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José Domingo Rus: la nación zuliana que pudo ser y no fue

Ángel Rafael Lombardi Boscán
Director del Centro de Estudios Históricos de la Universidad del Zulia
@lombardiboscan

El padre del region­al­is­mo zuliano es el abo­ga­do José Domin­go Rus aunque los zulianos descono­cen esto. Inclu­so hay un munici­pio en la enti­dad que lle­va su nom­bre aunque sea una evo­cación anón­i­ma y amnési­ca que el mis­mo padre de la idea, un alcalde social­cris­tiano de hace años atrás, no haya tenido la menor idea de lo que hizo Rus a comien­zos del siglo XIX en defen­sa de los intere­ses de la región zuliana de ese entonces. 

Rus es una especie de íncubo, una evo­cación demonía­ca que hay que evi­tar a toda cos­ta porque remueve recuer­dos  incó­mo­d­os para nues­tra colec­tivi­dad empeña­da en revivir mitos hero­icos que suplanten una his­to­ria sec­re­ta de con­cil­iábu­los monárquicos que riñen con el ide­al repub­li­cano de los ganadores de la Independencia


José Domin­go Rus (1768–1835)

José Domin­go Rus (1768–1835), fun­cionario y burócra­ta, es el tes­ti­go más feha­ciente de una Mara­cai­bo que abrazó el par­tido monárquico en los muy con­vul­sos años de la Inde­pen­den­cia (1810–1823). Aunque lo más rel­e­vante de su actuación políti­ca fue como diputa­do en las Cortes de Cádiz en rep­re­sentación de la provin­cia de Mara­cai­bo y su empeño en que su ter­ruño obtu­viera una pri­macía may­or que Cara­cas y Bogotá. Entre 1810 y 1814 las Cortes de Cádiz fueron un esce­nario sur­re­al­ista porque por primera vez se pro­pu­so una Con­sti­tu­ción Lib­er­al (1812) para regir sobre una patria inva­di­da, la españo­la, ocu­pa­da por Napoleón Bona­parte des­de el año 1808 y con unos ter­ri­to­rios amer­i­canos com­ple­ta­mente sub­ver­tidos por el vacío de poder creado. 

Eso de que Améri­ca aban­donó a España es com­ple­ta­mente fal­so, por el con­trario, fue España la que se desa­tendió de la Améri­ca toda dejan­do a sus muy leales súb­di­tos en una orfan­dad temerosa. Fran­cia e Inglater­ra inten­taron llenar ese vacío sólo que los vene­zolanos españoles pre­firieron la ruta inde­pen­den­tista aunque sin sospechar que para lle­gar a ella la vio­len­cia los iba a con­sumir en un holo­caus­to que la épi­ca de la “Venezuela Hero­ica” se encar­gó de encubrir.

De repente, los españoles de Europa, cuan­do se quedaron arrin­cona­dos en Cádiz y se per­cataron que los amer­i­canos se decidían por una vida políti­ca nacional aparte de la his­páni­ca, con­cedieron que: “la Nación españo­la es la reunión de los españoles de ambos hem­is­fe­rios”. Este buen gesto llegó demasi­a­do tarde. Por lo gen­er­al no se leg­is­la con la mira­da pues­ta en un bien común intem­po­ral y desin­tere­sa­do sino aquel que dic­tan las cir­cun­stan­cias alin­eadas a los intere­ses de los que man­dan. La his­to­ria es la his­to­ria del poder y nor­mal­mente ese poder es obtu­so e irra­cional. España sin gob­ier­no efec­ti­vo e inva­di­da toda se negó en 1810, luego del 19 de abril, a la mediación ingle­sa y optó por un blo­queo sobre las costas de Venezuela sin con­tar con los indis­pens­ables bar­cos de guer­ra para ello.

