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La cañada del Puente Bolívar de Barquisimeto

Luis Alberto Perozo Padua
Periodista y escritor
En Twitter @LuisPerozoPadua

El aflu­ente fue cono­ci­do en un primer momen­to como Zan­jón de Cár­de­nas y Zan­jón Bolí­var, tam­bién como de la San­tísi­ma Trinidad. Era una ver­tiente de agua nat­ur­al con propiedades medicinales


Ha sido un mis­te­rio cen­te­nario el topón­i­mo del aflu­ente que atraviesa el ances­tral Puente Bolí­var, ubi­ca­do en la car­rera 17 entre calles 21 y 22 de Bar­quisime­to. Cro­nistas y via­jeros no reg­is­traron tal nom­bre en sus apuntes, por lo que hoy es un enig­ma y un vacío en la his­to­ria local. 

Citan­do al cro­nista Dr. Omar Gar­men­dia, “En real­i­dad el zan­jón que pasa por deba­jo del puente Bolí­var no es una que­bra­da, sino una caña­da que se orig­inó de las aguas que se escur­rían de una fuente, posi­ble­mente uti­liza­da por los antigu­os indí­ge­nas de la localidad”.

Añade el inves­ti­gador que a pen­sar que la mese­ta donde se mudó Bar­quisime­to en su últi­mo trasla­do era una super­fi­cie lisa y sin acci­dentes oro­grá­fi­cos, existían muchas hon­don­adas en su relieve alu­vion­al, sobre todo hacia el bor­de sur de la ciudad.

 


Durante el gob­ier­no del gen­er­al Lino Díaz (1938–1939) se con­struyó el puente Lib­er­ta­dor, ubi­ca­do en la car­rera 19 entre calles 10 y 11, muy cer­ca del Rec­tora­do de la UCLA, sobre la caña­da o zan­jón de la Lagu­na de Los Muertos

 

 

 

 

 

 

Antes de con­stru­irse el antiguo puente de la San­tísi­ma Trinidad en 1806, lla­ma­do después Bolí­var, sobre el lla­ma­do Zan­jón de Cár­de­nas, este era mucho más exten­so de lo que se conoce hoy, apun­ta Gar­men­dia. De acuer­do con el extin­to cro­nista de Bar­quisime­to Ramón Querales (2010), el zan­jón o bar­ran­co que nos ocu­pa se extendía des­de las cer­canías de la calle 24 a lo largo de la car­rera 17 has­ta un poco más allá de la calle 21.

Para con­stru­ir el puente sobre el zan­jón, que orig­i­nal­mente era de madera, se tuvo que rel­lenar toda la zona para que los bor­des se unieron con el puente, asien­ta Garmendia.

El cro­nista Ful­gen­cio Orel­lana dice en uno de sus libros «El agua en la cor­ri­ente históri­ca de Bar­quisime­to 1563–1988», (p. 78) que los primeros pobladores de la ciu­dad uti­lizaron el nacimien­to de agua del “zan­jón de la San­tísi­ma Trinidad”, de modo que pareciera ser que orig­i­nal­mente se llam­a­ba así antes que “zan­jón de Cárdenas”. 

Ricar­do Vale­cil­los, cro­nista de la par­ro­quia Con­cep­ción de Bar­quisime­to, con­verge que la primera denom­i­nación que recibió este pequeño aflu­ente fue Zan­jón de Cár­de­nas y, en algu­nas escrit­uras de los solares veci­nos de la ciu­dad, aparece con el nom­bre de Zan­jón Bolívar.

Destruc­ción de las aguas 

El arqui­tec­to Car­los Jara, dis­eñador y eje­cu­tor del Par­que San Juan Bautista de la Salle, encon­tró allí tres man­antes de agua con propiedades med­i­c­i­nales, lam­en­ta­ble­mente se colocó en su lado occi­den­tal un colec­tor de aguas servi­das, sub­raya el cro­nista Valecillos.

Adi­ciona Orel­lana (Obra cita­da p. 78), que según apun­ta la cróni­ca local, has­ta 1922 fueron uti­lizadas las aguas de la San­tísi­ma Trinidad para baños med­i­c­i­nales y hubo allí un bal­n­eario que vis­ita­ban los par­ro­quianos con frecuencia.

La fuente de agua que man­a­ba des­de su ori­gen sirvió de sitio de baños y diver­sión de los bar­quisimetanos, coin­ci­di­en­do ambos cro­nistas, tan­to Gar­men­dia y Vale­cil­los, que la destruc­ción de la fuente de agua se orig­inó el día en que hicieron descar­gar aguas cloa­cales des­de la antigua cár­cel o asi­lo de ancianos y el Cuar­tel de Policía, que con­struyó el pres­i­dente Eusto­quio Gómez al lado del Pala­cio de Gob­ier­no, por la car­rera 19.

