salud, pero envió a dos de sus hijos, Florencio y Juan Vicente Gómez Núñez y al general Antonio Pimentel, huéspedes de honor de la ciudad a quienes Eustoquio Gómez agasajó con champaña y discursos en el Palacio de Gobierno y luego con un sarao oficial en el Centro Social amenizado por la Orquesta Mavare a la cual asistió un nutrido grupo de miembros de la sociedad barquisimetana.
La boda civil se efectuó en la residencia del gobernante, en la carrera 17 con calle 25, hoy llamada “Casa Eustoquio Gómez” patrimonio, de la Alcaldía del municipio Iribarren, nombre que honra indebidamente la memoria de un símbolo de la tiranía gomecista, sus atropellos y corruptelas.
Con arreglos florales y regiamente iluminada la casa adornada “suscitaba las aladinescas impresiones de un palacio de leyenda y encantamiento”, según crónica especial de EL IMPULSO.
El fallecido cronista de Barquisimeto Ramón Querales publicó que “terminado el acto civil la pareja Briceño-Gómez, encabezando un lujoso desfile de lo más selecto de la alta sociedad barquisimetana, funcionarios públicos, comerciantes, hacendados, profesionales liberales, religiosos, artistas, hizo el tránsito entre la casa del Gobernador y la Iglesia de la Inmaculada Concepción”, trayecto iluminado con cientos de bombillas y sobre el piso una larga alfombra roja.
Ante la mirada atónita de curiosos e impresionados parroquianos, “una numerosa concurrencia como jamás se había registrado en esta ciudad”, señala el diario, atravesó la plaza Bolívar al matrimonio eclesiástico bendecido por el propio obispo Enrique María Dubuc, concelebrado con los sacerdotes J.M. Alegretti y José R. Fiol.
Un conjunto filarmónico de damas y caballeros interpretó el Ave María del compositor barquisimetano Simón Wonhsiedler y la orquesta Mavare interpretó una marcha nupcial especialmente compuesta por su director Napoleón Lucena.
La celebración transcurrió hasta altas horas de la madrugada entre brindis, comidas, regalos y música, contó el cronista Querales.
Mi mamá que falleció el año pasado de 94 años me contó que un familiar de ella no recuerdo si fué su abuela o qué otro familiar, le había contado que durante los actos del referido matrimonio la actividad social se vio escandalizada por decirlo así, por un hecho bochornoso ya que en el trayecto de los novios recién casados hasta la iglesia o quizás de regreso a la casa para el festejo y sobre esa misma alfombra de color rojo tengo entendido, que una pareja de perros callejeros se les ocurrió tener sexo en la misma alfombra en frente de los novios,
cosa que causó una pequeña conmoción acompañada de muchas risas de parte de todos los curiosos presentes por aquel vulgar acto sexual entre dos perros callejeros y ocasionando cualquier cantidad de rumores a cerca de esa unión matrimonial. Como por ejemplo daban a entender que esa unión sexual entre los novios ya se había consumado con anticipación, y muchos rumores más.