Las Cortes de Cádiz leg­is­laron sobre real­i­dades aéreas des­de el año 1810 has­ta 1814. Y luego de la reac­ción abso­lutista que per­mi­tió el regre­so de Fer­nan­do VII todas sus res­olu­ciones fueron dero­gadas. Lo impor­tante de todo éste pro­ce­so es que rep­re­sen­tó la irrup­ción del pen­samien­to político/ideológico lib­er­al con sus dis­tin­tas man­i­festa­ciones. Así ten­emos a un José Domin­go Rus oponién­dose a la Inquisi­ción aunque fiel a los pre­cep­tos de una España absolutista.

José Domin­go Rus, fue el vocero de las elites de Mara­cai­bo: de sus políti­cos, propi­etar­ios, com­er­ciantes, ecle­siás­ti­cos y abo­ga­dos que encon­traron la opor­tu­nidad en el año 1810 de con­ver­tir a la Provin­cia de Mara­cai­bo en la Cap­i­tanía Gen­er­al de toda Venezuela al mar­gen de Cara­cas. Esta es la razón del porqué Mara­cai­bo no secundó a Cara­cas ni el 19 de abril de 1810 y mucho menos el 5 de julio de 1811 y se man­tu­vo leal a la Regen­cia. He aquí el tenor de los planteamien­tos de Rus: 

“De aquí se sigue, que resti­tuir a Mara­cai­bo al goce y pos­esión del Capitán Gen­er­al, que obtu­vo has­ta casi la mitad del siglo XVII, no es más que cumplir con las leyes de resti­tu­ción al despo­ja­do, y eje­cu­tar estas en un día en que, si cabe, obran poderosa­mente de la may­or fuerza y util­i­dad de la Nación, pues ya es pre­ciso con­fe­sar que Mara­cai­bo ni por un momen­to debe depen­der de Cara­cas, cuyas deter­mi­na­ciones y recur­sos nega­dos parece se habían prop­uesto dar en tier­ra con su agri­cul­tura, com­er­cio y defen­sa y no es bien ya se deje de cono­cer la mejo­ra en que debe empeñarse cada provin­cia, cuan­do por la Con­sti­tu­ción políti­ca de la Monar­quía españo­la, que aca­ba de san­cionarse, todas tienen un interés igual para ocur­rir a sus ramos y salir del aba­timien­to en que las habían tenido los sig­los de hier­ro o las deprava­ciones de aque­l­lo que con títu­los de cap­i­tales, como Cara­cas, todo se lo sor­bían y nada con­cedían a las pobres sub­al­ter­nas, a quienes mira­ban con des­pre­cio, porque nun­ca con­sul­taron sino su pro­pio interés y el bril­lo de sus poseedores”.

Se pueden bosque­jar las prop­ues­tas pro-auton­o­mis­tas y de has­ta una com­ple­ta inde­pen­den­cia con relación a las autori­dades de Bogotá y Cara­cas que hizo José Domin­go Rus en dos de sus obras: “Mara­cai­bo rep­re­sen­ta­do en todos sus ramos” y “Agere Pro-Patria”. Su may­or insis­ten­cia fue la de crear en Mara­cai­bo un cole­gio y obis­pa­do jun­to a su planteamien­to cen­tral: el que Mara­cai­bo asum­iera la Cap­i­tanía Gen­er­al de Venezuela y con ello pri­maría sobre el occi­dente del país.

Aunque Mara­cai­bo tenía a su vez ter­ri­to­rios vasal­los, como lo fueron Méri­da y Tru­jil­lo, que tam­poco estu­vieron con­tentos con estar en la cola de la fila y luego del 19 de abril de 1810 se ple­garon en una alian­za con Cara­cas que les per­mi­tió romper con los amos del Lago de Mara­cai­bo. Toda ésta recon­fig­u­ración de alian­zas entre ciu­dades y provin­cias entre los años 1810 y 1814 es un capí­tu­lo olvi­da­do de nues­tra Inde­pen­den­cia porque se nos ha hecho creer que sólo había dos ban­dos: vene­zolanos pro lib­er­tad enfrenta­dos a españoles pro tiranía y esto es todo un infundio.