Todavía en el Par­que Con­cha Acús­ti­ca o San Juan Bautista de la Salle hay man­an­tiales, que inclu­so la gente del lugar se abastece del líqui­do cuan­do fal­la por las tuberías (que es siem­pre). Gar­men­dia pre­cisa que jus­to detrás del Cole­gio Dioce­sano hay otro man­an­tial, así como en la Pila Lara, por tal razón per­sis­ten los hundimien­tos y fal­las de bor­de en la aveni­da Uruguay y sus per­ife­rias. Sin embar­go, per­siste el desconocimien­to de su prim­i­ti­vo nom­bre indí­ge­na, posi­ble­mente un hidrotopónimo.

Zan­jones por doquier

Existían otros zan­jones en la parte más inter­na de la mese­ta. Algunos fueron rel­lena­dos y otros per­manecen más o menos intac­tos, expli­ca el cro­nista Gar­men­dia, como los que sub­sis­ten al sur del Cole­gio Inmac­u­la­da Con­cep­ción y del Mer­ca­do San Juan.

El del Cole­gio Inmac­u­la­da se abrió en el momen­to del Ter­re­mo­to de 1812, como lo ates­tiguan antiguas escrit­uras. Tam­bién están los zan­jones de El Cam­pa­men­to y el Zan­jón Bar­rera, que comen­z­a­ba des­de la car­rera 19 con calle 13, lo que puede obser­varse en la actu­al­i­dad. Igual sucede con el zan­jón de drena­je de la lagu­na de Los Muer­tos, des­de la car­rera 19 entre calles 10 y 11, en el puente Lib­er­ta­dor, cer­ca del Rec­tora­do de la UCLA.

Lo del rel­leno del Zan­jón de Cár­de­nas expli­ca la necesi­dad de comu­ni­cación y exten­sión de la ciu­dad hacia el norte y el este, por el obstácu­lo nat­ur­al que hacía oblig­a­to­rio dar un gran rodeo para poder pasar hacia el bar­rio de Paya (hoy zona de Alt­a­gra­cia) y por eso nació la necesi­dad de con­stru­ir el puente de la San­tísi­ma Trinidad.

Un puente para el zanjón 

La con­struc­ción del puente de la San­tísi­ma Trinidad se con­cluyó en el año 1806. Bar­tolomé Rodríguez fue el alar­ife que eje­cutó los tra­ba­jos y don José Álamo el direc­tor de la obra. Un total de 1.540 pesos de las Reales Rentas, se invirtieron para eje­cu­tar los tra­ba­jos, man­da­dos a entre­gar por la audi­en­cia de Cara­cas el 17 de enero de 1805. 

A medi­a­dos del siglo XIX el puente fue arrastra­do por una cre­ciente y durante años volvió a la antigua estruc­tura de madera. En 1821, el pueblo con­fec­cionó un arco alegóri­co sobre el cual pasó El Lib­er­ta­dor Simón Bolí­var durante su visi­ta a Barquisimeto. 

De allí en ade­lante los par­ro­quianos bau­ti­zaron la esquina con el nom­bre de «Arco de Bolí­var». En 1842 el gob­er­nador gen­er­al Juan Jac­in­to Lara, héroe epón­i­mo, le cam­bió el nom­bre y fue bau­ti­za­do como Puente Bolí­var, como se le conoce actualmente. 

Para 1850 el gob­er­nador Martín María Aguina­galde, restau­ró el puente con­tratan­do al espe­cial­ista Julio Couput, quien desar­rol­ló los tra­ba­jos jun­to a los pre­sos, como señala la “Gac­eta de Bar­quisime­to” del 30 de octubre de aquel año. 

El 14 de julio de 1882 el gob­er­nador gen­er­al Jac­in­to Fabri­cio Lara, hijo del epón­i­mo, decretó la reed­i­fi­cación del puente “porque él des­per­fec­ciona por com­ple­to la calle del Ilus­tre Amer­i­cano (hoy car­rera 17) y ya porque es incom­pat­i­ble con el pro­gre­so de la ciu­dad, tan peli­grosa ruina a inmedia­ciones de la Plaza de la Cat­e­dral”, hoy plaza Lara. 

En tiem­pos de Cipri­ano Cas­tro, en 1907 el gob­er­nador gen­er­al San­ti­a­go Briceño Ayesterán solic­itó fon­dos para tra­ba­jos de recu­peración del puente Bolí­var dirigi­dos por el inge­niero del esta­do Anto­nio J. Insausti. En 1961, el arqui­tec­to Car­los Jara, durante la admin­is­tración del gob­er­nador Eli­gio Anzo­la Anzo­la, real­izó tra­ba­jos de refac­ción en el puente que ya carecía de toda armazón colonial.

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CorreodeLara

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