Cuatro presidentes venezolanos –todos militares– han muerto en el ejercicio del poder, en funciones de la primera magistratura, decesos causantes de cambios en la gestión pública de sus herederos.
El más reciente fue el teniente coronel retirado Hugo Chávez Frías, luego de una enigmática y penosa agonía, incluso por el misterio guardado en su enfermedad aún se duda acerca de la fecha verdadera del deceso que provocó largo y sentido velorio y exequias padecido por todos.
En noviembre de 1950, el presidente de la junta militar de gobierno, teniente coronel Carlos Delgado Chalbaud, fue asesinado según algunos por órdenes de su colega teniente coronel Marcos Pérez Jiménez, quien encabezaría una feroz y corrupta dictadura hasta 1958 cuando huyó cobardemente. Esta muerte tampoco ha sido del todo esclarecida porque el responsable de su muerte también fue asesinado.
5 de marzo de 2013
El fallecimiento del presidente de la República Bolivariana de Venezuela Hugo Chávez Frías se produjo a las 14:25 hora local (20:55 UTC) del martes 5 de marzo de 2013, en el Hospital Militar Dr. Carlos Arvelo de Caracas, donde recibía tratamiento médico para atender una supuesta infección.
Gran Demócrata llamaron al general Linares Alcántara, fallecido en 1897. Todavía se habla de su envenenamiento por haber “traicionado” a su mentor, el general Antonio Guzmán Blanco, con quien vino desde Curazao en la Revolución de Abril, pero permitió el derribamiento de sus estatuas por el pueblo caraqueño, supuesta causa de la venganza del guzmancismo.
El 17 diciembre de 1935, después de 35 años en el poder, los últimos 27 como tirano cruel y corrupto, murió el general Juan Vicente Gómez. Había traicionado también a su mentor, su compadre Cipriano Castro a quien desde la vicepresidencia dio un golpe de estado cuando salió a una intervención quirúrgica en Alemania. no le permitió entrar más al país y murió en el exilio. Con Castro vino Gómez desde su tierra natal, el estado Táchira a tomar el poder abandonado por el entonces presidente Ignacio Andrade.
En diciembre de 1935 hubo póstuma jaladera al tirano al día siguiente de su muerte como el editorial lacrimoso de El Universal:
Anoche, a las once y cuarenta y cinco, rindió la jornada de la vida en la ciudad de Maracay el Benemérito General Juan Vicente Gómez, Magistrado Supremo de la República, después de una larga enfermedad, contra la cual resultaron infructuosos los cuidados de los familiares y amigos, y los esfuerzos de la ciencia, en medio de una dolorosa expectativa, que pesó gravemente sobre los ánimos, en toda la extensión de la República. Hora de duelo para la Patria venezolana, que se pone de pie para dar la despedida al varón que se destacó con lineamientos inequívocos en la etapa de su actuación como el primero de sus hijos y como la alta y firme garantía de sus aspiraciones de orden, de paz y de trabajo. No es esta la ocasión de exaltar una vez más la personalidad del General Juan Vicente Gómez, en este minuto infausto en que Venezuela no puede menos que valorar, en toda su magnitud, la obra patriótica por él realizada. Un solo hecho de honda significación en el orden del espíritu bastaría para dar idea de la gloria de Juan Vicente Gómez y para asegurarse la gratitud de los venezolanos: el de destacarse como acreedor al título de Pacificador de la Patria, Fundador de la Paz, es decir, del basamento para el levantamiento de cualquier obra, ya material, ya espiritual. La vida del varón benemérito que acaba de morir constituye un ejemplo y un legado de valor inapreciable. Él mismo llego a pensar de sí que no era sino un instrumento de la Providencia, a pesar de que siempre tuvo la conciencia de su energía y del rumbo por el que la había orientado. De permanente acción fue su vida en las etapas heroicas; y en la trayectoria se compenetró con el país y sus hombres, y por ello les pudo señalar los derroteros a seguirse y, más tarde, pudo llevar a cabo su perdurable obra política y administrativa, conjunto de realizaciones de imponente amplitud. Y así aparece con caracteres indelebles, en la vida nacional, en su triple significación: Gómez luchador, Gómez orientador, Gómez constructor. El Universal, que se asocia plenamente a este gran duelo de la República, presenta su expresión de condolencia a la honorable familia del Benemérito ciudadano desaparecido.