Los afanes de José Domin­go Rus como diputa­do zuliano en las Cortes de Cádiz estu­vieron siem­pre alin­ea­d­os al propósi­to de Fer­nan­do Miyares, Gob­er­nador de Mara­cai­bo y Capitán Gen­er­al de Venezuela luego del descabeza­mien­to de Vicente de Emparan, de asumir el lid­er­az­go de la con­trar­rev­olu­ción real­ista sobre los repub­li­canos en Venezuela. Sólo que Miyares fue un jefe sin tropas ni dinero y todo quedó en ame­nazas y declara­to­rias que nun­ca se pudieron conc­re­tar. Inclu­so, el canario Mon­teverde no sólo der­rotó a Fran­cis­co de Miran­da y la Primera Repúbli­ca en 1812 sino que descono­ció la autori­dad de Miyares sobre Venezuela como jefe prin­ci­pal de la causa real­ista. Des­de entonces Mara­cai­bo quedaría rel­e­ga­da como un teatro de opera­ciones mar­gin­al y poco rel­e­vante has­ta las postrimerías del conflicto.

Mara­cai­bo vivió una Inde­pen­den­cia sui gener­is ya que su geografía le ais­ló de la des­o­lación de la guer­ra aunque ella mis­ma sufrió sus propias penurias con la anu­lación de su com­er­cio con el mun­do exte­ri­or. Una de las grandes con­quis­tas reivin­dica­ti­vas que obtu­vo José Domin­go Rus fue el decre­to de 21 de mar­zo de 1813 otor­ga­do por el gob­ier­no español de con­ced­er a Mara­cai­bo la dis­tin­ción de “muy noble y leal” debido a la “fidel­i­dad y patri­o­tismo” de sus habi­tantes. Algo que aún hoy, y con buen cri­te­rio de sus pro­po­nentes, se mantiene refle­ja­do en el escu­do de la ciu­dad y que hoy se pre­tende bor­rar de un plumazo.

Esta actuación de José Domin­go Rus en las Cortes de Cádiz ha sido estu­di­a­da por Fredérique langue y Zulia­mar Mal­don­a­do con una acu­ciosi­dad que nos per­mite reivin­dicar su figu­ra como una especie de eslabón per­di­do entre unas pul­siones paradóji­cas y descon­cer­tantes entre el “dis­cur­so de la fidel­i­dad” y los arrebatos inde­pen­den­tis­tas, que inclu­so, tam­bién se man­i­fes­taron en Mara­cai­bo como destel­los inter­mi­tentes aunque sin poder cua­jar has­ta el final de la guer­ra en 1823.

La prop­ues­ta de Rus de pre­tender una nación zuliana o mara­caib­era a razón de su pasa­do autónomo for­ja­do en los tres sig­los colo­niales ter­minó en un ama­go bien inten­ciona­do sin con­tinuidad en el tiem­po. La Inde­pen­den­cia decretó a su tér­mi­no a unos ganadores y perde­dores y entre estos últi­mos se ubi­caron los zulianos. Des­de entonces Cara­cas abatió unas rela­ciones fed­erales que son la raíz prim­i­ge­nia de una Venezuela con muchas naciones y que reivin­di­can su pasa­do como el epi­cen­tro de una nacional­i­dad pactada.

CorreodeLara

Esᴛᴀ́ ᴜsᴛᴇᴅ, ᴅɪsᴛɪɴɢᴜɪᴅᴏ ʟᴇᴄᴛᴏʀ, ᴇɴ ᴛᴇʀʀɪᴛᴏʀɪᴏ ᴅᴇ ʜɪsᴛᴏʀɪᴀ, ᴅᴇ ʜᴏᴍʙʀᴇs ᴄɪᴠɪʟɪsᴛᴀs, ʏ sᴏʙʀᴇ ᴛᴏᴅᴏ, ᴅᴇ ɢʀᴀɴᴅᴇs ᴀᴄᴏɴᴛᴇᴄɪᴍɪᴇɴᴛᴏs ϙᴜᴇ ᴍᴀʀᴄᴀʀᴏɴ ᴜɴ ʜɪᴛo

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