Diógenes Torrellas Urquiola, un hombre de probidad
Carlos Guerra Brandt
Cronista
En pleno corazón de la ciudad de Barquismeto se encuentra un terreno que desde hace décadas sirve de estacionamiento privado.
Justo allí en toda la esquina de la carrera 16 con la calle 26 en ese lugar estuvo por años una vieja y elegante casona que sirvió de residencia familiar de un honorable caballero que aunque nació en la vecina población de Yaritagua tuvo una gran actuación pública.
El general Diógenes Torrellas Urquiola desde muy joven consagró su pluma al periodismo, para luego tener una brillante presencia en el ámbito político, llegando a ser diputado a las legislaturas de los estados Lara y Yaracuy, administrador de la aduana de Tucacas, diputado y senador al Congreso Nacional, jefe de la Brigada del Ejército, secretario General de Gobierno y hasta finalmente convertirse en gobernador del Estado Lara.
Pero lo que hay que destacar de este sencillo hombre público, fue sus grandes virtudes cívicas, su constante y recto proceder y una enorme fuerza de convicción en todas sus actuaciones.
Para mencionar una de ellas, citamos que cuando la mencionada casona fue su residencia, la cual encargó construir luego de adquirir el predio, posterior a su fallecimiento en el año de 1916, el inmueble quedó hipotecado por la suma de 14 mil 300 bolívares, para lo cual aquello fue motivo de ruido entre sus allegados y más para el que ejercía las funciones en ese momento de Secretario General de Gobierno.
Sucedió entonces que don Antonio Guillén solicitó por escrito al presidente de Venezuela, general Juan Vicente Gómez, obsequiase el monto de la hipoteca, y en un gesto de compasión al ver la angustia de aquella viuda que apenas tenía guardado 80 bolívares en un antiguo escaparate, este le remitió el dinero y fue recuperada la propiedad dado su impecable y absoluta honradez en el transcurso de su vida.